Capítulo 39. Dilemas de familia.
Capítulo 39. Dilemas de familia.
Luego de haber gritado la aparición de Andrómeda Greengrass en casa pude escuchar un plato caer y romperse en el comedor. Yo estaba atónita y abriendo la boca de forma patética intentando hablarle a los recién llegados cuando me lanzaron al suelo. Mamá había llegado a toda velocidad y, sin siquiera quedarse un momento a pensar en que yo era su hija, me dio un codazo en el costado. Yo caí dando un chillido y un dolor arrasó mi brazo izquierdo, en especial en la zona del codo ya que caí sobre él.
—Andy —oí sollozar a mamá, se tapaba la boca con ambas manos e ignoraba totalmente que yo estaba tirada en el suelo—. Estás aquí.
No, está en la esquina.
—Nah, sigo en la otra manzana —la escucho decir y la miro sorprendida, con los ojos bien abiertos. Andrómeda estaba sonriendo de lado con los ojos brillantes.
¿Sería posible que comience a agradarme por el simple hecho de que dio una respuesta que yo también daría? Pues ahora comprendo porqué me comparaban tanto con ella.
— ¿Estás bien? —parpadeo para salir de mi mundo y levanto la vista encontrándome con el cíclope tendiendo una de sus manos hacia mí.
—Sí, creo... algo así —digo aceptando con cierta timidez su ayuda. Hago una mueca al mover mi brazo izquierdo—. Bien, tal vez no.
—Tu mamá es una bruta —escucho quejarse a papá, quien se acercó a mirar mi brazo y luego a los visitantes—. Uh, oh.
Palidece y retrocede asombrado. Luego sacude la cabeza y una gran sonrisa se expande por su rostro. Otro que me ignora. Tengo los mejores padres del mundo, se preocupan tanto por mí.
—Potter —dice la chica, levanta una mano hacia él mientras mamá la abrazaba. Papá aceptó el apretón con una mirada sincera—. Estás tan viejo...
—No todos tenemos juventud eterna —rueda los ojos—. También te extrañé... Bueno, estuve obligado a hacerlo, cuñada.
El lugar comienza a llenarse, veo a todos con sus expresiones de sorpresa y conmoción. Tía Lily casi llora al ver a mi madre y su hermana abrazadas... miento, sí se puso a llorar.
—Durante estos años tuve la esperanza de que ustedes se separaran, es que te odio tanto —le "confiesa", pero debe ser una broma... espero que lo sea.
De pronto estuve siendo empujada hacia un costado mientras los mayores hacían su reencuentro emocional. Terminé junto a un confundido Nico que no dejaba de mirar a Andrómeda.
—Entonces es nuestra tía.
—Sí, es gemela de mamá —explica con suma paciencia Maddie—. De la que nos habló.
—No parece su gemela —balbucea, él era una persona tan confundida—. Digo, si son gemelas ¿no deberían tener la misma edad?
—Ugh, Nicolás juro que te perdiste el momento en que repartieron los cerebros —le doy una colleja—. ¿Es que no escuchaste nada de lo que te dijimos, inepto?
—A mí no me hables así, malparida —dice ofendido.
—Malparido tú, como fuiste el primero y mamá no tenía experiencia te caíste de cara.
Él me mira mal y yo le quito la lengua. En ese momento yo no había notado que todos nos estaban mirando mientras mamá y papá nos presentaban. Menuda primera impresión.
—Son nuestros hijos —murmura mamá—. Eso lo aprendieron en la televisión, seguro.
Andrómeda alza una ceja y sonríe con diversión. Mamá frunce el ceño con desaprobación mientras nosotros enrojecíamos avergonzados. Maddie fue la primera en avanzar y hablar.
—Hola, me llamo Madison... pero pueden decirme Maddie —da una pequeña sonrisa y mira fascinada al enorme cíclope, poca atención le daba a nuestra tía—. Soy la menor.
—Se nota —asegura el cíclope y se inclina para estrechar su mano—. Eres una linda copia de Mar.
Estoy a punto de seguir los pasos de mi hermanita cuando Nico me da un codazo... en el brazo lastimado. Yo quedo sin aire y se me aguan los ojos mientras digo con rencor —Hijo de...
— ¡Nico James Potter! —habla confianzudo, olvidando que hace un momento era el ser más idiota y confundido de la tierra. Da un saludo de manos con el cíclope y estrecha torpemente la mano de Andrómeda luego de que ella rechazara su abrazo—. Así que eres gemela de mamá... Aún no comprendo la diferencia de edad...
—Nico, estás castigado —condena mamá para la risa de todos, menos para mí, mi brazo me dolía horrores.
Bea me miraba soportando la risa por mi dolor, Daniel siquiera disimulaba con sus convulsiones de foca epiléptica. Yo los maldije a todos mientras frotaba mi brazo. De repente, cuando volvía a pasar la mano delicadamente por mi codo, pude tocar otra mano sobre este. Alzo la vista confundida con la expresión sombría que adoptaron Bea y Andrómeda.
— ¿Quién fue el bruto que te hizo esto, muñequita? —preguntó Apolo sin pena alguna, mirando mi brazo hinchado e ignorando al gentío a nuestro alrededor. Me dio un pequeño apretón y el dolor disminuyó casi por completo. Sube la cabeza sonriendo y se queda estático al notar a los demás.
— ¿Qué pasa, solecito? ¿Te quedaste sin habla? —escupe con resentimiento la gemela de mi madre, sus ojos arden furiosos al mirarlo—. ¿Por qué demonios tienes tanta confianza con mi sobrina?
Él sigue mirándola como si no se lo creyera. Ya me ha soltado, y nuevamente pasé a ser la ignorada número uno del día. Pero ahora sólo me hago a un lado y admiro la escena impaciente. La tensión en el aire me estaba prácticamente abofeteando. Ellos se miraban de una forma que me decía a gritos que tenían una gran historia atrás.
—Tú... ¿Desde cuándo? —balbucea con un hilo de voz, me sorprendo al ver que los siempre brillantes ojos del dios se opacaban y parecía al fin ser domado—. ¿Te dejaron libre?
—Quisiera recordarte que yo lo elegí, y también porqué lo elegí —interrumpe tosca, aprieta los labios antes de hablar—. Ahora tú vas a decirme qué demonios tienes con mi familia —avanza con cualquier intención menos la de darle un abrazo.
Yo noto el dolor en la expresión de Apolo y me acerco a ella para detenerla. Me mira de inmediato, confundida y aún furiosa.
— ¿Qué?... ¿Ustedes son algo? —deduce.
— ¡No! —exclama Apolo de inmediato.
Yo sacudo la cabeza —Él es un amigo —murmuro un tanto intimidada por su mirada—. Me ayuda... él no...
— ¿Él no buscó algo más? —pregunta con sarcasmo, soltándose de mí—. Él siempre busca algo más...
—Andy por favor —interrumpe mamá, controlando su enojo—. No hagas eso ahora, apenas has vuelto.
La de ojos azules respira hondo y asiente alejándose otra vez. Apolo la mira aún afectado, su falta de palabras y acciones comienza a preocuparme. Siempre que lo veía era confianzudo y explosivo. Doy una mirada a Bea y noto que ella también está extrañada con la actitud de su padre.
—Apolo, deberías irte —aconseja papá rascándose la nuca mientras los demás se dirigían al comedor una vez más.
El rubio no se movió, seguía plantado en su lugar. Bea y yo tomamos sus brazos para poder llevarlo hacia el jardín trasero.
—Eh, ¿sigues aquí? —le pregunto mientras traspasamos la puerta.
Él asiente, ahora cabizbajo. Bea me mira y luego toma su barbilla titubeando para que la mire— ¿Estás bien?
Se encoge de hombros, da una risa avergonzada y algo amarga— Estuve veinte años preparándome para volver a verla y cuando sucede me quedo sin habla.
Bea hace una mueca —Bien que te preparaste, conmigo y tus otros hijos.
— ¡Ya lo sé! —grita causando que lo soltemos y nos separemos de él. Pasa las manos por su cabello—. ¡Lo hago todo malditamente mal! ¡Siempre! ¡Con ella es así siempre! —se le quiebra la voz, cierta pena invade mi pecho—. ¡Soy un dios pero no perfecto!
—Okay, cálmate —Bea se acerca a frotar su espalda con cierta incomodidad—. No te exaltes tanto.
Sus labios tiemblan, y cuando creo que se largará a llorar ante nosotras su auto rojo brillante aparece de la nada. Él se suelta de Bea y se sube con cierta furia. La última vez que lo vi irse en su auto él nos dio una sonrisa brillante, ahora sólo se pone sus gafas de sol y acelera a fondo. Casi siento que todo se apaga un poco más cuando desaparece de nuestra vista.
—Juro que eso fue lo más extraño de mi vida —susurra Bea poniéndose a mi lado, la miro—. Él no intento algo contigo, ¿Verdad?
—... Uh —suspiro y dejo de mirarla.
—Maldita sea —masculla—. Esto es asqueroso.
—Lo intentó con mi tía, idiota, luego conmigo. Para mí es más asqueroso —le murmuro mientras volvemos a la casa.
—No es tu maldito padre.
— ¿Él es tu padre? —damos un chillido de horror al ver a Andrómeda una vez más ante nosotras, da una mirada crítica a la Bea nerviosa junto a mí—. Sí, ahora lo noto.
—S-sí —asiente incómoda—. Soy Beatrice, Beatrice Graunt.
—Andrómeda Greengrass —mueve la cabeza como si la estuviese echando.
Bueno, sí, la estaba echando. Bea me hizo muecas cuando estuvo a sus espaldas antes de dejarnos solas. Yo miré el piso como si fuese algo muy interesante antes de que ella hablara.
—Lamento lo de hace rato —le doy una mirada rápida, casi sorprendida por sus palabras—. Nunca quise que mi primera impresión con mi sobrina sea así... sé que te miré mal y tal vez pensaste que te odié pero...
—Uh, sí me odiaste en ese momento. Yo lo sé —interrumpo.
—Tal vez, agh —suspira—. Es que él... ¡él! —se frota los costados de la cabeza—. No debía estar aquí, maldita sea. Yo sólo quería volver a ver a mi familia, conocer a mis sobrinos. No quería verlo a él.
Tanto rencor en sus palabras, apretaba la mandíbula conteniéndose. Apolo debió hacerle mucho daño para que lo odie de tal manera. Sentí pena por él hace rato, pero yo no sé qué habrá pasado entre ellos. De pronto sentí que traicioné al bando de mi familia cuando lo defendí.
—Yo no quiero verlo la mayoría del tiempo —suelto sin pensar, ella me presta atención y me declaro la más estúpida de la casa luego de Nico—. Y-y la verdad no lo veo seguido. Apenas fueron unas tres veces. La verdad no lo recuerdo...
—No digas más, no me interesa —respira hondo, me mira a los ojos y una ligera sonrisa aparece en sus labios—. ¿Podemos rebobinar? Justo a ese momento donde gritas mi nombre en la puerta.
Me encojo de hombros y pierdo un poco del nerviosismo—Sí soy una digna hija de Meredith, me llamo Marlee.
—Esperé mucho tiempo para poder conocerte, Marlee —avanza hacia mí—. Y aunque esto dure poco, quiero hacerlo bien.
Me da un abrazo que me deja un tanto perpleja. Pero recordé que con ella no podré hacerme la estupidita que se toma su tiempo como con los Jackson, que ella tal vez vuelva a irse mañana y que no volveré a verla. Acepté su abrazo con torpeza, aunque ella me inspiraba confianza.
Tal vez porque éramos parecidas... y sólo por eso Apolo se había acercado a mí. Porque le recordaba a ella. Tuve ganas de decirlo, pero habría arruinado todo.
***
A altas horas de la noche ya sólo quedábamos los que vivíamos en la casa. Mis tíos, Bea y su madre se retiraron hace ya rato para poder dormir. Aunque Melody llevaba ya dos horas roncando en su habitación. Estábamos repartidos en la sala hablando sobre cualquier cosa. Yo tenía a una casi dormida Maddie en mi regazo y un Nico babeando en mi hombro. Alex Parker se quedaría a dormir y por ello estaba junto a mamá, ella de vez en cuando zarandeaba su brazo y él rodaba los ojos intentando no reírse por la anécdota que contaban.
— ¡Juro que llegué a pensar que le gustabas a este tipo! —dijo mamá, demasiado alto mientras Andrómeda le miraba como si estuviese loca, papá asintió estando de acuerdo.
— Aunque eso ahora sería visto como pedofilia —razona tío Percy junto a su esposa, ella se tapo la cara a sabiendas de la reflexión que venía—. ¡Es que nadie pensaría que su amor es legal si Andy parece de diecisiete a lo mucho!
Alex Parker se sonrojó y apartó bruscamente la mano de mi madre—Ustedes son una manada de locos...
— ¿Lobos? —balbucea Maddie y yo río acariciando su cabello.
—... Yo creía que Alex iba tras Meredith —suelta Tyson, el cíclope.
—Bien, eso ya no es divertido —declaran mis padres para la risa de todos.
Yo estaba empujando a Nico para que deje de babearme cuando me llamaron. Yo los miré a todos con cierto miedo a lo que venía cuando dije — ¿Sí?
— ¿Qué tal el campamento? —pregunta Tyson con emoción—. ¿Pateas muchos traseros? Seguro eres la mej...
No pudo seguir porque mamá le había lanzado un cojín, él la mira confundido mientras yo me encojo un poco.
—La verdad no, soy mala en todo.
—Oh.
—No en todo —Percy se incorpora—. Es buena con los pegasos.
—Eso es mentira, me odian —suelto frunciendo el ceño.
—Shhh, niña, tú no sabes seguirle el juego a nadie.
—Yo digo que sería buena con la espada si se esforzara más —Daniel le da un sorbo a su gaseosa—. Y si...
—Ya está —interrumpo avergonzada.
Él levanta las manos como pidiendo paz, yo vuelvo a empujar a Nico deseando poder salir de ahí.
—No, deberías escuchar cuáles son tus errores para poder corregirlos —dice Alex Parker con cierto aire sabelotodo—. Así se aprende. Todos se equivocan pero terminan siendo los mejores.
No todos somos como tú, don perfecto. Pienso decirlo pero quedaría como una adolescente irrespetuosa... y no es que no lo era, pero no quería alargar la discusión.
—Va a mejorar, es una Greengrass —declara Andrómeda, mamá asiente.
Luego de un rato todos comenzaron a bostezar y me ayudaron a llevar a mis hermanos a sus habitaciones. Quedé con las piernas algo entumecidas y la camiseta babeada. Estuve obligada a tomar una ducha rápida y luego me recosté en mi cama. Quedé ahí, boca arriba y con las manos en el vientre. El haber conocido a la otra parte de la familia que me quedaba debió llenar ese vacío que sentía desde que me enteré de quién era mi padre... Pero seguía sintiendo que me faltaba algo.
¡Hey, queridas!
Me tienen de vuelta, ¡gracias a tayftswift que me dio semejante inspiración con su mensaje súper cute!
Pobre Apolo :'c mi solecito ardiente está dolido. Andy es muy buena guardando rencor, hay que admitirlo.
¡Y yo no sé qué más decir! xD así que... ¡Hasta luego, queridas!
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