Solo...¿rubias?
-¡Oh no, hoy no por favor!.- grité histérica. Mi alma, mi herramienta, mi vida...- ¡¿Dónde esta mi puto corrector?!.- busqué debajo de mi cama, pero nada.
Entré en la habitación de Jackilene (mi hermana pequeña).-¡Puta!.- le arrebate mi corrector y Jack rodó los ojos.
-¿A que vienes mocosa?.- me contestó. Di un gran suspiró "solo es la edad de pavo" repetí 100 veces en mi cabeza. Tenía 14 y yo 17.
-Enana.- sonreí satisfecha.
-Plana, que yo tengo más pechos que tú.- y con eso me cerró la puerta en las narices.
-¡Serás idiota!.
-¡Seré idiota pero no plana!.
••Jack 1, Maggy 0••
-Agh.- me dia la vuelta indignada y fui al baño. Debería estar nerviosa. Ya que era nueva en la ciudad y nueva en un instituto. Mis padres solo me comentaron que era el mejor de la ciudad. Poco les creí.
Mi pelo castaño estaba por los hombros y con una mecha de color rojo. En esta ocasión elegí un pantalón blanco roto en las rodillas, una camiseta larga roja y unas zapatillas blancas. Apliqué el corrector en mi ojeras y listo. Sonreí al espejo.
-Hoy va a ser un día genial.- o eso creo.
Cogí mi mochila y bajé las escaleras.
Nadie estaba aún despierto, así que hoy tocaba caminar.
Mis padres me habían mandado la dirección del instituto. Tanta fue mi vagancia que cogí el taxi justamente cuándo Jacki salía corriendo como vaca al matadero.- Ah no pendeja no pienso gastar mi aire contigo.- cerré la puerta.- Arranque por favor.- Jacki intentaba abrir la puerta. Saqué de mi mochila mis gafas de "aviador" me las puse como una diva sonreí y el taxi arrancó.
-¿Esa era su hermana?.- preguntó el taxista.
-No, es adoptada.- reí sarcásticamente. Creo que después de esa respuesta el taxista se enojó ya que al cobrarme tendrían que haber sido 25$ y al final fueron 30$.- ¡¿Treinta dólares usted que yo cago el dinero?!.- le di los veinticinco dólares y se fue más enfadado.
Me di la vuelta mirando el impoten..
diré imponente edifico. Era de color rojizo con varios árboles y un gran campus. Miré la hora en mi reloj. Las 8:57. Mierda.
Si mirar entré en el pasillo tirando la puerta, lo que hizo un ruido horrible. Todos se dieron la vuelta. Todos en silencio. Mis ojos se abrieron.
Rubias con libros, rubias hablando, rubias guardando cosas en sus casilleros, ¡rubias por todas partes!. Tragué saliva. Di un paso y mis zapatos resonaron en el piso. Perfecto.
Esto tenía que ser como uno de esos documentales de Animal Planet.
Pasé en silencio mientras escuchaba susurros.
-¿Una castaña?
-¿Pensaba que solo era un mito?
-¿No será castaña de bote?.
Por ir mirando al suelo tropecé con algo duro, la máquina despensadora de dulces.- ¡Joder!.- toqué mi frente adolorida. Y yo que pensaba que iba a ser cómo en esas historias clichés que la protagonista se daba en un pecho fuerte, osea en el de un hombre no en una despensadora.
Se escucharon risas.-La puta madre.- alguien me dio un golpe en el hombre y miré al causante. Un rubio de ojos azules con manchitas marrones.
-Joder una castaña.- se sorprendió.
-¡Buh!.- grité asustándolo haciendo que también huyera, ¿esto era otro planeta?. Escuché una risa a mi lado. Un chico castaño con ojos verdes pasó a mi lado riéndose de mi.
-Pardilla.- susurró.
-Idiota.- las risas de todos pararon. El sujeto se dio la vuelta.
-Zorra de papá.- ¿qué?
-Niño mimado de mamá.- fruncio el ceño y pasó de mi existencia.- ¡Polla pequeña!.- se dio de nuevo la vuelta.
-No serás rubia pero eres muy puta.
Caíste muy bajo.
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