CAPÍTULO ÚNICO

En el vasto universo de los mundos, Sora había enfrentado innumerables desafíos. Desde la primera vez que se adentró en la oscuridad, luchando contra sinfín de enemigos, hasta sus aventuras con sus amigos Donald y Goofy, había crecido en fuerza y valentía. Sin embargo, en el fondo de su corazón, una sensación de agotamiento lo había estado acompañando. Era un agotamiento que iba más allá del físico; era un cansancio emocional que lo había estado consumiendo lentamente.

Una tarde, después de una intensa batalla contra un poderoso enemigo en el mundo de Agrabah, Sora se sentó en la plaza del mercado, observando cómo los comerciantes vendían sus productos y los niños jugaban despreocupadamente. Mientras la vida continuaba a su alrededor, él se sintió atrapado en un ciclo interminable de luchas y responsabilidades. Se preguntó si alguna vez podría volver a disfrutar de la simplicidad de la infancia.

Mickey, junto a las princesas del corazón y los maestros de las llaves espada, se reunieron en el castillo para discutir los próximos pasos en su lucha contra la oscuridad. Sora, aunque presente, no podía concentrarse en las palabras de sus amigos. Su mente estaba llena de dudas y miedos que no podía expresar. En un momento de desesperación, decidió que ya era suficiente.

Con una determinación inesperada, Sora se levantó y caminó hacia el centro de la sala donde todos estaban reunidos. Su corazón latía con fuerza, y aunque sabía que lo que iba a decir podría cambiar la dinámica de su grupo, sentía que no podía guardarlo más.

"¡Mickey, todos! ¡Necesito hablar!", exclamó, su voz resonando en la sala. Todos se volvieron hacia él, sorprendidos por la intensidad en sus palabras.

"Sora, ¿qué sucede?", preguntó Mickey con preocupación.

"Estoy cansado", dijo Sora, su voz temblando. "Cansado de ser el héroe, de luchar todo el tiempo, de sentir que tengo que ser fuerte. ¡Soy solo un niño!".

Las princesas, que habían estado escuchando en silencio, intercambiaron miradas. Rapunzel, con su cabello dorado iluminado por la luz del sol que entraba por las ventanas, fue la primera en acercarse. "Sora, está bien sentirse así. Todos tenemos miedo a veces. No tienes que ser fuerte todo el tiempo".

"Sí", agregó Ariel. "No tienes que cargar con el peso del mundo solo. Estamos aquí para apoyarte".

Sin embargo, Sora no se sintió completamente aliviado. La frustración seguía fluyendo en su interior. "¿Pero de qué sirve ser un héroe si no puedo ser yo mismo? Siempre hay más enemigos, más oscuridad. Nunca hay un momento para detenerse y simplemente ser un niño", dijo, su voz elevándose con cada palabra.

Los maestros de las llaves espada asintieron, mostrando su comprensión. "Lo que Sora dice es importante", intervino Yen Sid. "A veces, los héroes también necesitan un descanso. No es un signo de debilidad, sino de humanidad".

Sora sintió cómo la presión comenzaba a caer sobre él, pero una parte de él aún no se sentía satisfecho. "¿Acaso no ven lo que me está sucediendo? Estoy asustado. No sé si podré seguir luchando. Cada vez que lo hago, siento que estoy perdiendo una parte de mí mismo".

Mickey se acercó, poniendo una mano en el hombro de Sora. "Escucha, Sora. Todos hemos tenido momentos de duda y miedo. Lo importante es que estamos aquí para ti. No tienes que enfrentarlo solo. Está bien pedir ayuda y tomarte un tiempo para ti mismo".

Las princesas se acercaron y lo rodearon con cariño. "Queremos que seas feliz, Sora. No tienes que ser el héroe siempre. Puedes ser nuestro amigo y disfrutar de la vida", dijo Bella, con una mirada reconfortante.

Sora sintió un nudo en la garganta mientras miraba a sus amigos. "Gracias a todos. Pero, ¿y si la oscuridad regresa y no estoy listo? ¿Y si no soy lo suficientemente fuerte? Siempre me han visto como el elegido, pero en el fondo, solo soy un niño que quiere jugar y no preocuparse por el futuro".

Una profunda empatía llenó la habitación. Todos entendían la carga que llevaba Sora sobre sus hombros. Era un peso que no debería cargar solo. Después de un momento de silencio, Tiana habló: "Sora, ser un héroe no significa no tener miedo. Significa tener el valor de enfrentarlo, pero también significa saber cuándo detenerse y cuidarte a ti mismo".

Con lágrimas en los ojos, Sora sintió un alivio que no había sentido en mucho tiempo. "Es difícil entenderlo. A veces, solo necesito recordar que no tengo que ser perfecto. Puedo tener miedo y aún así estar rodeado de personas que se preocupan por mí".

Esa noche, en lugar de planear la próxima misión, el grupo decidió pasar tiempo juntos. Se sentaron alrededor de una fogata en el jardín del castillo, compartiendo historias, risas y canciones. Sora se permitió disfrutar del momento, sintiendo la calidez de la compañía de sus amigos.

Mientras las llamas danzaban y las estrellas brillaban en el cielo, Sora se dio cuenta de que no estaba solo en su lucha. Cada uno de ellos, aunque pudiera parecer fuerte, también tenía sus propias batallas internas. Comprendió que ser un héroe no significaba no tener miedo, sino tener el coraje de ser vulnerable y aceptar el apoyo de aquellos que lo rodeaban.

La noche avanzó, y Sora, sintiéndose más ligero que nunca, se unió a la risa y la alegría que lo rodeaba. Sabía que la lucha contra la oscuridad continuaría, pero ahora tenía un nuevo entendimiento: no siempre tendría que estar solo, y eso le daba la fuerza para enfrentar cualquier desafío que viniera en el futuro. Juntos, como amigos, siempre podrían encontrar la luz, incluso en los momentos más oscuros.

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