Extra I
Mónaco
Me estiré y cerré el libro, había leído bastante y me quedaban veintitrés hojas para terminar, solo que no quería que el final llegara, fueron casi seiscientas hojas de pura fantasía y tenía miedo de que el final estropeara completamente la historia. Dejé a un lado el libro y me puse los lentes de sol.
Tenía una preciosa vista del mar y distinguía una buena cantidad de barcos de diferentes tamaños, algunos estaban más cerca del nuestro y otros se habían adentrado un poco más. Fue un día bastante ajetreado y eso era por la carrera de F1 que se llevaría a cabo mañana, estaba emocionada por ver a mi hermana en acción, hoy simplemente me había dedicado a ver la clasificación desde la comodidad de mi sofá.
Suspiré y una sonrisa se dibujó en mi rostro, levanté la mano en forma de saludo y mi vecina contestó con alegría. Ella estaba bailando alguna canción que no podía diferenciar por la distancia, pero su esposo estaba bastante contento con el escandaloso espectáculo. Seguro que el lunes comeríamos el almuerzo en su casa o Marcus insistiría en que fuera en la nuestra, específicamente para que él cocinara.
—¡En otra vida fui una cantante famosa! —Audry gritó lo suficientemente alto para escucharla, reí como respuesta.
Audry se había mudado junto a su esposo justo después de su casamiento. Igual que nosotros solo usábamos la casa para pasar algunas semanas en época de verano o cuando organizamos alguna escapada. Nosotros vivíamos en Estados Unidos la mayoría del tiempo, pero había algunas semanas que las pasábamos entre Australia, Gran Bretaña o Mónaco dependiendo de nuestro trabajo.
Dejé a un lado el libro y me levanté para estirarme un poco, se me estaba empezando a entumecer la pierna. Di algunos movimientos y me volví a acostar, los asientos eran acolchados y eso me permitía poder acostarme cómodamente. No nos habíamos alejado mucho de la orilla y me encontraba sumamente emocionada por los progresos. Si bien podía entrar al mar, no lo hacía con tanta frecuencia, aunque los barcos se me hacían mucho más cómodos, creo que fueron fructíferos todas esas ocasiones donde Marcus me llevaba brevemente a pasear.
Jugué con mi anillo dando suaves movimientos mientras sonreía al recordar su propuesta. Siempre venía aquel momento en mi cabeza, después de una clase de yoga con cabras, apartados de los demás, se arrodilló mientras decía un desarrollado discurso y lo único que pude hacer en ese momento fue reír porque una de las cabras se había acercado lo suficiente para lograr masticar uno de los cordones de su zapatilla. Obviamente, después de mi ataque de risa acepté y él me hizo jurar que a nadie le contaría sobre aquella propuesta, en cambio, contábamos otra versión donde la playa era la protagonista.
Un año más tarde nos casamos en escocia, fue una pequeña celebración y luego a la fiesta fueron cincuenta invitados. Mallory y mi hermana habían sido mis damas de honor, la celebración había sido en un hotel lujoso, fueron muchas risas durante toda la noche, champagne caro y deliciosos aperitivos de chocolate. Uno de mis recuerdos más preciados, junto a nuestro primer baile en esa misma noche.
—¿Debo preocuparme por esa sonrisa?
Marcus me levantó con cuidado y se puso detrás de mí, me apoyé cómodamente en su pecho y agradecí cuando me dio un vaso con un jugo que se veía apetitoso. Tomé un poco comprobando que realmente estaba exquisito.
—Sumamente beneficioso para ti —murmuró dejando un beso en mi cabeza—, le pregunté al médico y nutricionista. Estos tipos de jugos ayudan mucho a calmar el hambre.
—Está rico. —Tomé otro sorbo.
—Tiene arándanos, banana, chía y un poco de mantequilla de almendras.
—Delicioso, delicioso. —Tomé un poco más.
—Vitamina C, antioxidantes, proteínas —nombró algunos beneficios más y solo le sonreí—, ¿te lo tomaste todo?
—Estaba rico —levanté mis lentes para verlo mejor mientras ladeaba el rostro—, quiero otro.
Reí ante su expresión, el jugo estaba sabroso y era demasiado obvio que lo terminaría rápido. Él no debía sorprenderse de que lo hubiera consumido con tanta facilidad, aunque siempre me reprochaba que no disfrutaba la comida lo suficiente.
—Recién acabas de terminar. —Me miró de forma seria.
—Soy una mujer embarazada —puse mi mano dramáticamente en mi estómago—, ahora debo comer por dos.
—Digiérelo por un momento y voy por más —expresó resignado.
—Eres el mejor.
Me puse aún más cómoda apoyada en su pecho mientras estiraba mis piernas, él puso una de sus manos en mi estómago dejando ocasionalmente alguna caricia. Tenía dos meses y medio, todavía no le habíamos dicho a nadie, queríamos esperar un poco más antes de soltar la noticia. Trataba de disimular lo mejor posible mi estómago, me encontraba un poco más grande de lo normal, pero no lo suficiente para levantar sospechas.
Marcus se encontraba muy atento durante el proceso, especialmente en el área de la cocina, comidas deliciosas, pero saludables. Ambos tratamos de tomarlo con tranquilidad y más en los primeros meses. Queríamos asegurarnos que todo el proceso iría bien y la idea de ocultar el embarazo fue principalmente por ser cautos. Técnicamente, no era un embarazo de riesgo, pero queríamos ser preventivos y más aún al ser una nueva experiencia.
Me gustaba molestarlo por comida a las tres de la mañana, por alguna razón casi todos los días en ese horario tenía hambre y algún snack era de mucha utilidad. También peleábamos por el sexo del bebe o saber cuándo lo habíamos concebido, creía que fue en nuestro aniversario cuando nos escapamos a Amalfi y Marcus pensaba que fue dos semanas después cuando inauguró un restaurante en Francia, esa noche fue alocada después de la fiesta.
—Tu hijo quiere comer —lo molesté.
—Es una niña —contestó convencido, típica respuesta.
—Instinto de madre —le apreté el brazo—, créeme sé lo que digo.
—No tendremos de nuevo esta conversación —se escabulló lo suficiente para dejar un beso en mi cuello y reí ante la sensación. Creía tener la impresión que no le gustaba perder contra mí.
—Bueno —lo dejé pasar, él sabía que tenía razón en este tema.
—¿Tu hermana confirmó si venía esta noche? —preguntó.
—Sí, Mallory también viene. —Jugué con el vaso vacío—. ¿Tu hermana?
—También —dijo pensativo—, comeremos pasta. ¿Te parece bien?
—Sabes que todos vienen a comer a casa por tus pastas caseras —murmuré—, y por la mermelada gratis. Estarán encantados, pero debes hacer mucha cantidad porque tengo el presentimiento que la mayoría tomará una buena cantidad.
—Me halagas —dejó otro beso en mi cabeza—. Haré una receta nueva, pasta rellena con queso de cabra y espinaca.
—Suena delicioso —solté un suspiro de satisfacción, hoy comeremos muy bien. Bueno, siempre lo hacía, Marcus tenía un don que no le gustaba compartir con tanta frecuencia con otras personas. Excepto conmigo, aunque le duela admitirlo.
—Sabes que debes equilibrar la comida, si fuera por ti comerías todo el día el sándwich de queso fundido. Es mejor la comida saludable. —Aquí veníamos de nuevo con esa conversación, parecía un disco rayado.
—Tú me preparaste el sándwich —expresé indignada—, es tu culpa, mi adicción a esa delicia.
—Esa noche se te antojaba queso y era lo único que se me ocurrió preparar —respondió—, te comiste tres.
—Tenía hambre. —Me puse de lado para mirarlo mejor—. Me saqué la lotería contigo; sabes cocinar y eres millonario. Ahora cuando lleguemos a casa me prepararás ese sándwich.
—No lo haré.
—Tu hijo tiene hambre.
—Manipuladora.
Siempre ganaba y aún más en estos meses, tenía ventaja por nuestro hijo y era imposible que Marcus se negara a complacerme. Él trataba de disimularlo, pero las diferentes situaciones le divertían.
¡Hola! Les dejo el primer extra de esta novela. Algo sencillo que muestra la nueva etapa de Nichole y Marcus. Abajo encontrarán algunas imágenes de cómo me imaginé la boda de estos personajes, déjenme saber su opinión.
Ahora la pregunta más importante: Quién tiene razón, Marcus o Nichole. ¿Niña o Niño?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top