Capítulo 7

Convencer a Marcus de venir conmigo fue todo un desafío. Tardé una semana completa hasta que se dignó en aceptar la invitación, por dentro debía admitir que mi insistencia lo fastidió y la idea de probar algo nuevo para el tratamiento terminó convenciéndolo.

No decirle exactamente a donde iríamos lo tenía un poco preocupado. Lo noté tenso desde el momento que entramos al vehículo o tal vez era porque era yo quien manejaba su extravagante y costoso auto. Eso podría ser el inconveniente.

Quería tratar de hacer alguna conexión con él, aunque sonará imposible. Hablar sola estaba siendo un problema para mí y realmente quería poder entablar una pequeña conversación de cualquier cosa, por más estúpida que pudiera ser. Miré por el retrovisor, Jeremías venía en el auto de atrás ya que Marcus no quiso salir sin protección, lo persuadí para elegir el guardia y Jeremías era un chico tierno, atento y no se interpondría en mis planes. Tener un guardia gruñón y que no podría persuadir no era muy conveniente.

—¿Estas emocionado? —pregunté. Tardaríamos cinco minutos en llegar, las reservaciones eran complicadas para este tipo de actividades, siempre estaban llenas, pero moví algunas influencias junto a Rupert.

—No —expresó.

—Genial. —Doblé cuando el GPS me indicó que lo hiciera y entramos por un camino de tierra—. Este auto no sirve para estas circunstancias.

Marcus me miró enojado por mi comentario.

—Es un excelente auto. —Traté de remediar mi error.

Anduvimos un tiempo más hasta que llegué a nuestro destino.

Bienvenidos a Sonrisas y Paz.

Aquí los problemas desaparecen por un tiempo.

Bajé del auto y Marcus me siguió un poco preocupado.

—¿Dónde me trajiste? —tomó mi brazo para detenerme.

—La clase empieza dentro de dos minutos, apúrate. —Caminé hacia la entrada.

Entregué nuestras identificaciones a la recepcionista y ella corroboró la información y nos hizo entrar.

—¿Esto es una granja de cabras? —me susurró.

—¿No es divino?

Dio media vuelta y quiso salir. Lo retuve y le indiqué una colchoneta para que ocupara.

—Estás despedida. Definitivamente. —Se sentó.

Había pocas personas, no éramos más de diez y la que parecía ser la coordinadora estaba al frente y muy sonriente. Era un espacio iluminado con muchas fotos de animales como decoración. Todo era lindo, aquella actividad me recordaba a la que había implementado para mi recuperación, solo que aquí sería ligeramente diferente.

—Practicar yoga es algo que trae consigo muchos beneficios, pero...—Abrió una puerta y los animalitos empezaron a entrar—, hacerlo con animales es mucho mejor.

Estábamos en una habitación que era una combinación de estar dentro y al aire libre. El lugar estaba limpio y a través de los grandes ventanales podíamos apreciar una hermosa vista, era como estar afuera. Una parte de los ventanales estaba abierta y permitía una mejor circulación de aire.

—Esta clase es para principiantes, solo relájense, serán ejercicios sencillos.

Una cabra blanca se ubicó junto a Marcus esperando que la acariciara, él simplemente la ignoró. La pequeña cabra se indignó y se fue.

¡Vamos Marcus!

—Conecta Marcus —susurré. Estaba al lado mío y parecía muy incómodo. El yoga para principiantes no era complicado y con la compañía adecuada se tornaba divertido.

—¿Cómo funciona esto? —dijo entre dientes—, ¿Por qué las cabras están aquí?

Era un idiota.

—Es una clase de yoga con cabras, estarán aquí hasta el final, te acompañarán y en ciertas ocasiones pueden treparte.

Me miró entre enojado y perplejo ante mí declaración. Ups.

Una cabra se acercó y la acaricié lentamente, era hermosa. ¿Cómo alguien podría estar enojado aquí?

—Inténtalo Marcus, ¿por favor? —le di una pequeña sonrisa.

No me devolvió la sonrisa, solo se concentró en hacer los movimientos que la instructora iba diciendo, él estaba malhumorado. No estaba saliendo como quería.

Cuando practicamos una posición en particular, la cabra blanca volvió y se ubicó encima de Marcus. Estaba en su espalda y podría decir que esa camiseta que se veía costosa estaba arruinada. Traté de disimular mi risa ante la expresión de Marcus, podría decir que no se esperaba al intruso.

Dos cabras más se acercaron a Marcus y aunque trató de esconder su sonrisa al final no pudo. Parecía que el ambiente estaba ayudando, creía notar que se encontraba más relajado.

Nadie se puede resistir a las cabras pequeñas, una de ellas se tumbó en mi colchoneta y se quedó allí hasta el final. Como pude traté de hacer los movimientos que indicaba aquella instructora y traté con todas mis fuerzas no reírme por las otras dos cabras que se acercaban a Marcus.

Parecía un rey, un rey de cabras.

Al terminar la clase se nos permitía interactuar afuera con las cabras mientras limpiaban el espacio.

—Mira que hermosa que es. —Le mostré la cabra negra que tenía entre mis brazos. Él llevaba en cambio la cabra blanca.

Nos sentamos en un banco afuera y las cabras se desplazaban por todos lados.

—¿Cuál es el beneficio de esta clase?

—Bueno, noté estrés desde que te conocí —admití—. No es saludable y estar cerca de cabras bebes te relaja. Las cabras trasmiten tranquilidad y eso ayuda en muchas cosas, y el estrés es uno de esos puntos.

Las cabras están relajadas, en su mundo. Solo quieren alguien que las acaricie, solo quieren ayudar. Los animales ayudan a ese proceso de recuperación, por eso tenía a Baxter, fue un regalo de mi padre y me ayudó cuando no me sentía bien, al ver su potencial lo entrené para que pudiera auxiliar a las personas y tenerlo siempre conmigo me ayudaba también.

—¿Tienes mascota? —traté de marcar una conversación.

—Un perro.

—¿El dorado? —sigue hablando, por favor.

—Mi hermana me lo regaló.

—Es lindo, a veces juega con Baxter, mayormente cuando lo saca a pasear Jeremías.

Suspiró y siguió acariciando la cabra blanca. Algunas cabras se fueron, pero otras se quedaron con nosotros.

—¿Por qué no sales a pasear con él? —intenté de nuevo.

—¿Por qué haría eso? —me miró.

—Porque crearas un vínculo —le sonreí levemente—, tendrás un amigo de verdad.

🍓🍓🍓

—¿Entonces ahora implementarás a Baxter? —mi hermana preguntó.

—Creo que puede funcionar. No hará nada de otro mundo, solo estará dando vueltas y le brindará su compañía. —Tomé un sorbo de mi jugo de arándanos.

—Bueno esta situación suena mejor que los primeros encuentros. —Ella me regaló una sonrisa. Estábamos en video llamada, idea suya.

—El yoga con cabras fue muy relajante —admití.

—Suena divertido. Nichole, ¿debo marcar a Marcus como un nuevo reto casi superado?

—No. Todavía no lo dominé, las cosas recién comienzan, espero que el humor que le dejó la tarde con las cabras dure.

—Rezaré para que eso pase, quiero que te vaya muy bien.

—Suenas a mamá.

—No otra vez. —Rodó los ojos—. Ya se me empieza a pegar sus expresiones.

—Pero agradecería que eso sucediera. —dije dudosa.

—Este domingo debo ir a la iglesia con mamá, rezaré para que las cosas funcionen en ambas.

No éramos una familia muy religiosa, pero a mamá en estos últimos años le ayudó y si bien no iba muy seguido a misa, ella tenía programado ir una vez por mes. Suelen ir siempre en la misma fecha los días de recolección de donaciones, a mis padres le gustaba ayudar a las demás familias y era su grano de arena en la comunidad.

—¿Cómo va el trabajo?

—Bien. Estoy entrenando un poco, quiero impresionar a esas personas. —Parecía ansiosa.

—Eres fuerte y siempre cuentas conmigo.

—Lo sé. Eres mi hermana es lo mínimo que debes hacer. —Lo del final lo dijo para cortar el dramatismo mientras se reía.

—Eres insoportable.

Hablamos por una hora más y cortamos la llamada.

Eran las diez y media. No podía conciliar el sueño.

El tiempo era bueno y una caminata sonaba bien. Puse mi identificación en el bolsillo de mi jean y llamé a Baxter para dar un paseo, él contento como siempre se puso a mi lado. Baxter era un perro adoptado de un refugio, era una mezcla de color entre blanco y dos tonos de marrón. Poseía un tamaño mediano, perfecto para no ser intimidatorio para las personas, aunque su actitud jamás mostraría algo malo, siempre estaba alegre. Excepto cuando no le daba una croqueta como postre.

La noche estaba despejada y el silencio acompañaba la ocasión. Notaba las estrellas con más claridad comparado a la ciudad y escuchaba de vez en cuando a algún grillo sonar. Todo estaba bien cuidado, el encargado de la jardinería debía ganar un buen dinero por su trabajo, se lo merecía.

Baxter se adelantó yendo por un camino que no solíamos tomar. Lo seguí con duda porque no veía mucho hasta que la iluminación se hizo un poco más nítida.

Era una piscina de un tamaño considerablemente grande que estaba techada. Baxter se adelantó a entrar por la puerta abierta.

—Baxter —susurré llamándolo. No me metas en problemas.

Me asomé por la puerta y aquella piscina no solo era grande sino también profunda. Marcus estaba allí. Estaba sentado en el borde con los pantalones enrollados y los pies en el agua, Baxter como un torbellino fue a saludar y sorprendentemente Marcus le regaló una caricia, eso era esperanzador para mí.

—¿No deberías estar durmiendo? —me preguntó.

—¿No deberías estar durmiendo? —le copie su pregunta y sorprendentemente él me dio una pequeña sonrisa.

Con duda entré al lugar y esquivé el agua sentándome en una tumbona atrás de él. El agua estaba profunda y con la poca iluminación se veía más oscura, eso no era bueno.

—Ahora eres bueno con mi perro, ¿Qué pasó con el otro Marcus?

—Nada. —Estaba de espaldas acariciando a Baxter que parecía feliz de poder ayudar.

—Claro, no me quejaré siendo sincera. —Me puse cómoda en la tumbona—. Tienes un lindo lugar aquí.

—Lo uso para entrenar, bueno...ahora ya no.

—Lo harás pronto, cuando crea que puedas empezar, te autorizaré para que poco a poco vuelvas junto al agua.

—Espero que sea pronto. —Se giró al decir esas palabras. Sus ojos eran de un color azul hermoso.

—Yo también espero eso.

Quería que volviera a hacer lo que más amaba. Ese era mi deseo, no sabía exactamente el porqué de esa declaración, solo...presentía que Marcus más la natación podría ser una hermosa y alocada combinación. 

¡Gracias por leer! 

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