Capítulo 25

Esto es demasiado, intenté controlar mi respiración para no parecer evidentemente descontrolada. Había fotógrafos en esta área y temía que mi imagen apareciera en primera plana en la revista de este hombre, retratada como la chica que se desmayó porque no pudo subir a un estúpido yate.

Estábamos a solo unos pasos y Marcus me miró al ver que ya no lo seguía. Me encontraba en el borde, indecisa, observando aquel pequeño y estrecho camino que llevaba a la inmensidad del lujoso yate.

«Eres una miedosa e inútil, recuerda que las personas están mirándote»

Con miedo, tragué saliva, incapaz de avanzar. Me relamí los labios, esperando que un milagro ocurriera.

—Mmm... ¿vas a avanzar? —Marcus se acercó.

—Odio el mar y los yates —susurré, él se inclinó levemente para escucharme mejor.

—Nada malo pasará, iremos y nos quedaremos como mínimo diez minutos. Pondremos una excusa para irnos. —Intentó darme una sonrisa.

Permanecí en silencio mientras nos quedamos solo unos segundos en nuestra burbuja de indecisión, hasta que el otro hombre nos llamó. Marcus no lo ignoró y con un movimiento extraño, sentí su mano en mi cadera, acercando mi cuerpo al suyo. Con determinación y rapidez, ambos subimos al yate, aunque en realidad, él me empujó disimuladamente todo el tiempo.

Durante el corto trayecto, apreté su brazo, luchando contra la sensación de mareo que me invadía. No podía desmayarme, no podía permitirme mostrar debilidad en este momento.

—Cariño, ¿te encuentras bien? —Sentí que alguien me atraía a su cuerpo, identifiqué con rapidez que los brazos que me rodeaban eran los de Marcus.

«¡Por Dios!»

Traté de recomponerme con urgencia, pero seguía sintiéndome mareada. Una opresión en mi cabeza persistía, y las luces deslumbrantes a bordo del yate solo intensificaban mi malestar. A pesar de todo, creí distinguir que estábamos frente a aquel importante hombre.

—Lo lamento —intenté expresar—, me parece que tomé algunas copas extras.

—No tolera mucho el alcohol —Marcus intentó excusarme con aquel hombre—, solo dos copas y la desestabilización puede ser profunda.

—No te preocupes. —El hombre hizo un gesto con la mano para sacarle importancia—. Lleva a tu novia al baño se encuentra abajo.

—Claro.

Ambos no negamos la petición, aunque quería retirarme seguí aferrada a Marcus todo el momento. Aguanté como pude aquel indicio de vómito tratando de respirar con normalidad mientras avanzábamos por la fiesta.

—Realmente lo odias —él susurró.

Al bajar por un tramo pequeño de escaleras llegamos al baño, había dos y cada uno estaba diferenciado. Eran individuales y por la gracia divina estaba desocupado, me separé y entré rápido cerrando la puerta en el proceso.

El vómito llegó inesperadamente. Dolió, dolió mucho.

Tocaron la puerta y sabía que era Marcus, hacía dos minutos que estaba esperando como mínimo. Esperaba que no hubiera nadie más escuchando mi espectáculo.

—Maldita sea —murmuré tirando la cadena.

Mi estómago estaba revuelto desde que llegamos a la fiesta y se intensificó el triple al subir. Era inevitable no estar en esta situación, pasó mucho tiempo.

El baño era pequeño y demasiado lujoso. Busqué en los muebles y sorpresivamente encontré enjuague bucal, excelente servicio. Aquel baño estaba completamente provisionado con muchos más productos que mi propio baño. Tocaron la puerta de nuevo y haciendo maniobras logré abrir, me apoyé en el lavado.

—Realmente odias estar aquí —me miró serio—, no sabía la gravedad.

—Pasará —hice el proceso de enjuagarme la boca.

—Pero eso no significa que esté bien —siguió insistiendo.

Traté de recomponerme, regular la respiración y sonaba como un buen intento. Cerré los ojos y empecé a recomponerme. Cuando sentí el agua fría en mi piel me sorprendí y abrí los ojos con rapidez, Marcus me había puesto agua en el cuello.

—Te ayudará —dijo simplemente.

—¿Cómo? —traté de separarme, no funcionó porque el baño era pequeño.

—Te refrescará y si salimos el aire fresco aún más.

Intenté sonreír y no salió como esperaba. Me enjugué de nuevo la boca para eliminar aquella sensación.

—Debo preocuparme porque me llamaste cariño frente a ese hombre —traté de cambiar el aire tenso del lugar.

—Debemos fingir que somos una pareja —dijo simplemente.

—Lindo y considerado novio —me miré en el espejo acomodando mi cabello en el proceso—, me saqué la lotería.

Alguien tocó la puerta y ambos nos pusimos tensos. Marcus fue a abrir y al hacerlo, nos encontramos con Tatiana. Ella nos miró con cierta confusión, pero rápidamente fingió una sonrisa. Intenté ocultar mi malestar y devolví el gesto con una sonrisa forzada.

—Mi padre me indicó que estabas aquí —se dirigió a Marcus.

—Nichole se sentía mal —carraspeó—, creo que fueron las copas demás.

Me aferré al brazo de Marcus con fuerza, tratando de encontrar apoyo en medio de mi mareo. Los ojos de Tatiana se movieron rápidamente hacia esa dirección, y aunque intentó disimularlo, una mueca de disgusto se dibujó fugazmente en su rostro.

—Creo que es hora de irnos —susurré.

—Claro. —Ambos nos despedimos de Tatiana y empezamos a subir las escaleras.

—¿No se quedarán para ver los fuegos artificiales?

—No —respondí con rapidez.

—Será dentro de diez minutos, además deben despedirse de mi padre.

—Creo que nos quedaremos solo un momento...—apreté el brazo de Marcus con fuerza ante su respuesta.

Ambos terminamos de subir las escaleras y me sentía desconcertada sobre cómo enfrentar la situación. El suave viento en la cubierta exterior ayudó bastante a calmar mis nervios, y Marcus y yo nos mantuvimos cerca de la salida, sin pronunciar palabra alguna.

—¡Marcus, ven aquí! —El padre de Tatiana hizo un gesto para que se acercara y lo vi dudar en ir.

—Ven conmigo —Marcus susurró con un poco de duda.

Continuamos avanzando, evitando cruzar miradas con quienes estaban a nuestro alrededor. No estaba segura hacia quién estaban dirigidas esas miradas, y en ese momento, no tenía la capacidad mental para preocuparme por ello. Mi enfoque se centró en la abrumadora sensación de padecer mis miedos en ese entorno desconocido. Instintivamente, apreté el brazo de Marcus buscando su apoyo en medio de esa situación incómoda.

—¿Ya se encuentra mejor? —preguntó.

—Solo un poco —respondí.

Daba la impresión de que no me querían en ese momento y la forma en que el importante hombre señaló a su hija, Tatiana, para que me distrajera fue bastante obvia, no se molestó en disimularlo. Capté el mensaje de inmediato. Tatiana simplemente sonrió y me llevó hacia la barra de bebidas, pidiendo agua para mí.

Nos alejamos de los hombres, quienes estaban inmersos en una conversación junto a otro individuo que me parecía ligeramente familiar. Los tres lucían sumamente serios, lo que añadía más tensión al ambiente.

—Arruinar la fiesta suena completamente a tu estilo —Tatiana pronunció.

—No quise hacerlo —confronté su comentario—, no es mi intención.

—Pero lo haces, siempre dificultando el camino para Marcus. No creo que seas la indicada.

—¿Tú lo eres? —manifesté con un poco de enojo antes de tomar un poco de agua.

—Ya sabes mi opinión —dijo de forma cortante.

—Bueno, si fuera el caso contrario no hubieran terminado en primer lugar.

—Las personas pueden distanciarse y volver al final.

—No puedo negar eso, pero en este caso no es así. Marcus está conmigo, si alguna vez terminamos puedes intentarlo de nuevo.

—Espero que eso suceda pronto, alguien como tú no debería estar con él. Observa cómo vienes vestida, es una fiesta formal, ¿qué es eso que llevas puesto?

No podía evitar reconocer que tenía un punto válido. Estábamos en una fiesta elegante, y mi vestimenta destacaba de manera inapropiada, pero al menos me sentía cómoda. Sabía que podría haber hecho una elección mejor, pero en ese momento era lo único que tenía a mano.

Decidí no responder más, concentrándome en esperar a que Marcus terminara de hablar con aquel importante hombre antes de que mi mareo empeorara. Desvié la mirada hacia el mar, intentando encontrar algo de calma en el paisaje. Traté de controlar mi respiración, pero parecía incontrolable. Maldición, no sabía cómo enfrentar esa situación y mantener mi compostura.

—La herida sanó correctamente —el médico pronunció alegremente—, las sesiones de fisioterapia van bien según los informes.

—Si.

—Solo serán dos semanas más y volverás a casa.

—Genial —pronuncié.

—¿Quieres que avise a tus padres?

—Lo haré yo.

—¿Cómo van las sesiones con el psicólogo?

—Bien.

Él parecía ligeramente confundido ante mis respuestas cortas, pero debía estar completamente acostumbrado ante aquello. No podía hablar más.

—¿Sabes que no fue tu culpa?

—El ataque fue mi culpa. Todo lo fue.

El golpe fuerte me desestabilizó, provocando que me chocara con alguien en el proceso. Escuché el ruido de la colisión y luego sentí cómo mi cadera golpeaba contra algún objeto cercano. Desesperadamente, traté de agarrarme de cualquier cosa para evitar caer, pero no lo logré con suficiente rapidez. El impacto del agua fue inminente, y en un instante, me encontré sumergida en ella.

El contacto con el agua fría me despabiló rápidamente. Luché para salir a la superficie, tosiendo y tratando de recuperar el aliento. La sensación de vergüenza y desesperación me invadió, mientras trataba de asimilar lo que acababa de suceder.

«Estamos en el mar, ¡estamos en el mar!»

Traté de controlar la respiración y no ahogarme en el proceso. Había un poco de desestabilización en el agua provocando pequeños oleajes y eso me impedía ubicarme. Escuché los gritos y más gritos.

—¡Alguien ayúdeme!

Era la voz de Tatiana que pedía ayuda y la divisé un poco más lejos de mi ubicación.

El dolor era insoportable y la sangre me cubría por completo. Al salir a la superficie escuché a las personas del barco gritar y también como intentaban impedir que siguiera atacando.

—La tengo, solo falta Mallory —creí identificar la voz de mi padre.

Tranquila, tranquila. Dejé los recuerdos atrás, debía volver a estar a salvo, en la orilla lejos del mar. Buen plan, buen plan.

«¿Lo sientes?, ya viene, ya viene»

Intenté nadar hacia la orilla o el pequeño muelle, pero mi pierna herida me impedía ser constante en el proceso. Cada intento de avanzar era doloroso y dificultoso. Ya no sabía si era el agua del mar o mis propias lágrimas lo que mojaba mi rostro, probablemente era una combinación de ambas.

Con todas mis fuerzas, seguí luchando para llegar a un lugar seguro, deseando que alguien viniera en mi ayuda o que Marcus se diera cuenta de lo que había ocurrido. Sin embargo, el esfuerzo era agotador y me preguntaba si alguna vez lograría alcanzar la orilla o el muelle.

—¡Ayuda! —intenté gritar, solo que el mar estaba embravecido y complicaba todo. Las pequeñas olas hacían que en ciertos momentos tragara un poco de agua.

Escuchaba los gritos de Tatiana, ¿dónde está?

La música se había calmado o eso creía y las personas estaban un poco desesperadas para ayudarnos, pero nadie hacía nada. Las dos nos encontrábamos lejos del barco debido a las olas que nos llevaban para otra dirección.

—¡Tatiana! —grité para divisarla, era problemático por la poca luz.

No me encontraba muy lejos de la orilla junto al muelle, con duda intenté volver a estar a salvo, solo que nadar era complicado. El agua estaba fría y no veía mucho por la falta de luz en este sector.

—¡Nichole! —percibí la voz de Marcus, con desesperación lo intenté buscar.

—¡Marcus ayúdame! —intenté ir hasta el yate, pero una ola considerablemente grande no ayudó.

Me hundí debido a la ola y con desesperación intenté salir a la superficie. Tragué agua en el proceso y un poco cansada intenté mantenerme a flote. Maldición, ¿nadie podía ayudarnos?

Seguía escuchando gritos y los mismos eran con desesperación.

«¿Lo sientes?, ya viene, ya viene»

No, no, no. Estoy a salvo en este momento, nada malo pasará.

«¿Qué es eso?»

Sentí cómo algo se envolvía en mi pie y con desesperación intenté sacarlo, en el proceso me hundí de nuevo. Todo estaba oscuro y no identificaba con exactitud qué se había enredado en mi pie.

Al estar debajo del agua todo era más pacífico de alguna manera. No sabía cómo explicarlo con palabras, pero me daba paz. Mantuve la respiración e intenté de nuevo sacarme lo que se había enroscado en mi pie.

«¿Lo ves?»

No hay nada, no hay nada, no hay nada. Al agarrar con las manos identifiqué que era un alga que desafortunadamente se había enganchado en mi pie, es algo simple e inofensivo.

«Está aquí»

Antes de salir a la superficie lo identifiqué, ahí estaba. Glorioso y poderoso listo para atacarme. Me quedé ahí preparada para la estocada final, esperando que su ataque diera por finalizada mi tortura.

—¿Te encuentras bien? —sentí que alguien sacudía mi cuerpo— Parpadeé con rapidez mientras tosía en el proceso— ¿por qué no salías a la superficie?

No me encontraba bien.

«No estaba aquí»

No lo estaba, era imposible que estuviera en estos lugares. Era una idiota por creer.

—¿Te encuentras bien? —repitió mientras nos separaba levemente e intentaba corroborar que estuviera bien.

No me encontraba bien, todo se desenfoca constantemente y mi respiración no era la correcta. Estábamos dentro del mar, en la oscuridad. No era la manera que me gustaría haber vuelto. Me aferré a Marcus y cerré los ojos. Me permití llorar con fuerza mientras intentaba calmarme y no desmayarme por toda la situación, ninguna de las dos opciones se hizo realidad.

¡Gracias por leer! 

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