Capítulo 19

Estábamos encerrados, esa era la situación. Escuchamos los pasos cuando esas personas que parecían intrusos entraron en la habitación, mi habitación, buscándonos con desesperación. No los escuchamos hablar, solo era el ruido de ellos moviéndose y cuando el mismo estaba más cerca de nuestro escondite no era difícil entender el miedo por parte de ambos.

No sabía quiénes eran y por más que había una pizca de curiosidad por saber, no creía que fuera bueno involucrarme. Esto no era un fan o periodista que invadía la privacidad de Marcus, era más serio.

No sé cuánto tiempo pasó, pero el silencio cayó en la habitación. Parecía en realidad que toda la casa volvía a la normalidad y por más que quiera salir ya que me estaba empezando a acalambrar no quería hacerlo. No hasta que supiéramos con exactitud que las personas malas ya no estaban en la propiedad o en el mejor de los casos que los guardias las hubieran atrapado.

Parpadeó al sentir una luz de repente y me tensé porque creí que nos habían atrapado y no nos habíamos dado cuenta. Sin embargo, me tranquilicé al ver que simplemente era el celular de Marcus, estaba concentrado tecleando algo rápidamente. Esperaba que fueran buenas noticias, rogaba por eso.

Ninguno de los dos se atrevió a pronunciar algo. Ni siquiera para tranquilizar la situación. Esto era un asco.

—¿Marcus? —escuché del otro lado.

Dios ayúdanos. ¡Que sean los guardias!

Marcus me apretó el muslo para que me quedara quieta y no nos delatáramos.

—Jefe logramos atrapar a uno de los intrusos, la policía está en camino.

Escuché pasos, aquel guardia parecía saber que había alguien, pero no con exactitud.

—La clave de seguridad es 2962022.

Parecía convincente, solo que Marcus no hizo ningún movimiento. Tal vez tenía razón, si los malos eran inteligentes podrían conseguir la clave de seguridad que no sabía que tenían.

—Soy Jeremías, señor. Sabe que puede confiar en mí. Antonio está supervisando todo, quédese tranquilo, lo protegeremos.

Bueno, si hubieran hecho bien su trabajo no estaríamos en esta situación. Pero si me ponía del lado de los guardias, tal vez podrían haberse colado por alguna parte de la propiedad y no se dieron cuenta, teniendo presente que el espacio que tenía Marcus era muy grande.

No sabía cómo podíamos confiar y presentía que Marcus tampoco.

—No sé qué más puedo decirle para que confié en mí —hubo una pausa—, estuve en todos los lugares en los que me necesitó. Hice bien las misiones que fueron solicitadas.

No hubo respuestas y se escucharon más pasos en el pasillo. ¿Qué más necesitaba Marcus para confiar y salir de aquí?

—No sé qué más puedo decir —susurró—, incluso amenacé suavemente a cada uno de sus amigos para que la situación que involucra a usted y la señorita Nichole no saliera de esta propiedad.

¿Qué situación?

Ah. Esa situación, la que nos involucra como pareja. Mmm.

Otra persona se hizo presente en la habitación y tocaron la pared. Ahí fue cuando Marcus reaccionó y nos abrió para que pudiéramos salir. Sentí como me ayudaron a salir y al pararme quise maldecir en varios idiomas por el dolor y entumecimiento en mi pierna.

Puedo decirlo con claridad mirando al objetivo con enojo: ¡Maldito Marcus!

🍓🍓🍓

—Cuando acepté este trabajo puedo decir con claridad que en mi contrato jugar a las escondidas no estaba pactado —dije mirándolo molesta por lo que vivimos anoche.

—Lo sé y lo lamento —trató de apaciguar las cosas. Parecía más tranquilo mientras tomaba su té.

—¿Ya puedo tomar mis cosas e irme de este lugar? —puse mis manos en mis caderas y lo animé a contarme.

—No puedes irte. No aún.

—Pues puedo hacerlo, tomó un boleto de avión y mañana no estoy más aquí. No creo que sea un problema.

—Tienes un contrato durante tres semanas más. —Se apoyó en el mesón mientras seguía tomando té.

—Dime que estás bromeando, ¿Quién se quedaría después de la escena de anoche? —levanté mi tono de voz—, alguien está persiguiéndote y no quiero saber nada al respecto. Bueno, si quiero saber, pero al mismo tiempo sé que es peligroso.

—No era nada importante —aclaró.

—Que mentiroso eres —lo señalé—, estabas igual de preocupado.

—Nichole, todo está bien. Créeme.

—Ese es el problema, no te creo Marcus. No lo hago. —Me acerqué—. No confió en ti. Vine a trabajar y a tu alrededor solo hay cosas raras rondando. Lo del periodista, el hombre que apareció en la casa y estas personas que entraron por la noche. Debo recalcar que tu seguridad es un asco, sin ofender.

—Estoy trabajando en ello, mujer dame tiempo. —Exclamó furioso.

—Pues, tu trabajo en el asunto no está funcionando. ¿Quieres que te lo vuelva a recordar?

—No quiero Nichole. Necesito silencio en este momento.

—No te lo daré, quiero por lo menos mínimas respuestas. Ahora.

—Nos iremos a Mónaco, ahora silencio por un rato, ¿siempre hablas tanto? —preguntó irónicamente.

—¿Iremos?

Él no me contestó, simplemente se dispuso a lavar la taza que estaba usando minutos atrás.

—¿Iremos? —repetí la pregunta.

—Iremos a Mónaco. Mi casa está allá y es un espacio más chico, mucho más seguro. Terminaré mi tratamiento contigo mientras me aseguro de lo de hoy, no quiero que pase a mayores.

—¿Cómo esto puede pasar a mayores?

—Quiero cerciorarme de toda la seguridad y ello te incluye. No está en discusión, te vas conmigo y después de las tres semanas eres libre.

—Debes estar bromeando. —Me acerqué a él.

—¿Ves que estoy bromeando? —señaló.

—Tu jamás bromeas —dije irónicamente—, mi odio por ti crece todo el tiempo.

Me di media vuelta y me fui al jardín. Salí por la parte principal, bajé los escalones y empecé a caminar. Traté de tranquilizarme lo mejor posible.

Esto no podía estar pasándome. No era el plan que tenía trazado desde el principio. Jamás pensé en un escenario donde me viera involucrada con personas que no parecían tener la mejor reputación, algo raro y peligroso era lo que rodeaba a Marcus. Necesitaba estar lejos de eso porque principalmente no era mi problema.

Aunque romper el contrato no era una buena opción si lo reflexionaba, especialmente por el papeleo y las consecuencias legales. Solo eran tres semanas más que debía aguantar junto a él. Eso era un punto positivo. No era mucho tiempo.

Decisiones. Complicadas y delicadas decisiones tenía entre mis manos.

🍓🍓🍓

—¿Debo sorprenderme de que tengas un jet privado? —le pregunté después de haberme bajado del auto—. No me respondas, no debo hacerlo.

Él saludó a unos guardias y subió al avión. Por lo menos el día estaba despejado. Suspiré antes de subir. Espero que esta sea la decisión correcta.

Me senté un asiento más adelante que Marcus cerca de un guardia. Dejé mi bolso a mi lado y suspiré.

—Baxter estará en Mónaco dentro de dos días junto a León. Tenemos que mover el papeleo. —Jeremías me informó al pasar por el pasillo y después salió del avión.

—Gracias —susurré.

Nunca estuve en Mónaco, pero por lo que pude investigar en internet su característica principal era: lujoso en todos los sentidos. Debías tener un presupuesto considerablemente alto para poder vivir o pasar unas simples vacaciones.

—¿Eres un mafioso? —me di vuelta para preguntarle.

Marcus levantó la mirada de un libro que por lo que podía rescatar estaba relacionado a la fotografía.

—No, simplemente tengo dinero. —Dejó de mirarme y se concentró de nuevo en el libro.

—Aunque suene contradictorio eso explica muchas cosas, pero al mismo tiempo no lo hace. —Murmuré volviendo a ubicarme correctamente.

¿Qué es lo mejor que puedes hacer en un viaje?

Dormir. Eso sonaba como un excelente plan. Me ubiqué en una cómoda posición e ignoré el mundo por algunas horas.

🍓🍓🍓

—Solo avísale que debe ordenar sus asuntos porque las cosas aquí empeoran con el tiempo.

Abrí los ojos y miré por la pequeña ventana, ya habíamos aterrizado. Cerré los ojos y me dispuse a escuchar, sé que no debía hacerlo, pero Marcus no quería contarme nada y esa conversación parecía importante.

—Volví a Mónaco, aquí no van a volver a atacarme. Lo único que tengo en contra es a los paparazzi que andan rondando —hubo una pausa—. La recuperación va bien mamá, ahora debo dejarte.

Escuché un suspiro y después como se levantaba del asiento.

—¿Nichole? —me tocó el hombro e hice mi mejor actuación intentando fingir que me despertaba. Al abrir los ojos pude ver que me creyó.

—¿Ya llegamos? —Me estiré y desabroché mi cinturón—. ¿Algo que deba saber?

—Roncas.

—Gracioso. —Me levanté tomando mi bolso en el proceso.

Antes de salir me dio una gorra negra y un abrigo. Lo miré intrigada y sin entender.

—Por los paparazzi. Siempre hay uno dando vueltas y queremos proteger tu identidad, ¿no?

—Exacto.

Tomé lo que me dio poniéndomelo rápido.

—Cabeza agachada siempre. —Se puso una gorra y después bajó.

Un. Momento.

Ese era mi regalo de cumpleaños. Aquella gorra bordada con flores que escondí y jamás le di porque el primer regalo no le había gustado y no me arriesgué en entregarle el segundo. ¿Dónde la había dejado guardada? Bueno, ahora realmente no importaba.

Lo seguí mientras los guardias nos acompañaban a nuestro alrededor. Miré los autos negros que estaban a solo unos metros de nosotros.

Esperaba haber escogido la mejor decisión. 

¡Gracias por leer! Inspiración del bordado que hizo Nichole: 

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