Capítulo 11
—Gracias por el pastel.
Hizo un ruido de confirmación. Marcus estaba haciendo algunos ejercicios que ayudarían a mejorar su condición, mayormente cuando se sale de una lesión como la tuvo Marcus el cuerpo en esa zona pierde fuerza y masa muscular, hacer movimientos que ayuden a fortalecer esa área brindan un gran desarrollo y aún más debido a su deporte.
—Tu hermana es muy dulce. —Hoy habíamos charlado antes de empezar la sesión con Marcus. Era muy habladora y supuse que en esos veinte minutos ella me contó toda su vida o parte de ella.
—¿Qué tienes en tu pierna? —Él frenó sus movimientos.
—¿Disculpa? —Creí que nunca hablaría más de dos palabras en una sesión, si bien estaba un poco desanimada por el tema en cuestión, él ahora me habló.
—Cuando pasó todo eso del periodista, dijiste que no podías correr, ¿Por qué?
—Estoy lesionada —respondí.
—Pero eres fisioterapeuta, ¿no pudiste hacer algo más? —sus ojos azules en estos momentos eran un toque intimidatorio.
—Mis habilidades en la fisioterapia son buenas no debes preocuparte por eso. —Lo que faltaba, ahora creía que no podría atenderlo.
—No es eso, solo sentí curiosidad.
—Tuve un accidente cuando era joven en vacaciones, hice por muchos años fisioterapia y pude recuperar un gran rango en la movilidad, solo que mi pierna no funciona bien cuando hago movimientos que puedan sobrecargarla —expliqué.
Él lentamente volvió a hacer sus ejercicios, solo que notaba como estaba preocupado. Me acerqué a él y le puse una de mis manos en su hombro lesionado. Él se detuvo por completo.
—Estarás bien, tu lesión y la mía son completamente diferentes. Puedo ayudarte y créeme cuando te digo que volverás a la natación. —Traté de calmarlo.
—Solo que hay días en donde pienso que no puedo hacerlo más —suspiró.
—Lo comprendo, pero tienes buenos resultados, si sigues de esta manera podrás lentamente a entrenar. —Ante mis palabras se puso serio y volvió a trabajar.
Un momento de debilidad fue eso, estuvo seguro al mostrarme una pequeña parte de sí mismo. No lo apuré en contarme más, necesitaba que él mismo se abriera y me mostrara como le afectaba su lesión.
Todos los pacientes o un gran porcentaje se sentían de esa manera. Siempre traté de mostrarme como alguien amigable para que ellos se sintieran cómodos y mostraran como sea cuál era su situación. Al final les dolía y yo solamente estaba allí entendiendo por lo que pasaban y brindándoles mi hombro para que pudieran apoyarse.
—¡Marcus! —Natalie abrió la puerta—, ¡Maldito!
Ambos nos quedamos quietos ante aquella escena.
—¿Cómo pudiste hacerme esto? —preguntó de forma acusatoria—, ella está aquí pidiendo por ti en la entrada. ¿Fuiste tan estúpido para invitarla?
—Ella quiso venir Natalie, ¿Por qué le negaría la entrada?
—¿Por qué es tu exnovia? —preguntó con ironía.
—Terminamos en buenos términos, hermana. —Se refirió a ella de forma seca.
—Volverás a caer —le acusó.
El chisme estaba bueno, solo que estaba entre los dos y no quería verme como una chismosa y faltar el respeto, pero quería remarcar que si me decían algo fueron ellos lo que soltaron la información cuando estaban frente mío. Yo no tengo la culpa aquí.
—Es una buena persona y es mi casa, yo soy quien dice quién se queda o se va. —Marcus estaba poniéndose gruñón.
Podría corroborar eso, él solía despedir a la gente con bastante frecuencia, deshacerse de los demás sin importar nada era un rasgo de Marcus.
—¡Marcus! —reprochó Natalie—, sabes que la odio.
—Convive con eso. —La ignoró y volvió con los ejercicios.
—Cuando ella traiga problemas, quiero que te arrepientas y me digas que tengo razón.
—Sabes que siempre tengo la razón —habló Marcus.
Aquella afirmación era discutible, muy discutible.
Natalie se quedó quieta mirando la espalda de su hermano y noté una rara expresión, suspiró de forma exasperada por la situación y cerró la puerta. Se fue dando por cerrada la conversación. Antes de hacer un comentario Marcus me echó un vistazo como si supiera mis intenciones y dándome una mirada nada amistosa me hizo callar.
¡Maldito Marcus!
🍓🍓🍓
—¡Ven aquí! —Natalie me tomó la mano y me guio hasta la cocina—, ¿sabes cocinar?
—Algo —contesté—, ¿por qué estamos aquí? —Señalé la cocina.
—No sé cocinar, pero... no sé. —Parecía perdida.
—¿Sabes dónde está la harina? —Ella rebuscó por todos lados dando con ella. Tal vez quería despejarse.
—Aquí.
Abrí la heladera y tomé lo que necesitaba, era algo sencillo que solía hacer papá cuando era más joven, bueno era uno de los únicos platos que él podía hacer.
—Ven y presta atención... ¿tienes algún problema con el queso? —antes de empezar debía preguntar.
—No en realidad me gusta mucho. —Ella se ubicó al lado mío como si ayudar en la cocina le ayudara a ella.
—Haremos una tortilla de queso.
Coloqué en un recipiente un poco de leche, un huevo, aceite de oliva y un poco de sal. Le dije a Natalie que en otro recipiente mezclara la harina con polvo para hornear, ella con cuidado una vez que terminó lo empezó a poner en mi preparación para que se pudiera unir.
—Creo que la noticia de la invitada de tu hermano te afectó. —Literalmente me había arrastrado a la cocina una vez que emprendía el regreso a mi casa al terminar la sesión con su hermano, fueron unos quince minutos después de su interrupción.
—Ella es una de las personas más absorbentes que vi en mi vida —terminó de verter su contenido en mi recipiente.
—En el mundo siempre encontrarás personas de ese tipo. —Mezclaba mientras hablábamos.
—Ella es una mala persona y mi hermano no lo ve —suspiró angustiada—, siempre cae en sus garras. Ella utiliza el mismo patrón y él la vuelve a aceptar, hace dos años que no sé ven, solo que ahora el tema de la lesión lo perturbó, eso creo.
—Puedes ayudarlo desde un cierto punto, pero también tienes que tener un límite. Si Marcus no quiere ayuda o cambiar, no es tu problema.
—Creo que ella fue...
No completó la frase, desde la ventana de la cocina ambas vimos como un auto frenaba en la entrada y como una chica salía contenta. Corrió un poco y abrazó a Marcus que la estaba esperando en la entrada, vista privilegiada del espectáculo desde la cocina.
—¡Cariño! —expresó casi en un grito.
Natalie parecía perturbada y no quería reconocer, sin embargo, creía notar miedo en su mirada. ¿miedo?
—El infierno llegó a esta casa —murmuró.
—¿Es tan malo? —indagué con duda.
—Tatiana es un demonio en persona. Ella podrá ser una buena persona para todo el mundo, con sus trofeos y logros obtenidos, donando a caridad solo para aparentar, pero Nichole puedo asegurarte que puso sus garras en mi hermano y no creo que quiera soltarlo.
—No puede ser verdad —Natalie estaba exagerando.
—Te juro que digo la verdad. Se ve como un ángel y es un demonio.
Escuché un alboroto y vi como Jeremías corría detrás de los perros. Dos guardias más intentaban ayudar a atrapar a esos dos.
Oh.
—¡Mierda! —Salí disparada de la cocina hacia el frente de la casa. Solo fueron algunos pasos hasta que abrí la puerta y bajé los escalones.
Escuché un grito y un golpe después. Aquella mujer fue derribada por León y Baxter se detuvo cuando me vio sentándose en su sitio. Jeremías tenía que cuidarlos y pasear a ambos perros incluía la correa en el proceso, seguro que los soltó, otra vez.
Jeremías me alcanzó la correa que le puse a Baxter, bueno... ahora mi perro estaba seguro.
Vi como Marcus la ayudaba a levantarse y también como las rodillas de esa muchacha estaba raspadas y con un poco de sangre, tenía pantalones cortos dejando mucho espacio para lastimarse con las piedritas que había en la entrada.
—¿¡De quien son estos perros!?
—Lo lamento. —Tomé la correa con fuerza y quise desaparecer en ese preciso momento.
—¿Esta mujer quién es?
Pude descubrir muchas cosas de ella en ese instante: examinaba con rapidez sus alrededores y hacia muchas preguntas. Lo noté porque mi presencia no le gustó y siempre miraba de reojo a Marcus observando su expresión, tanteando su reacción.
—Fisioterapeuta —la puerta de la entrada se abrió y Natalie apareció, nadie se dio vuelta para echar un vistazo estaban ocupados mirándome.
—Ah. Esa chica.
Uh. Sabe quién soy, no me gusta no tener ventaja en esta situación.
—¿Tu eres? —pregunté con duda. No le gustó eso, no saber quién rayos era.
—Tatiana la novia de Marcus —expresó con arrogancia.
—¿Su novia? —me hice la despistada—, pero cariño jamás me hablaste de ella —miré a Marcus—, pensé que lo nuestro era de verdad.
Ambos me miraron sorprendidos y creo que aun más Marcus, a lo lejos oí una pequeña risita y creía que era de Natalie.
—¡Marcus Collins! —exclamé indignada—, eres un imbécil por no contarme sobre esto.
Podía notar como su mandíbula se tensaba y como Tatiana quería saltarme encima.
—No le contaste Marcus, ¿sobre tu nueva novia? —Natalie intervino bajando algunos escalones, solo que no se involucró completamente.
—Entiendo cariño —suspiré y le di a Marcus una linda mirada—, ella no lo pudo superar o no sabía sobre la situación. —Nos señalé.
—No... —Intentó hablar Marcus.
—Pensé que querías volver —Tatiana lo miró con pena—, ¿Por qué me invitaste?
—Para su cumpleaños —Natalie intervino—, sus amigos vendrán dentro de algunos días.
No sabía si eso era verdad, pero Tatiana estaba enfurecida. Bueno, momento de volver a la realidad y terminar con la broma.
—Tatiana...—Marcus me interrumpió.
—Es verdad, te invité para mi cumpleaños. Para nada más.
—No sabía que tenías una nueva novia —ella expresó molesta.
—Créeme fue una sorpresa —Marcus de reojo me miró—, pero simplemente sucedió.
Espera... ¿Qué está pasando?
—¿Hace cuánto tiempo? —Me escaneó Tatiana.
—Un tiempo —Marcus contestó.
—¿Sales con tu fisioterapeuta? —ella se burló.
—¿Hay algún problema con eso? —él contratacó.
Momento de parar todo porque esto se estaba yendo de las manos, busqué ayuda en Natalie y ella me ignoró. Era una broma, para poner en su lugar a esta mocosa, no era la novia de Marcus, ¡Jamás!
—Es mi novia, punto final Tatiana. —Tatiana estaba a punto de hacer un berrinche.
Lo miré sorprendida y noté como se burlaba de mí a través de su mirada.
¡Maldito Marcus!
¡Gracias por leer!
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