Capítulo 10
Era una fiesta por la tarde en la piscina de Marcus. Una fiesta.
Excelente.
El único problema es que estábamos en invierno y era una fiesta en la piscina. Tal vez debí pensar mejor en asistir, pero estaba afuera y retractarme cuando Natalie me había visto no era una opción.
Con duda entré y no había nadie. Solo estaba ella sentada en una tumbona mirando hacia el techo.
—Cuando mi hermano me dijo que era una locura, me negué a darle la razón, pero ahora debo concederle que ganó. —Me miró dándome una sonrisa triste al final.
—Los hermanos mayores en la mayoría de los casos tienen razón, aunque queramos que no la tengan. —Traté de consolarla y no quedar como una estúpida al no pensar mejor la idea de su plan.
—Una fiesta en la piscina en invierno suena raro, pero como era un lugar cerrado y el agua estaba climatizada, creo que sonaba mal desde el principio y como cereza del pastel mi hermano no me dejó invitar a nadie —gruñó las últimas palabras—, y los guardias no quisieron venir.
Hice una mueca.
—Gracias igual por asistir —trató de mejorar su expresión—, ¿quieres un poco de jugo de naranja?
—Claro. —Traté de ir lo más pegada a la pared hasta llegar a su lado—. Cuanta comida.
Ella parecía entre feliz y triste por mis palabras. En una mesa redonda había la clásica comida que podías encontrar en una fiesta más bebidas que en su mayoría parecían natural.
—Pasé toda la mañana preparando todo, exprimí toda la fruta para obtener bebidas de calidad. —Bufó—. No importa, ¿Cómo pudiste mantenerte un mes junto a mi hermano? —me entregó el jugo.
—Solo hice mi trabajo —respondí.
—Mi hermano es complicado, no le gusta recibir ayuda y más cuando es médica. Créeme los chequeos lo soporta... todavía no sé cómo los hace siendo sincera. —Soltó una pequeña risita.
—No sé cómo me soporta. —Exclamé.
—Te ves como una buena persona.
—No me conoces —dije antes de tomar un sorbo del jugo—. Esto es delicioso.
—Yo creo que eres buena persona y Marcus también lo hace.
—Supongo que eso es bueno —mi voz levemente se apagó por sus palabras, ella no lo notó.
—Bueno, gracias por ayudarlo y aguantarlo, espero que te paguen bien.
—Lo hace, por suerte.
—Es importante para él la natación y en estas últimas llamadas que tuvimos incluso ahora que lo vi de nuevo en persona, noto que esta menos estresado.
—Eso es por el yoga con cabras. —Anotaría esa actividad como algo muy bueno desde ahora.
—¿Yoga con cabras? —indagó curiosa—, él no me contó de eso.
—Te contaré el secreto, pero no le digas nada, ¿entendido?
—Lo prometo. —Parecía feliz a comparación de cuando entré.
Listo, ayudar a los demás era bueno para mí, aunque sea con pequeños gestos.
🍓🍓🍓
Hablé con Natalie por mucho tiempo, me tomé la mañana para estar junto a ella, a través de aquella charla pude o intenté descifrarla, su personalidad o lo poco que pude ver mostraba alegría e inocencia. Fue una buena mañana.
Me habló mucho de su vida y me alegré por eso, escuchar a los demás era un rasgo que adquirí o desarrollé mucho junto a mis pacientes y contar sobre mi vida no era muy favorecedor, solo fue lo básico sin mucha información.
Antes de entrar a la casa sequé las patas de Baxter, la lluvia llegó al mediodía y no quería que hubiera barro por los pisos limpios de Marcus. Escucharlo quejarse no estaba en mis planes hoy. Subimos por las escaleras y solté la correa para que Baxter anduviera suelto.
Entramos al estudio de Marcus equipado exclusivamente para su tratamiento y me llevé el susto de mi vida en el proceso.
—¡Me asusté! —exclamé.
—Lo lamento, solo quería ver cómo funcionaba todas estas máquinas.
—No las uses sin supervisión puedes lastimarte y sinceramente no quiero ninguna demanda.
—Tranquila soy una persona de paz. —Natalie expresó mientras se sentaba en una de las maquinarias.
—De verdad no quiero problemas. —Si te lastimas tu hermano me mata.
—Quiero hacerte una consulta. —Me miró con duda.
—Dime. —Que no sea algo importante, no quiero que me despidan.
—Hace tiempo tuve una lesión en la muñeca y quería saber si es posible poder hacer algo —dijo de manera rápida.
—¿Hace mucho tiempo? —pregunté y me puse un poco seria al respecto.
—Hago equitación y en uno de los entrenamientos, simplemente me caí y me rompí la muñeca, no seguí muy bien las instrucciones al respecto y ahora quiero volver a las competencias, mi muñeca me duele si hago ciertos movimientos.
—Te hiciste los chequeos correspondientes.
—No.
—Eso es un problema, no sabemos la situación al respecto, debes ir al médico y realizarte controles y desde allí empiezas a ver qué sucede y cómo puedes resolverlo.
—Pensé que realmente podría evitar a los doctores —suspiró—, me haría bien un trozo de pastel de durazno.
—Dile al cocinero —eso creía que Marcus tenía.
—Mi hermano solo tiene el cocinero para los guardias, se prepara su propia comida, siempre. No le gusta no saber lo que está consumiendo, en la mayoría de los casos.
—Controlador —se me escapó.
—Tiene sus razones.
—Buenos días —Marcus dijo al entrar y al ver a su hermana se quedó quieto—, ¿Qué haces aquí?
—Vengo a ver a mi nueva amiga, ya que me dejaste sola, bobo. —Rodó los ojos—. Nos vemos en la cena.
Se levantó de golpe y salió de la habitación dejándonos atrás. Ella era como un torbellino andante.
—¿Qué quería? —se dirigió a mí.
—Hablar.
—¿Desde cuándo se conocen?
—Desde la fiesta en la piscina.
—No puede ser, ¿fuiste? —preguntó atónito.
—Fue divertido y hablamos de muchas cosas. —admití.
—Esa chica. —Lo notaba frustrado.
—Está un poco triste porque le arruinaste los planes, puedes ser un buen hermano mayor y comprarle un pastel de durazno, creo que cerca del aeropuerto hay una tienda que venden ese tipo de pasteles. —los había visto por la vidriera y se veían apetecibles, pero al ver el precio se te quitaba el hambre.
—¿Triste?
—Por lo menos soy buena compañía, ella si la aprecia. —Lo molesté.
—Gracias por el consejo, ahora debemos empezar.
—A sus órdenes jefe. —Hice una seña de soldado y él rodó los ojos en respuesta.
🍓🍓🍓
Estaba en la mitad de la playa cada vez más cerca del mar. Un mes tardé en llegar a este punto, ¿Cuánto más tiempo estaría para llegar al borde? ¿Estaría preparada para finales de octubre? ¿Podría realmente vencer ese miedo e ingresar al mar?
Decisiones, tomamos miles de esas al día y no siempre acertamos y fallamos. Mis erróneas decisiones me llevaron a este punto, involucré mi vida y la de personas en el proceso, todo para impresionar a las personas y porque creí que sería divertido.
Lo que creí que sería divertido casi mata a personas. Mi familia y amigos.
Casi me mato a mí misma.
Ahora vivo con la culpa, por más que todos me digan que fue un accidente. Yo sé que fui cómplice del mismo, incentivé desde el principio y las cosas salieron mal. Muy mal.
Mi madre casi muere, mi mejor amiga perdió la mitad de su pierna y casi voy por el mismo camino, mucha gente perdió ese día.
Por mí.
—¿No crees que es un feo día? —Natalie se sentó al lado mío.
—No. —El día estaba lluvioso, pero se podía disfrutar mucho.
—Eres de las personas que le gusta la lluvia, comprendo. —Asintió.
—La arena esta mojada. —La intenté persuadir para que me dejara sola y se fuera.
—Como mucho tendré el pantalón mojado.
—¿Quién te dijo dónde estaba?
—Jeremías —contestó rápido.
—No debía haber preguntado, era obvio. ¿Quién te trajo?
—Mi hermano, se encuentra en el auto esperando por nosotras. Alguien le dijo que iríamos por un pastel de durazno y es como una ofrenda de paz.
—Creo que me sorprende que me escuché. —Sentí como empezaba suavemente a llover, otra vez.
—Bueno, en el auto tengo toallas para poner en el asiento y no provocar más líos con mi hermano, créeme si mojamos su auto nos devolverá a casa y perderemos el pastel.
—No queremos eso. —Le sonreí.
—No podría estar más de acuerdo. —Se levantó y me ofreció su mano.
—Vamos por ese pastel.
¡Gracias por leer!
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