Capítulo 1

Nos venden que debemos ser felices todo el tiempo, pero eso es imposible. Hay dolores que merecen nuestras lágrimas, situaciones que debemos enfrentar y en ciertas ocasiones debemos llorar en el proceso. No podemos ser felices todo el tiempo, es imposible.

Siempre me consideré una persona alegre y pensaba que lo que me estaba pasando era por algo y que debía aprender de esas situaciones, salir a luchar con una sonrisa, lo cual no estaba mal solo que en ciertas ocasiones quería llorar porque las cosas no surgían como quería y enfrentarlo con una sonrisa se me hacía muy difícil.

La primera vez que recuerdo que lloré fue cuando dormí en el orfanato, aquella noche era fría y deseaba estar en mi cama, aunque nunca admití que las sábanas de la cama del orfanato estaban limpias y olían a lavanda, sábanas limpias que hacía mucho tiempo que no sentía. Era la primera noche y compartía la habitación con tres chicas más, recuerdo que me tapé y silenciosamente lloré.

La segunda vez fue cuando me adoptaron, creí que por la edad que tenía era muy grande para que alguien me adoptara, solo que aquella pareja que lo hizo no pensó lo mismo. Me querían en su familia.

La tercera vez sucedió cuando a los pocos meses que me adoptaron llegó un nuevo miembro a la familia, una hermana. Pensé que ella me remplazaría, que la querrían a ella porque era la nueva cara, pero Stephanie era una de las mejores cosas que podría haberme pasado.

La cuarta vez que lloré fue con el accidente, ese accidente.

Por supuesto que no fueron las únicas veces que lloré, lo hice en muchas ocasiones, en diferentes circunstancias: por películas, lastimaduras y muchas cosas más. Pero aquellos recuerdos estaban marcados con mi dolor y llanto, esas veces que no pude regalar una sonrisa después de llorar, que tuve que procesar la situación y seguir adelante.

La propuesta de mi madre, volver a hacer aquello de lo que estaba enamorada, era complicado. Muy complicado.

—¿Qué dices cariño? —Preguntó.

—No sé mamá. —Admití. Quiero hacerlo, pero tengo miedo. No estoy preparada.

—Pasaron diez años cariño, claro que puedes hacerlo.

Como podía negarme después de todo lo que me dio. Decepcionarla no era algo que quería hacer, aquella propuesta no era realmente lo que necesitaba en ese momento o tal vez si lo era.

—Solo necesito un tiempo para organizarme. —Traté de sonar positiva—. No puedo dejar el trabajo de esta manera, es muy irresponsable de mi parte. Si bien sabes que mi jefa es mi amiga, no es correcto.

—Lo sé. Fue un impulso de mi parte. —suspiró—. Creo que podría volver a organizar algo a finales de año. ¿Qué te parece?

—Creo que es un buen momento. —Traté de que mi miedo no se notara en mis palabras.

—Ya quiero contárselo a todos. —Sonaba emocionada—. Tu padre y hermana están en el taller arreglando un auto, ahora les contaré y armaré algo cerca de octubre.

—Manda saludos a todos, me tengo que ir.

—Sigue ayudando a esas personas y recuerda saludarlos a todos de mi parte. —Todos amaban a mi madre, incluso mis compañeros de trabajo.

—Lo haré mamá. Te quiero. —Después de algunas palabras más corté la llamada.

Estábamos a finales de marzo, prepararme psicológicamente para enfrentar esa reunión que planeó mi madre en octubre sería esencial. No sabría donde sería, pero apostaría que sería en Nueva Zelanda. Otra vez.

Escuché ladridos de Baxter y fui hasta la parte trasera para abrirle.

—Vamos, debemos ir al trabajo.

Él entró y me dejó ponerle los arneses y el equipamiento correspondiente. Tomé mi material de trabajo ya preparado de la noche anterior y aseguré todo antes de salir hacia el trabajo.

Al entrar a mi pequeño auto aseguré a Baxter y acomodé lo demás. Hoy sería un día ajetreado, muchos pacientes en el turno.

Traté de dejar la conversación con mi madre atrás, eso podría esperar. Encendí para escuchar música cuando estaba parada en uno de los semáforos. Mi lista predeterminada sonaba acompañada de ladridos.

—Sé que te gusta Baxter. —Ladró como respuesta.

La música pegadiza empezó a sonar, era irresistible no unirse a cantar.

I want more berries and that summer feelin' —Nada como una buena canción para cambiar mi ánimo. Era la canción, una hermosa canción.

¿Harry Styles sabrá que lo amo y admiro tanto?

El viaje hasta mi lugar de trabajo no era muy largo, unos quince minutos aproximadamente y sin mucho tráfico. Sería un día muy ocupado ayudando a nuestros pacientes y como recompensa al final compraría helado de moras con queso.

Si, hoy sería un buen día.

🍓🍓🍓

Hoy no era un buen día. Desde el tráfico pesado, llegar tarde, pacientes un poco irritantes y una jefa un poco dura y conflictiva. No era un día de trabajo positivo y alegre, era difícil no irritarse con el ambiente.

Ser fisioterapeuta tenía sus ventajas, poder experimentar esa sensación de ayudar a los demás era algo que me motivó para estudiar y terminar la carrera, aunque no quise hacerlo desde el principio. No solo se trataba de recuperar físicamente al paciente, también involucraba la autoestima, el valor emocional y conseguir un verdadero progreso en esos puntos.

Baxter ayudaba mucho en esos aspectos, en un gran porcentaje de mis pacientes. Es una gran fuente de motivación emocional entre paciente y perro. Contribuyendo a que el proceso de rehabilitación sea más fácil para ambas partes.

—¡Hola Baxter! —Saludó Isabel—. Señorita Nichole, ¡Buen día!

—Hola Isabel. —Baxter se unió a nosotras de forma tranquila saludando como todos los miércoles a Isabel—. ¿Ya puedes apoyar mejor? —Señalé su pie.

—Sí, me duele un poco, pero estoy mucho mejor.

Empezamos con los ejercicios correspondientes, mientras ella me contaba cómo fue su día de manera alegre. Se había fracturado el tobillo derecho y la recuperación era importante, quería volver al equipo de voleibol de la escuela y la ayudaría a que eso pasara. Baxter se echó una pequeña siestita mientras trataba a Isabel y cuando despertó venía ocasionalmente a saludarla, estaba allí y principalmente no estorbaba en mi trabajo.

—Nichole la jefa quiere verte antes de que te vayas. —Marta una compañera de trabajo dijo al entrar en mi consultorio.

—Claro, que tengas un lindo día. —La saludé. Dentro de veinte minutos terminaría con mi paciente y esperaba poder comprar ese helado.

🍓🍓🍓

—¿Qué necesita de mí, jefa? —Me senté en uno de sus sillones, Baxter en el otro.

—Los quiero a ambos con un nuevo paciente. —Hice una mueca ante aquella noticia.

—Estoy un poco complicada con mis pacientes. —Era imposible hacer un hueco en mi agenda para alguien nuevo.

—No estoy preguntando. —Aseguró.

—No tengo tiempo, estoy repleta hasta el cuello. —Hice el movimiento enfatizando mi punto. Ella seguía seria, ¿otra vez la dejó su novia?

—Es un paciente importante Nichole, eres en quien confío para tratarlo. —Bueno eso era un halago disfrazado. ¿Era un halago? Esperaba que sí.

—Paula, jefa...No creo poder hacerlo.

—No es una pregunta Nichole, es una orden. Irás a Australia, la paga es buena —dijo de golpe. Linda noticia.

—¿Irme del país? —No era una opción, no ahora.

—No puedo. Mis pacientes... no puedo irme tan de repente.

—Ya lo organicé. Eres en quien confío, lo hiciste bien con el golfista, el chico ese del esquí y el tenista. Puedes con este.

—Wow. ¿es un atleta? —Eso explicaba la urgencia y el hecho de que mi opinión no importaba.

—Importante, un atleta importante. Tienes buenas referencias de trabajo, muy buenas en realidad. Se contactaron conmigo y aceptaron trabajar contigo. —Explicó.

—Todos esos atletas que traté con anterioridad fueron unos...—Traté de contenerme porque adelante estaba mi jefa—. Problemáticos. —Baxter ladró. Estaba de acuerdo conmigo.

—No seas dura.

—¡Fue de esa manera! —Exclamé—. Te conté lo que viví en esos meses. Aquel tenista, Leonardo Cacciatore fue uno de los peores, era un idiota. No tengo buena experiencia tratando con ellos. No quiero.

—Tiene una fractura de hombro. Necesita alguien que pueda ayudarlo.

—No me digas que tiene. —Ese era mi punto débil. Saber que alguien estaba herido y que podía ayudarlo

—Vamos, ¿Qué pierdes? Solo ayúdalo y toma el dinero. Su representante estaba desesperado, le mostré con quien trataste como pacientes y él estaba muy seguro de que ayudarías, creo que Cacciatore te recomendó.

—¡Lo hace para vengarse! —grité—. Se quiere vengar porque le hice hacer yoga. —Aquel maldito.

—Nichole, solo serán tres meses como máximo. Trabajarás varias horas a la semana, necesita volver a sus actividades. Te pagaran bien, cerraremos los costos al final, pero el representante estaba desesperado por lo que le saqué una gran cifra y obtenemos un poco de publicidad. —Me miró con esa mirada que sabía que ella ganaría—. Te quedaras con ochenta aproximadamente.

Ochenta mil dólares por tres meses. Era considerablemente alto. Podría aceptar.

—¿Ochenta mil? —suspiré—. ¿tendré todo preparado?

—Ya di todas las indicaciones y empecé el papeleo. Ganarás mucho dinero.

Como los demás pacientes de esta categoría. El mayor fue el tenista, sesenta mil dólares por tres meses aguantándolo, debería haber pedido más dinero.

—Ochenta suena bien, por lo menos es mayor que el del tenista. Y todo lo que tengo que aguantar con el paciente es como un bonus al final.

—Será ochenta mil por mes.

Me quedé atónita mirándola. Era un buen contrato, por eso ella lo había aceptado y negarme no era opción. Ochenta mil por mes, ¿Qué era lo que me esperaba con ese paciente?

—Es mucho. —Admití preocupada.

—Necesita alguien que lo ayude de verdad y no quieren que pierda el tiempo con alguien que no sabe hacer su trabajo.

—¿Qué hace? —Pregunté.

—Natación, es alguien importante. Te pasaré la información por correo, estudia el caso y no seas un dolor de cabeza.

—Claro. —Necesitaba un bote grande con helado para lavar el mal sabor de boca—. Oye jefa, ¿Daniela volvió a dejarla?

—Eres un dolor de cabeza Nichole.

—Y por eso me ama. —Di un pequeño silbido y Baxter me siguió—. ¡Buenas noches!

Viajar tal vez ayudaría a aclarar mi mente. Obtendría más tiempo para poder resolver mi problema y tratar de seguir adelante, tendría que hacerlo por mamá, no podría defraudarla otra vez. Quería hacerlo, podría hacerlo. Solo debía empezar de nuevo y preparar mi mente para octubre.

—Necesito ese helado ahora mismo. —Resoplé antes de entrar al auto.

Ese viaje me ayudaría y podría beneficiar con mis conocimientos a ese paciente. Lo ayudaría y trataría de repararme yo misma en esos meses.

Nada podría salir mal. 

¡Gracias por leer! 

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