capitulo 18
En cierto lugar que parecía una elegante camara de tortura, con una hermosa vista de una pecera tan grande dónde nadan dos pequeños tiburones, yacía un hombre enfurecido.
El espeso humo creado por el puro luego de entrar y dejarlo salir de sus sexys labios, causaba cierta intriga, misterio a su alrededor de saber quién está detrás de esa espesa capa de humo.
Sentado en el sillón de cuero negro, vistiendo solo una bata blanca se mi abierta dejado expuesto parte de su pecho, yacía Dean con su mirada despiadada fija en ese tipo temblando en una posición de banquito sosteniendo los pies del ya nombrado.
¿Qué hizo para enojar a Dean Bennet? Debió ser algo terrible como para estar en esas condiciones, goteado sangre de su frente y con sus ojos un tanto lastimados.
—Está es la información que logré obtener.—Hacen entrega de la tablet.—Es lo único que obtuve de la cámara digital.—¿Por qué demonios no hizo bien su trabajo?
Creí que sería un día libre yendo a clases de zumba, pero no. Tenía que aparecer un maldito despistados que terminará enojado al jefe. ¿Por qué espiaba a la familia Astier? ¿Ellos no están concientes de eso?
Si solo siguiera a los demás y no Luther Astier, nada de esto estaría sucediendo. Sin embargo, a la persona que estaba espiando era nada menos que Luther.
—Asi que lo contrato ese tipo.—Sonrío, pero tanto Fausto como Vladi desearon no verlo visto. Esa sonrisa solo significa sangre.—¿Por qué demonios tiene que llegar a este punto de vigilar cada paso de los Astier?—Su mirada se enfureció al ver las fotos de Luther.
—¡Aah!
La persona bajo de los pies de Dean, se retuerce de dolor. Su cuello había sido utilizado como cenicero, que agradezca que fue ahí y no en otro lugar.
—¿Por qué las únicas fotos que llevás en tú cámara son las del Súcubo?—Piso con fuerza la mano de esa persona, quién solo podía gemir de dolor.
Vladi hizo entrega de una mascarilla a Fausto, esas feromonas con aroma a cítricos muy ascendente, fresco, alimonado de color verdes esparcidas al rededor de Dean, no eran una broma.
Cuando está de buen humor sus feromonas son una delicia al olerlas, pero cuando está furioso todo eso se convierte nauseabundo al punto que tu nariz arde de incomodidad.
—Es mejor que respondas o terminarás peor.—Vladi aconseja al tipo tirado arrodillado en el suelo—Tienes muy mala suerte.—Niega con la cabeza.—No debiste intentar de escabullirte en ese lugar privado.
Fue atrapado por el mismo demonios y no hay garantía que lo deje ir así nada más ahora que vió esa USB, con solo fotos de el tercer joven maestro Astier.
—Solo estaba haciendo mi trabajo.—Expresó.
Maldita sea como duele todo mi cuerpo, cuándo acepte este trabajo nadie me dijo que terminaría así. ¿Por qué el Ceo Dean Bennet se involucro?
—El vicepresidente Turner me dio una orden específica luego de ser contrato.
Me cuesta respirar...sus feromonas son como dagas abriendo mi piel como si fuera un pescado al ser abierto por la panza.
—Que...Que vigilará y enviará fotos del tercer joven maestro Astier.—No debí de aceptar ese trabajo solo porque parecía simple.—Eso es lo único que sé, nunca dijo del porque o el motivo por el cual quería saber todo y cada uno de los movimientos del tercer joven Astier.
Fausto miro hacía otro lado todo para no ver el rostro distorsionando de su jefe, si le ponía unos cuernos y una música de fondo de terror sería como estar viendo al diablo.
—Siento que está diciendo la verdad.—Comentó, Fausto.—Se nota que no quiere dejar de respirar y tampoco se le puede culpar por hacer su trabajo. Aunque, debió ejercer otra carrera.—Niega con la cabeza.
—Averigua todo lo que esté relacionado con ese pedazo de excremento.—Toma un nuevo puro, el cual es encendido por su fiel guardaespaldas, Vladi.
—Enseguida.
—También a ese tipo que párese ingenuo, pero por más que lo quiera ocultar se leve a distancias ese egocentrismo. Es de esas personas que les encanta ser el centro de atención ocultando ese hecho detrás de su carita de inocente.—Hace una expresión de asco.
—¿Está hablando de Lander Cooper?—Pregunte.—¡Esa es la respuesta!—Aplaude como si hubiera logrado un gran descubrimiento.—Charles mando espiar al tercer joven maestro Astier, queriendo encontrar pruebas que lo dejen mal parado a los ojos de su mejor amigo.
De igual manera sigue extraño, ¿por qué pedir fotos hasta de lo que come Luther Astier? En esas fotos no hay nada comprometedor solo un joven disfrutado de su tiempo.
—No eres tan estupido después de todo.—Expresó Vladi.—Entendiste rápido.
—¡Tú, eres el único estúpido!—Lo jala bruscamente de la corbata.—Tienes músculos en tu cabeza en vez de cerebro.—Bufo.
—Puedo ver la envidia a kilómetros de distancia, solo mira esos bracitos de bebé.
—¡Mira lo que puden hacer estos bracitos de bebé!—Sube las mangas de su camisa, poniéndose en modo de lucha.
—¡Qué mierdas creen que están haciendo!—Exclamó con su voz toda escalofriante.
Vladi y Fausto bajaron sus cabezas sin quererlo, era obligatorio el someterse ante esa mirada oscuridad y aura intimidate e imponente.
—Vladi llevarte a esa cosa de aquí.—Señalo al tipo tirado en el suelo con espuma en su boca, no está soportado las feromonas de Dean.—Solo encerrarlo, sin comida solo unas gotas de agua.
—¡Sí, jefe!—Puso a esa persona en una bolsa negra para arrastrarlo, de esa forma no se dañaría el piso.
—Fausto, tú haz lo te pedí.—Camina hacía la pecera.
—Bien...
—Deja la laptop.
Fausto solo asintió dejado a solas a Dean. Esos ojos grisáceos se parecían un poco con respecto al color a los ojos de esos dos, tiburones bebés. Quizás ese fue uno de los motivos por el cual los compro en la subasta y también porqué no quería que terminarán en manos de algún pervertido.
—Los usaré como excusa en su debido momento, ¿quizás a él le gustaría ver unos espléndidos bebes tiburon?
Sonrie al mismo tiempo que acaricia la mordida en su pecho, hasta eso le parecía bonito a Dean. La forma de los dientes de Luther dibujados en su piel, sobre todo los colmillos.
—¿Debería procurar que no se borre?—Una idea loca brillo en su cabeza.—¿Me realizó un tatuaje usado esa marca de dientes como referencia o molde?
Hasta los bebés tiburones miraron con terror a Dean, pensando que su dueño era incluso más peligroso que su especie y que está completamente desquiciado.
Mientras Dean se encuentra pensando en cosas raras, la persona en la que piensa también se encuentra muy pensativo acostado sobre la cama.
Es domingo y Luther no tenía planes de salir, desde que despertó solo se quedó ahí en la cama apreciando el colgante de su celular.
Al final, luego de pensarlo por varios minutos él termino por ponerle ese colgate a su celular, preguntándose muchas cosas, "¿cómo por qué alguien como Dean le habia regalado algo a él? ¿Por qué lo vio desesperado al momento en que esos ojos grisáceos lo vieron? " Era sus pocas preguntas.
Esa persona si que lo termina confundido cuando solo llevan pocos días de conocidos, y para Luther, Dean es la persona más extraña, peligrosa y a la vez más hermosa que haya conocido.
El alfa no quería sentirse bien como lo estuvo ayer por la noche o de como está en estos momentos, es la primera vez en su vida que le regalan algo porqué quieren, sin una obligación de por medio.
El joven alfa todavía puede ver esa mirada fría, pero tan sincera cuándo dijo que podía tenerlo si quería, tampoco lo iba obligar aceptarlo.
Pese a, que lo dijo de una manera rara o desvergonzada, su mirada no mentía y Luther era bueno leyendo las personas. Sin embargo, leer a Dean se le hace complicado a menos que el alfa se lo permita, y en ese instante le dejó ver su sinceridad en esa oscura y muy bella mirada grisáceo.
‹Que molesto› Lanzo su celular a un lado, cubriendo su rostro con la almohada. ‹Todo es culpa de las hormonas, sí. Y también su cara, maldita cara más atractiva, su cuerpo también es culpable.›
Luther lanzó la almohada fuera de cama, extendiendo sus manos a los lados con su mirada en el techo, suspirando un par de veces. Sigue sin gustarle para nada el hecho de estar pensando en ese desvergonzado.
—Joder.—Dejo de estar acostado en la cama, sentándose. Más pensativo de lo normal y sin darse cuenta su dedo índice y de enmedio ya se encontraban en sus labios.
Rozado suavemente al recordar los filosos labios sobre los suyos, dulce sensación. Esa sensación de sentirse deseado de tal manera que lo hizo sentir abrumado en ese instante, era la primera vez que unos labios tan apasionados cómo los Dean, le había robado, absorbido el aire de sus pulmones.
Si cerraba sus ojos, él juraría que podría escuchar la melodía de las olas impactado contra la orilla, o la fresca brisa trato de enfriar su cuerpo que cambió de temperatura al momento en que los labios de Dean, seguía acariciando los suyos.
—¡Qué demonios te sucede Luther!—Se exaltó en voz alta, corriendo hacia la ducha al sentir que algo grande se estaba empezando a despertar en sus pantalones de dormir.—¡Fría, fría!—Dio pequeños saltos al momento en que el agua nada tibia se delizo por su piel.
Optó por bañarse con agua fría para evitar cualquier situación incomoda, no quería masturbarse y mucho menos pensado en Dean.
Luther presentía que si lo hacía en algún futuro lejano eso se podría saber y sería muy vergonzoso. Dean podría terminar viéndole con una mirada burlona o arrogante. Jamás permitiría algo como eso.
—En verdad estoy loco.—Apoya sus manos en la pared de enfrente, con su mirada en el piso.—Ya pasé mi faceta de adolescente puberto...sin embargo, mentalmente sigo teniendo 19 años, un joven que aún puede cometer errores, emocionarse por la inexperiencia y tragedias en su vida.
Esperando que esa agua fría entre en su cerebro y enfríe su loco pensar, Luther se quedó ahí bajo la regadera, sin embargo eso no parecía funcionar como le hubiese gustado.
—¿Cómo puede excitarme un poco el recordar la forma en la que me besó?—Cierra sus ojos.—Sus manos en mi cintura acercándome más cerca de él.
Algo se estaba volviendo a despertar vigorosamente cada vez que Luther, hablaba e imaginaba lo sucedido de anoche.
.—Mis manos en su firmé pero a la vez suave pecho...¡oh, Dios, su pecho!—No podía culparse ni mucho menos culparlo por eso, Dean estaba como quería y él lo sabía.
Luther movía gentilmente y con delicadeza sus manos en la pared, visualizado que está acariciando la “personalidad” de Dean.
—Luther.
El joven alfa se asustó al escuchar la voz de Dean, susurrado al oído lascivamente su nombre, con esa voz que eriza su piel. Juraba que él podía sentir a Dean detrás de su espalda.
—Lut—En está ocasión lo llamo íntimamente.
El alfa ojos celeste estuvo a punto de responder "Mmm" cerrado sus ojos todavía más fuerte, sentía que si abrí sus ojos vería a Dean, o tal vez lo hacía para ocultar su vergüenza por estar fantaseado con el alfa de mirada afilada grisáceo.
—¿Quieres deslizar tu lengua en mi pecho o otra cosa...?
—¡Sal de mi cabeza maldición!—Golpeo su rostro, eso terminó por despertarlo por completo.—Asi está mejor.—Termino de ducharse con su piel teñida de escarlata por sus pensamientos obscenos.—¿Debería de ir al cine? ¿Tomar un café mientras leo un libro? Algo que me ayude despejar mi mente.
Al mismo tiempo que decidía qué hacer este día, Luther se estába vistiendo con un conjunto de ropa casual y abrigadora. También estába pensado en invitar a sus hermanos, una salida de hermanos estaría genial. Más cuándo hay un motivo de celebración de por medio.
‹Quiero disfrutar este día, no sé de qué me enteraré mañana en la cita con el psicólogo. ¿Por qué una persona segura de si misma cómo pintaban a Luther, visitaba psiquiatría?› Hidrata su rostro y cabello. ‹¿Cuánto tiempo llevaría viéndole?› Escoge un arete largo de dos flechas colgantes, terminó por ponérselo en su oreja izquierda.
‹Se que visitar el psicólogo no es sinónimo de que estés loco, y es bueno porqué te puedes desahogar, sentirte menos sofocado. Sin embargo, lo sospechoso es que nadie de la familia Astier es consiente de ello, el anterior Luther lo supo ocultar bien, ¿por qué? ¿Por qué no lo hablo con las personas que más lo aman?›
‹Bueno, lo entiendo un poco. Yo tampoco diría nada, solo para no preocupar a mis seres queridos. No obstante, es un error. Aveces hablar con tu familia también te hace sentir bien, más si tu familia es tan linda contigo.›
—Joven maestro Luther.—Tocan la puerta en más de una ocasión.—¿Sigue descansando?—Preguntó la ama de llaves atraves de la puerta.
—Ya voy.—Abre la puerta.—¿Qué pasa?
—El desayuno ya está listo. Los señores y los dos jóvenes maestros están esperando su presencia.—Comunicó.
—Bien, estaba a punto de bajar.—Cierra la puerta detrás de él.—Vamos.
‹En la noche iré por lo que se esconden en esa gaveta, con tantas cosas en mi mente me había olvidado de ese asunto. Tengo que resolver esa igconitada, al parecer Luther escondía muchas cosas, no era el joven confiando, malvado, que describían en la novela.›
‹Dónde quiera que se encuentre su alma, espero que se encuentre bien y gozando de salud, siendo feliz. Sin recuerdos de está vida. Eso sería lo mejor para alguien como él, que vivió enamorado de una persona que nunca le iba a corresponder y que al final por sus tomas de decisiones terminó siendo desterrado a otro país lejos de su familia.›
—Buenos días.—Toma asiento frente a sus padres.
—Buenos días, cariño.—Elek, le sirvió jugó un poco de jugo.—¿Cómo amanecistes?—Sonríe.
En estos días, Luther se ha comportado de diferente manera. Ya no busca a Lander, tampoco ha ido a buscar pelea con Charles. Pero, lo más importante es su aura a su alrededor se a vuelto más cálida.
Hubieron ocasiones en las que traté hablar con él, pregúntarle que le mortificaba tanto, si podía hacer algo por él. ¿Qué si casarse con Lander era lo que quiera? Yo, iba hacer lo que sea que estuviera en mis manos. Su respuesta fue un abrazo mientras me susurraba en al oído; "No. No quiero eso." Fue tan suave que a penas logré escucharlo.
Y cuándo estaba por decirle algo, Luther expresó lo siguente; "Ya hablamos de eso mamá, saldré por un momento." Dejándome con las palabras en la boca y eso sucedía cada vez que intentaba sacar ese mismo tema de conversación.
—Amanecí bien, mamá.
No, no pude dormir nada por culpa de ese doberman. Tengo que llevar una camisa que cubra mi clavícula, para que familia no miren esa mordida y terminé armado un escándalo
—¿Los hice esperar?—Coloca la servilleta en su regazo.
—Un poco.—Respondió Erin.—Se te está haciendo costumbre levantarte tarde.
En verdad que Erin tenía mucha hambre, ni bien se había sentado Luther, cuándo ya había empezó a disfrutar el delicioso desayuno.
—Es domingo, puedo levantarme tardé.—Bufo.
¿Quién en su sano juicio se levanta luego un domingo? Para mí ese día es sagrado, era el único día en que podía dormir hasta tarde en mi anterior vida. Solía levantarme a las 11:00 A.M. Era el único día, en que esa familia no dormía en la casa y terminaba por irse la playa con mi dinero. Regresando el día después.
—Todos deberíamos de levantarnos tarde un fin de semana.—Delicioso, no hay nada más agradable que disfrutar de un desayuno tan exquisito como este.
Si sigo comiendo sin hacer alguna clase de ejercicio terminaré por rebotar, tendré que ir al gimnasio más cercano o hacer cardio.
—Tienes razón.—Elek concuerda con su tercer hijo.—Sin embargo, en ocasiones el trabajo está ahí interrumpiendo nuestros planes. Sobre todo, a tus hermanos y padre.—Ellos son los que no descansar ni por un segundo.
—Ahora que ya tienen el proyecto asegurado.
Ahora que lo pienso, ¿Dean no vendrá a mi casa con excusas tontas?...Jaja, lo estoy pensando demasiado, un beso y se me subió el ego y la arrogancia muy alto. No pensemos en eso.
—Papá, ¿Por qué no llevás a mamá a una cita romántica o al cine?—Sugiere Luther.—Que se yo.
Ellos dos merecen un momento a solas, disfrutar en pareja después de tanto tiempo sin descanso. Mis hermanos también asiente. Por primera vez estamos de acuerdo en algo.
—Por primera vez Luther sugiere algo bueno.—Comento Erin.—Lleven paraguas porqué puede que llueva.
—Ja.ja.ja. que gracioso.—Bufo Luther.
—Pienso lo mismo de que tenga una noche solo para ustedes dos.—Eren mira a sus padres.—No se preocupe de nada y solo disfruten de su tiempo.
—¿Que dices cariño?—Besa la mano de Elek.—¿Te gustaría tener una cita con este viejo?
Luther quería taparse los ojos, sus hermanos tampoco eran la excepción. Eso había sido muy vergonzoso de ver y escuchar.
—Me encantaría.—Sonríe ampliamente.—¿A los bolos?—Hay fue su primer cita.—Y no estás viejo, sigues tan guapo y joven como la primera vez que te conocí, esposo...
—¡Ya paren!—Erin sentía que si seguía así la comida no le caería bien.—Ya escuchamos demasiado.—Su hermano mayor y menor asintieron en acuerdo.
—Bien.—Responde de mala gana Harold.—¿Que harán ustedes?
—Nosotros también haremos lo mismo, una salida de hermanos.—Ve a los involucrados.—¿Qué les parece si vamos al cine?
¿Cuando fue la última vez que hicimos algo como hermanos? Pasamos tan tiempo ocupados que a penas dormimos o desayunamos, cenamos en familia.
Es momento que nos relajemos aunque sea por un rato, esperado que después del desarrollo de esas tierras todo vaya bien y así tener más tiempo para nosotros, en familia.
—Estaba pensado en sugerirles lo mismo.—Expresó Luther.—¿Qué película iremos a ver? ¿Acción o ciencia ficción?
El romance también me gusta, sin embargo en películas y series prefiero la ciencia ficción o pura acción. Las de terror no mucho...
—De terror.
¿Por qué demonios Erin se emociona por algo como eso? ¿Tanto le gustan el terror? No soy bueno viendo esas películas de miedo, no podré dormir en la noche...bueno, puedo ir a dormir con mis padres, ¿verdad?
Arriesguemonos a dar vergüenza, hagámoslo una tradición familiar. De por sí, ya dí vergüenza de diferentes maneras antes de tomar este cuerpo, Luther ya daba pena ajena al andar rogándole a Lander.
—¿Lut, estás de cuerdo?—Eren no es quisquilloso con respecto a la categoría que pertenezca una película, el las disfruta por igual.
—La que sea está bien.—Si no me gusta solo me salgo y ya, solucionado.—Buscarla tú, Erin.
En ese aspecto Eren no es bueno ya que escogerá la primera que vea sin leer de que de trata. Pero, Erin es todo lo contrario, él buscará algo que guste y nos llegue a gustar a los tres.
—Déjamelo a mí.—Saca su celular, listo para buscar todas las películas disponibles y por estrenarse este día.
—Esto es agradable.—Expresa Elek.—Verlos animados es lo mejor.
—En eso tienes razón, esposa.
Había tiempo en que no hablamos de está manera, sin presión en el trabajo, sin preocupaciones. Espero que todo siga así.
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