7. "La Adopción"

Y los días que pasaban era más doloroso para Hermione y Draco porque Hope no aparecía, los gritos de Hermione llamando ineptos a los aurores y rastreadores, eran de furia e impotencia, porque aunque ella misma había salido a buscarla, la carga emocional, la mantenía fuera del juego…

Dolería menos si le arrancaban el corazón.

Pero las cosas estaban así…

Pansy padecía el estar escondida, tampoco era agradable para ella andar de un lugar a otro con los niños, sobre todo porque se alejaba cada vez mas de todos, yéndose a lugares insospechados, poniendo protecciones y confiando en que Andrew las protegía de cierto modo, pero los llantos de Hope le taladraban los sesos…

Andrew solo tenia dos años… y aún no hablaba, solo alguna que otra palabra, pero parecía comprender lo que pasaba por Hope y sin embargo, no podía decirle que guardara silencio o su madre se disgustaría.

Siempre la miraba desde su cuna metálica maltrecha, Pansy esa tarde se hartó de ese llanto, decidió que había llegado el momento, la hora de deshacerse de Hope para siempre y así… ella podría huir mas libremente con Andrew… hasta que éste le dejara de servir.

Ante los ojos azorados de Andy, Pansy tomó a Hope del brazo y la jaló como si fuera un trapo viejo, la pequeña al sentir el dolor gritó lo más que pudo, pero estaba tan pequeña.

-¡Mamá, no Mamá, no! - Gritó Andrew desde su cuna

Pero ya las dos desaparecían en el exterior…

Pansy se llevó a la niña al claro de un bosque… la aventó al suelo y le apuntó con su varita, sonrió - por su retorcida mente, veía con emoción el rostro que tendría Draco o Hermione al encontrar el cadáver de su hija…

-¡Avada! - comenzó relamiéndose los labios secos con un rostro distorsionado y maligno… realmente la mataría…

Avada…

Y el cielo se oscureció, y Hope detuvo su llanto al ver como esa bruja gritaba las palabras de muerte… al ver como levantaba la varita para hacer mejor el golpe certero del hechizo.

-¡Derramar sangre inocente, no te hará mas fuerte, bruja! -  escuchó Pansy a su costado y se volvió impasible sin soltar la varita, había escuchado una voz dulzona y adolescente…

Su rostro descompuesto se encontró con el de una muchacha, como de 16 años que miraba sonriendo a Hope… aquella adolescente era una cosa hermosa, su pelo rubio era tan largo que descansaba a sus rodillas, poseía los ojos color avellanas, casi o más hermosos que los de Hope, pero esa chica poseía una belleza casi asesina…

-¡Maldita entrometida! - Chilló Pansy - ¡Avada kedavra! - Aventó el hechizo, pero éste solo rebotó en ella sin hacerle daño

-No quiero matarte - dijo la rubia - Solo la quiero a ella - señaló embelezada a Hope, si de todos modos la vas a matar… me la voy a llevar…

-¿Para qué demonios la quieres?

-Eso no te importa… solo la quiero a ella…

-¡Es mía y yo hago lo que quiera con ella! - chilló

-No es tuya ¿Qué quieres por ella? ¿Dinero? - e hizo un movimiento y apareció a un costado, un baúl lleno de oro mágico - Será como si la adoptara… la quiero…

Pansy chirrió los dientes

-O quieres que te mate… de todos modos me la voy a quedar… ya viste que tus hechizos imperdonables, no me hacen nada.

-Es tuya - dijo Pansy aunque titubeó

-No te preocupes, me la llevaré a un lugar en donde nada ni nadie, la encontraría jamás…

Pansy asintió y la chica se acercó a Hope que la miraba como embelezada por tal belleza… la rubia la tomó en brazos, mirando a Pansy - sonrió victoriosa y desapareció.

Sonrió, miró el oro… de todos modos la estúpida escuincla jamás volvería con sus padres y eso era suficiente para ella… esperaba que esa adolescente fuera carnívora o vampiro, para que despareciera a Hope de la faz de la tierra.

Misión cumplida Pansy… lo has logrado…

Ellos serán infelices…

Siempre…

A lo lejos se podía escuchar el galopar de los unicornios negros, con largas colas copetudas, cuyos destellos marrones desprendían chispas ácidas que quemaban todo cuanto tocaban y sus ojos grises refulguraban el vacío que existía en el espeso bosque.

A su paso se levantaban las parvadas de cuervos bicolor que destellaban un humo verdoso al iniciar su vuelo revoloteado y alcanzaban ahí, precisamente, en una torre alta, quizá la mas alta y la cual pertenecía a un castillo lúgubre, se adivinaba que había que subir mas de cinco mil escalones para llegar arriba y sin embargo, había un vacío solemne y fugaz, en la punta de la torre.

Había un solo salón lleno de muebles cubiertos por libros y candeleros, algunas velas negras y rojas ardían débilmente y dos antorchas colocadas a los extremos iluminaban gran parte, había solo una ventana enorme, yacía con las ventanas abiertas y las cortinas volaban suavemente por el viento frío, que se colaba y el olor a incienso era intenso.

Junto a la ventana había una figura de pie, larga y vestida de negro, miraba con insistencia hacia el bosque, atrás de él, se encontraban tres figuras más, una sentada en un mullido sillón, y dos más en una mesa.

Aquel par de ojos que instigaban a través de la ventana, observaba como revoloteaban miles de lechuzas de todos tamaños, los cuales eran perseguidos por las bandadas de cuervos, un ave fénix aparecía y desaparecía de la bruma, pero ninguna parecía poder acercarse a un metro de la ventana, la cual de por si era muy grande.

De pronto se escuchó un ruido ensordecedor, aquellos ojos desviaron su atención hacia la entrada del castillo, se dibujo una curva en los labios, una sorda sonrisa quizá, puesto que justo en ese momento, un gigante más, había caído muerto a los pies del castillo, con sus casi siete metros de altura, al desplomarse sobre el césped, había provocado un sismo, y las aves extraordinarias habían chillado y elevado el vuelo escandalosamente, las manadas de unicornios y pegasos comenzaron a galopar huyendo de aquello.

Todas las pequeñas criaturas del bosque estaban agitadas, otras maldecían, como los duendes salvajes, y las sirenas de tierra, las cuales  arrastraban en el suelo sus colas como si fuesen serpientes y su torso desnudo estaba cubierto por sus cabellos largos coloridos y turbios.

La figura se inclinó un poco y observó como desde la maleza, comenzaban a salir enredaderas amarillentas que comenzaban a envolver el cuerpo sin vida del gigante, se escuchó como desgarraban un cuerpo, como succionaban la sangre y la carne, lentamente las lianas desaparecían, dejando únicamente el esqueleto grande.

Sin embargo, no era el único, la entrada se hallaba casi tapada de esqueletos gigantes y humanos, inclusive de algunas aves, centauros e inclusive una capucha negra atada a una rama y que se mecía con el aire, había sido de un dementor

Aquello era un cementerio y ningún habitante, bestia o criatura "Del Bosque de los Malditos" se atrevía a dar un paso hacia el castillo, pues el que lo hacía, quedaba condenado a muerte literalmente. ¿Qué podía estar matando a esas criaturas monstruosas?

- y bien ... - dijo una gélida voz al fondo del salón - tenemos doce días aquí y es siempre lo mismo... gigantes, dementores, hombres lobo, vampiros, lechuzas, inclusive esa ridícula ave fénix... ya hay mas de cien cadáveres abajo...me dan ganas de echar otro hechizo y espantarlos - apagó su voz en busca de alguna respuesta, la llama de las velas rojas comenzaron a parpadear y la chimenea que había al fondo, comenzó a arder causando que la habitación se iluminará aún más.

-No haremos tal cosa - respondió cuando el silencio se hacia pesado, extendió una mano hacia fuera de la ventana y una de las lechuzas que revoloteaban se posó en su brazo

Después hubo una calma, los gritos desaparecieron y las lechuzas y otras aves que revoloteaban, se concentraron en una arboleda, al tiempo que un mensaje aparecía de la nada en medio de aquel sitio.

-¿Quieres leer el mensaje Samsara? - Se volvió hacia el extremo, donde permanecían las dos personas sentadas, la otra que estaba en el sillón, emitió un bostezo y todos sonrieron - bien, basta de juegos, veremos que quiere ahora esa niña malcriada ¿Hasta cuándo volverá a casa?

-Esperemos que muy pronto, esos caprichos no me gustan mucho

-Sobre todo cuando en el exterior, hay una persecución…

-Bien... bien...Samsara, lee el mensaje, si no te importa - chistó uno de ellos cerrando el enorme ventanal, mientras se acomodaba en una silla.

La persona que estaba en el sillón se puso de pié y se acercó a ellos. Entonces fue cuando la luz de las velas negras se intensificó sobre las rojas, el rostro de Samsara se alumbró y se pudo observar un par de ojos grises claros, escondidos bajo una espesa capa de pestañas arremolinadas, una nariz recta y larga se visualizaba, la pequeña boca curvó una sonrisa al abrir el pergamino y leer su contenido,

-¿Y bien? - Preguntó aquel, que parecía el mayor - dio un chasquido, las velas desaparecieron y las llamas de la chimenea y las antorchas terminaron por iluminar aún más el salón, visualizándose las cuatro personas que se hallaban en la torre, tres hombres y una mujer.

Ella, era guapa, el cabello color chocolate estaba suelto y caía libremente sobre su silueta, todos traían ropa negra con adornos en plata y oro en los puños, en el cuello y sobre los botones, su ropa al estilo oriental.

-Lo que venías sospechando desde que el primer gigante se apareció en la puerta del castillo, Patrick - y sonrió recordando como, sin darle oportunidad de hablar, le habían dado muerte, y es que ellos, no podían permitir que nadie traspasara sus dominios.

Por eso habían hechizado la entrada del mismo, y cualquiera que quisiera hacer el intento, moriría, ya que habían helechos sanguinarios y hiedras carnívoras de Sudáfrica que se los devorarían.

- Es nuestra niña malcriada, al parecer irrumpió colonias prohibidas, estuvo haciendo una que otra travesura y ahora dice que trae una sorpresa…

Soltaron una sonrisa estridente

-No es gracioso - suspiró Sam, que era como le decían a Samsara - No sabemos que traiga esa niña en manos…

-Alguna criatura peligrosa… algún aborto de la naturaleza… ella es así, impasible…

-Aunque eso no nos interesa, era imposible no verlo a través de la bola de cristal, ¿verdad Proteus? Esa niña siempre ha sido así de caprichosa - dirigió la mirada hacia otro más que estaba sentado en la mesa tamborileando los dedos, le dirigió una mirada inquisitoria.

A Proteus nunca le había gustado su habilidad vidente y eso de leer la bola de cristal, le parecía poco masculino, y ni decir de leer las cartas, las llamas o los cunchos de té, pero se tragaba su rabia y amenazaba con lanzarle un hechizo

El cual sabia que no tendría mucho efecto sobre sus hermanos, pero al menos un poco de dolor si, pero siempre es bueno saber cosas y hacer actos de caridad... ¿qué pasa Lawre estás muy callado? ¿qué opinas?

-Como si tuviéramos que leer una bola de cristal para saber lo que pasa. Ella no quiere que sepamos su nueva travesura, por eso nos bloquea su mente…

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