Solo por esta noche... PARTE I
"… Estoy enamorado. Profundamente enamorado. No sé cómo podría llegar a presentarme, me siento un torpe iniciando con esto. Que vergüenza, soy un torpe..."
Eso es tonto mejor lo borro (además de ser muy vergonzoso). Comenzaré de nuevo.
Hola, mi nombre es Daniel. Si un nombre de lo más común, que queda perfecto conmigo (eso creo); si tuviera que describirme pues diría que soy un chico amable, atento, que le gusta ayudar a sus amigos cuando lo necesita, puedo ser un tanto tímido con la gente que recién llego a conocer, pero cuando logró tener una conversación agradable, tiendo a desenvolverme muy bien y..."
— ¡Daniel!
Me detengo de seguir escribiendo, tomó la hoja y la arrugó para esconderla detrás de mi espalda.
— ¡Regina! — exclamó, tratando de sonar tranquilo y natural —. ¿Me llamabas?
— Pues si torpe, necesito ayuda para sacar las bolsas de basuras a fuera del establecimiento — se va acercando a mi de manera muy peligrosa y yo evitó la mirada con la sonrisa de felino que tiene esta chica pelirroja, que no me dejara hasta que suelte lo que oculto —. Tu me estas ocultando algo, ¿no es así?
— ¿D-de qué hablas Regina? Solamente estoy un poco pensativo por Eva — lo que es verdad.
— Vaya torpe, concéntrate en tu trabajo ahora, tu novia de internet puede esperar en verte hasta la hora de salida no — se burla de mi, con su linda mirada felina y juguetona que tiene solamente Regina —. Oh puede ser que piensas en ella porque ¿tendrás sexo por video llamada con ella?
— Bueno si...— (¡Aguanta qué dijo!)
Ella me empieza a dar unos pequeños golpes con su codo, mientras me guiña el ojo.
— Oh ya por fin Daniel el virgen dará ese paso, ya es todo un hombrecito, ¿eh? — suelta y luego se ríe —. ¡Harás el ridículo con tu novia cuando tengas que...— le cubro su boca con una de mis manos.
— ¡T-te equivocas! ¡Es solo que... — suelto un suspiro para calmarme antes de caer en su juego —. Eva me dijo que me presentará algunos de sus amigos, el alguno de estos días y bueno estaba haciendo un borrador para poder presentarme — muestro la hoja de papel toda arrugada.
Regina me mira extrañada, me quita la hoja de la mano — Hola, mi nombre es Daniel... — comenzó a leerla.
Ay no...
Ella explotó para burlarse de mí, mientras se tomaba el estómago y puedo jurar que estaba llorando de tanto reír. Podrá verse un poco pesada, pero Regina es una chica asombrosa, con la sonrisa y su linda risa que contagia a cualquiera que la escuche. Está chica es mi mejor amiga, y una vez estuve profundamente enamorado de ella.
Regina la primera vez que la vi fue en la ceremonia de bienvenida a los recién ingresados. Una linda, fría mañana de otoño, la hojarasca va poco a poco obteniendo un color anaranjado. Recuerdo que cuando una chica con el cabello anaranjado, largo, era delgada, con el uniforme de color marino, con su falda gris un tanto larga cubriendo sus delgadas piernas.
Siempre fue una chica un tanto revoltosa, por no decir una astilla irritante para los profesores. Aunque muchos de los chicos la encontraban linda, divertida y sumamente increíble, yo entraba a ese grupo. Con sus ojos grandes de un color azul tan claro como el cielo, que tenían un dulce fulgor en esos , que se veían tan lindos cuando ponía su mirada burlesca y se veía su mirada felina, era algo que te enamoraba. Muchos chicos se le acercaba, no le interesaba en nada con salir con nadie, solo estaba causando problemas con su grupito de chicas alborotadoras y de uñas pintadas de marcador negro o corrector blanco. Aunque Regina no hacía eso, ella tenía estilo y la verdad con más cerebro que esas chicas que la seguían como borregas, o más como urracas molestas. No eran feas, pero ellas si que eran fastidiosas, escandalosas y hasta pesadas, realmente lo eran. Regina no, no necesitaba llamar la atención, se le notaba que pasaba por algo malo, porque se miraba triste y nostálgica cuando se encontraba sola, escondiéndose en las escaleras de emergencia cuando se saltaba alguna clase, hasta una vez la vi llorando, y eso me dolía en mi corazón, una linda chica que parecía ser traviesa y fuerte, lloraba en secreto.
Tan opuestos entre si, tan diferentes, porque yo al contrario de ella era el chico común, que apenas tenía buenas notas, no sobresalía en nada. Por qué una chica tan llamativa y extrovertida como ella, se haría amiga de alguien tan simple y torpe como yo. Una tarde cuando un chico la estaba molestando, hasta quería tocarle uno de sus... Pechos, yo trate de detenerlo y el se burlo de mi y me empujó contra un bote de basura, ella lo golpeó tan duro que lo tiró al piso. Si, ella me terminó defendiendo.
— ¿Estás bien? — Se acercó a mi, hablándome en tono dulce. Se arreglaba su falda, mientras un chico lloraba desde el piso llamando a su mamá —. Fuiste muy lindo al defenderme — me ayuda a levantarme del piso —, y ¿cómo te llamas?
Eso me sorprendió, verla hablando conmigo, preguntando por mi nombre.
— Daniel, mi nombre es Daniel.
Desde ese momento, cada día, cada mañana, cada tarde, se acercaba para hablarme, ella hablaba mucho, y a veces me jugaba algunas bromas. Eso era lo que me hacía feliz, de un momento a otro éramos amigos, hasta trato de comprender mis gustos raros de leer cómics y ver caricaturas de peleas robóticas, y si eso me fue gustando más de ella. Además que conocí ese lado que nadie más conoció. Regina era huérfana, o bueno al menos de padre, que siendo un alcohólico apostador, murió por un arma .38 spc cuando tenía una flor imperial bajo su manga; su madre no sé sabe nada de ella, la abandonó cuando tuvo oportunidad. Es por eso que vive con sus abuelos. Sin embargo no son muy cariñosos son demasiado conservadores y a pesar de que le permitían todo a su padre de llegar muy noche borracho, a ella no, la trataban de mantener a raya para ser una buena mujer en un futuro, por eso cuando su padre murió, decidió cambiar, ser más alborotadora, más activa, en gritar y sentirse libre como un pájaro, pesé seguir aquí, y eso la ponía feliz ser ella la hace sentir con tanta libertad. Por eso es que nosotros nos volvimos más cercanos, conocer las fortalezas, debilidades, tristezas, alegrías, gustos charlas serías, charlas tontas y de más cosas me hizo sentir más cercano a ella, yo quería formar algo serio con ella, sin embargo nunca me atreví a nada, yo la amé de verdad, era un amor sincero y puro, pero no me atreví a hacer nada.
Tenía miedo a ser rechazado, que solo fuera yo sentir esa conexión tan cálida y tierna, fuera tan solo una ilusión mía.
Así que una mañana de invierno, helada una chica se me declaro, yo estaba en tercer grado de secundaria, y eso me hizo feliz, no sentía nada por la chica solo la había visto unas cuantas veces en mis clases de química, era linda, pero no era Regina y aún así acepte salir con ella. Al principio fue una relación en secreto, pero esa chica era demasiado empalagosa y la verdad llego a oídos de a todos de mi clase y alos de Regina, sin saber como nos alejamos y fuimos desconocidos, por bastante tiempo.
Al pasar a preparatoria, sucedió todo igual, claramente cambiamos y poco a poco fuimos perdiendo el cuerpo de niños para entra en la adolescencia, mientras yo tuve a penas dos novias que con las cuál no rebase la línea de tomarnos de la mano y el beso en los labios, Regina ya había salido con muchos chicos al parecer, y una vez fue expulsada al besar a un chico de forma inapropiada en los baños de chicos a escondidas, y no sólo eso, ya no era nada la revoltosa, ahora era conocida como una cualquiera. Perdió a muchas amigas y siempre se encontraba sola, muchos hasta se atrevieron a llamarla zorra, una que incluso se involucro con profesor. Yo jamás pensé eso de ella, porque yo sabía quién realmente era, no quería cambiar la imagen que tenía de ella porque no confío en nadie hasta que ella me lo dijera, no importa el tiempo que pase yo estaría para ella cuando me necesitará.
Fue entonces donde una noche de camino al supermercado me encontré con ella. Estaba lloviendo a cántaros, yo tenía una buen paraguas para resguardarme de la lluvia, pero ella estaba sentada en la banqueta llorando, con una blusa blanca y demasiado delgada, un pantalón de cuero y lo peor es que le faltaba una de sus botas. Yo sin miedo me acerque a ella, quién no me había visto, pues se encontraba llorando y con la cabeza agachada.
Le hable: — Regina, ¿te encuentras bien? — le pregunto. Ella toda temblorosa, levanto su mirada hacia mi.
Sus ojos azules se encontraban completamente abiertos, algo irritados.
— ¿Daniel? ¿Qué haces...
— Sabes, tengo que comprar algo para la cena. Me encuentro solo en casa y me gustaría algo de compañía. — Me apresuró a decir, antes de que terminará de hablar —. Ya me conoces y me asusta la idea de estar solo.
Ella se suelta a reír y eso me hace sonreír. Prefiero verla así feliz, riéndose del mundo, que verla caer bajo y triste.
— Eres un torpe, sigues siendo un niño.
La lleve a casa, le di una muda de ropa, tomó un baño y comimos una cena especial que yo mismo preparé. Después de una charla absurda y hablando del pasado, confesó la verdad.
Regina cuando se alejó de mí, le pasaron muchas cosas. Descubrí que eran ciertos algunos rumores. Ella si había tenido sexo con algunos estudiantes, y claramente se involucro con gente mala, uno de los chicos con los que estuvo saliendo la abandonó en medio de la calle, cuando Regina y él discutieron, al parecer él la engañaba y cuando ella le reclamo y rompieron en medio de la calle.
<<"Él era un idiota">> dijo ella. Al parecer no le gustaba la relación que llevaba con él, me alegraba de que estuviera bien.
Tuvimos una mañana de lo más callada. Después de una noche llena de lágrimas y nostalgia.
— Daniel, me iré de aquí — yo la mire de reojo, mientras miraba la ventana de la cocina, un tanto perdida —. Lamento mucho venir aquí y hacerte pasar por mi psicólogo, — suelta una sonrisa —luego tendré que pagarte la consulta. Nos ve...
La abracé.
No quiero, no quiero que termine así, siento que si la dejo ir sufra más, y puede que caiga más profundo, y no quiero. Tal vez no sea el príncipe, ese héroe valiente del cuento que la sale en busca de proteger a capa y espada a la pobre princesa. Nunca seré capaz de ser ese chico para ella. Regina no me verá con otros ojos que no sean que las de un amigo o hermano, soy débil y muy común, pero yo decidí, ayudarla, a brindarle mi apoyo en lo que pueda.
— No te permitiré irte, quiero ayudarte a salir de esta, como amigo en cuál siempre ayudaste — la giró a que me vea, y le limpio sus lágrimas. La hago a que me mire la cara —. Yo estaré contigo siempre.
— ¡Regina Daniel muevan ese trasero y tiren esas bolsas al contenedor! — gritó la vieja gorda de nuestra jefa. Que en mi opinión es un San Bernardo.
— ¡Ahora mismo jefa! — contestamos al unísono.
Regina y yo corremos hacía las bolsas de la basura, Regina llega primero.
— ¡Te gané! ¡Me debes una!
Yo me río al escucharla y digo: — Ok, un helado en Milk shake.
— Me parece bien, oye Regi ya te debo muchas.
— Lo sé torpe, es por eso que no te puedes librar tan fácil de mi.
Lo sé, por eso es que me costará mucho dejarte.
No pasará mucho tiempo ya, mi tiempo con Regina está por terminar y está a punto a comenzar otra vida junto a la chica que quiero. Tengo miedo, ¿saldrá todo bien? A veces me gustaría dejar de lado este plan, no irme de aquí y estar a tu lado.
No puedes ya tomaste una decisión, no es solo por Anna tu futuro y tus planes darán comienzo una vez que llegue allá. Ya no hay marcha atrás, tengo que decírselo a Regi.
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