Capítulo Tres
Adrien se apoyó en su mesa mientras Marinette salía del despacho. Tal vez lo hubiese invitado a cenar en su casa, pero sabía que no era para avivar la vieja llama que había habido entre ambos.
Su instinto empresarial le decía que quería convencerlo para que dejase intacto lo que quedaba de las Industrias Inditex. E iba a fracasar. Tenía la curiosidad por saber hasta donde estaba dispuesta a llegar para intentar convencerlo.
Felix esperó que Marinette saliese y la saludó inclinando la cabeza educadamente, y luego lo miró a él sin ocultar su curiosidad, con una ceja arqueada.
Al menos esperó a que Marinette estuviese en el ascensor antes de hablar con Adrien.
-¿Qué estás haciendo aquí? - Le preguntó- Yo creo que ya te lo dijo todo ayer en su trabajo.
Felix entró y cerró la puerta del despacho.
Adrien notó cómo el olor a flores de Marinette se quedaba dentro.
-Al parecer, no.
-Al menos en esta ocasión sigues seco - dijo Felix, dejándose caer en el sillón de cuero que había al lado del sofá y dejando una carpeta en la mesita de café- ¿Significa esto que van a reavivar la vieja llama?
Adrien se obligó a sentarse enfrente de su hermanastro en vez de ir de un lado a otro, para que no se le notase cómo lo había dejado la visita de Marinette.
-Que tú estés disfrutando de un maravilloso matrimonio con Clhoe no significa que nos tengas que arrastrar a todos contigo.
Tenían la misma mentalidad empresarial, pero diferían en su vida personal. Adrien salía con pocas mujeres y tenía relaciones sencillas con mujeres de negocios que tenían tan poco tiempo con él. Felix había sido todo un playboy hasta que conoció a Clhoe y en unos meses sería padre.
Felix se tocó la alianza sin pensarlo.
-Sé cómo era la relación entonces, no ahora. - Respondió Adrien.
Había querido a Marinette, o al menos eso había pensado. Y no podía negar que seguía sintiéndose atraído por ella, pero eso era todo.
-Pues en Industrias Inditex saltaban chispas entre ustedes.
-Era yo, levantándome de un salto para que no me empapase los pantalones.
Felix se echó a reir.
-Un momento para morirse de la risa.
-Me alegra que te divirtiera - Le dijo Adrien, dando un golpesito a la carpeta que tenía delante-. ¿Qué te parece si dejamos de cotillear acerca de mi vida amorosa y nos ponemos a trabajar?
-Están los dos solteros- insistió Felix-. ¿Que les impide reavivar la pasión?
-¿No me has oido hermano? Estamos aqui para trabajar.
-No podemos empezar sin Nino.- Nino se había convertido en directivo de empresas Gabriel's y formaba parte del pequeño circulo de amistades en las cuales Adrien confiaba.
-Hoy estas muy pesado- Le dijo Adrien.
-Y tú de muy mal humor, y creo que ambos conocemos el motivo - replicó Felix, echándose hacia delante y apoyando los codos en las rodillas-. Si estás tan molesto es porque todavía significa algo para ti.
Era cierto y Felix era el único que se atrevía a decírselo ya que Nino no estaba enterado de que Adrien se había reencontrado con Marinette.
-Vamos a cenar juntos esta noche- Le contó Adrien-. Ahora, ¿Podemos empezar a trabajar?
-¿A cenar? ¿A dónde vas a llevarla? He oído que en Jacques' siempre te tienen reservada una mesa.
Adrien se puso todavía de peor humor al oír el nombre de aquel elegante restaurante francés.
De adolescente, había pensado llevar a Marinette para el día de San Valentín. Pero no habian podido, ese día estuvieron a punto, antes de que apareciera un akumatizado y debían dejar todo para poder salvar de nuevo la ciudad. A demás que mantenían su relación en secreto. Sacrificando la cena de San Valentín.
En su lugar, la llevo a hacer un picnic a la luz de la luna en la torre Eiffel mientras la ciudad dormía. Siete años después, todavía le dolía todos aquellos momentos que pasaron siendo los super héroes de París y que jamás volverían. No podía darle a Marinette lo que ella realmente merecía después de descubir que detrás de la máscara de Hawk Moth se encontraba su estricto padre Gabriel Agreste.
-Pensé que eras mi gerente, no mi secretaria.
-Soy tu hermano y tu amigo - le respondió Felix-. Te conozco mejor que nadie, incluso que Nino. Ni el viejo Gabriel sabe la mitad de cosas que yo sé de ti. Últimamente estás enfadado y eso no es bueno ¿Tan mal te parece que quiera verte feliz?
- Estaré feliz cuando terminemos con esto.
Felix abrió la boca para responder, pero entonces llamaron a la puerta.
-Adelante- Dijo Adrien.
Tenía tantas ganas de acabar con aquella conversación que le daba igual quién fuere.
Por suerte era Nino, su mejor amigo y compañero de clases en el instituto, actualmente, su jefe de relaciones públicas. No había una crisis de imagen que no pudiese solucionar. Pronto se centraría únicamente en la fundación, pero por el momento Adrien pretendía aprovecharlo al máximo allí.
Desde que se descubrió la identidad de Hawk Moth se presuntó que empresas Gabriel's iria a la ruina, fue gracias a Nino quien al modificar la imagen de la empresa y hacer ver a todos que quienes la heredarían serian los dos hijos del Sr. Gabriel, personas en las que realmente se podía confiar, claro gracias también a la ayuda de Chloe Burgoa quien dio su testimonio de conocer a Adrien desde la infancia. Por eso había querido que ellos fueran parte de su equipo.
Adrien tomó actitud de seriedad y entrega al trabajo, al menos, por fuera, e inició una presentación en la que recogía la descomposición de los activos de Industrias Inditex. No obstante, sabía que su mente solo estaba allí a medias.
Marinette ya había empezado a distraerlo. A pesar de la elaborada presentación que tenía delante, Adrien solo podía pensar en la cena que lo esperaba. Se ponía nervioso solo con saber que iba a volver a verla. No había conseguido sacarla de su mente en los últimos cinco meses, ni tampoco en los últimos siete años.
Había llegado el momento de intentarlo de manera más activa, para olvidarla de una vez por todas.
.............
El ruido del timbre retumbó en casa de Marinette que era de estuco y tenía dos habitaciones. Se limpió las manos con un paño, comprobó que los cojines del sofá estuviesen en su sitio y estiró la alfombra con la punta del pie a pesar de saber que todo estaba perfecto. Tal vez su casa no alcanzase el nivel de la de Adrien, pero se sentía orgullosa de ella.
Volvió a oír el timbre y le dio una patada a un paño de la cocina, metiendolo debajo del sofá, antes de abrir la puerta. Adrien estaba en el minúsculo porche, al lado de una maceta con un cactus.
Iba vestido con vaqueros y una camisa negra que probablemente costase más que el sofá de Marinette, pero aquella ropa informal le hacía parecer más cercano, se parecía más al chico al que habia conocido en el instituto.
-Adelante- le dijo con vos ronca, y tragó saliva rápidamente antes de volver a hablar-. la cena está casi lista.
Se apartó para que entrase y se dio cuenta de que llevaba un ramo de flores en la mano. Se le encogió el estómago al recordar la cantidad de veces que le había regalado flores cuando salían juntos.
Esa noche había escogido orquídeas en tonos rosas y morados, eran preciosas y deseó acercárselas a la nariz.
-Gracias- le dijo sin más, nerviosa de repente al pensar que estaba a solas con él y con tantos recuerdos.
¿Cómo había podido permitir que su abuela la convenciese para hacer aquello?
Con las caras flores pegadas al pecho, Marinette no pudo evitar ver su casa a través de los ojos de Adrien. Seguro que cabía entera en el dormitorio de él... Un momento ¿Cómo había acabado pensando en su dormitorio?
Adrien la siguió en silencio hasta la cocina. Nunca les había faltado temas de conversación, solo habían necesitado más tiempo para decírselo todo.
En esos momentos, mientras llenaba una jarra de agua para poner las flores, Marinette notó que tenía la boca seca. No tenía ningún jarrón. Habían invertido todo el dinero en arreglar la casa y Nathaniel no era de los que regalaban flores ni bombones. Le había comprado unas ventanas nuevas, lámparas...
Habían comprado aquella casa con la intención de formar una familia. La habían pintado y decorado juntos. Salvo la habitación infantil, que la habían dejado sin pintar hasta saber si tendrían un niño o una niña.
Pero no lo habían tenido, nunca pudieron casarse. Después del accidente de Nathaniel ella decidió no pensar más en familia. Solo queria concentrarse más en su trabajo y en sus diseños para poder lograr su sueño de ser diseñadora famosa y tener su propia marca de ropa.
El agua se salió de la jarra. Marinette dio un grito ahogado, cerró el grifo y colocó las flores con cuidado. En su interior le estaba pasando lo mismo con las emociones, también se le estaban desbordando.
Se armó de valor y se giró hacia Adrien.
-Vamos al jardín. Esta noche corre una brisa agradable.
-Te sigo.
Sus pisadas retumbaron en el suelo de linóleo y después en el camino de piedra de fuera.
El jardín, su refugio, se extendía delante de ella, rodeado por una valla de madera.
Después de la muerte de Nathaniel y de la perdida de su miraculous, se había dedicado a cultivar el jardín. No había sido capaz de vender la casa y lo que había hecho había sido esconderse cada vez más en ella. Había tenido la necesidad de crear algo, no solo sus diseños, algo vivo y colorido en un mundo tan lleno de muerte y perdidas. Al principio había escogido plantas duras, había puesto cactus alrededor de una fuente. Después había ido ganando en seguridad y había añadido un limonero y varios naranjos para que diesen sombra.
Dejó la jarra con las orquídeas en el centro de la mesa de hierro forjado que ya estaba puesta para dos personas.
Adrien se colocó en el centro del jardín, giró sobre si mismo y silbó.
-Es fantástico.
-A Nathaniel se le daba muy bien- mintió Marinette casi sin darse cuenta, tal vez porque quería ver cómo reaccionaba Adrien si mencionaba a su prometido.
Adrien apartó la vista de las planta y la posó en ella.
-Lo siento mucho.
Habían sido muchas las personas que le habían dicho eso, pero, por algún motivo, que Adrien se las dijese le molestó.
-Llegas un poco tarde con el pésame.
-¿Esperabas que te lo hubiese dado hace años?
Había esperado tener noticias suyas siete años antes, cuando se había marchado de la ciudad. No había imaginado que una discusión terminaría con todo lo que habían tenido. Durante todo un año, había tenido la esperanza de que escribiese o llamase y después había decidido continuar con su vida.
Pero no podía permitirse ser vulnerable delante de aquel hombre.
-Después de la muerte de Nathaniel tuve noticias de tu padre y de tu madrastra, y ella vino al funeral.
Adrien la miró fijamente a los ojos, acariciándola sin moverse ni un centímetro.
-Eres demasiado joven para ser viuda.
Ella se abrazó.
-Nunca es buen momento para perder a alguien a quien quieres.
-Entonces, lo querias - le dijo él sin mostrar ninguna emoción, con gesto inescrutable.
-No me habría comprometido con él si no lo hubiese querido - respondió ella, apartando la vista de sus ojos para clavarla en la parrilla.
-Los adolescentes cambian mucho de opinión en ese aspecto.
Marinette lo miró por encima del hombro.
-No me gustan los comentarios velados. Si tienes algo que decir, dímelo. No puedes estar celoso, así que ¿por qué dices eso?
Adrien se acercó y se detuvo delante de la parrilla.
-Eres tú la que me has invitado - Le dijo, tendiéndole un plato de plástico-, a tomar una hamburguesa.
Ella tomó el plato. Ya se estaba enfadando a pesar de haberse propuesto a no hacerlo.
Adrien la miró en silencio como si fuesen dos amigos que llevaban mucho tiempo sin verse. Bueno, eso habría sido asi si la hubiese llamado al volver a la ciudad. Ella habría podido fingir que todo le parecía bien, que era agua pasada, pero que no la hubiese llamado había reabierto viejas heridas.
Adrien siguió en silencio.
-Si, lo quería. Y sí, también te quería a ti antes. ¿Y qué? Fuiste tú quien decidió marcharse y quien permitió que todo se estropease por una discusión. ¿Qué querias que hiciera? ¿Esperarte durante el resto de mi vida? Es cierto que no me marché de Paris, pero sí continué viviendo mi vida.
Él asintió una vez y sonrió, pero solo con los labios.
-Siempre supiste ponerme en mi lugar.
-Alguien tiene que hacerlo - comentó Marinette entre dientes, dándole la vuelta a una hamburguesa y poniendo otras dos a su lado.
-¿Para eso me has invitado a cenar, para ponerme en mi sitio?
Adrien se sentó en la mesa y estiró las piernas.
Tenía las piernas largas y delgadas, a Marinette le encantaban sus piernas.
¿Cómo había podido perder de vista el verdadero motivo por el que lo había invitado? Bajó el fuego y se sentó enfrente de él. Tenía que cambiar el tono de la conversación lo antes posible porque era evidente que todavía no podrían hablar de nada personal.
-En realidad queria hablarte de Industrias Inditex.
-Pronto no se llamará industrias Inditex.
-Ah claro. Adrien, sé que siempre has sido ambicioso, pero la persona a la que yo conocía jamás hubiera sido tan despiadada. Todavía no es demasiado tarde, ni para ti no para la fábrica. La producción ha bajado, pero la fábrica todavía no está cerrada. Todavía puedes cambiar de idea. No pasa nada por cambiar de idea, no se es menos valiente. El hombre que creó la fundacion de niños no puede hacer algo así ¿Qué está pasando en realidad?
-La fábrica no me agrada - Le dijo él acercando una mano a la de ella, pero sin tomársela, tocando en su lugar una orquídea-. Si la mantengo abierta, solo estaré posponiendo lo inevitable. Es mejor quitar la venda rápidamente.
-Eso no va a servir de consuelo a todos cuando se queden sin trabajo.
Marinette agarró con fuerza el frío hierro para intentar controlarse.
-Mi equipo legal esta trabajando bien para ofrecer buenas jubilaciones a las personas que llevan tiempo trabajando en Industrias Inditex.
-La mitad de lo que habrían recibido en circunstancias normales.
-Tal vez les hubiesen prometido más, pero no era factible.
-Eso es lo que tú dices.
-Me da igual que me creas o no- Le dijo Adrien en tono arrogante-. Te estoy dando una explicación de cortesía. No te he pedido tu opinión.
-Nunca quisiste mi opinión, sobre todo cuando más importaba - le replicó ella sin poder evitarlo.
Porque le había mentido.
Habían hecho planes de futuro. Ella había estado dispuesta a marcharse de París por él si se casaban. Pero Adrien había querido ir a Estados Unidos, un lugar demasiado grande, el último lugar en el que Marinette habría sido feliz. Y, además, Marinette se había dado cuenta de que él no quería casarse, que solo se había sentido presionado. Solo de pensarlo volvía a enfadarse.
Esa noche no había pensado mostrarse tan vulnerable, pero su genio siempre le había soltado la lengua.
Su genio o el tequila. Y dado que esa noche no había bebido, tenía que ser su genio. Oyó el chisporroteo de las hamburguesas a sus espaldas.
-Para haber seguido con tu vida, tengo la sensación de que todavía tienes rencor - comentó él, apartando la jarra con flores e inclinándose hacia delante-. Tal vez todavía sigas sintiendo algo por mi.
Por supuesto que seguía sintiendo algo por él, y eso era lo que la enfurecía. Odiaba no poder controlar sus sentimientos. Con él, seguía teniendo el mismo desorden hormonal que con quince años.
-Si cuentas la ira y la frustración como sentimientos, si, los tengo.
-La frustración se nos daba muy bien en nuestra época - Le dijo él, levantándose para ir a ponerse a su lado-. Y tengo que admitir que, cuando estoy cerca de ti... cuando te veo, cuando aspiro tu olor, vuelvo a sentirme frustrado.
Marinette sintió una nueva ola de deseo al oír aquello.
-Que te den.
Que pena que el temblor de las manos la traicionase.
-Estas muy irritable -le dijo él en tono dulce-. La abstinencia siempre te puso de mal humor, Marinette.
-Ni estoy de mal humor ni estoy abstinente- mintió ella.
El muslo de Adrien le rozó la rodilla.
-Y yo que pensaba que te estaba excitando.
-Ni lo más mínimo - volvió a mentir.
Dos años de abstinencia le pesaban en esos momentos más que nunca, teniendo la tentación tan cerca.
Adrien volvió a sonreír, con más sinceridad en esa ocasión.
-¿Te pongo a prueba, Bugaboo?
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