Capítulo Cuatro


Adrien no podía contener las ganas de besarla. Allí. En ese instante. en su jardín. En el lugar en el que Marinette habia pasado muchisimos momentos con su prometido. Tal vez Nathaniel hubiese muerto, pero había ocupado su lugar en cuando él se había marchado de la ciudad. Marinette lo había escogido, había estado con él. La idea hizo que se le revolviese el estómago.

Sin duda, el deseo que sentía estaba alimentado por la necesidad de reivindicarla como suya. Tenían temas pendientes de zanjar, Marinette y él, y no iba a desperdiciar la oportunidad de arreglar las cosas entre ambos.

La besó con firmeza.

La besó por primera vez desde que eran adolescentes. No con tanta fuerza ni tanta intensidad como deseaba, porque no podía permitir que saliese tan pronto el hombre de cromañón que había en él. En los negocios había aprendido que el éxito solía decidirse en los primeros momentos de una transacción.

Y quería que aquella tuviese éxito.

Marinette se quedó inmovilizada por la sopresa y, de repente, se le escapó un suspiro. Adrien no necesitó más para olvidarse del trabajo y concentrarse en ella.

Ardió de deseo. Enterró los dedos en su pelo suelto. Las fragancias del jardín le despertaron más recuerdos de la adolescencia.

Después puso las manos en su espalda y la apretó contra su cuerpo. Notó sus curvas y deseó quitarle la ropa y descubrir sus formas, más maduras y, aunque pareciese increíble, todavía más sexis.

La deseaba.

Cuando habían salido al jardín y Marinette le había dicho que aquello lo había hecho su prometido muerto, casi había perdido la cabeza al pensar que otro hombre le había regalado todas aquellas flores. Él siempre e había regalado flores de adolescente, incluso esos días cuando luchaban los dos juntos.

Por aquella época habría hecho cualquier cosa por verla sonreír. Cualquier cosa menos quedarse en aquella ciudad. 

Con el pasado carcomiéndole el cerebro, buscó sus labios con más intensidad. Bajó las manos todavía más, hasta llegar a sus caderas. Metió las puntas de los dedos por el dobladillo de sus pantalones cortos, donde empezaba la cremosa piel de sus piernas. Marinette gimió y él también.

Notó que le clavaba las uñas en la espalda del modo en que recordaba siempre que pensaba en ella por las noches. Cuando la deseaba. Cuando planeaba comprar toda la ciudad, a ella incluida.

Pero cuando había vuelto se había dado cuenta de que Marinette no había cambiado. Su corazón y sus valores seguían sin estar en venta.

Su sabor le inundó todos los sentidos hasta hacer que desease estar dentro de ella. Solo de ella. Se maldijo. No había sido capaz de besar a otra mujer hasta dieciocho meses después de haberse marchado de allí y cuando lo había hecho había sido porque se había enterado de que Marinette se había hecho novia de Nathaniel, al que habían conocido en el instituto. Un buen chico que siempre había dejado claro que también le gustaba Marinette.

En esos momentos, él estaba en el jardín de Nathaniel, con la mujer de Nathaniel, que estaba muerto, lo que hacía que las cosas fuesen todavía más difíciles. Porque no podía enfrentarse a él, de hombre a hombre y quitársela.

Le acarició la suave piel de los muslos mientras ella enterraba las manos en su pelo, deseó hacerla suya, averiguar por fin qué tenía aquella mujer que la hacía inolvidable. Metió los dedos por debajo de su camiseta y empezó a explorar su espalda...

Marinette retrocedió de repente, dando un grito ahogado. Tenía los labios henchidos y húmedos.

-No...-balbució, levantando una mano temblorosa-. No...

A Adrien no le sorprendió que actuase así. Marinette la había estado mandando señales contradictorias desde el día en que habían empezado a salir.

Le había prometido que lo amaba y le había dicho que se iría de París con él, pero cuando habían hablado en serio de mudarse, se había asustado. Y él se había dado cuenta de que, aunque lo acompañase, solo podría ser feliz en un lugar idéntico a París.

Hasta le había propuesto casarse con ella, a pesar de que la idea le había dado mucho miedo. Entonces, lo había dejado en el último momento. Adrien había aguantado dos años antes de volver a buscarla, pero ella ya había pasado la página.

Un año después que él se marchase había empezado a salir con Nathaniel y se había comprometido con él un año más tarde.

Adrien se metió los puños cerrados en los bolsillos.

-No te he invitado para esto- le dijo Marinette.

-¿Estás segura?

-Por supuesto que si- le respondió, agarrándose al respaldo de una silla porque estaba mareada-. Me han reclutado para que hable contigo de Inditex.

-¿Te han reclutado? - repitió Adrien, sintiéndose como si le acabasen de echar un jarro de agua fría por encima-. Ah, claro.

Ya había imaginado que querría hacerle cambiar de opinión, pero jamás habría pensado que otros intentarían utilizarla para incluenciarlo. Las personas que lo rodeaban se habían dado cuenta que Marinette era una debilidad para él y eso era intolerable.

Se acercó a ella y estudió su pelo alborotado.

-Puedes ahorrarte la saliva, Marinette.

Odiaba a Arnaldo Ortega por lo que había hecho con su familia. Él había sido el culpable de la desaparición de su madre y de que su padre tuviera que recurrir a usar el Miraculous de la mariposa para tener el poder suficiente de traer a su madre de vuelta.

-Nadie va a convencerme de que mi madre no desapareció por culpa de ese desgraciado. 

Justo en la lucha final contra Hawk Moth, Ladybug y Chat Noir quedaron mal heridos. Al despertar Adrien en la habitación del hospital fue que recibio la noticia de su padre, el era el verdadero villano detrás de la máscara de Hawk Moth. Nunca se pudo recuperar de ese golpe tan grande, al pedirle explicaciones a su padre Gabriel no quiso entrar en detalles. 

Cuando Gabriel estaba a punto de obtener los miraculous para poder recuperar al amor de su vida con ellos, ya había sido demasiado tarde.

Se oyó el ruido de un coche en la calle y Adrien contuvo su ira. Apretó la mandíbula e intentó controlar la furia, contra Amancio Ortega y contra la persona que había querido que Marinette hablase con él.

-Por mucho que te desee, no voy a perder de vista mi objetivo aquí.

Ella dio un grito ahogado.

-¿Me estás acusando de haber querido seducirte a propósito?

A Adrien no se le había pasado aquella idea por la cabeza, hasta entonces. Y al verla tan enfadada, supo que no tenia sentido.

-No, estoy acusando a otras personas de utilizar la obvia atracción que siento por ti.

Marinette se mordisqueó el labio inferior y luego tomó aire.

-De todos modos, habría hablado contigo de tema. Tu manera de actuar, las cosas que haces no tienen sentido... me confundes. Te veo tan como siempre y tan distinto al mismo tiempo.

-Soy el mismo.

-A veces, casi me lo creo.

Se dio la vuelta para sacar las hamburguesas. Se sentía exasperada.

-Entonces, confía en tu instinto.

Sobre todo, si este la llevaba hasta su cama.

Ella le dio la vuelta a las hamburguesas y les puso una loncha de queso encima sin dejar de darle la espalda.

-Tu dedicación a la fundación me parece real. En el poco tiempo que lleva funcionando en París, ha ayudado a muchas personas...

-¿Y?

Marinette suspiró.

-¿Qué no entiendo cómo puedes ser al mismo tiempo el hombre que hace tanto bien y el hombre dispuesto a dejar sin trabajo a cientos de personas?

Bajó las manos y echó la cabeza hacia delante para mirarlo de reojo, una actitud poco habitual en ella, siempre tan directa.

-¿Sigue estando ahí el chico al que recuerdo del que me enamoré aquel día de lluvia? ¿Queda algo de él?

¿Qué había en su voz, esperanza o condena? En cualquier caso, Adrien no iba a discutir con ella sus prácticas empresariales no le iba a dar un informe acerca de los puestos de trabajo que creaba ni de las aportaciones que hacía a obras sociales. No tenía que justificarse con ella. Esa noche estaba allí para otra cosa.

-Hay una manera de averiguar lo que quieres saber de mi.

Marinette se giró hacia él despacio, con cautela.

-Si crees que vamos a volver a besarnos, o a hacer algo más... ya puedes ir olvidándolo.

-Pasa tiempo conmigo.

-¿Qué has dicho? - Le preguntó sorprendida.

-Que salgas conmigo - le dijo, agarrándola por los hombros-. Dame la oportunidad de llevarte a todos los lugares a los que te prometí que te llevaría.

-Vaya, espera - contestó Marinette, levantando las manos para apoyarlas en su pecho, pero dándose cuenta de lo que iba a hacer y volviendo a bajarlas, retrocedió-. ¿Me estás proponiendo que retomemos nuestra relación donde la dejamos? Eso es imposible.

Adrien se acercó más a ella.

-Te estoy diciendo que si quieres que cambie de opinión acerca de Inditex, tienes una oportunidad.

Marinette dudó, pero no dijo que no.

-¿Cuánto tiempo tengo?

-Puedes intentar convencerme mañana - Le dijo él, sabiendo que eso no ocurriría.

Ella soltó una carcajada y tomó la espátula.

-No creo que sea posible.

-De acuerdo, a ver qué te parece esto...

Adrien decidió establecer un plazo breve, pero en el que le diese tiempo a conseguir lo que quería; tener a Marinette en su cama.

-Todo el mundo habla del cumpleaños de tu abuela, que es a finales de esta semana. Ambos tendremos esta semana para convencernos el uno al otro de nuestros argumentos. Si te parece, podemos empezar cenando juntos mañana.

Marinette lo miró con desconfianza mientras jugaba con la espátula. Luego se giró hacia la parrilla, sacó las hamburguesas y las dejó en una bandeja.

-Mañana no puedo.

Se le daba fatal mentir. siempre había sido así. Pero Adrien decidió dejarlo pasar porque sabia que, al final, ganaría él.

-Entonces, pasado mañana, en Jacques', y después de eso pasaremos tiempo juntos todos los días.

Con la bandeja sirviendo de barrera entre ambos, Marinette se mordió el labio inferior.

-¿Saldremos juntos unos días y ya está? ¿Sólo pasaremos tiempo juntos? ¿Y hablaremos de la posibilidad de mantener la fábrica abierta?

Él le quitó la bandeja de las manos y la dejó en la mesa. Volvió a ponerle las manos en los hombros y la miró a los ojos azules, que parecían confundidos.

-No me estás escuchando, Mi Lady. Te he dicho que cada uno le presentará su caso al otro. Podrás hablarme de Inditex - le dijo, acariciándole el cuello con el dedo pulgar-. Yo por mi parte, te convenceré de que tengamos esa noche de pasión desenfrenada que nos negamos hace muchos años.

..........

Mientras conducía hacia la mansión de los Ortega, donde estaba su abuela en una reunión, Marinette pensó que no sabía lo que le iba a decir a su abuela acerca de su conversación con Adrien. Y sin duda alguna, Gina Dupain iba a pedirle respuesta acerca de cómo había transcurrido la noche anterior. 

Después de haberle hecho la propuesta de acostarse con ella, Adrien había retrocedido y se había comido su hamburguesa, pero había estado devorándola con los ojos toda la noche. Luego se había despedido educadamente, sin volver a tocarla ni a besarla.

Marinette se había pasado toda la noche dando vueltas en la cama, recordando vívidamente la primera vez que Adrien la había besado. Él la había sorprendido después pasando a recogerla por el trabajo para que no tuviese que volver en autobús a casa. Habían terminado cenando en un lugar de comisa casera, el Busted Bluff.

Ambos habían crecido en París, pero no habían tenido contacto hasta aquella noche de enero, en su último año de instituto, la noche en que habían salido juntos por primera vez y todo había cambiado... cuando descubrieron sus identidades...

........................

Tumbada en el asiento de atrás del Chebrolet de Adrien, Marinette se empapó de la luna, de las estrellas y de la oportunidad de estar por fin a solas con el chico con el que llevaba años fantaseando.

Él le dio un beso en el pulso acelerado de la muñeca, justo donde se la había roto en segundo.

-Siento no haberme portado mejor contigo aquel dia en el patio.

A ella le tembló la mano. Toda ella se echó a temblar al notar sus labios en la piel.

-Te perdono.

-Gracias, Marinette...- Le contestó él, acariciándole con una sonrisa la sensible piel de la muñeca.

Luego fue subiendo por su brazo hasta llegar a la nuca. Y por fin, por fin, inclinó la cabeza hacia ella, tapándole la luna y las vistas de París, hasta que solo estuvieron ellos dos en su pequeño mundo.

La besó en los labios con más ternura de la que Marinette había esperado, teniendo en cuenta que era un chico duro. En esos momentos, solo podría ver en él todo lo bueno que había esperado y sabido que tenía.

Notó que le acariciaba los labios con la lengua y lo abrazó por el cuello, entregándose entera a aquel beso. Le tocó el pelo como había imaginado que lo haría muchas veces. Aquel era el Adrien de sus sueños, el hombre que formaba parte de sus fantasias diarias.

Marinette se había dicho a sí misma que era solo un enamoramiento de adolescente. Un enamoramiento que estaba durando  mucho tiempo y que solo su abuela había intuido. Adrien no estaba a su alcance, era un chico popular que salía en revistas y era el modelo juvenil de Gabriel's.

Esa noche Adrien estaba allí con ella. Besándola.

Acariciándole la espalda de manera que tenía toda la piel de gallina. Haciendo que desease apretarse contra él y pedirle más.

Los botones de su chaqueta se le clavaron en la piel al acurrucarse contra él. Metió las manos por debajo y estiró de su camiseta.

Y, de repente, notó aire freso. Adrien se había apartado. Su pecho subía y bajaba rápidamente, le había puesto una mano en el hombro. Era como si quisiese mantener la distancia entre ambos, pero no pudiese dejarla marchar del todo.

Marinette intetó orientarse, pero las luces de París giraban en el horizonte. Soltó la camiseta de Adrien y alisó el algodón caliente.

Qué músculos.

Él gimió suavemente de placer y Marinette le clavó un poco las uñas.

-Ay, mi Lady, esto no está bien. ¿Ahora eres tú la gatita? - le dijo en su voz baja, abrazándola de todos modos.

Ambos estaban respirando con rapidez. Marinette notó los golpes de su corazón en la oreja. Tragó saliva aliviada. No era la única que se sentía así. Él también la deseaba.

Tal vez hubiese sido una insensatez ir allí aquella noche. Su abuela la regañaría, le echaría un sermón interminable si se enteraba.

Pero Marinette no podía evitar oír como una voz esperanzada le susurraba al oído que tal vez todas sus fantasías acerca de Adrien, acerca de ambos, pudiesen convertirse en realidad...

..................

Marinette se sobresaltó al volver al presente nada más atravesar la entrada de la mansión de los Ortega y detener su pequeño auto. Sus fantasías acerca de Adrien no se habían hecho realidad ni habían evolucionado la noche anterior.

Adrien la había dejado muy confundida y, sobre todo, sexualmente frustrada en la puerta de su casa. Una puerta muy pequeña, sobre todo, en comparación con la mansión que tenía delante.

Detuvo el coche y estudió todos los arcos y ventanas que ofrecían unas multimillonarias vistas al río Sena. Engalanado con una piscina y varias pistas de tenis.

Aunque lo que más le llamó la atención a Marinette fueron los magníficos jardines.

Apagó el motor y dejó las llaves en el asiento. Salió y miró hacia la zona del jardín en la que había una ruta. Las palmeras susurraban sobre si cabeza. Había quedado allí con su abuela. Se suponía que Gina habría terminado ya la reparación con el chef de la familia Ortega acerca de los últimos detalles de su fiesta de cumpleaños. Aquel era el regalo que le había hecho Amancio Ortega por haber sido su secretaria durante tantos años.

-¿Puedo ayudarla en algo señorita Dupain-Cheng?

Marinette se giró y vió a Luka Couffaine,que estaba detrás de una fuente con forma de caballo.

Marinette había estado allí muchas veces a lo largo de los años y había oído hablar que la familia de Juleka eran muy amigos de los dueños de empresas Inditex. Aunque jamás había imaginado encontrarse al mayor de los hermanos, Luka era muy popular entre las chicas del instituto cuando ellos estudiaban. Era realmente atractivo para ese entonces, tanto que hasta la misma Chloe habría dejado su encanto con Adrien por aquel apuesto chico. 

La había llamado señorita Dupain-Cheng pues le tenía mucho respeto a las amigas de su hermana.  Siempre era muy correcto y respetuoso.

-Llámame Marinette, Luka - Le pidió, adentrándose en la vegetación.

El olor a flores y a sal casi la tranquilizó.

-Por supuesto - respondió él observándola-. ¿Estás perdida?.

-Se suponía que tenía que recoger a mi abuela y me dijo que me esperaría en el jardín cuando terminase de hablar con el chef, pero no la veo.

-Creo que sigue adentro, hablando con el señor Ortega. No creo que tarde.

-Gracias.

Marinette miró a su alrededor, un poco apenada por la sorpresa de haberse encontrado aquel chico, que alguna vez la hizo dudar de su amor hacia Adrien.

-El jardín es precioso.

-Si lo es, vengo aqui de vez en cuanto. Sabes que el Señor Ortega es como un tio para mi, mis padres son muy amigos de él.- comentó sonriendo-. Me han contado que te has reunido con Adrien de nuevo.

A pesar de tener a todas las chicas del instituto locas por él, a Luka solo le interesaba una en específico, aquella chica que hacía que su corazón latiera cada vez que la veía, pues si, era la misma que tenía justo frente a sus ojos. Marinette siempre le atrajo. Una chica dulce y quizás un poco torpe pero a su vez era bastante tierna y agradable, además que su padre era el mejor pastelero de toda París por sus famosos croissant.

Y aunque sabía que Marinette tenía otros admiradores él no dejaba a un lado sus sentimientos y hacía todo para que ella le prestara un poco de atención. La competencia era muy grande pues Nathaniel ya se le había confesado y él notaba cómo se ponía Marinette al estar cerca de Adrien.

Su amor hacia ella no fue un secreto para Juleka y Rosita, pero hasta su misma hermana se negaba a ayudarlo pues sabía que Marinette siempre estuvo enamorada de Adrien. Al confesarse a Marinette, ella se preguntó si Adrien estaría interesado en ella, pero después se habría enterado de la identidad de su compañero de luchas lo que el cuadrado de amor se había roto y así nacería un nuevo amor.

Intentó concentrarse en la conversación que estaba teniendo con Luka.

- No tienes que responderme si no quieres, se que es algo privado lo que puedas hablar con él.

-No, no te preocupes, no viene al caso igual. Ahora estamos hablando los dos, no tiene porque Adrien entrar en nuestra conversación, creeme.

Luka rió un poco por que sabía que a Marinette le incomodaba que él se enterase si ella y Adrien tenían algo, ya habían pasado siete años de aquel entonces, luego Marinette se había comprometido con Nathaniel. Así que ya no venía al caso su amor por ella, en cambio empezó a interesarse por otras cosas y otras personas. 

-Luka, ¿Puedes perdonarme todo aquello que te hice pasar en el instituto?

-Mi querida Marinette, todo es cuestión de tiempo. ¿Sabes? el tiempo sanó muchas heridas en mi y no podía obligarte a estar conmigo. Ahora que te veo me alegra que estés bien.

-Es bueno verte luka, en serio, muchas gracias por tu amistad - Le dijo Marinette-. Ahora, voy a ver si encuentro a mi abuela. Que tengas un lindo día.

Se giró hacia el camino de piedra que llevaba a la puerta principal de la casa.

-¿Señorita Dupain-Cheng?- Le llamó Luka

Ella se giró.

-¿Si?

-Toma- Le dijo, dándole una flor.

- Gracias - Contestó ella, aceptando la flor algo apenada.

Su fuerte aroma le recordó la cena que había tenido con Adrien en su jardín.

Le recordó cómo había besado a Adrien.

Mientras subía las escaleras que daban a las enormes puertas de la casa, intentó apartar aquello de su mente y se centró en encontrar a su abuela. Esta tenía el olfato tan fino que seguro que se daba cuenta del estado en que la había dejado Adrien y le hacía un interrogatorio.

Sonrió al mayordomo, que le abrió la puerta y la acompañó hasta la puerta de la biblioteca antes de desaparecer en el salón. Era una casa impresionante, de eso no cabía la menor duda, pero un poco demasiado fría y demasiado "perfecta" para ella.

La puerta estaba solo vuelta y como los techos eran tan altos los ruidos retumbaban-

-Amancio - decía Gina, cuya voz era inconfundible -, tienes que hablar con Adrien. Tienes que contarle la verdad y aclarar las cosas antes que sea demasiado tarde.

Marinette se quedó inmóvil. Odiaba escuchar a escondidas, pero al oír el nombre de Adrien, no pudo retroceder ni tampoco abrir la puerta para detener aquella conversación. ¿Qué era lo que tenían que decirle a Adrien?

-Se que tienes razón, Gina. - respondió Amancio Ortega-, pero todavía no tengo valor para hacerlo.

-Bueno- continuó su abuela- pues han pasado cinco meses desde que volvió a la ciudad, amigo mío. Creo que ya va siendo hora de dejar de esperar a tener valor, de esperar de que llegue el momento adecuado, y hacerlo.

-No sería el único afectado por esa verdad. Tengo que pensar en cómo decírselo a los demás.

-También tienen derecho a saberlo.

Marinette se sobresaltó al oír pisadas en las escaleras que tenía encima. Levantó la vista rápidamente y vio bajar a una sirvienta, que iba limpiando los marcos de los cuadros. 

Llamó a la puerta de la biblioteca, que se abrió. Su abuela y Amancio Ortega estaban muy cerca del otro. Ortega se estaba agarrando el puente de la nariz. 

Marinette aclaró la garganta y avanzó.

-Hola.

Ellos se separaron. La abuela Gina se llevó el bolso al pecho y Amancio bajó la mano. Tenía el ceño fruncido.

-¿Abuela? - dijo Marinette, entrando despacio -. ¿Has terminado? Hemos quedado en para ver dónde quieres que pongan las mesas y la carpa.

-Por supuesto, cariño - Contestó Gina, acercándose hasta donde estaba su nieta, haciendo ruido en el suelo con sus tacones bajos.

-Señor Ortega- añadió Marinette, asintiendo tensa a modo de saludo.

Nunca se había sentido cómoda cerca de él. Tal vez por lo que Adrien pensaba sobre su persona, pero, al mismo tiempo, le daba pena.

-Espero que esté teniendo un buen día- le dijo.

- ¿Jubilado? - replicó él -. No tengo nada que hacer.

Su abuela sacudió la cabeza.

- Deberías dejar de pensar en el trabajo y pasar más tiempo con tus hijos - dijo, agarrando a Marinette del brazo y dirigiéndose a la puerta -. A la familia hay que cuidarla y alimentarla.

Necesitaba hacer algo. Tenía que tomar las riendas en su vida ¿Y si le hacían daño? Bueno, en esos momentos no se le ocurría nada más doloroso de lo que ya había pasado, la perdida de su prometido y de su Kwami.

¿De verdad estaba preparada para volver a salir con un hombre? O, lo que era más importante ¿Podría salir con Adrien Agreste?

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Nota de la autora:

¡Hola chicos y chicas! disculpen por la espera, se que es tarde pero aún estaba a tiempo. Todavia está en proceso este fanfic y tenía que cambiar algunos detalles es por ello que tardé en subirlo. Espero hacer 6 capítulos más. Más adelante veremos que más se me ocurre ¿Les gustó el cap? Cuéntenmelo en los comentarios ♥

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