Capítulo 50 🔞

"El amor es una amistad con momentos eróticos." —Antonio Gala.

***

No supe en qué momento ya nos encontrábamos en el auto, o de lo rápido que manejo para llegar a casa y eso sin decir, de lo emocionado que está que ni su propia sonrisa puede ocultar, solo supe que cuando cruzamos la puerta de nuestra habitación, mordisqueo mis labios logrando que mi piel se calentara a punto de dejar soltar un gemido, empezó a besarme con tanto placer que no puse resistencia al acorralarme contra la pared; me dio una mirada de arriba hacia abajo hasta que su mano empezó a tocar mis muslos en donde con lentitud fue subiendo dejando unas caricias que lograron que mi corazón casi se saliera de mi pecho.

—Ve a darte un baño. —Le susurré con la voz entrecortada.

— ¿Qué? —Se extraño con aquella orden.

—Si no te das un baño, no te daré tu sorpresa. —Deje un beso en su cuello.

Con un resoplido y murmuraciones de las que entendí perfectamente al reclamar porque debería darse una ducha, se fue directamente al cuarto de baño en donde pronto, fui la siguiente en sacar un nuevo traje del cual me lo llevé mientras me iba a dar una ducha ligera a la siguiente habitación que se encuentra al lado. En esta ocasión, tuve que ser muy precisa con mis movimientos y mi tiempo, no sólo para no hacerle mucho de esperar sino para no seguir aguantando las ansias de poder estar con él.

Me di un baño, me cambié de ropa y me puse un traje sensual del que al verme al espejo, sonreí de una forma pícara al saber que esta noche nos volveremos a divertir: a penas me pude poner un poco de maquillaje antes de salir de la habitación y escuchar como antes de abrir en su totalidad la puerta, me nombraba para saber dónde me encontraba.

Tome una gran bocanada de aire antes de empezar con el espectáculo, por lo que abriendo más la puerta, empezó a moverme dentro de la habitación logrando captar de forma inmediata su atención, en donde no deja de verme de cabeza a pies a punto de abrir su boca a pesar de que esta no revela ni una palabra a no ser de un sonido frustrado del que pronto veo como debajo de su pantalón deportivo de algodón crece su miembro.

— ¿Qué tal me veo? —Doy un giro para que pueda verme.

—Jodidamente sexy. —Traga hondo.

Suelto una sonrisa encantadora al ver que su cumplido suele ser tan cierto cuando me he vestido de conejito, bueno, más bien solo tengo la capa de conejo porque en sí, estoy usando una lencería blanca de encaje en donde hay partes transparentes que revelan mi piel; me voy hacia él donde sin esperárselo me pongo a horcadas ocasionando que nuestros cuerpos estén a unos centímetros de rozarse. Sus ojos se dilatan y dejo que sus dedos empiecen a rozar mis cremosas piernas las cuales me he puesto crema de coco, la cual, su olor suele ser tan vivo que puedo sentirlo a través de la habitación.

— ¿Qué tienes en mente, coniglietta[1]? —Su voz cambia por una más sensual.

—Tengo muchos planes para ti, bambino. —Pongo mis manos en sus hombros. —Pero está noche, seré una chica muy mala. —Eleva una ceja.

—Mmm, ¿qué tan mala? —Busca una respuesta.

—Tan mala que no permitiré que olvides esta noche. —Mordí su labio inferior antes de retirarme de su regazo.

Voy hacia mi maleta para sacar un artefacto que vi en la tienda de lencería, antes de que pueda verlo, lo vuelvo a tocar tendiendo la seguridad de que no se negara a probar mi plan. Siento su mirada en mi cuerpo a punto de que al enderezar mi espalda, se escucha el pequeño tintineo del chocar de las esposas, por lo que, dándome la vuelta, le doy una mirada a Phillipe quien engrandece los ojos cuando se da cuenta a lo que quiero jugar.

—Así que, quieres jugar, ¿no? —Asiento.

—Pero no soy yo quien las usará —le tiro la indirecta.

— ¿En serio? —Se percata de lo que digo. —No sé, quiero tocarte y eso me lo impedirá. —Duda de mi intención.

—Prometo darte los mejores orgasmos esta noche, bambino. —Le susurro cerca de su oreja.

— ¿Segura? —Parece retractarse de sus dudas.

—Segurísima. —Dejo una mordida en el lóbulo de su oreja.

Bufa a punto de que acepta mi petición; le hago un gesto para que pueda ponerse cerca del cabecero de la cama, en donde entre las gruesas barandillas que tiene, empiezo a abrochar su mano izquierda contra una vara, luego, prosigo con la otra en donde al verlo sujeto en la cama y sin poder utilizar sus manos por las esposas, un fuego se intensifica en mi interior al saber que yo tengo el mando en esta ocasión.

Me desabrocho el pequeño botón que mantiene sujeta la capa de conejo para sentir como esta cae al suelo, le dejo ver más la lencería la cual me resulta muy sexy; le doy una mirada en donde sus ojos ya se encuentran brillando de lujuria, pero en vez de acercarme a él, termino por ir a un sofá reclinable que hay en la habitación en donde de uno de sus bolsillos laterales saco otro juguete sexual, del cual al mostrárselo, veo como sus ojos otra vez se engrandecen y se remueve en la cama en donde gruñe al ver que no tiene la suficiente movilidad.

— ¿Preparado para la función? —Le digo cogiendo el vibrador.

—Des... —Su voz casi parece suplicante.

Paso primero el vibrador por mi cuello sintiendo como esté me transmite unas pequeñas cosquillas de las que disminuyen cuando va bajando por mi clavícula, pero cuando los paso por encima de mis senos, suelto un par de gemidos que sé que para él son una exquisitez. Se relame los labios y su boca queda entre abierta como si quisiera decir algo pero no puede, bajo en vibrador por mi abdomen, ombligo y vientre a punto de llegar a mi parte deseada.

— ¡Ah!

Suelto un jadeo cuando lo paso por encima de la tela de mi tanga, muerdo mi labio y no dejo de verlo mientras que el vibrador pasa rozando mis pliegues, abro más las piernas para que pueda verme, pero eso solo provoca que él haga sus manos unos puños y quiera desatarse del agarre de las esposas.

—Joder... —Gruñe.

Retiro un poco mi tanga y esta ocasión, si paso el vibrador por mis labios femeninos; mi cabeza cae hacia atrás logrando que lo siguiente sea mi espalda contraerse de la sensación vibrante del objeto; el corazón se me acelera más en donde mis piernas son las siguientes en flaquear al sentir como el juguete logra acariciar mi clítoris que empieza a hincharse. Gimo y aprieto mis labios en el instante en que subo el máximo de las vibraciones, me paso el objeto por todo el alrededor de mi vagina, disfrutando mi propio juego que solo consiste por el momento, en que él admire el placer que puedo provocarme.

—Súbelo más arriba, amore mio —suplica.

— ¿Aquí? —Apenas puedo utilizar mi voz.

—Un poco más... —Insiste.

— ¡Oh sí! —Gimo al dejarlo en la cabeza de mi clítoris.

—Des... Quítame las esposas. —Me pide de favor.

—No bambino, te dije que sería una chica mala. —Le dije con una voz maliciosa.

Mientras me proporcionaba placer con un vibrador, sentía como una descarga eléctrica iniciaba a correr por todo mi cuerpo, deseaba poder tener algo más con que jugar, pero solo pude utilizar mi otra mano para pellizcar mis pezones o deslizar dos dedos dentro de mí al sentirme mojada. Cerré los ojos y seguí pasando el aparato por mis labios vaginales y por mi clítoris; miraba de reojo a Phillipe, descubrí que su resistencia es su peor enemigo más cuando se trataba de ver un espectáculo en donde no le es permitido tocar.

Subí al último nivel las vibraciones de las que me hicieron elevar la pelvis al tener calambres provocados por el juguete, mordía mi labio a punto de pensar que Phillipe era quien me pasaba el objeto por mi feminidad, quien también me decía cosas calientes al oído y que pronto empezaría a tocarme.

Solté un grito de placer al llegar a mi orgasmo, mi pecho no fue el único que subía y bajaba con intensidad, sino que también el suyo, el cual, se movía con ligereza. Soltó un suspiro desesperado como si quisiera ya poder poseerme pero tendría que esperar un poco más para poder llegar a liberar su clímax. Dejé el vibrador en una mesita de noche para recordar que luego debía de irlo a lavar, por lo que acercándome a él, fui gateando en la cama a punto de ver su enorme bulto que podría romper su pijama al estar engrandecido.

—Destiny... —Puse mis ojos en él —Tómame, por favor.

Negué con mi cabeza antes mientras fui pasando mis manos por sus piernas, por sus muslos y por último, por encima de su miembro; dejó ir la cabeza hacia atrás en donde sentí como subió su pelvis para que siguiera tocando, pero en vez de eso, mis manos recorrieron su estómago, abdomen, pecho y cuello. Me puse en su regazo, sintiendo como su pene se encontraba cerca de mi centro, lo único que nos separaba son nuestras ropas, pero sabía que pronto estás iban a desaparecer.

—Serás todo mío, Phillipe Rizzo. —Susurré en su oído antes de soltar una risita maléfica.

Bese su cuello logrando dejar mordiscos en todo su alrededor ocasionando que apretara su mandíbula, intento besarme cuando acerque mis labios a los suyos pero no se lo permití, en vez de eso, solo deje que mi lengua pasara por estos saboreando su intrépido sabor; me quite de su regazo para quedarme parada fuera de la cama, le di una mirada y estuvo a punto de decir algo cuando antes de objetar, puse mi dedo índice sobre mis labios para que callara; sé lo mucho que se está conteniendo, pero no sabía cuánto duraría aunque me gustaba ver como en esta ocasión, tenía el máximo control de todo.

Agarré los laterales de su pantalón junto con sus calzoncillos para irlos bajando de poco a poco, en donde al hacerlo pude ver su enorme miembro del que ya revelaba una excitación que se empezaba a descontrolar; le di una mirada y sonreí, hasta que lo cogí con mi mano para poder acariciarlo.

— ¡Joder, Des!

Otra vez el sonido de las esposas chocas contra las varas se escuchó al querer levantarse al sentir como mis labios lo fueron recorriendo de abajo hacia arriba, hice presión con ellos dejando que pudiera sentir las sensaciones que le propiciaba hasta con mi lengua. Use con cuidado mis dientes a fin de que no le hiciera daño, sin embargo, empezó a tener espasmos constantes que ahora si soltaba gemido tras jadeo constante, escuchar mi nombre de su boca fue glorioso y me daba la iniciativa de seguirlo tomando con mi boca.

— ¡Eso es! ¡Sigue!

Movía mi boca más rápido a punto de que aproximé más su orgasmo, pero en vez de hacerlo llegar me detuve y vi en sus ojos el desconcierto que hizo que empezará a reprocharme por no dejar que terminará.

—No te vengas —le mencioné —, si lo haces, el juego acaba. —Le advertí.

—Pero... —Otra vez, puse mi dedo índice entre mis labios para que callara.

—Aquí, soy yo la que llevo el juego. —Le dije con voz autoritaria. —Y tomaré todo lo que quiera de ti hasta extasiarme.

Su manzana de Adán se movió al tragar fuerte, sabe que cuando quiero algo lo cumplo y esta es otra ocasión para hacerlo. Nuevamente jugué con su miembro sabiendo que se estaba conteniendo a la tortura placentera que le estaba propiciando con mi boca, amaba ver como su espalda se erguía o como su cara se contraía al recibir un nuevo espasmo; sin embargo, antes de poder proseguir, me detuve y otra vez volví a su regazo, en donde dejé que mi vagina encima de su pene.

—Dime lo que quieres. —Le dije acariciando su pecho.

—Follame... —Lo dijo casi sin voz.

—No te escuche —le dije con un gesto de espera.

— ¡Follame Des! —Gritó.

—Eso bambino, te follare hasta que tu cuerpo convulsione de placer por mí.

Hice a un lado mi tanga para colocar su pene en mi entrada, fui bajando lentamente en donde él soltó un suspiro de satisfacción pero en verdad, solo era el comienzo de lo que vendría; empecé a moverme lento, tanto que deseaba que sintiera mi calor y la necesidad que disfrutaba tenerlo dentro de mí: me agarre de sus piernas e hice mi cuerpo hacia atrás logrando que mis pechos se alzaran a fin de que tuviera una vista de todo mi cuerpo; pasaba mis manos por todo mi torso hasta que me acariciaba mis senos; el calor empezó a quemarme que me quite el sostén y lo tire a un lado de la cama, otra vez, mis manos acariciaron mi cuello en donde las fui bajando hasta irme pellizcando los pezones en donde observe como él no dejaba de verme.

— ¿Te gusta lo que ves? —Dije con un tono malicioso.

—Quiero ser yo quien te toqué —negué.

—Si te comportas, dejare que me toques y... —me acerque a su rostro —puede que tomes el mando. —Bese la comisura de sus labios.

La frustración en su rostro me erizo la piel, supe que una vez que le quitará las esposas, él llegaría a tomar posesión de mi cuerpo de una forma superficialmente intensa de la que es probable que este esperando pronto, ya que mi objetivo de ello, es que él pueda volverse impaciente a punto de que no resista más poder estar bajo mi dominio.

Empecé a bailar encima de su cuerpo mientras me seguía penetrando, movía mis caderas de diversas formas que sentir como su miembro me golpeaba en puntos sensibles que me hicieron jadear. Sus mejillas se tornaron rojas que seguía manteniéndose cuerdo para no llegar al orgasmo, la tensión que mostró su cuerpo se intensificó y su respiración se entrecorto; me movía más rápido a punto de que sus puños se volvieron blancos al presionarlos de una manera fuerte, lo nombre repetidas veces con la intención de que supiera que pronto llegaría a mi segundo orgasmo, pude ver como se contrajo y apretó sus ojos.

— ¿Quieres correrte? —Le pregunte con la voz agitada.

— ¡Por supuesto! —Apenas pudo responder.

—Contaré hasta tres y quiero que te vengas conmigo... Uno... —Se relamió los labios. —Dos... —Parecía anhelar el último número. —Y... —Alargue la espera. — ¡Tres!

Nuestros cuerpos convulsionaron a punto de que caí en su pecho mientras recuperaba la respiración y mi corazón se recomponía de aquel azote y culminante clímax que tuvimos; sonreí con felicidad al saber que eso fue totalmente divertido y placentero, más al verlo a él indefenso por no poder hacer lo que desea.

Me levante de su regazo para caminar en dirección a mi cartera, en donde antes de poder buscar las llaves de las esposas, estuve bailando de una forma sensual mientras movía mis caderas de un lado hacia el otro y viera la única prenda que me quedaba: la tanga de mi lencería. Supe que sus ojos no dejaron de ver en ningún momento mis movimientos, es más, al inclinarme para tomar mi cartera, alce mi trasero para que pudiera verlo expuesto.

Fui nuevamente a él mientras que me colocaba otra vez en su regazo, sus ojos se encuentran dilatados logrando que su pupila se haya agrandado para ocultar el color de su iris; antes de soltarlo, me acerco para besarlo de una manera paciente y lenta, la cual no está funcionando para él debido a que sus besos se vuelven insistentes queriendo que nuestros labios no se separen.

— ¿Quieres seguir así? —Me mofe de él.

—Destiny, suéltame ya. —Dijo con firmeza.

No me detuve más en buscar los agujeros para insertar la llave y hacer que sus manos se suelten del agarre de las esposas, tuve un cosquilleo cuando su lengua tocó mi estómago, en donde dejé ir un gemido al provocarme de una manera salvaje. Su primera mano se desata en donde puedo ver como esta se encuentra un poco ceñida, a los minutos, su otra mano cae pero al querer darle un masaje, suelto un jadeo espontáneo cuando recibo un azote en mi trasero de su parte; como si fuera un tigre acorralando a su presa, pronto me deja caer en la cama para él ponerse encima de mí, sujeta mis manos para ponerlas encima de mí cabeza y me da una mirada de arriba hacia abajo.

—Mi turno, amore mio. —Dice con una sonrisa maléfica.

Con su otra mano empieza a rozar sus dedos desde mi cuello bajando por todo mi torso, masajea mis pechos logrando que ahora sea yo la que saque unos suspiros de mi boca al darme cuenta que aunque me imagine que mis manos son las suyas, jamás su tacto se igualará al de nadie.

— ¡Phillipe!

Acaricia mis labios vaginales pasando un solo dedo en ambos en donde los roza de arriba hacia abajo ocasionando que la sensación me nuble mi conciencia, mete dos dedos despacio y puedo sentir como busca mi punto G, haciendo que me contraía repetidas veces al tocar lugares de los que me ha puesto sensible la carne.

—Estas mojada, resbaladiza y caliente, ¿sabes lo que eso significa? —Abro la boca pero de ella no sale ni una palabra. —Que te follare duro y fuerte hasta que sientas que no puedes más.

Para que imaginar que eso no sucederá cuando en verdad cumple con sus palabras, ya he probado ese delicioso dolor que mis piernas siguen tolerando a pesar de que me lleve un buen tiempo en poder mantenerlas juntas sabiendo la experiencia que me llevé al estar de esa manera.

Lamió mis senos y los mordisqueo antes de meterse uno primero a su boca, pareció saborearlos a punto de succionarlos, repitió el gesto con el otro logrando que viera como dejaba rojos y erectos mis pezones; roce mi pelvis cerca de su estómago haciendo que él riera al saber que nuevamente estaba esperando que me penetrara, pero el momento no llegó rápido, en vez de eso, se limitó en darle atención a mis senos como si fueran las únicas partes erógenas en donde puede darme placer.

—Amo tus senos, son perfectos —sonreí con orgullo al escuchar su elogio.

—Tengo otras partes del cuerpo en donde puedes darle atención —le sugerí.

— ¿Ah sí? —Pareció pensarlo. — ¿Cómo está?

— ¡Sí!

Mis piernas temblaron al sentir como masturbaba mis clítoris, fue el siguiente en ser atacado mientras que su dedo lo mueve con tanta rapidez que abría cada vez más mis piernas, por un momento dejé de respirar y me mordí el labio porque las sensaciones me estaban llevando al paraíso; enrolle mis piernas en su cadera pero me las bajo como si no intentará buscar rápido la penetración, en vez de eso, se llevó el dedo pulgar a la boca para luego pasarlo por encima de mí clítoris sintiendo como lo humedecía.

—Phillipe... —Me calla la boca con un beso.

—Ahora soy yo quien no desea que te corras —dice despacio.

— ¿Qué pasa si lo hago? —Lo reto entre jadeos.

—Sé cuándo estás por llegar al orgasmo, así que, ni se te ocurra hacerlo porque continuaras sola sin que te proporcione más placer. —Me advierte.

Renuente, maldigo entre dientes su petición. Contengo todo mi sistema para poder evitar el orgasmo que ya está ocasionando que mis piernas flaqueen y mi vagina se contraiga; el corazón me bombea tan rápido que me digo repetidas veces en la cabeza que no piense en llegar al clímax, lo peor del caso, es que empezaba a poder controlar las sensaciones cuando él se quitó de encima de mí y pronto me dio la vuelta dejando que estuviera a sus espaldas.

Mire hacia atrás para ver que saco algo se su maleta haciendo que mis ojos se engrandecieran al ver aquel objeto que no pensé volver a verlo; con sus dientes rompió la bolsa y lo saco haciendo que se lo pusiera en su pene, aquel aro le dejó ir un gemido que supe que ya han comenzado las vibraciones y que eso solo significaba una cosa: que la tortura comienza.

Gire otra vez mi rostro hacia delante para tener un rostro asustado, comenzaba a entender que primero me incitó al placer para irme preparando a la mejor parte, lo preocupante de ello, es que mi clítoris seguía sensible en donde si ponía cerca el vibrador en mi centro lograría que llegase en un instante al orgasmo, apreté las sábanas al sentir como su peso aplastaba la cama, y no sólo eso, agarro mis caderas para alzarlas y dejar mi trasero expuesto a él.

—Pondré una almohada para que puedas colocar tu vientre ahí. —Me explica.

Apenas puso la almohada y dejó que mi vientre descansara cuando gemí al instante de sentir sus dedos acariciar mis labios, soltó una risita maléfica al saber que mi cuerpo reacciona de inmediato a sus caricias pero que en cuestión de tiempo, si aligera mi placer, no podría mantener el orgasmo.

— ¿No has comprado un consolador? —Su pregunta me saca de la nube de placer en que estaba.

—No... ¿Por qué? —Me da curiosidad saber su razón.

—Mmm, será divertido ver cómo te corres con una doble penetración —acaricia mi trasero al mencionar aquella opción —, ¿te gustaría probarlo?

Muerdo mi labio al imaginarme la escena erótica, mientras que su pene me penetra y hay otro que alcanza también mi placer mientras lo mueve para propiciarme un orgasmo que me dejará sin palabras; siento como mi cuerpo arde y mis piernas empiezan a mojarse con aquella expectativa lujuriosa que podemos llevarla a cumplir.

—Veo que la idea te ha puesto caliente —susurra en mi oreja mientras mete dos dedos en mi interior —, estás lubricada y apetitosa... —siento como va bajando sus besos.

Me retuerzo al sentir como besa la cara interna de mis piernas, pero cuando abre mis labios femeninos, es lo que me deja salir un grito cuando empieza a lamerme, a mordisquear mi clítoris y dejar que su lengua reemplace sus dedos.

—Phillipe... No seas cruel —mis piernas tiemblan.

—Me gusta tu sabor, me enloquece y me excita más —dice con la voz ronca.

Arqueo mi espalda al sentir un fiero espasmo que me provoca el cosquilleo del orgasmo, intento no pensar ni mucho menos imaginar la escena que está haciendo al pasar su húmeda y caliente lengua por toda mi vagina, la cual se mueve de adelante hacia atrás de una manera lenta y sutil como si no quisiera dejar nada olvidado en el camino. Mi cuerpo tembló y empecé a moverme para que también descubriera más las sensaciones que me propiciaba, pero pronto, un aire frío fue lo que sentí cuando se levantó y dejó de hacerme el sexo oral.

—Te lo vuelvo a repetir, no quiero que te vengas —mire hacia arriba como pidiendo piedad.

—Pero... —No me dejo poner excusas luego de que se atreviera nuevamente a incitarme.

—Lo siento, amore mio. —Su disculpa es irónica. —Pero me las pagaras por dejarme atado de manos sin poder tocarte. —Suelta una risa satisfactoria.

Me dio un azote que enrojeció un cachete de mi trasero al sentir el dolor que sus dedos me propiciaron al tocarme fuerte, puse mi cabeza en las sábanas intentando buscar otra forma de reprimir mi orgasmo una vez que me penetrara, pero al sentir como la cabeza de su pene pasó rozando toda mi vagina, supe que se me haría difícil.

—Una cosa más —enarque mi ceja.

— ¿Y ahora? —Dije casi asustada.

—Quiero tus manos en la espalda —abro la boca pero no me permite excusarme al darme otro azote que permite que ponga mis manos en donde quiere —, eso es.

Mi mejilla se apoya de la cama, miro la mesita de noche en donde se encuentran las esposas, ni siquiera las usara porque sabe que su fuerza es mayor que la mía, por lo que será más sencillo sostener mis manos a pesar de que mantiene una mano en mi cintura y la otra sujetando mis muñecas.

Siento la cabeza de su pene entrando en mí, aprieto mis ojos y suelto un grito ahogado cuando de una estocada se deja ir... Estuve a punto de correrme pero no tuve idea de cómo me resistí a no hacerlo; pero mientras entraba y salía, sentía las vibraciones que el vibrador proporcionaba cuando rozaba mi clítoris.

Ese mismo maldito vibrador que compro en el supermercado, es ese mismo que ha llevado consigo en su maleta, no creí que lo hubiera guardado para alguna ocasión y que esa fuera para mí; esperando que me esté creyendo esa tontería y no sea otro vibrador que pudo pasar comprando en cualquier momento en un supermercado.

— ¡Phillipe! ¡Oh Phillipe! —Mi espalda se erguía al sentir las cosquilleantes vibraciones.

—Grita mi nombre, síguelo gritando. —Insistió.

— ¡Bambino! ¡Joder! —Mordí mi labio inferior. — ¡Phillipe! ¡Phillipe! ¡Phillipe!

— ¡Magnífico! —Me lo imagine sonreír. —Así como tu tomaste lo que quisiste de mi cuerpo, así tomare del tuyo —asiento con rapidez —, sei tutta mia, cara[2].

Esa frase, hizo que tuviera un recuerdo repentino sobre nuestro pasado, si bien fue la última noche en que terminó siendo mi esposo, supe que mi cuerpo reaccionaba únicamente a él, donde parecía ser que ya era su dueña desde el primer momento en que tomó mi virginidad y se adueñó de una gran parte de mi vida. En aquella ocasión, las palabras me atravesaron de una forma ambivalente, porque sentía cariño pero a la vez odio por él, pero ahora, que lo dice mientras hacemos el amor, me hace entender que ahora ya no está esa ambivalencia, sino más bien, esa satisfacción de saber que todo ha cambiado y que ahora, me siento a gusto de tenerlo a mi lado.

—Voglio che tu lo dica[3] —lo escuche decir en italiano.

Iba a decirlo pero encontró mi punto G al recibir una arremetida que parecía ser una lanza dando en el blanco; apreté los puños de mi mano y conté hasta cien intentando que el orgasmo no apareciera, pero sentí como algo se resbalaba en una de mis piernas y ocasionaba una lubricación más intensa de la que también mojo su pene.

—¡Squisito![4] —Gritó.

Tragué hondo y seguí manteniéndome cuerda para no lograr que el orgasmo llegará, apreté mis ojos y contaba a mil cada vez que él me penetraba constantemente.

—Voglio sentirlo[5]. —Repitió. —¡Adesso![6] —Insistió.

—Sono tuo[7] —dije sin aire en mis pulmones —, sono tuo Phillipe Rizzo.

—Non ti ho sentito[8] —trague hondo —. Ripetilo[9].

— ¡Oh sí! —Solté un grito. —sono tutto tuo, il mio tesoro[10]. —Dije con la voz casi sin aliento. —Il mio corpo, la mia anima e il mio cuore sono tutti tou[11].

Sentí como arremetió cada vez más fuerte en mi interior como si estuviera a punto de partirme en dos, mis piernas necesitaban descansar al sentir como estas temblaban del placer; la respiración se me entrecorto y por supuesto, mi cuerpo lo apretó escuchando como gemía extasiado ante el apretón que mi interior le proporcionaba. El corazón no me dejaba de latir rápido, me contraje varias veces y deje ir maldiciones al saber que aún no podía correrme sabiendo que lo necesitaba; mordí cada vez más mi labio inferior, intente soltarme de su agarre pero fue imposible cuando su mano apretó más fuerte mis muñecas.

—Phillipe... Por favor... —Le supliqué aquello que necesitaba liberar.

—No cara mia, aún no. —Dijo riendo.

Lloriqueé a punto de que sus penetraciones se volvieron más duras y excesivas, acaricio mi clítoris y sus labios marcaron besos en mi espalda donde no fue suficiente para él hasta dejar mordiscos que luego se convirtieron en lamidas que parecía estar saboreando mi piel.

— ¡Joder! ¡Sí! —Se exaltó al llegar al clímax.

Mis ojos se apretaron donde pude sentir el producto de su clímax dentro de mí con un fervor caliente y rápido que mi cuerpo tomó todo de él. Libero mis manos a punto de que, tuviese que juntar las piernas para evitar que fuese la siguiente en llegar al orgasmo del cual está muy cerca de que se aproxime; trague hondo en donde al quitarse encima de mí, me ayudo a darme la vuelta para poder quedarme a recostada, se me estaba haciendo difícil tener que mover aunque sea un solo dedo más, se puso encima de mí hasta que sus labios se unieron con los mío.

— ¿Es cierto? —Abro los ojos al escucharlo. — ¿Es cierto lo que acabas de decirme?

Por más que intente verse despreocupado por mis palabras en verdad hay un cierto temor en sus ojos como si estuviera temiendo que lo que haya dicho solo sea causado por el exceso de intimidad que tenemos, sin embargo, creo que en relacionado con estar a su lado y sabiendo que él siempre ha sido ese hombre al que no debí de perder, no tengo porque negarle o hacerle ver que todo fue una mentira cuando en sí, todo lo que dije es verdad.

—Tienes todo de mí, Phillipe. —Dije con palabras atoradas en mi garganta.

Inhalo suficiente aire para soltar un suspiro como si acabará de sentir tranquilidad con mis palabras, se quitó de encima para ver cómo se quitó el vibrador, me dio una mirada y fue hacia mí para poder besarme. Sus labios sobre los míos se devoraron sin perder tiempo, no importaba si nos estuviéramos quedando sin respiración o aliento, ninguno de los dos, se quería separar del otro como si nuestros labios fueran imanes a punto de no poder separarlos.

— ¿Debería de usar preservativo? —Cuestionó. —Me he corridos dos veces en ti que tengo miedo que la tercera ya te dejé embarazada. —Se lo tomó un poco en broma.

—No te preocupes, no creo que suceda. —Le dije con seguridad.

Acaricio mi mejilla y me dio una tierna mirada de la que no siempre obtenía de él al hacer el amor de una forma salvaje e intrépida como si fuese el último día que estuviéramos juntos; soltó una sonrisa en la que tomo mi mano para dejar un beso en la palma antes de dejarla encima de su corazón en donde esté, se encuentra bombeando rápido luego de la agitada noche que hemos estado teniendo.

—Fare l'amore[12] —susurro cerca de mis labios.

Me sorprendí que me dijera esas pequeñas palabras que casi logran que me desmayé, pensé que había sido un sueño lo que me dijo, pero al besarme y ver como tomaba mi mano para luego ponerme encima de su regazo cuando se acostó en la cama, supe que no estaba bromeando o lo dijo como una mentira.

—Fare l'amore, il mio tesoro[13]. —Dijo con dulzura. — ¿Des?

Abrí los ojos a punto de que él se acercó y sus pulgares quitaron un par de lágrimas que ya empezaban a resbalarse en mis mejillas.

— ¿Qué te pasa, amore mio? —Se queda desconcertado. — ¿He dicho algo que no te gustará?

Niego con la cabeza a punto de que tuviera el valor de decirle nuevamente aquellas palabras, la última vez que se las dije, no fueron correspondidas pero ahora, que mantenemos al menos la cabeza medio fría, tenía que decírselo porque se me estaba atorando en la garganta sabiendo que me acaba de decir que le haga el amor.

—Te amo, Phillipe. —Los ojos se me enjuagaron de lágrimas. —Te amo. —Se lo repetí.

La respuesta no llego a los primeros tres minutos, pero cuando su mano se colocó en mi mejilla para brindarme una caricia en mi pómulo con su pulgar, hizo que abriera los ojos para verlo y descubrir que tiene una enorme sonrisa.

—Anch'io ti amo, il mio tesoro[14]. —El corazón se me detiene. —Ora, sono tutto tuo anch'io[15]. —Pone otra vez mi mano en su corazón. — Il mio corpo, la mia anima e il mio cuore sono tutti tuoi d'ora in poi[16]. —Dijo con sinceridad.

Escucharlo decir aquellas palabras me dejo petrificada porque por un instante tuve miedo de creer que esto era un sueño y que pronto llegaría a despertar, realmente, ese ha sido mi temor últimamente, que todo esto solo sea un maldito y feliz sueño del que estoy viviendo una aventura magnífica e interminable con él, en donde, mi tiempo terminará pronto haciendo que abra los ojos y me dé cuenta de que nada de lo estuvo en mi mente fue real.

De igual manera, sea o no un sueño, lo seguiré disfrutando al máximo el tiempo que me queda, porque así como yo soy suya, él también es mío. Se acabaron los conflictos, las indiferencias y los maltratos psicológicos del que sólo nos dañaban, por fin, hemos llegado a esa etapa de equilibrio total en ambos del que deseo que no termine por desequilibrarse, sino más bien, de estar siempre en el mismo juego juntos.

Hice que se acostará en la cama para ponerme encima de él, deje que mi mano empujará su miembro en mi entrada en donde me fui deslizando poco a poco mientras mi pecho se hinchaba de aire, sus manos presionaron mis piernas y pude sentir como otra vez se puso tenso; empecé a moverme de una forma lenta y corta sintiendo como otra vez, nos acoplamos perfectamente, sus ojos se mantenían abiertos a pesar de que de vez en cuando, los apretaba al sentir un espasmo, comprendía cada una de esas sensaciones por las que estaba pasando, porque también él me las estaba transmitiendo de poco a poco.

Agarre sus manos que se encuentran en mis caderas buscando hacer presión con su miembro para tomarlas e irlas deslizando por todo mi cuerpo hasta que las deje encima de mis pechos.

—Il mio corpo sarà sempre tutto tuo[17] —dije con la voz entrecortada.

Arqueo mi espalda y muerdo mi labio cuando levanto su pelvis para darme una fuerte estocada que hizo que casi perdiera el equilibrio de estar encima de él; sus dedos se enredaron entre mis pezones los cuales disfrute que fueran atendidos a punto de ser pellizcados para ponerse erectos.

—Ho sempre saputo che era mio[18]. —Respondió casi murmurando. —Desde la primera vez que lo toque, que lo acaricie, que lo bese y que lo poseí con todas mis ansias. —Soltó un repentino jadeo. — ¿Por qué siento que tú siempre me perteneciste? —Parece no entender esa duda que cruza su cabeza.

—Porque siempre lo he sido, tú fuiste... —me detuve.

¿Qué diablos iba a decir? ¿Qué él era la persona que me quito la virginidad cuando ni se acuerda de ello? Estuve demasiado loca si creí que lo entendería pero eso causaría confusión y más en un momento que no quiero que se suceda cuando él comienza a ser más receptivo con sus sentimientos hacia mí.

— ¿Yo fui qué? —Deseó que continuará.

—Tú fuiste el primer y único hombre que podré entregarle todo de mí. —Me acerque para dejar un corto beso en sus labios. —Recuérdalo siempre, por favor.

Agarro mi mano para darle un beso en el dorso de ella mientras que su sonrisa a veces se disipaba por las contracciones que empieza a tener por el orgasmo.

—Siempre lo recordarle, amore mio, il mio tesoro, mi bella stella...

Arqueo su espalda cuando me deje ir de una forma salvaje, levante mis manos para ir haciendo unos movimientos con mis caderas como si estuviese bailando una canción árabe, sin embargo, luego las fui pasando por mi cuello, mi clavícula, mis senos, mi estómago y mi vientre hasta que termine por tocar su abdomen; Phillipe se mordía el labio inferior a punto de que me observó a los ojos al quedarse viendo los movimientos que hacía, así como aminoré algunas penetraciones, también, las complemente con unas despampanantes arremetida al deslizarme fuerte en su miembro.

—Des... —Imploró.

—Dímelo bambino, por favor... Necesito llegar... —Dije entrecortada.

Acelere los movimientos de los cuales apretó mis caderas para no dejar que su miembro saliera por completo de mi interior, abrí la boca para tomar una bocanada de aire y cuando ya no toleraba el cosquilleo del orgasmo, escuché como me dijo las palabras mágicas para correrme a su lado, logrando que la piel se me erizada, cayera encima de él y nuevamente, mi cuerpo absorbiera su esencia.

—Somos unos frívolos y salvajes —lo escuche decir luego de que llegáramos al orgasmo.

— ¿Por qué? —Reí al escucharlo con una voz preocupante.

—Porque cada vez nos intensificamos con hacer el amor —parece que por primera vez se preocupa que tengamos más sexo de lo normal —, lamento si te dañe. —Acaricia mi espalda.

— ¿Dañarme? —Dije incrédula. —La única vez que logres dañarme será si me rompes el corazón. —Elevó una ceja.

—Entiendo, pero me preocupa que también te rompa el interior... Es cierto que hacemos el amor pero a veces me sobrepaso y siento que he sido muy agresivo —se preocupa por mi bienestar.

—No lo eres, bambino. —Dejo un pequeño beso en sus labios. —Ha sido perfecto.

—Tú eres perfecta —ruedo los ojos.

—Claro que no... —Me interrumpe.

—Lo eres, ante mis ojos, eres perfecta. —Dice acariciando mis brazos para darme calor.

Muerdo mi labio y pronto tengo un nudo en la garganta al presenciar mis fantasmas pasados cuando las cosas entre nosotros no iban bien, algo que he aprendido últimamente es que a pesar de que nuestra relación vaya por un buen camino, no dejare de pensar en lo mucho que le hice daño durante nuestro matrimonio, sin embargo, ahora estoy viviendo un sueño casi irreal a su lado donde me llego a preguntar lo que hubiese sucedido si en algún momento le hubiera llegado a creer e incluso, a mejorar aquello con que se inició de mal forma.

— ¿Por qué siempre te pones tensa cuando elogio algo bueno de ti? —Se percata de mi indiferencia.

—Porque a veces pienso si soy la mujer correcta para ti —me quedo sentada en mi cama.

— ¿Por qué la desconfianza? —Sigue dudando.

—Porque en el pasado le hice mucho daño a alguien que no lo merecía... No estoy feliz de ello y cada vez que lo recuerdo me avergüenzo de ello. —Apreté mis ojos.

— ¿Qué le hiciste? —Intenta conocer la historia... O mejor dicho, su historia conmigo.

—Lo humille, lo dañe, lo ofendí y lo maltrate —suelto un bufido.

Contarle esto luego de decirnos muchas palabras comprometedoras me hace sentir vulnerable porque no tengo idea cómo reaccionará a lo que diré, a estas alturas a pesar de conocerlo puede que llegue a cambiar en ciertas actitudes conmigo al saber nuevas cosas de mí que al final dañan mi imagen de chica buena a una mala, pero en sí, tenerme callado aquello ya me es imposible sabiendo que veo aquellos mismos ojos que muchas veces los vi llenos de dolor, furia y amargura por mi parte, por eso, he dicho aquello a pesar que no sepa que se trata de él de quien hablo.

— ¿Has hecho algo para remediar el problema? —Pregunta.

—Disculparme... Y disculparme a mí, por haber sido una idiota. —Baje la mirada.

Sentí como se acercó a mí para darme un abrazo del cual recibí con mucho amor, no quisiera que este momento llegara a terminar más porque lo he estado disfrutando tanto que últimamente solo logro pensar en todo lo que perdí antes pero que ahora, tengo una oportunidad nueva para aprovecharlo sin miedo; de todas formas, él ha sido la única persona que ha tomado mi corazón y no lo estrangulado con engaños y crueldades, más bien, aquí está dándome su apoyo y amor incondicional.

—Has cambiado Des, no sabes el gran salto que has dado en reconocer tus errores, pedir disculpas y pedirte perdón a ti misma por lo hecho. —Me toma del rostro. —Eres una mujer increíble que no te culpare por tu pasado, solo quiero que aceptes el daño hecho y que puedas remediarlo de alguna manera, quizás hay cosas que ya no se puedan cambiar porque ya forman parte del pasado, pero, puede que ahora seas una mejor persona y que puedan brindar tu amor y ayuda a quienes sientes que le hiciste un daño alguna vez. —Asiento comprendiendo sus palabras.

—Gracias por no juzgarme —le digo mientras lo vuelvo a abrazar.

—Todos cometemos errores, nadie es perfecto. Y yo no soy nadie para juzgarte. —Comenta.

— ¿Me puedes perdonar? —Enarca una ceja.

— ¿Por qué debo perdonarte? —Inquiere.

—Por haberte lastimado. —Muestra una pequeña y sencilla sonrisa.

—Tú nunca me has hecho daño, amore mio. —Acaricia mi rostro.

—Aun así, te quiero pedir mil disculpas. —Susurré.

—Bueno... No sé porque pides disculpas pero, para dejar el pasado atrás, las acepto. —Dice con inocencia.

Si supiera toda la verdad, me llegaría a odiar. Si es que eso solo es poco por no decir que ya ni desearía verme la cara su llegará a saber todas las maldades que en fin, le provoque solo para hacer miserables sus días y desde luego, para que buscará tener el divorcio de su parte y así, librarme de él.

Nos acostamos nuevamente en la cama mientras él pone su brazo alrededor de cuerpo para poder lograr que el mío se acerque más al suyo; inhala una gran bocanada de aire antes de girar su rostro, dejar un beso en mi frente y decir unas palabras.

—Descansa, mañana te tengo una sorpresa. —Murmura.

— ¿Nunca dejaras de sorprenderme? —Le digo bostezando.

—No, nunca amore mio. —Dice riendo.

(...)

Quisiera saber, cuál es el plan que tiene ahora conmigo para que otra vez hallamos ido a la Via De'llAmore sin haber concretado sigo importante, quizás las caminatas por este lugar han hecho que recordemos los buenos tiempos que hemos estado teniendo últimamente con nuestras salidas, ya que este fue de los primeros sitios que él me llevó para que lo conociera a la perfección; ahora tomada de la mano de Phillipe me hace tener un aire nostálgico porque hace dos meses habíamos estado aquí solo de paseo en donde me llegaba a preguntar qué sucedería si el plan no funcionase, o incluso, qué pasaría con nosotros, pero luego de todo eso, me he dado cuenta que hemos avanzado como pareja y también, que nos hemos ganado la confianza de uno hacia el otro para irnos conociendo mejor.

Llegamos al final de nuestro recorrido viendo otra vez aquellas esculturas de hojalata de la pareja enamorada, veo todos aquellos candados que están reunidos con otros de diferentes tamaños, figuras y colores identificando las parejas que se han prometido amor eterno en este lugar; una risita se atraviesa en mi rostro al recordar como Phillipe nunca le ha emocionado esta promesa de los candados, ya que él lo ve como algo particularmente aburrido y tonto, porque piensa que al final no sé sabe si todas esas parejas terminan por cumplir su promesa o termina quedando al aire.

—Y, ¿qué hacemos acá? —Le pregunto mientras me siento en la banca de cemento.

—Pensé que un recorrido por acá nos haría recordar como iniciamos nuestra relación —dijo sentándose a mi lado.

—Y lo has hecho —le confieso que lo he pensado desde que iniciamos el camino.

—Anoche sé que querías... No... Anhelabas que te dijera que te amo —hago una mueca.

— ¿Lo hiciste por compromiso? —Dije con miedo.

— ¿Por qué crees que lo hice? —Me pregunta.

—No sé... Puede haber muchos motivos... Como por ejemplo, el sexo te hace decir cosas que quizás no sean ciertas y solo sean para complacer a tu pareja —explico.

— ¿Crees que esa fue mi ocasión? —Parece ofendido.

—No, sé que no dirías algo que no deseas decir. —Asiente.

De por sí, esto parece un juego de palabras que me hacen entrar en confusión cuando no sé, si él en verdad me ama o solo lo dice para no hacerme sentir mal al reconocer que aún no siente algo fuerte por mí, pero aun así, estoy a la expectativa de no caer en depresión por sí él todavía no está convencido en quererme.

—Des, ¿cuántas veces debo de decirte que eres lo más hermoso que me ha sucedido? —Me cuestiona mi desconfianza. —Lo que dije ayer es cierto, es más, todo lo que he dicho en este tiempo no sólo ha sido palabras sino que promesas y metas que quiero conllevar contigo. —Abro la boca sin saber que decir aún. —Ya me mencionaste que te quedaras en Italia y te prometí hacer que te sientas en tu casa, también, sabes que te he dicho que desearía en un futuro tener hijos contigo y por supuesto, no tengo porque ocultar mis sentimientos hacia ti, te amo y eso no cambiará en nada mientras tú me ames, me respetes y valores. —Sonreí.

Veo como se quita la pequeña mochila que hemos cargado en donde tenemos lo esencial de nuestro viaje, sin haberlo imaginado, me quedo impactada en el instante en que saca un par de candados que se encuentran en su paquete, son de un color dorado muy encendido que los hace deslumbrar y brillar entre la luz del sol. Le quita el empaque para luego darme una mirada de la que me entrega uno de ellos, para que pueda verlo y saber, la finalidad por la que estamos acá.

—Pero... Tú... No crees en estas promesas. —Le digo asombrada.

—Bueno, quien sabe que en verdad nuestro amor pueda ser eterno, ¿no? —Los ojos se me enjuagan de lágrimas.

— ¿Estás seguro? —Le digo.

— ¡Por supuesto! —Dice alegre. — ¿Tú lo estás? —Asiento de inmediato. —Entonces, hay que ponerle las iniciales de nuestros nombres.

Entre el bolsón busca un marcador para ponerle nuestros nombres pero al no encontrarlo, pronto de uno de los bolsillos del bolsón sacó un esmalte rojo de uñas, el que suele ser mi favorito y extrañamente llevo conmigo siempre.

—Esto nos puede funcionar. —Ambos reímos.

Pongo una inicial de mi nombre y apellido en mi candado dejando ver las letras "D.H" marcadas con aquel esmalte que resalta entre el dorado del objeto; al entregárselo a Phillipe, veo como es el siguiente en marcar sus iniciales "P.R" en medio del candado, haciendo que luego lo seque mientras lo sopla una y otra vez.

— ¿Lista? —Me dice al levantarse.

—Sí. —Afirmó con el corazón latiéndome fuerte.

En una esquina de las varas donde se encuentran los candados del amor, veo como él abre con una llave su candado, mientras que al entregarle el mío, hace la misma acción hasta que al tenerlos, pronto los une y los inserta en un lado en donde hay un pequeño espacio y podamos verlos; apenas cierra el broche de su candado el cual ya va enlazado con el mío, para darme cuenta que acabamos de hacer una promesa que sólo mediante nuestro amor y esfuerzo se puede llegar a cumplir para siempre.

—Ya está hecho. Ahora, nuestras vidas estas unidas para siempre. —Me da una tierna mirada.

—Quiero hacer otra promesa contigo. —Eleva su ceja para escucharme. —Sonará muy... Extremo pero... Cuando tengamos a nuestro primer bebé, quiero que volvamos acá y unamos un nuevo candado significado su llegada entre nuestra promesa de amor. —Sonríe.

—Prometido, amore mio. —Dice con seguridad.

Antes de terminar con nuestra promesa, veo cómo me muestra por última vez, las llaves de ambos candados, le damos unas miradas para darme cuenta como al minuto, termina por lanzarlas hacia el mar, dando a entender que ya no hay marcha atrás. Se acerca a mí, para darme un abrazo del que pronto termino por convertirse en un beso, uno cálido y lleno de amor que me erizo la piel y me hizo suspirar antes de sacar una sonrisa atontada de mis labios con unas dulces y significantes palabras que me recobraron la vida.

—Te amo, Destiny.

—Yo también te amo Phillipe.

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[1] Conejita.

[2] Serás toda mía, querida.

[3] Quiero que lo digas.

[4] Exquisito.

[5] Quiero escucharlo.

[6] Ahora.

[7] Soy tuya.

[8] No te escuche.

[9] Repítelo.

[10] Soy toda tuya, mi tesoro.

[11] Mi cuerpo, mi alma y mi corazón son todos tuyos.

[12] Hazme el amor.

[13] Hazme el amor, mi tesoro.

[14] También te amo, mi tesoro.

[15] Ahora, soy todo tuyo también.

[16] Mi cuerpo, mi alma y mi corazón son todos tuyos a partir de ahora.

[17] Mi cuerpo siempre será todo tuyo.

[18] Siempre supe que era mío.

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Continuará...

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