Capítulo 36

"Algunas personas están destinadas a ser un faro para un compañero perdido". —Erin Forbes.

***

Luego de haber tenido un almuerzo tranquilo en el que por primera vez preferí no seguir soltando nuestros sentimientos, nos encaminamos a otro lugar de la pequeña isla de Italia; desde luego en el trayecto del camino, escuchábamos música en italiano, eso sin decir que, preferí ese armonioso silencio que gracias a Dios ni Phillipe ni yo intentamos interrumpirlo, ya que prefería que ambos cerráramos la boca antes de proseguir con las cursilerías que decíamos uno con el otro.

La verdad es que la angustia que comienzo a sentir no sé si se trata debido a que sus palabras más bien sonaron como si intentará pasar las últimas semanas a mi lado creyendo que no nos volveremos a ver, o la razón también se encuentra en que, si no encuentro una forma rápida en deshacer el deseo, pueda que en serio, nuestro lazo de amor sea irreparable, siendo así que, no podamos estar juntos sabiendo que cada quien tomará su camino y tendrá una nueva pareja.

No me quiero desilusionar pronto, pero tampoco llegar a ser poco realista al pensar que no podré lograr mi objetivo cuando él sigue sin reconocer el sentimiento que tiene por mí, lo peor es que sigo pensando que si sigo entregando mi corazón en bandeja de plata, pronto yo misma terminaré por caer en el desamor y no sé a qué grado podré tolerarlo cuando sería la primera vez que tendré un duelo por ser rechazada por un hombre. No puedo creer que mi preocupación cada vez sea más grande, eso sin decir que, el principal motivo por el cual no puedo quedarme todo el día tranquila es porque sé que poco a poco los días se me están terminando y por más que me la pase muy bien a su lado, no quiero que esto termine, quiero que dure para siempre y que él jamás se vaya de mi vida.

Siento una gran impotencia y rabia por mí porque pude haberle dado una oportunidad a nuestro matrimonio cuando aún había tiempo para conocernos, pero ahora que todo está surgiendo de una forma muy acelerada, intento no atenerme a perder cada segundo sabiendo que me puede ser de mucha ayuda; no sé cómo hubiera sido nuestro compromiso si al menos lo hubiera tomado de una forma madura, sin embargo, ahora me encuentro acá, dentro de un auto, teniendo varios pensamientos y arrepintiéndome de miles de cosas que pudieron ser totalmente mías si mi egoísmo no me hubiera permitido creer que Phillipe no me haría feliz, ahora entiendo la presión que todos me exigían por darle una oportunidad en el amor a él, pero a pesar de las palabras y los comentarios, no me sirvieron de nada hasta creérmelas totalmente hoy.

— ¿Estás bien? —Escucho como es el primero en hablar.

—Sí, ¿por? —Le digo dejando de ver la ventana.

—Has estado muy callada y veo que también, estás tensa... —aprieto mis labios porque no sé qué responder ante el comentario — ¿He dicho algo que te molestará? —Niego rápido.

Si supiera que todo lo que me ha dicho ha sido lo que me ha dejado desconcertada y sin palabras creo que la situación cambiaría, ya que en todo este tiempo no pensé que la primera que caería en esté juego de enamorar al otro, sería yo, cuando se supone que hace un mes y medio que llegue a Italia con burla decía que el primero que estaría en los pies del otro, iba a ser él antes que yo, y para mi sorpresa, es que creo que me dejé llevar demasiado rápido porque ahora, soy yo la que estoy a punto de suplicar a cada estrella para que me revierta el estúpido deseo que pedí.

—No —digo de pronto.

Pero si me tomo por sorpresa porque últimamente siento que con esté viaje vacacional que ambos hemos tomado, mis sentimientos hacia él irán incrementando y de por sí, si mis planes no funcionan, creo que hoy si pasaré un buen tiempo en mi cama, comiendo yogurt y deprimiéndome en mi propia soledad; realmente no quiero llegar a esas circunstancias más cuando sé que al decir aquello, lo puedo llegar a prometer, por lo que los días oscuros pueden presentarse pronto si el deseo no desaparece.

—Es que, me has dejado con la boca abierta. —Me sincero.

—Ah, ¿sí? —Dice sonriendo. —Entonces, pronto volverás a quedarte con la boca abierta. —Menciona.

Quisiera descubrir qué planes tiene, pero él sabe reservarse muy bien sus secretos que no son fáciles de revelar ni porque intente convencerlo con un beso; pero mientras veo como en el trayecto del camino empezamos a acercarnos al mar, me da la impresión que quizás vayamos a una playa, pero entre más maneja y toma otras rutas de las que no exactamente nos hacen llegar al destino que tenía en mente, pronto se detiene en un lugar rocoso en el que no puedo visualizar lo que hay detrás de varias rocas.

—Bueno, es hora de caminar. —Engrandezco los ojos.

—No hablar en serio, ¿verdad? —Digo asustada.

Sale del auto riendo mientras baja a Kala del asiento de pasajeros para ponerla fuera del vehículo, no sé qué es lo que pretende, pero no estoy dispuesta a lesionarme el tobillo solo porque quiere aventurarse a caminar encima de unas rocas que capaz no nos llevaran muy lejos. Gruñí, para darme cuenta que habla en serio al abrirme la puerta, sin embargo, no me bajo sabiendo que no llegaré lejos teniendo que usar zapatos de tacón.

— ¿No piensas bajarte? —Se ríe de mi rostro.

— ¿Es que quieres que me rompa la nariz? —Le soy realista.

—Eso te pasa por llevar contigo zapatos de tacón —puntualiza.

—Es culpa tuya por no haberme dicho hacía dónde iríamos, al menos me hubiera puesto otro calzado —dije alterada.

Quisiera borrarle esa sonrisa de su boca que me está causando mucha furia al saber que él pretende llevarme a la fuerza hasta aquellas piedras que están a un lado del auto; sin embargo, sigo sin moverme del asiento porque prefiero que se le ocurra otra idea antes de que en serio, pueda lastimarme al no poner bien el pie.

—Baja. —Insiste.

—Ni loca, si quieres puedes irte con Kala, pero yo me quedo. —Dije cruzando los brazos.

— ¿Así que no bajaras? —Eleva una ceja.

—Obvio que no. —Persisto en mi respuesta.

— ¿Qué gano si te llego a convencer? —Apoya su mano en la guantera del auto.

—No me convencerás porque seguiré sin cambiar de opinión —cruzo mi pierna poniéndola encima de la otra mientras que dejo que se vaya.

—Y, ¿qué sucedería si lo logró? —Al parecer no se rinde.

—Lo dejaré a tu opción si quieres, de todas formas, sé que no lo lograrás. —Me mantengo firme sabiendo que no hay posibilidad de que baje del auto.

De reojo veo como sonríe mientras su dedo pulgar roza la comisura de sus labios, da una mirada hacia atrás del vehículo hasta que inesperadamente entra una parte de su cuerpo en el auto, para sentir como su mano se mete dentro de mi vestido para empezar a tocar una parte de mi trasero, en donde sus dedos empiezan a rozar su contorno hasta que siguen bajando para ir llegando a mis muslos.

—Tendrás que encontrar otra forma de convencerme. —Le susurro cerca de los labios.

—Mmm, lo sé. Es que aún no he terminado. —Murmura cerca de mi boca.

Pronto empieza a besarme haciendo que mi piel se erice ante el contacto suave de sus labios encima de los míos; dejo de mantener los brazos cruzados para poner una mano en cuello mientras que la otra, empieza a tocar su cabello, mi respiración empieza a acabarse, y vuelvo a sentir como sus dedos siguen acariciando mis muslos, logrando que su contacto me ponga impaciente al querer que siga llegando ante mi punto débil del cual parece ser que no pretende tocar.

—Creo que he ganado —dice mientras quita su mano debajo de mi vestido y se aparta de repente de mí.

— ¿Qué? —Digo desconcertada al ver que empieza a reír de nuevo. — ¿A qué te refieres? —Digo con la voz entrecortada por la excitación. —Aun no has ganado porque no me has convencido de que dejé el auto. —Intento que los latidos de mi corazón se normalicen.

—No lo creo. —Dice alegre.

Escucho como abre el baúl para luego cerrarlo y volver hacia donde me encuentro, sin embargo, empiezo a aceptar que ha ganado cuando me doy cuenta que en una de sus manos, lleva consigo mis sandalias, las cuales, sin dudarlo, sé que quiere que me las ponga en cambio de los zapatos de tacón.

—Eres un tramposo. —Inquiero.

—Vamos, no perdamos más el tiempo, luego te llevaré a otro lugar. —Dice a lo que, suelto un bufido.

Agarro las sandalias de sus manos para cambiarlas por mis zapatos de tacón, en otra ocasión pude haberme resistido a su insistencia, pero estoy segura que no se moverá de su lugar si no salgo del auto, además, si sigue buscando una forma de hacerme salir de su vehículo, será probable que lo termine haciendo cuando veo que tiene las suficientes armas y destrezas para sacarme de acá.

Cuando ya me encontraba preparada, salí del auto para escuchar como le daba un leve empujón a la puerta para cerrarla, así que, tomando su mano al momento que la alzaba hacia mí, caminamos juntos hacia aquellos peñones de piedras que al parecer tiene algo interesante detrás; Kala fue la primera en subir sin ninguna dificultad ocasionando que la esperáramos para no separarse de nosotros; por lo que al principio mientras Phillipe me ayudaba, termine por estar encima de estás rocas en donde a lo lejos se pudo ver como formaban un camino que en sí, llevan a un faro.

—Ya decía yo, que estábamos cerca del mar. —Dije animada.

—Iremos hasta el faro, quiero enseñarte la estupenda vista que tiene del océano. —Comenta mientras caminamos uno al lado del otro.

Seguimos caminando en dirección al faro en donde cada vez que nos vamos acercando su tamaño va aumentando, desde luego, también el sonido de las olas al chocar con las rocas hace que también aquel sereno momento se vuelva apacible al sentir como solo somos nosotros dos juntos con mi cachorra que no deja de ladrar y de por veces acercarse a la orilla de las rocas para poder ver hacia el mar.

—Pensé que estarías dispuesto a tener sexo conmigo en el auto —le dije mientras lo miraba a los ojos.

— ¿Es que querías? —Dice de forma traviesa.

—No sé, nunca he experimentado algo así —encogí los hombros.

— ¿En serio? —Enarqué la ceja ante su duda.

— ¿Por qué piensas que ya tuve sexo con alguien en el auto? —Lo cuestionó.

—No sé, sucede que ya no eras virgen cuando tuvimos nuestra primera relación, aunque déjame decirme que, aunque eres traviesa, apasionada y sensual en la cama, sigues manteniendo una timidez e inexperiencia. —Hago una mueca.

Pues claramente la razón es porque él ha sido el único hombre que me ha tocado, añadiendo que, cuando estuvimos casados solo dos veces llegamos a tener intimidad, por tanto, de sexo no se nada además de lo que he llegado a experimentar ahora que estoy a su lado y mi vida sexual se ha vuelto más activa que antes, pero, por lo contrario, mi experiencia es muy nula.

—Es porque en verdad no se nada del sexo además de lo que he experimentado contigo —hablar de sexo es extraño para mí —, pero tú, parece ser que has probado de todo. —Él ríe.

—En verdad, no. —Admite. —Solo sé que me gusta divertirme, no es nada malo experimentar cosas nuevas de vez en cuando, pero créeme que a veces me pongo un poco tradicional en el sexo. —Elevo la ceja.

—Pues, no aún no lo he llegado a ver. —Suelto su mano para ahora rodear mi brazo por su espalda.

—Es porque contigo no puedo ser muy romántico —su dedo toca la punta de mi nariz —y no te lo tomes mal, sucede que cuando tengo sexo contigo, pierdo la razón y cada vez más solo quiero besar tus labios, acariciar tu piel, escuchar tu suave voz en mi oído y poder sentirte mía. —Sentí mis mejillas arder. —Tu rostro se ha vuelto rojo.

Creo que no es bueno que me diga todo eso cuando me lo imagino como si fuese una película, ya que en verdad cada vez que estoy con él y compartirnos ese momento de sexo intenso, no sólo mi piel empieza a arder, sino que también, mi cuerpo reacciona al recordar sus manos vagar en cada parte de mi cuerpo, sus labios rozar cada porción de mi piel y de cómo su magnífica virilidad me posee como si fuese la última vez.

—Perdón por la curiosidad, pero... ¿Has tenido novio? —Me extraña que me pregunte aquello.

—Si empiezas a preguntar, ¿puedo hacer lo mismo? —Elevé la ceja.

—Claro que sí, te dije que te daría la oportunidad de conocerme. —Sugirió.

—Está bien, si tuve un novio. —Respondí. —Y, ¿tú? —Pregunte.

—Sí, una novia en la preparatoria. —Comento. — ¿Fue él, el primero? —Me detengo al escucharlo.

Claramente si él supiera la verdad no me llegaría a creer, es más, enloquecería porque no recordaría nada sobre si nosotros ya nos conocíamos cuando hace apenas un mes y medio es que hemos empezado a salir y tener todo tipo de aventuras que últimamente han provocado que sepamos más cosas de uno hacia el otro.

—No —musito —, y ¿tú con tu novia? —Veo como asiente.

Ay señor, intentaré no ponerme celosa al escuchar aquello, y lo peor, de todo lo que me está revelando en esté instante para mí suele ser nuevo, porque es algo de lo que desconocía y no tenía conocimiento, primeramente, porque en el tiempo de nuestro matrimonio, fue lo que menos él me comentó, es decir, entre sus noviazgos pasados y sus aventuras sexuales. Porque es cierto, en nuestra luna de miel y en la noche que me quito mi virginidad, supe que él no era virgen, pero en sí, creo que eso no me importo tanto cuando preferí alguien que supera manejar la situación de tener sexo a otra persona que, en sí, también era su primera vez y todo podía salir siendo un desastre.

— ¿Por qué terminaron? —Pregunte al querer escuchar lo que paso entre ellos.

—Ella quería más de mí y sentí que no podía dárselo —dijo mientras cada vez más vamos llegando al faro.

— ¿Qué es lo que ella quería? —Le pregunté curiosa.

—Deseaba que fuera más tranquilo, más romántico y hogareño... —comentó.

— ¿Es qué no eres así? —Es la forma en como actuaba en casa.

—No —niega rápido —, soy todo lo contrario. Me gusta salir, aventurarme, conocer nuevas personas... También, si te das cuenta, soy muy dominante y rara vez, mi parte romántica sale, como el día de hoy —específico —. Y la verdad, es que no busco compromiso, ser un hombre hogareño implica estar seguro que le entregaras todo tu tiempo y dedicación a tu familia. —Se relame los labios.

—Entonces, ¿tú no quieres eso? ¿Ni siquiera formar una familia? —Digo con un nudo en la garganta.

—No me lo malinterpretes, la verdad, es que este momento quiero disfrutar al cien mi vida —se sincera —, una vez que sienta que ya estoy listo, quiero formar mi familia. —Eso me deja más tranquila. —Es ahí, cuando sé que mi vida dará un giro y no tengo duda que me convertiré en ese hombre tranquilo, romántico y hogareño. —Sonrío.

Empiezo a comprender que, al casarse conmigo lo debí de haber limitado en todas esas cosas que él amaba disfrutar, lo encadené a un matrimonio en donde perdió esa libertad y peor que no le hice las cosas muy fáciles, en vez de entenderlo, lo hundí más en una miseria en la que apenas podía lidiar conmigo.

Sin haberlo imaginado, llegamos al faro haciendo que, vea como él saca unas llaves del bolsillo de pantalón para poder abrir la puerta, la cual apenas al ser empujada, aparece un chirrido que ocasiona que por dentro solo se vea una oscuridad de la que es poco alumbrada por el exterior y se refleje unas escaleras en forma de caracol.

—Vamos Kala, ven aquí pequeña. —Phillipe llama a la cachorra para que no se quede detrás.

Apenas él cerró la puerta para estar nuevamente en la penumbra, pero apenas encendió la linterna de su celular, para empezar a caminar por cada escalón; Kala paso por nuestras piernas haciendo que se adelantará, por lo que mientras seguíamos subiendo, cada vez íbamos viendo unos pequeños rayos de sol en donde sabía que estábamos llegando al final. Entre unos diez a quince minutos, terminamos por llegar a otra puerta, en la que Phillipe tuvo que abrirla y empujarla para poder ver no sólo el sol y el cielo azul, sino que también, sentir la brisa del océano que empezó a rozar mi rostro; él se hizo a un lado para que fuera la primera en pasar, aunque Kala fue quien me gano, eso provoco que ambos riéramos hasta que termine por salir del interior del faro para encontrarme con una vista increíble del mar.

—Bienvenida a Capo Ferro Lighthouse. —Anunció.

Puse mis manos en las barandas del faro para empezar a ver todo el océano en su esplendor, la luz del sol provoca ciertos destellos en el agua haciendo que deslumbre, además se ven pequeñas olas que pronto terminan por volverse pequeñas cada vez que chocan con las rocas y eso sin decir que, se pueden ver varios veleros y yates navegar por la zona; levante mi rostro para volver a sentir una brisa de aire que termina por alborotar un poco mi cabello, eso sin decir que, el sol empieza a calentar mi cuerpo haciendo que comience a sentir un poco de calor.

— ¿Qué te parece? —Dice mientras enrolla sus brazos alrededor de mi cintura.

—Es increíble. —Le digo aún impactada de la emoción. — ¿Cómo es que tienes las llaves del faro? —Le digo mientras hago mi rostro a un lado para verlo.

—Conozco al cuidador, muchas veces he venido acá y me he quedado por un largo tiempo que me sirve para meditar y reflexionar. —Responde de forma apacible.

— ¿Es como tu refugio secreto? —Murmuré.

—Así es. —Deja un beso en mi frente. —Eres la primera que he traído a esté lugar. —Me confiesa.

Conocer ese detalle hizo que mi corazón saltara de la alegría, porque para mí, que una persona te lleve a un lugar que es personal para él y luego te lleve a esté para poder compartirlo, es algo único como especial, porque no cualquiera se arriesgaría a enseñártelo y mucho menos, a darte detalles de ello.

—Realmente nunca me ha gustado que me llamen Phillipe porque es el nombre de mi padre. —Me deshago de su abrazo para poder verlo a la cara. —Él no era un buen padre, se emborrachaba y agredía a mi madre cada vez que tenía oportunidad —trague hondo al escuchar como él poco a poco se fue soltando conmigo —. Un día casi le destroza el rostro a ella y significo mucho para que tomará la decisión de dejarlo. —Inhala aire como si tratará de poder contener su enojo. —Así que mi madre y yo huimos de nuestro hogar y regresamos a vivir a Italia, al principio no todo fue de color rosa, bueno, quizás un poco pero no siempre todo era feliz —encogió los hombros —, ella tenía pesadillas de las agresiones y mayormente, no le gustaba que ningún hombre se acercará a ella por más que fuera solo para preguntarle la hora o saludarla —enfatizo la gravedad de las lesiones psíquicas de su madre.

La primera vez que Phillipe me contó sobre su madre, su comportamiento tuvo una intensidad grande de dolor que hasta sus lágrimas se revelaron en el momento en que me contó los hechos trágicos que sufría tanto su madre como él con la violencia intrafamiliar que su padre armaba día a día. Sin embargo, me parece increíble de que me esté mencionando que salió de Estados Unidos junto con su madre, cuando la primera versión de la historia se suponía que ella había muerto en una de esas agresiones, siendo así que, su padre fuera enviado a la cárcel y sus tíos fueran quienes cuidaran de él; eso es lo que no comprendo en verdad y más, sabiendo que su madre no murió en sí.

¿Será posible que ella esté viva?

—Y, ¿qué ha sido de tu madre hoy? —Pregunte para conocer la verdad que me está inquietando.

—Supero todo —afirma descontento —, paso por un largo período en terapia psicológica para poder dejar a un lado los recuerdos de la agresión, solo con ello, es que ella volvió a ser la misma de antes y pudo criarme adecuadamente. —Mostró una leve sonrisa.

¿Eso significa que si está viva? Mierda... Debería alegrarme, pero, eso quiere decir que el tiempo se terminó por alterar más de lo que ya estaba.

— ¿Pasa algo? —Negué rápido al ver que se ha dado cuenta de mi desconcierto.

—Tu madre ha sido una guerrera, no puedo imaginar todo el dolor y sufrimiento que paso al lado de ese hombre —preferí no nombrar a su padre —, me alegro que ella haya sido valiente en irse contigo a Italia. Creo que tu fuiste el verdadero motivo por el que quiso superar todo lo vivido y me alegro, que te haya hecho un hombre de bien. —Está vez si sonrió.

—Ha sido duro, pero es una mujer que se fortaleció día tras día, es algo de lo que admiro de ella y por eso la amo tanto. —Dice con orgullo.

Ay cielos... Tendré que comentarle esté nuevo detalle a Misty. Porque no sé a qué grado afectará más el futuro de todos y más sabiendo que si la madre de Phillipe sobrevivió de la muerte, quien dice que otras personas también, de estar muertos ahora viven.

—Con más razón debería llamarte Alessandro. —Él ríe mientras me abraza nuevamente.

—No, todo es pasado ya. Realmente es mi nombre y contigo me he acostumbrado a ello que en verdad... —siento sus labios rozar mi oreja —me gusta como suena entre tus labios. —Dejé ir una risa.

—Entonces, ¿puedo ser la única que te llame así? —Le dije emocionada.

—Claro, te doy la autoridad que puedas llamarme así —deja un beso en mi cabeza.

Me apego más a su cuerpo sintiendo como la brisa del mar sigue rozando mi piel, el sonido de las olas ha sido gratificador para aliviar el momento conmovedor que hemos llegado a tener con aquella revelación de su pasado, eso sin decir que, me siento conforme con saber que a pesar de la infancia dura que tuvo, él no siguió los mismos pasos que su padre.

—Puedo interpretar que te gustan los faros, ¿no? —Musite.

—Exacto. —Escucho como hace un sonido de alegría. —Hay una frase de Erin Forbes que me gusta y es que dice que: "algunas personas están destinadas a ser un faro para un compañero perdido". —Menciona. — ¿Piensas que eso es verdad? —Me pregunta.

—Claro que es verdad. —Susurro.

Y aunque en verdad no lo sepa, él es quien ha sido mi faro hasta el momento. Ojalá, que pronto se dé cuenta de ello.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top