Capítulo 34
"Esta sociedad nos da facilidades para hacer el amor, pero no para enamorarnos." —Antonio Gala
***
Me quito los lentes de sol en el instante en que siento como alguien llega a mi lado a punto de que Kala deje ir un ladrido mientras mueve su rabo de un lado a otro demostrando su felicidad al ver esa persona; me quito los lentes y los subo hasta la corona de mi cabeza para darme cuenta que no se trata más que Phillipe quien ha llegado con un bloqueador solar en la mano y su cámara fotográfica la cual tuvo que ir por ella para guardar algunos recuerdos de este fantástico día.
Me pongo de lado y suelto una sonrisa en el instante en que veo como acaricia la cabeza de Kala con tanta paciencia que parece como si se estuviera tomando su tiempo para brindarle cómodamente mimos de los cuales la cachorra necesita; sin embargo, a pesar que la imagen suele ser dulce, mis ojos se sienten atraídas y cautivados por una sola cosa: el espectacular cuerpo de Phillipe. Quien puede decir que ese hombre que tengo solo a un metro su cuerpo es de ensueño y sigo sin creer como sus marcados músculos se ven reflejados cada vez que el mueve sus brazos o simplemente hace cualquier movimiento que resalte su estructural cuerpo; muerdo la patilla de mi lente de sol mientras que no puedo evitar dejar de crear un sinfín de imágenes en mi mente, eso sin decir, que siento como empiezo a tener calor y sin dudarlo, la tentación de ir a él y tocarlo.
— ¿Todo bien? —Me centre en ver sus espectaculares ojos color miel.
¿Todo bien? Más que bien desde el momento en que decidió que tuviéramos unas tranquilas pero emocionantes vacaciones en Cerdeña, una ciudad que está ubicada entre la isla mediterránea de Italia, desde luego, él no deja de sorprenderme y más cuando sabe bien con qué cautivarme, porque una vez que pisamos la isla y nuestra primera aventura ha comenzado en Villasimius exactamente en la playa Porto Giunco, todo fue sorprendente. Más porque el clima y la época nos da ese favor de poder disfrutar la brisa del mar, las cristalinas aguas, la fina arena y la hermosura que trae el paradisíaco lugar.
—Claro que sí, ¿por qué la pregunta? —Me levanto para sentarse en la tumbona.
—Porque me observas mucho como si tuviera algo pegado en el rostro —se ríe de sus propias palabras.
La verdad es que admiro la hermosura que Dios le brindo a él, porque no es suficiente con ser un buen hombre y tener una peculiar personalidad para que ahora, se le agregue ese majestuoso cuerpo que no sólo yo ya estoy observando, sino que también, otras mujeres que caminan cerca de nosotros o se encuentran a nuestro alrededor no dejan de verlo. Es posible que, si no quito mis ojos de su perfecto abdomen y de sus increíbles brazos y caderas, no seré responsable de mis actos, como entre ellos, en lanzarme encima.
— ¿Es que no puedo verte? —Le digo mientras cruzo las piernas.
Ahora es su turno en el instante en que con cautela, observa mis piernas las cuales apenas son cubiertas con una falda blanca que hace juego con mi topless; desde luego, fue una buena idea tener que traer ropa de playa cuando tuve la esperanza que él me llevara a uno de estos lugares, eso sí decir que, aún ni siquiera le he dado la oportunidad de que me vea con bikini, porque si no es probable que ahora, los roles sean contrarios porque dejaría de verlo, para que en este instante sea él quien me vea sin descaro y pudor.
— ¿Te gusta lo que ves? —Digo con un tono sensual.
Veo como su respiración cambia de ritmo para apretar sus labios y tener que hacer el esfuerzo de ver hacia otro lugar, sé que si sigo seduciéndolo es probable que tenga un bulto debajo de esas bermudas azules que se acentúan perfectamente en sus anchas caderas; realmente ambos no nos estamos ayudando en nada, es más, lo que parece haber comenzado con un simple juego de insinuación y coqueteo, está dando paso a que ambos nos excitemos.
— ¿Por qué no me gustaría? —Pasa sus dedos sobre sus labios.
Mmm, ¿debería reservarme la tentación en no levantarme y sentarme en su regazo para poder ser yo quien reemplace sus dedos por mis labios? No quiero dar un espectáculo demasiado exhibicionista, pero en sí, sería parte de que una pareja se bese y, además, sería una buena idea dejarle en claro a todas esas mironas de nuestro alrededor, que ese hombre que tengo en frente es mío.
—Tú dímelo. —Dejo que mi pie roce su pierna de abajo hacia arriba brindado una caricia.
De por sí, que ambos somos muy buenos tentando el uno hacia el otro, porque en cualquier circunstancia podríamos detenernos, pero parece ser que nos gusta jugar con fuego que no sabemos quién será el primero en quemarse. Subo un poco más mi pie a punto que ya este tocando sus muslos a través de la tela de la bermuda azul, eso solo ocasionó que, tragará hondo y tuviera que moverse de forma incomoda entre la tumbona, puedo ver en sus ojos ese deseo irrefrenable que tenemos, no sé cuál será nuestro límite, pero puedo decir que, estoy satisfecha de saber que puedo lograr mi cometido de cualquier forma.
Dejo de rozar mi pie entre su muslo para bajarla y así, ponerla entre la suave y blanca arena de la playa, suelto una leve risita al ver cómo intenta aminorar su testosterona luego de que lo introduje a tener una leve excitación la cual está controlado para no tener aquel bulto entre sus bermudas, veo como agarra una botella de agua y bebe de esta hasta que varias gotas caen en su pecho, haciendo que tenga ganas de ser yo quien las desaparezca con mi propia boca o lengua.
—Deberíamos caminar, ¿qué te parece? —Aún su voz suena ronca.
—Claro que sí, quiero observar la zona. —Me pongo las sandalias.
Apenas nos levantamos de las tumbonas para ver como él le quita la correa a Kala para que tenga más libertad de poder caminar cerca de nosotros sin obstruirle el camino, por lo que, al alejarnos de poco a poco, siento como él pone su mano en mi cintura, rodeándolo hasta que me acerca más a su cuerpo, es ahí, en donde caminando a la orilla del mar, bajo el cálido sol y viendo varias gaviotas ir y venir, logra darme una paz interna sabiendo que estoy al lado del hombre a quien siempre soñé tener.
Es muy contradictorio lo que pienso porque de cierta forma, quizás si le hubiera dado la oportunidad a Phillipe de conocerlo, podíamos haber tenido un buen matrimonio en base a disfrutar no sólo de nuestra compañía sino que de extraordinarias experiencias de las podíamos obtener al ser pareja, pero con bastantes motivos irracionales, preferí alejarme de él, hacer de un infierno nuestra relación y pedir un estúpido deseo él cual nos tiene en la cuerda floja, gracias a que no fue lo suficiente madura para responder un matrimonio que yo misma lo construí a base de mentiras y desamor cuando pude haber obtenido aquello que quizás con mi ex novio no pude tener, algo llamado: estabilidad.
Vemos como Kala, corre hasta una pequeña pradera verde que se ha formado en una parte de la playa, ella salta emocionada y veo como atrapa algo haciendo que, lo lleve hacia nosotros hasta dejarlo en nuestros pies; Phillipe y yo reímos en el instante en que vemos que no se trata más de una rama, así que, él la recoge para decirle unas palabras a mi cachorra ocasionando que, la motive a ir por el delgado palo en el instante en que lo tiro.
Kala suelta varios ladridos tiernos que hacen que vaya por la rama hacia el lugar en donde Phillipe la tiro, bajo mis lentes de sol y me doy cuenta, como él ha hecho lo mismo luego de que el sol empezara a ponerse más en el centro; seguimos caminando mientras esperábamos que mi cachorra nos trajera nuevamente la rama, ya con una segunda vez, fui la siguiente en tirársela, donde motivada, fue por ella hasta agarrarla para ponerla por tercera vez en frente de nuestros pies. Así pasamos durante varios minutos en los que disfrutamos jugar con Kala mientras nos rotábamos en quien le tiraba la rama, ya cuando la cachorra se aburrió del juego, simplemente empezó a caminar a nuestro lado y por veces, que espantaba un par de gaviotas cuando se acercaban a la orilla del mar.
No había necesidad de hablar, simplemente el silencio fue nuestro amigo en aquel instante mientras que seguía sujetándome de la cintura y yo lo abrazaba mientras mi brazo también lo rodeaba, estaba inmensamente feliz no sólo por lo afortunada que estaba al tenerlo a él a mi lado, sino porque, sencillas cosas como estas nos han permitido que nos acerquemos y nos vayamos conociendo de diversas formas de las que sutilmente he ido sabiendo de él.
—Aún no me has dicho hacia donde vamos —le digo al ver que ya nos hemos separado mucho de las personas.
—A la torre de Porto Giunco —me señala a una dirección.
A lo lejos, observo una torre que se encuentra en la cima de una pequeña montaña, a su alrededor no hay más que vegetación y rocas por lo visto, pero no tengo duda que por su altura, debe tener una increíble vista panorámica de la playa, así que yendo, hacia aquel lugar, pasamos por un camino en donde hay muchas plantas y de las que al principio me dieron un poco de comezón si no hubiera sido porque puse mal mis pies en donde no tendría que haberlos puesto; eso solo provoco que Phillipe tuviera la grandiosa idea de llevarme entre sus brazos y extrañamente, me sentí avergonzada ante la incapacidad que tuve al no haber llegado muy lejos, pero a pesar de ello, me sentí reconfortante al punto de que me ilusione en pensar que mi príncipe me estaba llevando a una de las torres de su prestigiado castillo.
En un momento, le pedí que me bajara para poder caminar por mi cuenta, de todas formas, la picazón había pasado y ahora ya tenemos un camino despejado donde podemos poner los pies con libertad, cada vez el sol iba bajando por lo que fue más sencillo ya no sentir mucho calor; Kala se nos adelantaba por veces para esperarnos a que llegáramos hasta ella, por lo que era divertido ver cuando nos ladraba desde lejos como si estuviera diciéndonos que aligeráramos el paso, eso hizo, que tanto Phillipe como yo, nos sintiéramos motivados a seguir caminando, por lo que cuando ya teníamos a unos metros la torre, me detuve un instante para tomar aire y descansar a fin de que pudiera retomar el paso.
—Un poco más, bella stella y podrás ver la maravillosa vista —me animo Phillipe.
Solté una leve risa que hizo que me recompusiera para poder seguir caminando hacia él, apenas di unos pasos más cuando me tropecé con una roca de la que doy gracias que él estuviera cerca para sostenerme y así, no caer al suelo; admire por un instante sus preciosos ojos los cuales tampoco dejaban de admirar los míos, pero nuestras miradas dejaron de estar presentes cuando unas gaviotas pasaron más cerca de nosotros haciendo que Kala les ladrara, eso hizo que ambos nos levantáramos y termináramos con nuestro recorrido llegando exactamente a la torre antigua.
— ¿Qué te parece? —Pregunta mientras observo el detalle de la torre.
—Es... sorprendente —toco el material con que fue construida.
—Ha estado por muchos años acá que me daría pena que la propia naturaleza o mano del ser humano la destruyera. —Menciona con tristeza.
—Tienes razón, sería una pena que desapareciera y más cuando está en un sitio perfecto. —Conservo su propio comentario.
No es de menos que Phillipe sea de las personas que intentan mantener toda aquella cultura antigua de su país con la finalidad de perseverarla, además, no es primera vez que me lo hace saber cuándo aún recuerdo su disgusto y molestia al ver los grafitis que se encontraban dentro del túnel y camino de la Vía Dell'Amore. De todas formas, comparto su pensamiento cuando los seres humanos deberíamos cuidar de estar riquezas arquitectónicas que quedan de nuestros antepasados, ya que esto forma parte no sólo de una cultura o historia, sino que también, es una identidad de cualquier italiano o italiana, por ello, es que se debe de cuidar y conservar para que las futuras generaciones puedan apreciarlo, como también, sentirse orgullosos de todo aquello que tienen.
—Sabes, no sé por qué me recuerda a la torre que sale en la película de Luca —hago énfasis en la película infantil de Pixar.
—Vaya... Tienes razón ahora que lo mencionas —sonríe como un niño pequeño.
—Bueno, es probable que puedan haber tenido una idea cuando la película está basada en Italia —recordé ese dato.
—Sí, aunque está en basada en la ciudad de Monterroso —aclaró.
—Lo sé, recuerda que ya me llevaste ahí —puntualice.
En ese instante, dejo de ver la torre para acercarme a un pequeño risco en donde se puede llegar a ver la playa en su totalidad, desde la gran altura y distancia en que nos encontramos podemos ver la arena, las sombrillas, el mar y la ciudad, todo divinamente asombroso luego de que las tonalidades de los colores resaltan en cada particular sitio, desde el azul del océano hasta la parte amarillenta de la ciudad con sus palmeras.
Doy un largo respiro en el que me siento encantada de poder haber descubierto este nuevo lugar del que desconocía, eso sin decir que, al sentir la brisa del viento y a lo lejos escuchar el sonido del mar, me llevó a otro mundo como si hubiera descubierto la paz y serenidad; sentí como alguien me abrazo por la espalda a punto de que sacara una sonrisa en el instante en que al girar mi cabeza a un lado, nuestras narices se rozaron, realmente no podía haber pedido más al tener ante mis ojos un paisaje tan estupendo que sigo conservando cada vez más en mi memoria.
—Ojalá estos días sean mejores que los que tuvimos en Cinque Terre. —Lo escucho decir.
—No dudo de eso. —Pongo mis manos sobre sus brazos.
Apenas dejo caer mi cabeza hacia atrás cuando siento que deja un beso encima de ella, no sé por cuánto tiempo nos mantuvimos así, pero sin importar que el tiempo pasara y nos quedáramos observando la vista desde la torre de Porto Giunco, sin decir ni una tan sola palabra, solo quise que ese momento siguiera perdurado en mi mente y en mi corazón.
(...)
Luego de haber estado entre dos horas y media a tres aproximadamente en aquella torre, consideramos en volver hacia la playa, solo con la diferencia de que en vez de caminar en la arena nos acercamos a la orilla del mar en donde nuestros pies se mojaban en el instante en que el agua pasaba aunque sea por unos breves segundos; fue extraño que en esta ocasión también no fuéramos abrazado, ya que por lo contrario, Phillipe me tomó de la mano mientras que de vez en cuando, se le ocurría darme una vuelta o me atraía a su cuerpo para dejar un corto beso en mis labios.
A lo lejos llegamos a ver como se llegaba a celebrar una boda, por lo que, tuve que ponerle la correa a Kala para que no se me escapara y fuera a interrumpir la ceremonia, apenas nos fuimos acercando cuando vi como ya se encontraba la feliz pareja realizando sus votos matrimoniales, eso sí decir que, todos los invitados no se distraían al escucharlos declarar su amor eterno.
Fue horrible tener que sentir una nostalgia que golpeaba mi pecho al recordar cómo había sido mi boda con Phillipe, primeramente porque dejé que eligieran mi vestido de novia por mí, como también, que mi madre se encargará de todos los preparativos donde yo ni le puse una pizca de emoción o al menos, para mantenerme pendiente en cómo se estaba llevando a cabo todo; hasta fue feo recordar cómo le pedí molesta a Phillipe que no invitará a nadie excepto de su familia y los amigos más cercanos que tenía. Sinceramente, lo límite en tantas cosas que no sé cómo tolero mi paciencia, eso sin añadir que, me duele saber que mientras él me decía sus votos de amor con tanta sinceridad y cariño, yo dije una corta frase que había sacado de Internet solo para terminar la ceremonia.
No puedo creer la clase de persona que fui con él en aquel entonces, porque quien diría que luego de vernos como perros y gatos, ahora estemos conllevado una relación de la que empezamos a manejar muy bien a pesar que no sé qué somos, sé que es un corto tiempo para determinar que soy su novia, como también, en que él se me declaré cuando de por sí, estoy intentando enamorado de mí.
Lo que me hace sentir peor de todo esto, es que he comenzado a ser consciente de que perdí a un increíble esposo del que pudo haberme hecho absolutamente feliz si yo hubiera puesto de mi parte en la relación para conocernos mejor, añadiendo también, de dejar el pasado atrás y ver hacia el futuro. Me da vergüenza reconocer que desperdicie mi tiempo en ser testaruda como manipuladora, agregando, al haber sido una arpía con él cuando no se lo merecía, Phillipe sólo me entrego su tiempo, amor y dedicación y en cambio yo, solo le di problemas y dolores de cabeza al molestarlo cada día con mi negatividad.
Quisiera agarrar del cabello a mi yo del pasado para hacerle entender que Reece no es el hombre a quien merece, más bien, Phillipe es la persona a quien debería entregarse en su totalidad sin temer a lo que pueda suceder el día de mañana, porque sin dudarlo, él siempre estará ahí a su lado para apoyarla y hacerla sentir querida. Mala suerte que mi deseo solo hizo que reconociera mi idiotez, por lo que ahora más que nunca me arrepiento en no haberle dado una oportunidad no sólo a mi matrimonio, sino que también a él como mi pareja.
— ¿Qué tienes? ¿Por qué esa larga cara? —Se pone en frente de mí.
No serviría de nada pedirle perdón cuando solo le crearé confusión, sin dudarlo, estoy arrepentida de muchas cosas que de por sí, quisiera reparar, pero es poco probable que se puedan hacer cuando he cambiado el destino de todos solo por un deseo y sí no hago algo al respecto, no sólo tendré miedo de haber cometido el peor error de mi vida, sino que también, al dejar ir al hombre al que empiezo a amar.
—Me puse sentimental al ver la boda —musité.
—Eres toda una romanticona —deja un beso en la punta de mi nariz.
—Lo sé, me gusta ilusionarme en cosas que quizás no sucedan —suelto un suspiro.
—Des, eres una mujer bella, inteligente y llena de sorpresas, ¿qué hombre no te desearía como su esposa? —Me hace esa pregunta a lo que no sé cómo responderle. —Debes tener a miles de hombres en tus pies, esperando que los aceptes... —hago una mueca.
Pueda que tenga a todos los hombres del mundo bajo mis pies, pero al que quiero, no ha caído en el juego de amor por mí, en vez de eso, parece ser que soñó disfruta de mi compañía y del buen sexo que nuestros cuerpos nos proporcionan, pero de ahí, no hay más que decir.
—No es eso, solo que... —bajo la mirada.
— ¿Solo qué? —Desea que continué.
—... Solo que ese hombre no creo que se enamore de mí —dije desilusionada.
— ¿Por qué? —Se extraña cuando le digo eso. —Estaría ciego si no se fijase en ti.
No es que estaría ciego, más bien, un estúpido deseo le impide que pueda enamorarse de mí por más que esté dando el ciento cincuenta por ciento de mí a fin de que pueda amarme y decirme esa corta oración que nunca pensé, que desearía escucharla de sus labios y cada vez, se vuelve una necesidad en querer saber lo que siente por mí.
— ¿Es guapo? —Enarqué la ceja.
— ¿Qué? —No comprendo su pregunta.
—Te pregunte si es guapo —me repite riendo.
—Oh —sonreí —, claro que lo es... Es atractivo, inteligente, audaz y tiene un magnífico cuerpo —veo como despierto su interés.
Se gira unos minutos mientras pone sus manos en sus caderas, hace unos gestos con su boca como si se hubiera molestado por mi comentario, en su rostro también refleja tensión y celos, algo que avivó mi ser como si supiera que acabo de dar en el clavo para descubrir sí siente algo por mí, más allá del sexo o la supuesta amistad que tenemos.
—Así que... ¿Por qué estás aquí conmigo y no con él? —Se pone serio.
Si supiera que es él es probable que ni se lo crea, además no hay otro hombre hasta ahora que me haya hecho cambiar de opinión sobre querer estar a su lado cuando tengo al perfecto hombre en frente de mí, con una cara que intenta disimular sus celos y de cómo aprieta sus caderas para detener aquella molestia que invade su cuerpo.
— ¿Eso importa? —Se queda atónito con mi respuesta. —Te dije que me gustas, Phillipe. —Es como si no se creyera lo que estoy diciendo. —Y no hablo solo del sexo, sino que, la forma en como eres conmigo —agarro su mano.
—Y, ¿dónde queda él? —Sonreí como una niña al ver que sigue celoso.
—Me da igual dónde quede, estoy contigo y lo que me haces sentir es especial que desearía que no acabará —su mirada se suaviza con eso.
—Créeme que... —duda unos segundos si seguir abriendo su corazón —también me haces sentir especial —deja un pequeño beso en mis labios.
— ¿Ah sí? —Roce mis labios contra los suyos.
— ¡Por supuesto! —Expresa. —No sabes el efecto que me ocasionas, Destiny. —Besa con más ternura mis labios. —Eres hasta mi musa, con tu llegada recobre el sentido del verdadero arte y créeme que tú lo eres —trago hondo al ver la mirada que me da —, a veces pienso si tú no eres una reencarnación de Afrodita, eres hermosa y traes tanto amor que dar que a veces me pregunto porque no puedo caer rendido a tus pies de amor —pone su mano en mi mejilla mientras que con su dedo pulgar acariciar mi pómulo.
—Por favor, enamórate de mí —dije al aire sin saber qué es lo que pueda pensar de mis palabras.
Acerca sus labios a los míos donde empezamos a besarnos con tanta paciencia y lentitud como si no nos importara que el tiempo transcurra y nos quedemos así para siempre, entre sus brazos encuentro un refugio, entre sus besos una llama de calor y entre sus palabras, una cálida sensación de amor como si con ello, ya me estuviera declarando sus sentimientos hacia mí.
—Estos días, te demostraré lo capaz que soy de darte mi amor, ojalá sea suficiente para que puedas enamorarte de mí —susurra entre mis labios.
—Ya no es necesario —me da una mirada entre llena de sorpresa y temor —, porque he sido yo la que he caído a tus pies. —Le revelo.
Puedo ver como la tensión que había en su cuerpo, desaparece en un solo instante, como si alguien hubiera chasqueado sus dedos a fin de que esa reacción corporal desapareciera por arte de magia. Puedo ver como suelta una sonrisa de la que demuestra una sincera alegría al escuchar mis palabras que fueron suficiente para darle a entender que estoy enamorada de él, nunca en mi vida me había gustado ser yo la que diera el primer paso en tener que revelar mis sentimientos por alguien, es más, siempre me gustaba que los demás estuvieran bajo mis pies, insistiéndome y suplicándome para que aceptara sus corazones, pero esta vez, me es indiferente, estoy enamorada de él en cuerpo, corazón y alma, por lo que ya no quiero guardarme más este sentimiento que sigue creciendo en mí por él.
—Dios... —me aprieta a su cuerpo y vuelve a besarme con una necesidad profunda.
Mis piernas tiemblan, mi corazón late rápido y mis labios solo corresponden aquel gesto dulce del que me invita no sólo a abrirle las puertas a un mundo lleno de ilusiones y sueños, sino que también, a un amor que a pesar que aún no es correspondido, pueda que termine dándose en los próximos días.
—Oigan ustedes dos, se están robando la atención de los futuros esposos —escuchamos como alguien gruñe.
Me di la vuelta para ver como una mujer con vestido color azul tiene sus manos en sus caderas mientras que nos muestra un rostro lleno de desagrado y molestia; y no es por nada cuando al ver hacia el lugar donde se está dando la ceremonia, la mayor parte de los que invitados ha dejado de ver a los próximos recién casados para vernos a Phillipe y a mí; es de menos que todos se hayan dado cuenta de la demostración que hicimos hace unos minutos al revelar palabras, emociones y sentimientos que no sé si son muy pronto para ser correspondidos pero hasta entonces, ha ocasionado que ambos cayéramos en una trampa de enamorados.
— ¿Es qué están haciendo el rodaje de una película romántica o qué? —Protesta la señora.
Es probable que sea la madre del novio o la novia, ya que lleva un vestido muy elegante que resalta entre todos los invitados, por lo que esa sea la razón en la que se encuentra molesta al interrumpir un día importante para uno de sus hijos. Pensándolo bien, creí que Kala era la que podría ocasionar un escándalo, pero, en fin, Phillipe y yo lo hemos armado sin querer.
— ¡Váyanse! —Nos hace un gesto con sus manos para que nos marchemos.
Tanto Phillipe como yo soltamos una risa en la que aquella mujer se extrañó de nuestra repentina reacción, por lo que, llamándonos locos, se marchó para seguir pendiente de la ceremonia, dejándonos nuevamente a solas mientras que retomábamos nuestro camino para no seguir interrumpiendo la boda
—Eso fue inesperado —Phillipe intenta dejar de reír.
—Parece ser que seríamos una buena pareja si hiciéramos el rodaje de una película —bromeo.
—Al parecer —dice secándose unas lágrimas de risa de sus ojos —, vamos regresemos al apartamento, esta noche quiero disfrutar de que estamos juntos —sonreí.
—Me encanta esa idea, ¿qué te parece si cocino? —Le di una idea.
—No, yo me encargo de la cena. —Me guiña el ojo.
—Mmm, ¿qué piensa hacer de cena, señor Rizzo? —Agarro su mano para que entrecrucemos nuestros dedos.
—Una sorpresa —ríe—pero de postre... Te quiero a ti.
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Continuará...
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