Capítulo 24 🔞

"Hay pasiones que la prudencia enciende y que no existirían sin el riesgo que provocan." —Jules d'Aurevilly

***

Luego de haber salido de mi trabajo, le había llegado a pedir a Phillipe que pasará por mí ya que continuaríamos con aquella cita que habíamos pospuesto debido a que Misty lo había invitado a cenar a nuestro apartamento; puedo decir que al principio fue totalmente extraño, quizás porque sigo acostumbrándome a su presencia y a tener que buscar una manera para que se enamore de mí, algo que comúnmente no hacía ya que antes prefería que los chicos llegaran a mí, pero como está vez, sé que él no será quien me perseguirá, no me queda de otra que usar mis encantos para que esto siga en flote antes que pueda desinflarse como un globo.

De por sí, también me encuentro nerviosa porque después de haberme marchado del hospital para volver a la floristería no dejé de pensar en todas las cosas que podía llegar a suceder, primeramente porque no tengo idea que planea tiene él y lo siguiente, en cómo llegaría a terminar nuestra noche, de todas formas, con esté nuevo Phillipe, puedo comenzar a creer que es capaz de cualquier cosa, porque aunque no sea tanto como el que conocí antes de pedir el deseo, puedo ver como una parte de él sigue ahí, simplemente me ha dejado ver una nueva personalidad de la que desconocía y cómo decía Misty, yo la reprimí por mis actitudes haciendo que se volviera una persona pasiva.

Desde que paso a recogerme al salir de mi trabajo, el transcurso del camino sólo ha sido de viaje, algo que no esperaba porque pensé que pronto iríamos a un restaurante, pero doy gracias que al menos me haya dado un tiempo en respirar luego de saber que la floristería no saldrá a flote si no hay un cambio relevante que logre atraer a los clientes, sin embargo, no sé qué tanto pueda tomárselo bien Priscilla y su familia si se lo llego a comentar, ya que apenas he comenzado a trabajar con ellos que no hay suficiente confianza para decirles la verdad por la que está pasando su negocio.

Dejo de pensar un momento sobre mi trabajo cuando encuentro un buen momento para pedirle a Phillipe que se detenga para que pueda cambiarme de ropa, desde hace un par de minutos también he venido pensando en lo mismo pero no sabía cómo hacerlo y pedírselo, ya que también estaba conduciendo por algunas calles transitadas que por obvias razones no sería el momento indicado para cambiarme, pero ahora que hemos llegado a una parte oscura en la que no transitan autos, pueda que por fin me quite esta ropa para cambiarla por otra más ocasional para la cita.

—Puedo pedirte un favor —comienzo a decirle.

—Tú dirás —me da una mirada antes de dejar de manejar.

—Necesito cambiarme así que, puedes parar aquí un momento y también, ¿puedes bajarte del auto? —Rueda los ojos.

—Bien. —Detiene su auto para apagar el motor y salir de este.

Me voy hacia los asiento de atrás de su vehículo en donde de la pequeña mochila que Misty me ha prestado, sacó un vestido rosa dorado, seguido de ello unos tacones negros y unas medias negras; así que quitándome la blusa con el pantalón, empiezo a ponerme el conjunto de ropa que me he llevado conmigo para tener esta cena con Phillipe; mientras me pongo las medias me doy cuenta como él se ha quedado admirando el cielo lleno de estrellas, todas se ven deslumbrantes más porque al estar en la oscuridad resaltan su resplandor logrando que además de crear figuras se puedan ver una de las constelaciones.

Termine por ponerme perfume y guardar la ropa para volver al asiento del copiloto, para llamar su atención, sueno el claxon del vehículo logrando que él se dé media vuelta para ver que ya me encuentro preparada; camina nuevamente hacia la puerta y entra nuevamente a su auto para darme una mirada de cabeza a pies, suelta una sonrisa, pero no hace más que ponerse el cinturón de seguridad, encender el automóvil y comenzar a conducir. Esperaba alguna acción de su parte, pero veo que se le da muy bien, tener que controlar sus impulsos, por lo que mientras me relajo en el asiento, sigo escuchando la música del equipo de música de su vehículo mientras me entretengo mirando las estrellas desde la ventana.

Cuarenta y cinco minutos después veo como Phillipe termina por entrar a una zona que mayormente se encuentra oscura pero su clima termina por ser fresco, intento saber en qué lugar nos encontramos pero solo veo unas colinas y algunas sombras de árboles o plantas de las cuales desconozco al no poder verlas bien; antes de poder preguntarle a él donde nos encontramos a lo lejos veo una casa que se encuentra alumbrada y entre sus alrededores hay enormes pinos que la cubren por detrás como si fueran su fortaleza.

Al llegar, Phillipe es el primero en bajarse mientras que me quedo en el auto impactada al ver la rustica casa que está diseñada de ladrillos, la iluminación que resalta los colores marrones suaves de las paredes la hacen ver antigua pero atractiva, tanto que es una belleza tenerla que apreciar; sin embargo Phillipe interrumpe el momento cuando me abre la puerta y me alza su mano para que salga del auto, así que sin más que tardar, termino por entregársela para salir y sentir como me lleva al interior de la casa.

Si su casa es bonita que se puede decir de esta que también tiene un diseño renacentista; no sé de quién es el dueño de este hogar, pero quisiera felicitarlo al mantenerlo muy bien conservado ya que además de ser cálido está lleno de historia como de cultura. Me acerco a los enormes ventanales que esos si son modernos, a lo lejos puedo seguir viendo varias zonas, pero poco a poco voy identificando que este lugar no es más que una finca, ya que lo que está más allá de ella pueden ser viñedos; mis ojos se alzan al cielo y me doy cuenta de la espectacular vista que hay entre las alturas de esta casa, tanto que es increíble tener que estar acá.

—Y, ¿qué te parece? —Veo como llega con unas copas de vino.

—Espectacular, ¿es tuya? —Hago la pregunta mientras agarro la copa de vino que me entrega.

—Mmm, podría decir que es compartida con mis primos, nuestro abuelo nos la dejó de herencia antes de fallecer —asiento.

—Son viñedos, ¿no? —Le señalo a las lejanías.

—Sí, aunque nosotros somos propietarios de una pequeña parte, ya que algunas hectáreas fueron vendidas a otros viticultores que saben del negocio y pueden mantener las tierras vivas y verdes —explica

Esto es sorprendente porque es algo que no conocía de él, bueno, todo lo que tenga que ver con su vida en Italia es de mi poco conocimiento más cuando este debe de estar integrado con la familia de su madre que no sé más que sus nombres y rostros.

Quizás es hora de poder hablar un poco sobre él, ya que ha comenzado a conocerme, creo que es hora de que sea mi turno en conocerlo, por lo que sería bueno ir comenzando a tocar temas sobre su familia y su vida personal que no sea seguir descubriendo más sus intereses que otros asuntos que pueden ser más importantes.

— ¿Toda tu familia es de Florencia? —Le pregunto.

— ¿Por qué la pregunta? —Eleva su ceja.

—Trato de conocerte, siempre la que habla soy yo mientras tú solo escuchas, por lo que ahora espero que sea lo contrario. —Pongo en mis labios la copa de vino.

Veo como su aspecto cambia por uno dudoso en el que no es capaz de mantener la mirada, su ceño se frunce y mira hacia los ventanales mientras bebe del vino; no tengo idea si debe de estar considerando la idea de tener que hablarme de su vida y por obvias razones no puedo obligarlo a tener que contarme de él a pesar que ya sepa muchas cosas sobre mí, ya que sin que él me lo dijera, fui la única en meterme en el rollo de relatarle cada parte de mi vida como si fuese interesante.

—Ven, vamos a cenar.

Dios mío, no tengo idea de cómo lo haré hablar, pero sé que encontraré alguna forma para que empiece a decirme de poco a poco cosas de su vida privada porque si seguimos en estar brecha de desconfianza, no llegaremos muy lejos en la parte de conocernos mutuamente sin tener que ocultar algún secreto.

Lo persigo para llegar al comedor en donde ya se encuentra servida la cena, en el centro de la mesa hay un hermoso arreglo floral que tiene en medio una vela blanca, algo que lo veo muy romántico y bonito; me doy cuenta como ambos estaremos de punta a punta para vernos de frente, así que al tomar la silla veo como él ya se ha puesto detrás de mí para ayudarme a sentarme para luego empujar hacia delante para que quede a unos centímetros cerca de la mesa, él también es el siguiente en sentarse hasta invitarme a quitar la tapadera de la bandeja para darme cuenta que no es más que un plato de ossobuco[1].

Ambos empezamos a comer mientras que el silencio parece ser el tercer invitado en la cena, en esta ocasión no llegaré a decir ni una palabra que no sea hasta que él dé su brazo a torcer para que pueda permitirme conocer su vida; así que centrándome en mis propios pensamientos y comiendo la deliciosa cena de la que no deseo acabarme, escucho un pequeño chirrido de la silla que me hace elevar un poco mis ojos para verlo como se a recuesta en el respaldo del objeto para darme una mirada.

—Toda mi familia materna siempre ha vivido en Toscana, solo que en diferentes ciudades. —Empieza a decir. —Es cierto que nací en Estados Unidos, pero a los siete años me vine a vivir a Florencia junto con mis tíos y primos. —Se dedica a contarme.

Quisiera resaltar la pregunta sobre porque se vino a vivir a Italia, conozco una parte de la historia y su razón, pero tengo la iniciativa de querer conocerlo desde cero para saber si su vida no ha cambiado por completo como lo imagino. Sin embargo, al empezar a hablar de su vida privada, dudo que me cuente con confianza sobre su niñez o sus padres, dos temas que particularmente a él no le gusta tocar por todo el conflicto que vivió y posteriormente, superó. Así que, no me queda de otra que tranquilizar mis ansias de preguntarle asuntos muy propios y profundos si no quiero que se vuelva a cerrar conmigo.

—Razón por la que tu inglés es perfecto —entrometo un tema para desviar algunas de mis preguntas.

—Podría decir que sí —dice encogiendo sus hombros.

— ¿Cuántos primos tienes? —Pregunto a pesar que sé la respuesta.

—Tres. —Dice sin tener problema de responderme. —Vicenzo, Antonio y Bianca.

Por lo menos, recuerdo de buena forma a Antonio y Bianca pero no puedo decir lo mismo que Vicenzo quien nunca le agrade porque desde el primer día que Phillipe me lo presentó, algo entre ambos no congenio mucho logrando que no tuviéramos una buena relación y sin dudarlo, apoyaba la idea de que su primo y yo, nos divorciáramos; ya que Vince prefería que su querido primo hermano se casara antes con una italiana que una americana, debido a que él prefería seguir con las tradiciones viejas de mantener el legado de sangre italiana pura antes de mezclarse con el de algún extranjero.

— ¿Te llevas muy bien con ellos? —Asumo no conocer la relación entre ellos.

—Son como mis hermanos, crecimos juntos en un mismo hogar y familia, así que somos totalmente cercanos uno del otro —asiento.

Es de menos cuando sus tíos han sido como sus padres y sus primos como esos hermanos de los que no pudo tener, así que sus palabras suelen ser tan ciertas y verdaderas que no tengo porque creer que me está mintiendo.

—Sé que sonará tonto, pero, ¿por qué no te gusta que te llamen Phillipe? —Veo como la pregunta lo pone tenso.

Juega con la comida unos segundos antes de seguirla comiendo. Algo me dice que he tocado un punto sensible del que es poco probable que me responda cuando su cuerpo revela que no está en condiciones para tener que revelar un dato que suele ser muy privado para él; así que dándole unos minutos para que pueda seguirse alimentando como yo también, me doy cuenta como pone su espalda recta en el respaldo de la silla para volverme a ver.

—Es el nombre de alguien que odio —dice molesto—y es la razón por la que no me gusta que me llamen de esa forma. —Concluye sin dar mucha explicación.

Es probable que esté hablando de su padre, sin embargo como surgió de repente su respuesta y más el tono de voz que ocupo, tengo la impresión que no debería pedirle más detalles de ello sabiendo que puede arruinar el momento a punto de convertirlo en algo tenso; así que será mejor no seguir indagando sobre el tema de su nombre a fin de que nuestra noche no acabe mal.

—Creo que debería de llamarte Alessandro desde ahora —digo mientras agarré la copa de vino.

—No es necesario, Des. Realmente me gusta como lo dices y si te soy sincero, ya me he acostumbrado contigo —suelta una leve sonrisa compasiva.

—Podría intentarlo... —Niega.

—No, está bien. —Intenta convencerme.

¿Será que no le estaré haciendo daño en seguirle llamando así, aunque sea el mismo nombre de esa persona que odia? La verdad no quisiera hacerlo, pero acostumbrarme a llamarlo Alessandro será difícil que no dudo que en cualquier momento lo terminaría llamando siempre por su primer nombre.

—Ya deja de pensar en ello. —Dice al verme sumergida en ese pensamiento.

Es mejor no darle vueltas al asunto, si a él le parece y no le incomoda que yo lo llame de esa forma, puedo seguir nombrándolo por Phillipe sin ningún problema.

Terminamos de comer la cena y pronto él aparta los platos para traer el postre que no se trata más que helado de fresa, así que disfrutando de este mismo sin intentar sacar más temas peligrosos de los que no debería meterme aún a hablar con él, me permito disfrutar del postre antes que este termine por deshacerse.

—Parece que estás deleitándote con el helado —comenta con risa.

—Está delicioso —paso mi lengua por mis labios.

Vuelve a reír al darse cuenta que parezco una niña que está muy emocionada y feliz por haberle proporcionado un helado tan delicioso que quisiera que no se acabara. Pero mediante me paso mi lengua por mis labios y la cuchara, me doy cuenta como él no deja de verme con tanto ímpetu que no quita su mirada.

— ¿Alguna vez has estado enamorado? —Suelto aquella pregunta que me es importante.

—El amor es un sentimiento muy peligroso —dice omitiendo la respuesta.

—Claro, pero no es la respuesta que deseaba escuchar —le digo sin pena.

— ¿Quieres decir que te responda con un sí o no? —Hago un ademán junto con la cuchara.

—Me gustan los detalles —digo lamiendo otra vez la cuchara que ya se encuentra fría.

—Todos nos hemos enamorado alguna vez, sería tonto que nadie experimente un amor que sea o no correspondido —sigue evitando la respuesta.

—Vamos Rizzo, ¿te da miedo revelar de quién estuviste enamorado? —Arquea su ceja.

—Yo no he dicho que no estuviera enamorado alguna vez. Podría estarlo en este momento —el corazón se me agita al escuchar eso.

— ¿Ah sí? —Digo nerviosa.

—Si, pero debo de dejar en claro que esa mujer aún no ha llegado a mi vida, así que mientras tanto, me gusta mi soltería y el sexo libre sin compromiso. —Termino por caer a la realidad.

No debí de haberme hecho ilusiones que no duraron ni cinco minutos, obviamente pedí de deseo que no se enamorará de mí, por lo que revertirlo será muy difícil más cuando él parece solo estar encaprichado en el placer que puede propiciarle una mujer o de la buena compañía que pueda proveerle; mientras tanto, aún sigue sin sentir algo por mí. No obstante, debo de ser cuidadosa porque tampoco desearía que él se enamorará de alguien más que no sea yo, ya que ese sería un enorme problema porque cambiará el destino de todos.

— ¿Has terminado? —Asiento al ver que me he quedado sin helado.

Se levanta de la mesa, pero terminó por ser más hábil al tomar los platos sucios y llevarlos a la cocina en donde terminó por perderme en haber agarrado una dirección que no era; en vez de eso escucho como él ríe detrás de mí al darse cuenta que termine por parar a otra habitación que no sea la cocina en donde puedo lavar los platos sucios.

—La cocina esta allá. —Señala.

Doy la vuelta para ir hacia la verdadera dirección de la cocina, pero cuando paso a su lado, está a punto de quitarme los platos sucios para él llevarlos a su destino, pero sin dudarlo, se lo impidió al esquivarlo y realizar una maniobra en la que no alcanza a tomarlos de mis manos; eso provocó que le disgustara un poco pero a mí me encantó porque pude salirme con la mía y más porque al encontrar la cocina, pronto pongo los platos en el fregadero para después irlos lavando uno a uno hasta que ya no quedo ninguno sucio.

—No debías de haberlos lavado —murmura molesto.

—No te enojes que te he hecho un favor. —Digo con una sonrisa.

—No creo. —Dice cruzando los brazos.

Camino hacia él para ponerme en frente, pongo mis manos en su pecho y empiezo a bajarlas lentamente hasta llevar a sus caderas, su respiración empieza a cambiar hasta que, empezando a desabrochar los botones de su camisa, dejo a la vista su admirable abdomen que está lleno de músculos muy bien marcados que me tentó a tocarlos despacio a punto de que mi boca fuera besándolos de arriba hacia abajo hasta que su mano agarró mi rostro logrando detenerme.

—Ven.

Agarra mi mano para que pronto caminemos hacia las escaleras que nos llevan al segundo piso, me lleva hacia el pasillo izquierdo el cual observo que hay varias puertas a nuestro alrededor, pero ni siquiera puedo hacerme la pregunta sobre que puede haber detrás de esas habitaciones cuando entramos a una de ellas que es enorme y con olor a lavanda.

Se sienta en la cama y pronto me empuja para quedar encima de él, sus ojos no dejan de ver los míos, pero pierdo un instante la conexión de ellos, al sentir como sus manos ya han comenzado a masajear la cara interna de mis piernas provocando que la respiración me cambie y espere que haga la siguiente acción. Se acerca a mi cuello y empieza a olerlo, la punta de su nariz me ocasiona un cosquilleo del que cierro los ojos y aprieto su camisa, estoy esperando a que sus labios toquen mi piel, pero no lo hace, más bien, solo se dedica a oler mi perfume como si estuviera intentando descubrir cuál es el que utilizo.

—Amo tu olor. —Susurra.

Su aliento cerca de mis pechos provoca que se me erice la piel, sin embargo, al separarme, veo como una de sus manos deja de estar entre mis piernas para jalar mi vestido hacia abajo dejando mi pecho al descubierto; lo acaricia con su dedo pulgar logrando que esté termine por ponerse erecto, le da unos golpecitos siempre con su mismo dedo hasta que le da una lamida que me hace cerrar los ojos y gemir.

—Quisiera untar tus pechos de helado, sé que sabrían deliciosos —sus palabras empiezan a calentarme.

Muerdo mi labio y empujo mi cuerpo hacia delante buscando que pueda propiciarle caricias a mi pezón, veo como sus ojos brillan de perversión cuando lo paso por sus labios haciendo que trague hondo y empiece a excitarme por el evento que estoy ocasionando. A él parece gustarle la forma en como estoy actuando así que, agarrando mi pecho con su mano, le da un apretón dejando alzada mi areola, otra vez le da una lamida hasta que termina por metérsela en la boca.

— ¡Oh! ¡Sí!

Mi mano se enreda entre sus cabellos rubios castaños mientras que sigue besando y succionando mi pezón, un ardor empieza a aparecer cuando lo muerde y jala de este provocando que se ponga más duro, rojo y erecto, pero en vez de sentir dolor comienzo a sentir un apreciado placer que electriza cada parte de mi cuerpo.

Libera mi pecho derecho para pasarse al izquierdo, hace las mismas acciones mientras que con la excitante sensación ya he empezado a moverme encima de sus pantalones, frotándome muy cerca de su miembro logrando que esté empiece a crecer.

—Desnúdate. —Dice entre jadeos. —Te quiero completamente desnuda, ahora. —Exige.

Me quito encima de él para deslizar los tirantes del vestido hacia abajo, sin ningún problema, el bonito vestido corto de tonos rosa dorado, termina en el suelo dejándome solo con las medias y mi braga de encaje negro; veo como me mira con una penetrante pasión que ni siquiera pestañea, parece que le gusta admirarme mientras me quitó la ropa así que antes de quitarme las ultimas prendas que me quedan, me acerco otra vez y me siento sobre él para deshacerme de su camisa y empezar a desabrochar sus pantalones; sus manos pasan de mis hombros hasta mi espalda hasta que siento como juega con el elástico de mi braga, hago que se encapriche unos segundos hasta que al querer entrar su dedo dentro de ella, lo saco para levantarme un poco y bajar sus pantalones quedándose solo con sus calzoncillos.

— ¡Joder!

Casi se cae de espaldas cuando encima de nuestra ropa interior empiezo a frotar mi vagina con su pene, la sensación es tan exorbitante que sentir como la tela me acaricia me hace gemir y sentirme cada vez más excitada.

— ¡Oh cielos, Phillipe!

Sin haberme dado cuenta, su dedo terminó por entrar en mis bragas ocasionando que empezara a masturbarme tanto así que, de un momento a otro, ya estaba dentro penetrándome con tanta impulsividad que me sujeté de sus hombros para llegar al orgasmo.

—Córrete. —Susurro en oído.

Empecé a bajar y subir cada vez más rápido buscando el placer que me estaba propiciando sus dedos, pero con un deliberado grito que me hizo arquear la espalda cuando succionó uno de mis pezones y con la fuerza que me penetró dos de sus dedos, fue lo que hizo que alcanzara el orgasmo.

Apenas comenzaba a recomponerme cuando se levantó, para quitarse sus calzoncillos e ir a una de las gavetas que tiene la mesita de noche, de ahí sacó un preservativo del que rompió rápido el sobre para ponérselo, pero en vez de dejar que me acostara en la cama, sentí como me puso de espaldas dejando que mis manos y rodillas me apoyaran; estuve a punto de moverme para quitarme mis bragas pero escuché un rasguño del que supe que me las había roto, quito la tela y me abrió las piernas, haciendo que me sintiera no sólo receptiva sino que también mojada.

Nuevamente su dedo entro en mí moviéndose con elocuencia provocando que mis piernas temblaban, pero antes de poder continuar lo saco de repente hasta que algo húmedo paso por mi vagina haciendo que gimiera y apretará las sábanas. Tuve que respirar profundo cuando sentí que empezó a lamer mis labios vaginales, de cómo la punta de su lengua le daba golpecitos a mi clítoris y como esta misma empezó a entrar ocasionando que mi cabeza terminara entre las sábanas.

— ¡Ah! ¡Demonios! ¡Así!

Mis piernas empezaron a tambalearse cuando el cosquilleo del orgasmo empezó a aproximarse. Sin embargo, no pude llegar a pensar en la sensación que el nuevo clímax me traería porque al sentir como Phillipe enrolló mi cabello en su mano para darle un jalón, no espere que terminara por penetrarme fuerte, haciendo que liberará un explosivo grito que se convirtió en un profundo eco entre toda la habitación.

—Muévete conmigo. —Ordeno.

Su otra mano sujeto mis caderas para que estas no terminaran por caer en la cama, por lo que mientras él empezaba a penetrarme, intentaba moverme a su mismo ritmo buscando la forma en poder mantener el placer a flote; en ocasiones me derrumbaba ante la simple sensación de fuerza que él tenía hacía mí provocando que no me moviera, pero pronto reaccionaba rápido con algún azote que me propiciara. Así que mientras él se movía adelante, yo iba hacia atrás logrando que nuestras partes chocarán de una forma subliminal, profunda y dura, de repente empezó a liberar gruñidos de los que supe que estaba a punto de llegar al orgasmo, más porque sus penetraciones de ser lentas pasaron a ser rápidas y constantes.

— ¡Phillipe! ¡Cielos! ¡Phillipe!

Mi boca no dejaba de detenerse en llamar su nombre con tanta libertad como si estuviera pidiéndole ayuda.

—Sigue, quiero seguir escuchando mi nombre entre tus labios.

Siendo inconsciente poco a poco de mis actos, no deje de llamarlo hasta que arqueando mi espalda y desmoronándome entre las sábanas, alcance el orgasmo al mismo tiempo que él, quien entre dientes dijo mi nombre.

Fueron unos minutos más en los que permaneció dentro de mí hasta que se quitó para ayudarme a dar la vuelta y extender todo mi cuerpo entre la cama; observé como se quitó el preservativo para después irlo a botar, me hice a un lado para que él pudiera acompañarme, pero apenas al acercarse a mí, quitó varios cabellos despeinados de mi rostro para así empezar a besar mis labios de una forma tierna, suave y paciente que me hizo suspirar.

Al quitar sus labios de los míos, revele inesperadamente una sonrisa que no duró mucho tiempo debido a que sentí como mis ojos pesaban del cansancio, así que, al irlos cerrando poco a poco, apenas lo último que percibí fue ser cobijada entre las sábanas y tener el cuerpo de él cerca del mío como si estuviera abrazándome.

—Descansa, bella stella.

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[1] Estofado de jarrete de ternera sin deshuesar preparada con zanahorias, cebollas y vino blanco.

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Continuará...

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