Capítulo 20 🔞

"El deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir". — Marcel Proust

***

Doy un enorme respiro cuando me veo en frente del espejo, no tenía previsto tener que llevar conmigo una lencería para tener que seducir a Phillipe pero de cierta forma, tener que seguir evitando la atracción sexual que tengo por él ya no es fastidioso cuando durante todo el día no pude dejar de pensar en todas las ideas alocadas que aparecieron en mi cabeza solo con el fin de tener que llamar su atención para que ambos pasáramos una noche, sinceramente, no sé cómo traerlo acá pero alguna idea aparecerá en mi cabeza para que este dolor que siento entre mis piernas pueda ya desaparecer.

Paso mis manos por mi cuerpo imaginando como las suyas estuvieran tocando mi piel, sin embargo cuando las yemas de mis dedos rozan mis muslos tengo que morderme el labio inferior cuando un pequeño cosquilleo hace que tenga que cerrar las piernas; nunca creí que tener que controlarme para no seguir más adelante pero ni yo misma me ayudo cuando con solo cerrar mis ojos, su imagen aparece en mi mente, con esa atractiva sonrisa, sus ojos brillantes, sus delgados labios acariciando cada parte de mi piel y su aliento rozando mis puntos erógenos que piden con clemencia ser atendidos.

Mi respiración se agita mientras que mi cuerpo se pone cada vez más tenso hasta que la irresistible ganas de tenerlo conmigo se vuelven una penetrante ilusión que logra que me acueste en la cama y pronto vea el techo de la habitación; con total vergüenza porque es primera vez que me toco pensando en alguien, siento como mi mano simplemente deja de masajear mi vientre para meterse en mis bragas, extrañamente mi mente vuelve a jugar con mi propia realidad en el instante que cierro los ojos y me imagino que él es quien se encuentra encima de mí y desde luego, primero calienta mi cuerpo antes de proporcionarle placer.

Mi boca libera un gemido cuando he comenzado a masturbarme, aprieto mis ojos y la respiración se me acelera a punto de que arqueo mi espalda y jadeo al momento de acelerar los movimientos con mi dedo. Su sonrisa, su voz y su mano imaginaria hacen que empiece a arder logrando que con mi otra mano apriete las sábanas; quisiera intentar evitar gemir su nombre si no fuese porque mi labio ya ha empezado a hincharse de la presión que mis dientes le hacen con tal de evitar sacar más gemidos u otros ruidos provenientes de mi boca.

—Oh...

Intento aminorar mis sonidos, pero la sensación de penetrarme con uno de mis dedos ha sido caótico y nuevo que no pude evitar tener que expresar lo que sentí, tanto que, con un poco de imaginación he comenzado a proporcionarme un placer que no creí que podía experimentar por mi propia cuenta.

—Mmm...

Aligere más los movimientos haciendo que el cosquilleo empezara a crecer cada vez más haciendo que mi dedo no tardará en deslizarse más permitiendo que fuera más profundo; encogí las piernas y nuevamente recordé el día en que estuve en su oficina de la casa, ese fue un buen estímulo para que empezara a llegar al clímax... Más rápido, cada vez más y...

El sonido de alguien tocar mi puerta hace que vuelva a la realidad logrando que quite mi mano de mis bragas para después sentarme en la cama, recapacitando por unos segundos sobre lo que estaba haciendo provocando que la vergüenza empezara a consumir mi rostro al sentirlo sonrojado, añadiendo que, cuando volvieron a tocar la puerta fue un clic para que reaccionará y me levantara para acomodar mi cabello como también tranquilizar mis nervios y respiración.

Deje de estar en mi habitación para pasar pronto a la pequeña sala que tiene la habitación del hotel, por lo que arreglando mi cabello y llegando a la puerta, pronto la abro pero no completamente, logrando que termine por ver su rostro que se encuentra a unos centímetros del mío.

— ¿Phillipe? —Dije impresionada al verlo.

— ¿Puedo pasar? —Mi cuerpo se petrifica.

Bien Destiny, tú lo deseabas y ahora él ha llegado hasta ti como si lo hubieras llamado telepáticamente, así que será mejor que actúes rápido sino quieres que todo termine mal.

Doy un enorme respiro para hacerme a un lado de la puerta y ver como entra en ella, sin embargo a pesar que la habitación tuvo que llamar su atención, al final sus ojos terminaron por verme a mí, evaluándome de cabeza a pies como si estuviera a punto de darme una calificación, pero no es de extrañarme cuando aún tengo puesta la lencería y como lo predije, fácilmente terminaría por llamar su atención con aquella ropa interior de encaje y las medias de seda.

— ¿Quieres decirme algo? —Empecé a caminar como si fuera nuevamente a mi habitación a recoger algo.

Comencé a contornear mis caderas a fin de que seguir llamando su interés, por lo que al pasar a su lado pude sentir enseguida esa mirada caliente que ya empezaba a quemar mi cuerpo sin necesidad de tocarlo.

—Sí, quiero decirte que mañana seguiremos con nuestro recorrido —comenta mientras sigue mis pasos.

— ¿Dónde iremos? —Pregunto sin tomarle mucha curiosidad mientras busco mi celular el cual está en el tocador de la habitación.

Dejo de utilizar mi celular, para acercarme al espejo a fin de disimular la atención que tengo hacia él, pero mientras que finjo peinar mi cabello con mis dedos, veo como se acerca lentamente como si fuera un felino a punto de atrapar a su presa. Saco un labial rojo de mi cartera y empiezo a retocarme el maquillaje de mis labios, pero un instante me distraigo cuando aparta mi cabello de un lado y pronto su labio roza con mi oreja.

—Te llevaré a conocer a un hermoso lugar, ya verás. —Susurra.

La sensación que su voz me provocó hizo que mi cerebro se desconectará un instante provocando que mi labial cayera al suelo, esto solo permitió que al agacharme mi trasero se alzara y chocará con la bragueta de su pantalón, causando que diera un enorme trago de saliva y mi piel se erizará. Volví a levantarme, pero está vez, sentí sus manos en mis caderas en donde las apretó y me dio un empujón hacia atrás haciendo que nuevamente mi trasero chocara con su pantalón solo que esta vez sentí algo duro que supe de qué se trataba.

— ¿A qué estás jugando, Destiny? —Lo mire a través del espejo.

—A ser tuya. —Dije con la voz temblorosa.

Esa chispa sobresaliente que sus ojos mostraron en el momento en que dije esa corta frase fue para que el juego iniciara, ni siquiera fue necesario decir algo más porque observé como nuestros propios cuerpos ya comenzaron a reaccionar solo con simples roces y eso que apenas es la entrada de lo que pronto vendrá.

—Escuche unos ruidos, ¿qué es lo que hacías? —Preguntó con la voz ronca.

Si fuera tan segura de compartir mi experiencia sexual podría haberlo soltado sin vergüenza, pero al ser la primera vez que ocupó mi imaginación para recrear un asombroso escenario en el que simplemente por mi propia cuenta estuve a punto de llegar al orgasmo es algo de lo que todavía no estoy muy cómoda en compartir.

—Responde. —Exige.

Un azote golpea mi trasero haciendo que dé un pequeño salto y suelte un gruñido, al principio sentí un ardor como dolor, pero mediante fue pasando, mi piel absorbió ese azote como si empezara a acostumbrarse a ello.

—Vamos —otro azote fue lo que hizo que abriera la boca.

—Me estaba tocando. —Dije nerviosa.

— ¿Cómo lo hacías? —Otra pregunta difícil de responder. —Habla o te vuelvo a dar otro azote. —Me amenaza.

—Me estaba masturbando mientras... —Trague hondo.

— ¿Mientras? —Deseo que prosiguiera.

Mordí mi labio sin saber cómo decirle lo siguiente, pero patentemente al no escuchar una respuesta de mi parte, otro azote llegó haciendo que esta vez gimiera y me atreviera a decirle la verdad.

—Mientras pensaba en ti. —Sentí mis mejillas arder.

Las comisuras de sus labios parecían moverse, es probable que quisiera sonreír por ego, pero al controlar con perfección su cuerpo, al final resultó que su faceta siguiera siendo sería y dominante, provocando que me diera la vuelta y esta vez mi pecho golpeara el suyo.

—Quiero verte. —Engrandezco mis ojos.

Agarra mi mano y pronto me deja en la cama mientras que él va hacia la pared del frente en donde se queda parado observándome como si estuviera esperando a que el espectáculo comenzara, sabía lo que quería que hiciera pero por otro lado, no sabía que hacer; simplemente enfoque mi mirada en sus ojos brillantes y dilatados que siguen cada uno de mis pasos; así que acostándome en la cama mirando nuevamente el techo, puse mi mano en mi busto, cerré los ojos y dejé que otra vez mi imaginación me ayudara a realizar aquello que hace apenas unos minutos estaba disfrutándolo a solas.

Pase mis dedos por varias partes de mi cuerpo donde solo fui rozando y acariciando a punto de que al llegar a la cara interna de mis piernas, las abrí un poco más logrando que, antes de meter mi mano, me acariciará encima de mi braga, un gemido salió de mi boca y otra vez empecé a apretar mis ojos, por veces jugaba con el elástico de la braga como si estuviera a punto de apartarla mientras que en otras, adentraba los dedos, me tocaba pero a los segundos la sacaba mientras sentí mis piernas temblar.

La incomodidad que empezaba a tener provocó que no resistiera nuevamente las ganas de tocarme, así que, adentrando mi mano por encima de mi braga de encaje blanco, empecé a masturbarme ocasionando que gimiera, arqueara mi espalda y mis piernas se doblaran como abrieran más.

Abrí mis ojos logrado que empezara a ver borroso, sin embargo, con unos parpadeos pude controlar mi vista causando que está se volviera nítida, pero cuando mire al frente me di cuenta como Phillipe empezaba a tocarse por encima de su pantalón, haciendo que dejara caer la cabeza en la almohada y volviera a cerrar los ojos para perpetrar esa imagen en mi mente, la cual ayudó a que aligerará los movimientos de mis dedos provocando que abriera mi boca y sintiera las primeras señales del orgasmo.

Sentí un extraño peso en la cama por lo que abrí mis ojos para encontrarme con los de Phillipe, con una sonrisa llena de satisfacción sus labios empezaron a dejar un largo beso desde el centro de mis pechos hasta mi vientre hasta que hace a un lado mi braga sintiendo como mete de un solo instante dos dedos, los mueves y pronto los saca.

— ¿Qué es lo que quieres, bella stella?

Por lo que veo no le es suficiente con tener que haber abierto mi boca para decirle que hace un par de minutos me estuve tocando pensando en él para que todavía siga teniendo que responder preguntas de las que no son necesarias decir alguna palabra debido a que él sabe lo que quiero.

—Por favor —le suplique mientras me retuerzo en la cama.

— ¿Por favor qué? —Me exige a hablar. —No te daré nada si no lo dices. —Suspiré agobiada mientras pienso si darle una respuesta.

—Puedes... Puedes... Puedes Hacerme lo que quieras —tartamudeé al sentir unos espasmos.

— ¿Lo que quiera? —Se atreve a repetir.

—Si, lo que tú quieras, pero hazlo ya. —Insistí con la respiración agitada.

Suelta una media sonrisa para ver cómo se quita la camisa, se desabrocha el cinturón y la bragueta del pantalón, y se los baja rápidamente, pero antes de uno de sus bolsillos, saca un preservativo del que rompe y empieza a ponérselo mientras también se quita sus calzoncillos. Sus manos agarran los laterales de mi braga para deslizarlas por mis piernas, las tira a un lado y se acerca a mí.

Antes de penetrarme juega un poco conmigo, pone la punta de su pene en mi entrada y solo deja que la punta entre para luego salir, lo hace repetidas veces que cuando comienzo a ponerme impaciente pongo una pierna enrollada en su cintura, estoy tan cerca de darle un empujón cuando me detiene y sin esperarlo pone ambas piernas en sus hombros.

—Phillipe... Oh... Mierda...

Entra en una estocada haciendo que esa sea la primera y última maniobra que hace para que colapsara y llegará al orgasmo, sin embargo, mientras llegaba al clímax, empezó a moverse con más rapidez haciendo que mi cuerpo se abriera a él y nuevamente el calor abrigará mi cuerpo, quise tocarlo pero al tener mis piernas alzadas en sus hombros me impedía levantarme de la cama, así que mientras tanto él como yo nos ofrecíamos placer con nuestros propios cuerpos, sentí como nuevamente le estaba dando la bienvenida al nuevo orgasmo.

Uno... Dos... Tres... Cuatro... Cinco... Oh carajo... Seis... siete...

No podía dejar de contar con rapidez como su pene entraba y salía de mí conquistando mi cuerpo, pero entre más rápido iba, fui consciente de que perdí la cuenta y me dejo de importar cuando la sensación era increíble cada vez más que aumentaba el ritmo de sus caderas; esto solo permitió de que escuchara de su parte unos gruñidos hasta que soltando un grito con su nombre dio un enorme empujón en el que apretó los ojos y murmuró mi nombre entre dientes ocasionando que mientras terminaba, diera otras tres penetraciones más pero lentas, dispersas y fuertes.

Bajó mis piernas de sus hombros y pronto las dejo estiradas en mi cama, permitiendo que estas dejarán de temblar al haber sido alzadas durante un largo tiempo, veo como se quita el preservativo y va a botarlo al baño, eso solo me permite que me recomponga y lo espere, a fin de confrontar lo que empezamos y terminamos.

Sale del baño para darme una mirada que no es nada a la oscura y dominante de hace un par de minutos, así que levantándome de la cama me dirijo hasta él donde nuestros cuerpos están a punto de rozarse de nuevo si no estuviera dándole un breve y pequeño espacio.

— ¿Estás bien? —Su preocupación me concierna.

—Sí, y ¿tú? —Digo de repente.

—También.

Nuevamente me doy cuenta que por tercera vez, no hay beso, pero, así como él me exigió a responder ciertas preguntas, creo que es el momento en que me toque a mí.

— ¿Por qué no me besas? —La pregunta llama su atención.

— ¿Qué? —Veo el desconcierto en su mirada.

— ¿Por qué no me besas? —Le repito.

—Porque no quiero. —Veo que busca su ropa.

Me doy cuenta como empieza a evadir mi pregunta y la única forma de hacerlo es yéndose de mi habitación, así que cuando apenas se pone sus calzoncillos, lo detengo para poder encararlo antes que sea demasiado tarde.

—Bésame. —Digo sin previo aviso.

—Destiny... —lo interrumpo.

—Be-sa-me —le digo despacio.

—No lo haré —achique mis ojos.

—Pero yo sí.

Esta vez no se pudo escapar de mí porque fui más veloz, cuando sus labios tocaron los míos el tiempo se congeló por un pequeño momento, sentí como estos estaban cálidos y su sabor fue a menta; me gustó tanto que aproveché esos cortos segundos para saborearlos antes que me apartara, pero apenas me separé cuando su mirada se endureció logrando que tuviera miedo a lo que podía suceder.

Sin embargo, en vez de que dijera algo o tomara alguna acción, no lo hizo. Se quedó inmóvil por varios segundos que me resultaron demasiado temerosos porque no era la impresión que esperaba de su parte, pero apenas abrí la boca para decir algo cuando me empujó hacia su cuerpo logrando que nuestros labios volvieran a conectar y esta vez el beso fuera más perdurable, necesitado y apasionado.

—La próxima vez que rompas una de mis reglas no tendré compasión de ti —murmura sobre mis labios mientras me quita el sujetador.

— ¿Habrá próxima vez? —Digo juguetona.

—Conociéndote, es probable que si... —Es lo último que dice cuando volvemos a la cama.

(...)

Hubiera intentado comprender la razón por la que Phillipe decidió que primero fuéramos a Riomaggiore antes que Manarola y Corniglia cuando debía de haber sido al revés y no es que yo lo diga, sino que el mapa que tengo en mis manos lo hace saber cómo también las personas tanto extranjeras como nacionales que no dejaban de murmurar acerca de la atracción del seguimiento de la ruta en forma ordenada. Anteriormente pensé que los demás estaban equivocados, pero cuando el tren se detuvo para hacernos saber que ya habíamos pasado de Corniglia a Manarola es que entendí que todos aquellos turistas no estaban errando, más bien fue Phillipe quien si lo estaba, pero a pesar que extrañamente esta vez quise seguir con el recorrido correctamente, en sí, Phillipe me detuvo haciendo que volviera a mi asiento y me quedara quieta como una niña.

Fue así que de Manarola pasamos a Riomaggiore, tuvimos que tomar el tren debido que una forma más fácil de acceder de un lugar a otro, añadiendo que, si llevábamos auto no podíamos dejarlo exactamente en la ciudad sino que en otro sendero del cual debíamos de hacer un recorrido largo para poder llegar a nuestro destino, por lo que tanto Phillipe como yo consideramos que viajar en el tren no sería una mala idea, además me ha resultado demasiado divertido cuando este pasa cerca de riscos en donde se puede admirar la belleza del mar como la naturaleza; además tener que compartir la misma experiencia que otros extranjeros ha sido agradable cuando algunos de ellos mantenían un manual de idioma italiano en su mano para poder entender a los habitantes de la zona, otros no dejaban de maravillarse por el paisaje y por supuesto, no faltaban aquellos que por la emoción no podían quedarse ni siquiera tranquilos en sus asientos.

Cuando llegamos a Riomaggiore, fue casi como ver a Monterosso Al Mare, ya que también este pueblo está muy cerca del mar, añadiendo que tiene un puerto-astillero en donde se encuentran las barcas y un pequeño malecón que se une con la playa; a su alrededor hay muchas casas siempre unas pegadas con otras en las que deslumbran con maravillosos colores. Las atracciones que tiene este lugar no sólo son contempladas por el hermoso océano, el relieve en que se encuentra la naturaleza y los hogares o locales empinados en la montaña que se encuentran desde lo más alto hasta la zona cerca de la orilla del mar, sino que también el interés se encuentra en la iglesia de San Juan Bautista, el Castillo de Riomaggiore y el Malecón de Piedras.

— ¿Preparada? —Dice mientras empezamos a cruzar un camino.

— ¿Qué tienes en mente? —Veo una cierta alegría reflejada en sus ojos.

—Te llevaré al viaje más largo de tu vida —menciona mientras empezamos a cruzar un camino de piedra en donde a nuestro lado podemos ver el mar —, iremos a la Vía Dell'Amore.

No sé si fue por el nombre o qué pero una sonrisa apareció pronto en mi rostro haciendo que me animara a acompañarlo en un viaje que no tengo idea de cuánto nos llegaríamos a tardar pero mientras caminabas en una sola ruta, no dejábamos de ver el mar y la flora que se encuentra en el sendero, añadiendo que la brisa que soltaba el viento por su época se siente cálida como el olor a sal que ya empezaba a impregnarse en mi nariz, y el sonido de las olas chocar contra las piedras también se mezcló como un sonido perfectamente agradable mientras que los dos nos manteníamos en silencio y experimentábamos cada pequeña sensación que nos brindaba el día.

En cuestión de tiempo, empezamos a hablar nuevamente de cosas particulares a nuestra vida cotidiana a punto de que otra vez, estuviera contando experiencias de mi vida que sinceramente debería considerarlas vergonzosas pero una vez que hablaba parecía ya no detenerme mientras que él en ocasiones hacía preguntas, reía o simplemente se quedaba callado para escucharme con mucha atención; fue extraño que en todo el recorrido, haya querido conocer mi vida, la verdad, es que en mi caso no la veía muy entretenida cuando usualmente sólo está llena de trabajos que tengan que ver con el modelaje y de ciertos talentos que aprendí por obligación de mi madre de los cuales a pesar que los tuve que realizar como un deber y no por placer, al final, termine por aprenderlos y amarlos.

En otra situación tener que hablar de mi vida, hubiera podido ser demasiado incómoda o personal porque para ser sincera, no soy de las que ando relevando detalles de ella como si me gustara que los demás supieran de todo lo que he hecho desde mi infancia, sin embargo, entre más se lo hago saber a Phillipe, es como si estuviera diciéndoselo a un confidente o un amigo que lleva tiempo de conocerme, hasta es probable que ni siquiera Cole o Misty quienes son los más cercanos a mí, sepan tantas cosas como se las estoy comentando ahora mismo a él.

— ¿Por qué ir primero a Riomaggiore y no Manarola? —Pregunte queriendo saber su razón.

—Porque en Riomaggiore puedes empezar la caminata, ya que la Vía Dell'Amore conecta con este pueblo y Manarola. —Explica.

— ¿Eso quiere decir que pronto estaremos en Manarola? —Asiente.

A unos metros de nosotros se encuentra lo que parece ser un túnel, así que la emoción nuevamente invade mi cuerpo cuando el recorrido cada vez se vuelve más interesante mediante caminamos; así que cuando ya estamos dentro, me doy cuenta como particularmente las paredes del sitio se encuentran un poco manchadas con graffitis de diferentes colores y formas, la mayoría de ellas resaltando nombres de personas que parecen estar declarando su amor, a su vez, a una cierta distancia vamos encontrando lo que son bancas para poder sentarse y admirar el túnel o el paisaje del mar.

— ¿Sucede algo? —Escucho como gruñe.

—Amo el arte, pero estos graffitis me desagradan —murmura con tono molesto.

Y como nos los odiará si mayormente han manchado las paredes del túnel como si esta fuese una zona urbana en las que puedes hacer lo que deseas sin importar la opinión de los demás; además tratándose de él quien tiene una cierta regularidad con la limpieza, esto lo hace ver muy menospreciable.

—Respeto el arte callejero, pero esto es inaudito, últimamente las personas no respetan el patrimonio cultural de ciertos pueblos —dice mientras vemos más graffitis.

—Tienes razón, esto es irrespetuoso —digo con fastidio.

Realmente no habría necesidad de tener que manchar las paredes de arriba hacia abajo con nombres de personas que declaran su amor, ya que creo que hay muchas formas de poder expresar como amas a una persona, pero tener que arruinar el patrimonio cultural de tu país eso es injusto e irrespetuoso. Detrás de unos graffitis se pueden encontrar otras pinturas de las cuales parecen haber sido olvidadas o ignoradas por aquellos que las arruinaron por poner sus nombres con aerosol, se puede ver la delicadez con las que se crearon esas pinturas mostrando la fauna y la flora del lugar, pero ahora solo son más que una imagen plasmada en la pared siendo opacada con letras enormes y de diversos colores.

—Bien hemos llegado —dice mientras parece ser que hemos llegado al centro del recorrido.

Abro la boca cuando detrás de una figura de dos personas hecha de metal se encuentra tres barrotes llenos de candados de diferentes colores, tamaños y formas; cada uno de ellos encima de otros como si estuvieran enredados.

— ¡No puede ser! —Grite de la emoción.

Me acerco a las barandillas para verlos mejor, ni siquiera puedo creer lo asombrada que me encuentro porque no pensaba encontrar nuevamente candados del amor en un lugar como esté, aunque específicamente quizás debí de entender su nombre ya que esto lo hace más comprensible al llamarse Vía Dell'Amore.

—Que no crea en esas cosas, no significa que te quite la alegría de verlos —menciona él al quedarse sentado en una banca.

— ¿Por qué lo dices? —Le digo mientras observo cada candado que tiene nombres o solo siglas.

—Mi opinión sobre los candados es que están sobrevalorados en estos tiempos, pero eso no implica que tu puedas seguir creyendo en ellos. —Analizo lo que quiere decirme. —Además, hay personas que se quedan juntas para siempre, así que hay posibilidad que alguien como tu pueda encontrar alguien que te ame para toda la eternidad.

Trago hondo para darme la vuelta y verlo a los ojos, si supiera que él es mi destino no sé cómo se lo llegaría a tomar, porque sé que nuestra relación ahorita parece estar entre el limbo, por lo que no debo de ilusionarme de que solo porque lo estemos pasando bien juntos y ya hemos tenido sexo esto significa que hemos entrado a la fase de romance. Quisiera poder hacer algo para que pronto ambos terminemos por convencernos que nos queremos, pero esto empieza a verse más difícil, tanto que, tengo miedo de que no pueda cumplir con lo prometido.

— ¿Qué sucede? ¿Dije algo incorrecto? —Dice preocupado.

—No, es que, tú también puedes encontrar a esa persona, quizás, hasta la puedas tener cerca y aún no te hayas dado cuenta. —Hace una mueca.

Veo como levanta de la banca para acercarse a mí y darme una mirada mientras que agarra mis mejillas para acariciar mis pómulos con sus pulgares.

—Por el momento estoy bien con tu compañía —una pequeña sonrisa se escapa de mi rostro —, además la intimidad y atracción que tenemos no está nada mal —ruedo los ojos con risa.

— ¿Ah sí? —Asiente con la cabeza.

—Sí. —Responde sin dudarlo.

—Si me besas te creeré —le susurre.

—Pides mucho. —Pongo mis brazos alrededor de su cuello.

—Quien lo dice.

Suelta una risa y sin esperarlo termina por acercar sus labios a los míos haciendo que nuevamente pueda sentir ese calor que estos mismos imanan logrando que no sólo empiece asentirme adicta a ellos, sino que, piense sobre cómo pude haberlos ignorado por mucho tiempo cuando podría haberlos tenido todos los días al haber sido mi esposo.

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Continuará...

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