Capítulo 11
"El encuentro de dos personalidades es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay reacción, ambas cambian" —Carl Jung
***
Dejo varios vestidos por toda la cama para tomar una decisión sobre cual ponerme para la ocasión, realmente todos me gustan lo cual hace difícil optar por el correcto, pero quizás sea una buena idea que no se vea muy superficial cuando quiero tratar de verme como una persona real y que se caracterice de mí, es decir, que muestre que a pesar de verme una persona extrovertida, también suelo tener esa poca introversión que no muchos conocen de mí.
— ¿Preparada? —Entra Misty a mi habitación.
—Solo me falta elegir un vestido que ponerme... ¿Cuál crees que se me verá mejor? —Le muestro una línea de vestidos de diferentes tonalidades.
— ¿Tienes uno en especial entre los demás? —Se pone a mi lado.
—Estoy entre ese rosa con puntos blancos —le señalo mi primera opción —y ese azul —le señalé el siguiente.
—Ambos son hermosos —manifiesta —, el azul tiene un toque muy llamativo como atractivo que podrías usarlo en esta ocasión si no fuese porque estás intentando conocer a alguien que ante sus ojos eres una desconocida —declara —pero no dudo que a Phillipe le encantara el rosa, sé que el color refleja inocencia y creo que como primera impresión sería bueno que mostraras eso, ¿no? —Termina por darme su opinión.
Bueno, no soy tan inocente como pueda aparentar mi rostro de ángel, pero en circunstancias como está en la que Phillipe no se recuerda nada de mí, es un buen inicio para demostrar que no soy esa harpía como bruja que llego a tener como esposa; en esta ocasión no tengo duda que mostrarle está nueva faceta de mí, será más sencilla que haberle causado problemas durante tres años.
—Tienes razón, el rosa da una buena impresión. Gracias por ayudarme. —Le muestro una sonrisa antes de agarrar el vestido electo.
Ella sale de mi habitación para quitarme la bata y comenzar a ponerme la ropa interior, luego el vestido rosa con puntos blancos que he optado para usar en el almuerzo que tendré con Phillipe, después termino por ponerme maquillaje, hacerme una coleta y usar unos tacones de color plata. Me acerco a un pequeño espejo que se encuentra colgado en la pared para darme una última mirada antes de irme, así que, con los nervios en punta, pero con la suerte en mis manos, salgo de la habitación para dirigirme pronto a la sala, en donde se encuentra Misty investigando sobre el tema de la estrella fugaz.
—Veo que la belleza esta de tu lado —comenta.
—Pero no en el amor —murmuro —... Misty, escuche decirte que tú y Phillipe una vez se conocieron en el museo de Los Ángeles, ¿eso fue antes o después de que yo lo conociera a él? —Le pregunto.
—Fue antes. —Observe como se puso tensa.
Realmente nunca conocí el círculo de amistad de Phillipe apenas supe que su mejor amigo es Patrick porque esté mismo lo ayudo a recuperarse de la muerte de su madre luego de mudarse con sus tíos, pero de ahí, desconozco a otras personas, en donde hasta el momento se suma Misty a las pocas personas que sé que tienen una amistad con mi ex marido.
Antes de poder seguirle preguntando a Misty sobre su amistad con Phillipe, escucho como mi celular empieza a sonar, haciendo que saque el dispositivo de mi cartera para darme cuenta que es otra llamada entrante de Reece, quien parece no dejarme en paz desde que supo que ya no quería nada con él; además con eso de que me fui de mi casa sin darle ni una explicación a nadie sobre donde iría, ahora no tengo duda que él debe estarme buscando con todas las fuentes que tendrá y entre ellas mis amigas quienes no han dejado tampoco de hacerme preguntas de las que he preferido no responder y por el momento ignorar.
— ¿No contestaras? —Se da cuenta que cuelgo la llamada.
—No... Voy tarde y el Uber ya debe estar afuera —señalé la puerta.
—Ve con cuidado. —Asiento.
—Sí, nos vemos. —Le muestro una corta sonrisa.
Luego continuare con mi investigación sobre Misty y Phillipe, mientras tanto, es buena idea de que sea puntual con el almuerzo antes que dé una mala impresión.
(...)
Le pago al motorista del Uber para bajarme del vehículo en el instante en que se estaciona cerca de la acera de la calle; doy un paso afuera para ver cómo la ciudad se encuentra transitada y sin muchas personas a su alrededor; busco con la mirada el restaurante para encontrarme pronto con el letrero que dice II Vezzo, por lo que sin perder más tiempo me acerco sin saber si Phillipe ya se encuentra en ese lugar.
—Signorina —se acerca un maître.
—Disculpe, ¿hay una reservación con el nombre de Phillipe Rizzo? —El maître busca en un listado que se encuentra en una libreta.
—Mmm no signorina, solo hay una persona con el nombre de Alessandro Rizzo. —Comenta luego de detener su dedo en el nombre que se presenta en la hoja.
Olvide que aquí extrañamente Phillipe usa su segundo nombre, pero como estoy acostumbrada por llamarlo con el primero ha sido la razón por la que el maître no lo ha encontrado, así que supongo que si la reservación está con el nombre de Alessandro es porque ya debe de estar acá.
—Lo lamento, es Alessandro. —Me retracto.
— ¿Su nombre es Destiny Haller? —Asiento. —Venga conmigo, signorina.
Me sorprendo en saber que Phillipe se ha recordado de mi nombre, realmente no creí que le importase tanto al solo saludarnos y mantener una mínima conversación sobre el arte, pero ahora me doy cuenta, que pudo recordarse de mí, aunque hubiera deseado que esto fuera porque ha recuperado una parte de sus memorias, pero es dudable cuando no creo que eso haya sucedido solo por haberme visto, unos ¿qué? Diez minutos más o menos en un museo.
El maître termina por llevarme a una de las mesas que se encuentran reservadas de las demás para notar como Phillipe ya se encuentra aquí, parece estar respondiendo una llamada ya que aún no se ha dado cuenta que me dirijo a su mesa; simplemente parece estar comunicándose con alguien importante porque no deja de hacer gestos de extrañez, molestia y preocupación así que cuando el maître me muestra la mesa que deberé de ocupar con el otro invitado, se desvía para ir a recoger las cartas de los menús, es ahí, en donde Phillipe termina por girar su rostro y verme a los ojos, provocando una sensación nerviosa en mi cuerpo con esa penetrante mirada que parece tener un tono más travieso al recorrer de arriba hacia abajo mi cuerpo.
Veo cómo termina la llamada para colgar y así dirigirse a mí, como todo un caballero se levanta de su silla para luego jalar de otra en la que me llegaré a sentar y ver como hace un gesto con su mano para que pueda sentarme, así que con una sonrisa, termino por hacer la acción para sentir como empuja la silla hacia delante y luego él termina por rodear una parte de la mesa para volver a su lugar a tiempo, en el momento en que el maître nos entrega las cartas de los menús y nos ofrece una variedad de entradas como bebidas antes de pasar al plato fuerte.
Significativamente, él termina ordenando los platos para ambos luego de escuchar como el maître nos recomienda algunos platillos deliciosos como el del día, así que decidiéndonos por el plato especial del día; el joven toma los menús para luego marcharse a dejar el pedido a la cocina y así, traer el vino que Phillipe ha ordenado.
—Supongo que no eres de acá, ¿no? —Es el primero en iniciar una conversación.
—No, soy norteamericana. —Respondo. —Y ¿tú? ¿Eres italiano?
Me reservaría en conocer muchas cosas de Phillipe si podría decirle la verdad sobre que lo conozco pero sería algo muy estúpido de comentar cuando nunca nos hemos llegado a ver y más porque él no ha establecido su empresa en Estados Unidos, por lo que las probabilidades de habernos encontrado algún momento son nulas en estas ocasiones, haciendo que no me quede de otra que mantener una conversación en la que parezca que nos estamos conociendo a pesar que él si lo esté haciendo porque yo aún recuerdo muchas cosas de él que es de poca importancia volver a repetirlas.
—Sí, soy italiano. —Dice con certeza.
—Pero tienes cara de... no sé... un norteamericano. —Elevo la ceja.
Por una parte, creo que será divertido ver cómo acierto en varias cosas de su vida cuando él no se dé ni la más mínima cuenta de ello; será cómo actuar como una vidente que ha llegado a conocer su vida con solo tocar su mano, sin embargo, también debo de ser cautelosa con lo que digo para que Phillipe no se llegué a asustar por saber que conozco una gran parte de su vida, aunque la futura ya no será como debe de ser cuando he cambiado una parte del futuro de todo el universo.
—No, nací y crecí en Italia. No me he marchado de mi país nunca —enarqué la ceja.
— ¿En serio? —Achico los ojos para ver si me miente.
—Claro, ¿por qué debería mentir sobre mis raíces? —Dice con absoluta tranquilidad.
Quisiera creerme sus palabras, pero sé que él nació en Estados Unidos porque su propio padre es norteamericano, simplemente se marchó de su país de origen cuando su padre se metió en problemas legales y la custodia se la otorgaron a sus tíos quienes viven acá en Florencia. No tiene sentido que tenga que decirme mentiras cuando conozco una gran parte de su vida, pero por razones muy apropiadas no puedo comentar nada acerca de lo que sé de él, por lo que debo de quedarme callada como también, en escuchar todas aquellas mentiras que al final solo será un cumulo de secretos que terminaré descubriendo y no quiero imaginarme las reacciones que tanto él como yo podemos llegar a tener en el instante que Phillipe sepa que yo sé la verdad de todo.
—Hay muchas personas que les gusta mentir para verse más interesantes —murmuré.
— ¿Y usted piensa que estoy dentro de esas personas? —Usa un tono de voz curioso como si lo implicará a darle una emoción a la conversación.
¡Claro que sí! Siempre te ha gustado llamar la atención de todos que sin dudarlo es la razón por la que te idolatran tanto porque te ven como un ser perfecto del que no ha cometido errores y cuando tiene alguna dificultad, se levanta y sigue caminando.
—Eso lo veremos. —Muestro una pequeña sonrisa.
El maître llega para dejar dos copas en la mesa y pronto llenarlas con vino blanco; agarro una y pronto bebo un poco para sentir el sabor fresco de la uva verde pasar por mi garganta, eso calma un poco mis nervios porque con sólo ver la forma en que su mirada sigue mi cuerpo he empezado a sentirme acalorada.
— ¿Por qué piensa que soy norteamericano? —Estira su mano para tomar la otra copa.
—Soy muy observativa en cada detalle y me doy cuenta que su acento italiano es muy ligero en comparación de otros —mencioné.
Tan observativa que veo como sus labios acarician el contorno de la copa, haciendo que eso sea otra forma en tentarme al recordar cómo estos mismos hace un par de noches cubrían de besos mi cuerpo.
— ¿Algo más que saber? —Parece que acerté en el secreto que quiso cubrir.
—Supongo que si eres norteamericano... Debes de tener un nombre de ese nativo, ¿no? —Intenta ocultar su sorpresa. —Será... ¿Tom? ¿Ernest? ¿Gilbert? O... ¿Phillipe? —Se a recuesta en la silla y se acaricia su barbilla.
—Tengo el presentimiento de que me conoce —achica sus ojos —, ¿debería asombrarme porque nos hemos encontrado algún momento? —Pregunta desviando el tema de su nombre.
—Señor Rizzo, nuestros encuentros se han dado por casualidad —en mis adentro sé que eso no es verdad.
—Tanto así, ¿qué se fue acercando a mí? —Siempre de arrogante.
Al parecer se dio cuenta de mi presencia en el bar, y yo pensando que en sí me había ignorado completamente a punto de no tomarle importancia al momento en que me fui acercando a él hasta que otro de los clientes del lugar se interpuso en mi camino y arruino mi plan.
—No iba hacia usted, quería tomar un libro —fingí.
—No creo que esa fuera su intención —dijo con una risa llena de soberbia.
¿Qué es lo que está tramando? O mejor dicho ¿diciendo? Si estoy aquí con él, sentada en una mesa, teniendo un almuerzo con él y manteniendo una exhaustiva conversación que no sé a qué fin nos llevará, es porque tengo el compromiso de arreglar el desorden que terminara por provocar mi deseo si no termino por cumplir el propósito de que Phillipe se termine por enamorar de mí antes de los siguientes dos meses y tres semanas que me quedan.
Antes de poder seguir combatiendo uno contra el otro, porque veo que, aunque el tiempo nos haya distanciado unos años atrás para volver a conocernos, seguimos siendo esos dos tontos que empiezan a tener una seria discusión sobre cualquier cosa, él con su lindo rostro angelical como si no estuviera cometiendo algún perjurio mientras que yo, me veré como la típica bruja hermosa que termina por resaltar sus malos hábitos y hechizos para atacar a su contendiente.
De esta forma, nos damos una breve pausa cuando el maître nos deja unas bruschettas clásicas de tomate y albahaca como entrada, para luego volver a llenar nuestras copas como una segunda ronda luego del primer enfrentamiento que se ha empezado a dar.
— ¿Se divirtió enfrentando a ese hombre? —Intenté no sobresaltarme al ver su risita burlona.
¿Qué demonios? Entonces se dio cuenta que estaba en problemas con el hombre de ayer y prefirió quedarse ahí sentado, leyendo su libro e ignorando lo que estaba pasando... ¡Bien! En realidad, no necesito a sapos que creen convertirse en príncipes para ayudarme con cualquier tipo de enfrentamientos que pueda llegar a tener una dama, porque ya me di cuenta que he sido muy buena resolviendo mis propios conflictos con otras personas sin necesidad de llegar a la violencia.
—Si, hace tiempo que no me divertía enfrentando a cavernícolas. —Dije con diversión.
Agarro una bruschetta para empezar a masticarla mientras que él parece entretenerse con todo gesto o palabra que empieza a salir de mi boca; realmente no estoy muy convencida sobre lo que estamos haciendo porque pensé que está dichosa cita —si es que se le puede llamar así —, tendría más temas interesantes de los cuales hablar, aunque siendo sincera, no iban a ser de mi placer conocerlos cuando me sé una parte de su vida, por lo que sería redondear aquellas citas que si tuve con él y se suponían que solo serían salidas entre amigos pero veo que Phillipe se lo termino por tomar de otra forma.
— ¿No se supone que en esté almuerzo retomaríamos el tema del arte? —Renuncié a hablar sobre lo que me sucedió la noche anterior.
— ¿Quiere hablar de arte? —Lo dice en tono de broma. —Porque me di cuenta que se le da muy mal mentir —dejo de masticar para verlo con seriedad.
— ¿A qué se refiere? —Pedí una mejor explicación.
—Presiento que usted no sabe cómo expresarse con el arte, su silencio entre todas mis palabras me hacía saber que no estaba al nivel de responder con... —lo interrumpo.
— ¿Admiración? —Hizo un ademán para afirmar mi palabra. — ¿Quién se cree usted para decir que no estoy a su nivel? —Dije molesta.
—Si me lo hubiera demostrado en la galería, no estuviera dudando de su capacidad visual —achique mis ojos al escuchar esa respuesta. —Y dice ser muy observadora.
Muy bien, se está ganando una golpiza de mi parte, pero creo que no es una buena idea hacerlo en este momento cuando tengo que controlar todo tipo de impulsos agresivos de mi parte para no dejarlo ir. Suena estúpido, pero no tengo tiempo para perder estás oportunidades cuando necesito enamorar a una persona que yo misma he pedido que no se enamorase de mí... Estúpido deseo, porque no pedí algo más sencillo.
—Veo que se cree muy gracioso —mencione a lo que él encogió los hombros.
—Si no es muy crítica con el arte, ¿por qué estaba en la galería? —Pregunta.
El «¡que te importa!» hubiera ayudado en esta ocasión si ambos tuviéramos una enorme confianza de decirnos cosas como esa, pero a estas alturas me doy cuenta que palabras como esa, pueden llegar a ofenderlo y no tengo duda, que eso provocara a que se marche y se aleje de mí para luego categorizarme como una inmadura.
—Mi amiga hizo una entrevista de trabajo en esa galería, así que mientras le realizaban la entrevista, me quedé observando las pinturas y esculturas que ofrece el lugar —preferí ser honesta a que tener que crearme una mentira.
—Así que no son turistas —saca pronto una conclusión.
—Lo somos, estaremos por tres meses en Florencia. —Corregí su respuesta.
— ¿Por qué solo por tres meses? —Pongo los ojos en blanco.
— ¿Es que es un interrogatorio policial el que me está haciendo? ¿Por qué no se mete en sus propios asuntos? —Dije hastiada de tanta pregunta.
A último momento me di cuenta que le conteste de forma menos educada posible, doy gracias a Dios porque Misty no se encuentre a mi lado, pero si llega a saber que le respondí así a Phillipe no tardará mucho para darme un largo sermón que no le pondré tanta atención porque serán tantas cosas que me dirá que no creo retenerlas en un corto tiempo.
—Lo siento... —Cierro los ojos. —Yo...
—No debe disculparse, imagine que se iba a desquiciar —tome aire y suspire.
—La verdad es que, nunca me ha gustado que las personas me pregunten mucho sobre lo que esté haciendo en su momento —confieso —, me pone incómoda. A punto de que me hostigue y termine por explotar —me sincero.
No tengo idea porque le estoy diciendo estás cosas a él, pero por un lado pueda que sea porque no quiero que de nuevo nuestra relación pueda ser disfuncional, quiero modificar tantos detalles de los ocasionaron la ruptura, pero para ello, tendré que ser más abierta de mente y por supuesto, cambiar muchas de mis actitudes y comportamientos hacía él; porque al menos debo de tomar está segunda oportunidad como una forma de reivindicar mis errores para aprender de ellos.
—Lamento haberlo hecho. Exagere en haberla cuestionado como si fuera un oficial —suelto una pequeña sonrisa.
—No, yo lo lamento por haber actuado de esa forma y ser descortés con usted —veo cómo se relaja.
El maître llega con una bandeja que contiene dos platos de comida, así que recibiendo en la mesa unos filetes de ternera a la parrilla servido con un ramillete de judías verdes, tocino y patatas asadas, ambos empezamos a almorzar.
—Buon appetito, stella —dice mientras agarra los tenedores.
—Grazie. —Respondo.
(...)
—Entonces... ¿Puedo llamarte Phillipe? —Le pregunte luego de terminar de comer.
—Usted va directamente al grano sin rodeos, ¿no? —reí —Supongo que no le gusta andar con titubeos y formalismos también —añade.
—Exacto. —Confirmo sus dudas.
—Sin embargo, nadie me suele llamar de esa forma —comenta.
— ¿Por qué? —Pregunto interesada.
—Estoy acostumbrado a que todos me llamen Alessandro, Al o Alesso —comprendo lo que dice —, pero creo que puedo permitir que usted me diga así.
Realmente no tendría ningún conveniente por llamarlo por su segundo nombre si no fuese porque estoy acostumbrada a decirle Phillipe en vez de tener que nombrarlo por Alessandro, ya que sería difícil de tener que acoplarse a ello rápido.
—Puedes llamarme por mi nombre también —le propongo.
—Sería un placer, tu nombre es lindo —y para que negar eso.
—Entonces quedamos a mano, sin embargo, sigo diciendo que puedo pagar la cuenta. No creo que sea necesario que pague mi plato de comida —puntualizó.
—Esta vez invito yo, quizás a la próxima tú lo hagas —ruedo los ojos.
—Y ¿cómo sabes que habrá una segunda vez? —Elevo una ceja con curiosidad.
—Porque estoy seguro que la habrá. —Me guiña su ojo.
Me muerdo la lengua para no revelar una sonrisa nerviosa ante el instantáneo coqueteo que ambos nos estamos transmitiendo del uno al otro; con ese atractivo como divertido estilo de ser, es fácil engancharse a él, sin decir que su arte también podría ser la seducción si fuese un poco más coqueto y travieso, pero conociéndolo seguirá su lineamiento de ser un buen caballero que no hará algo indecoroso que pueda hacerme sentir incómoda.
Nos quedamos hablando un par de minutos más en el que extrañamente me interese en cada una de sus palabras, en ocasiones sin querer, simplemente me perdía en sus ojos o en su labios, sin añadir de esas manos que jugaban con la servilleta de tela mientras seguía hablándome de él, sus intereses y una parte de su trabajo que inesperadamente salió cuando le hice la pregunta sobre qué trabajaba para que tuviera el día libre, ya que en otra ocasión estuviera impaciente por irse para seguir con sus jornadas laborales en su empresa, pero además de saber que sigue manteniendo su empresa de seguros de vida, este día se lo tomo para darse un respiro que es extraño que él mismo se lo pueda brindar.
Al pedir la cuenta, ni siquiera vio el momento en que tomé la factura para leer como revisar el total que se debía pagar y eso sin decir que antes que sacara de su billetera el dinero en efectivo o tarjeta, en un instante saque mi tarjeta de crédito para pagar. No lo hice con la intención de hacerle ver solamente que me puedo valer de mí misma sin tener que pretender que un hombre complazca mis gustos y deba consentirme como una reina, sino que también, lo he hecho como una forma de demostrarle que no necesito de su dinero o fama para estar en una cita con él.
— ¿Frecuentemente te sales con la tuya? —Dice en el momento en que nos levantamos de las sillas.
—Mayormente. —Digo risueña.
Caminamos en dirección a la puerta, pero pronto apenas al dar un paso afuera nos damos cuenta que ha empezado a llover haciendo que tengamos que regresar unos pasos atrás para asegurarnos que cada quien se irá perfectamente a su hogar sin ninguna dificultad.
Mientras que el portero le entrega a él las llaves de su vehículo, me dedico a buscar las llaves del piso que estoy residiendo, pero mientras que las busco en mi pequeña cartera, presiento que, en vez de haberlas tomado de la mesita de noche, las he dejado en casa. Y por supuesto que fue así cuando al revolver todo lo que tengo dentro de mi cartera, no las he encontrado, así que buscando una segunda alternativa, llamo a Misty pero ella no contesta a todas mis llamadas logrando que maldiga y me pregunte que ha sucedido con ella pero la respuesta llega de inmediato cuando por medio de una nota de voz que me envió hace dos horas, me hace saber que la han llamado nuevamente los del museo para darle un recorrido antes de empezar su trabajo mañana, por lo que no podrá contestar cualquier llamada hasta las cinco y media de la tarde y apenas son las cuatro y media.
— ¿Sucede algo? —Pregunta Phillipe.
—He olvidado las llaves de mi piso y mi amiga se encuentra en su trabajo... —Digo agobiada. —Tendré que quedarme acá hasta que la lluvia cese y pueda irme a casa cuando ella llegue.
— ¿No tienes una llave de reemplazo? —Dice como opción.
—No, apenas me las han entregado ayer y si le digo a la propietaria del piso que las he dejado dentro, creerá que soy una irresponsable o algo peor. —Murmuro desanimada.
—Tengo que ir a recoger unos documentos a mi casa, puedes quedarte un instante y así te paso dejando a tu piso. —Propone.
Debería desistir de su propuesta porque quién no conoce el método de seducción o el peligro que incluye estar en una propiedad privada y personal de una persona que ya te atrae, añadiendo que, nos acabamos de conocer, pero desde mi perspectiva ya no somos tan desconocidos cuando hace unas horas consideramos hablar sobre nosotros que, sin dudarlo, ahora tanto él como yo nos conocemos. Además, esta puede llegar a ser una buena oportunidad para que pueda usar mis encantos con él y avanzar en esta relación porque con palabras y citas, no lograré que él pronto se enamore de mí cuando esto no será algo constante y más porque Phillipe dedica su mayor tiempo a su empresa como a su familia, quien ahora yo no formó parte de ella.
— ¿No sería mucha molestia? —Digo con timidez sin verme ansiosa por la idea.
—No creo. —Le pide al maître una sombrilla.
Cuando el joven que nos ha brindado su servicio durante todo el almuerzo le entrega a él una sombrilla, me ayuda a acercarme a su auto para subir en la parte del copiloto, para luego ser él quien ingresa para así entregarle la sombrilla al maître. Se quita unas gotas de lluvia de su blazer azul negro para así empezar a ponerse el cinturón, arrancar el vehículo y empezar a conducir.
¿Será este un buen momento para cruzar los dedos y seguir obteniendo suerte?
Claro que sí.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top