⋆ 39 ⋆


El restaurante era un lugar íntimo, conocía al dueño desde hacía mucho tiempo y le pidió, como favor especial un espacio aislado, donde pudieran hablar con tranquilidad, no se sentía nervioso, nada más lejos, si acaso expectante. Londo por supuesto que no estaría de acuerdo, era lo esperado, pero terminaría accediendo, no había mucho que pudiese hacer al respecto y lo consideraba un hombre inteligente, no por nada había hecho negocios con él.

Al bajar del auto, notó aquel cabello rojizo descender del de atrás, sonrió enseguida con sinceridad. Esa era su pelirroja, pensó con orgullo. Iba enfundando en un vestido sencillo de punto, azul oscuro, que encendía esos ojos índigo, su cabello alaciado y esa sonrisa genuina.

—Eh —lo saludó, acercándose, mientras su padre tomaba, galante, la mano de Madelene, aunque ambos sin perder detalle.

Kylian se acercó, confiado. No tenía nada que temer, su padre, Karan, estaba atrás, observando la interacción.

—Buenas noches, Londo, Madelene —saludó con tono educado. Ambos asintieron.

—Buenas noches, Craig —refunfuñó el padre de Sam, ésta rodó los ojos, disculpándose con él. Kylian le guiñó uno, despreocupado.

—¡Karan! ¡Cuánto tiempo! —habló de pronto Maddy, Londo volteó y no lo reconoció, pero el hombre enseguida se acercó.

—Mi padre, Karan Craig, Madelene, Londo... Samantha —dijo Kylian, extendiendo su mano para que la joven enrollara los dedos entre los suyos, cosa que hizo.

El hombre le sonrió con amabilidad, era alto, como su hijo, bien parecido aunque con gesto cansado y mirada más ingenua.

—Un gusto, señor Craig —respondió ella.

—El gusto es mío —replicó sereno—. Me alegra verte, Maddy —susurró apacible. Ésta sonrió con nostalgia, apretando el brazo de Londo que se sentía perdido.

—Es Karan, el esposo de Julia, ¿te acuerdas? —explicó con su ternura habitual. La verdad es que Londo no lo recordaba, pero le sonrió enseguida estrechando su mano.

—Londo Streoss.

—Un gusto.

—¿Así que se conocen? —murmuró Sam, mirando a Kylian, tensa. Este palmeó su mano, relajado.

—Sí, tu madre conoció a la mía, todo irá bien, pelirroja —aseguró colocando su mano sobre su antebrazo. Los mayores pasaron primero, conversando, enseguida el dueño del restaurante les dio la bienvenida personalmente y la comitiva lo siguió.

Hablaron sobre trivialidades durante un rato, Madelene, sin saberlo, rompió el hielo conversando con soltura, incluyendo a Karan, preguntándole a Kylian tal o cual cosa. Era una mujer prudente, a la que la discreción se le da bien, pero también la charla casual y Julia había sido alguien que siempre admiró por su bravura y pasión. Lo cierto es que Londo no dejaba de ver la mano de su hija, que permanecía sobre la de Kylian, los estudiaba con recelo, pero también con cuidado.

No, no había duda, ese par estaban enamorados, pero había algo que no lo convencía, más por la situación que estaban atravesando laboralmente.

—Bien, pues gracias por la invitación, el lugar es magnífico —comenzó el padre de Samantha. Ésta pasó saliva, tensa. Kylian asintió, dueño de la situación.

—Agradecemos que hayan aceptado acudir.

El hombre mayor le dio un trago a su vino, estudiándolo.

—Mi hija tiene un anillo en su dedo, ¿qué pensabas? —replicó sin rodeos, Madelene apretó su mano, reprendiéndolo, pero Craig solo sonrió, asintiendo, buscando la mirada de Samantha, que lucía, como nunca, aturdida, aun así, le sonrió, trémula.

—Lo sé, ha sido intempestivo —concedió, sosegado.

—No, apresurado, en realidad.

—Londo —insistió Madelene.

—Papá, lo acepté —intervino Samantha, decidida. Karan la estudió, intrigado, la verdad es que no parecía una dulce chica dispuesta a dejarse manejar por su hijo.

—Lo sé, cuestión también imprudente —completó con tono gruñón. Su hija sacudió la cabeza, entonces la mirada de Kylian la atrapó.

—Quizá lo sea, Londo, y entiendo la reacción —comenzó Kylian, pacífico, listo para lo que fuera—, pero no vemos sentido a esperar.

El hombre recargó los antebrazos en la mesa, serio.

—Está por irse a Inglaterra a continuar sus estudios, ¿lo sabes? —intervino arqueando una ceja. La realidad era que no, pero tampoco lo demostraría y, con esa cabeza rápida que tenía, lo usó a su favor, como todo. Asintió—. ¿Qué harás al respecto? —quiso saber.

—Casarnos cuanto antes —respondió dejándolos a todos perplejos, a ella más, pues comprendió la manera en la que ese hombre acomodaba las cosas, siempre para salirse con la suya.

Londo arrugó la frente, mirando ahora también a su hija, iracundo.

—No, eso es en septiembre. Tú tienes que vivir eso sola, era lo que querías.

—Papá, me casaré con Kylian —murmuró Sam, intentando sonar resuelta.

—Solo son un par de meses —intervino Karan, tenso, conmocionado en realidad.

Conocía a su hijo mejor que nadie y aquello lo estaba preocupando. Samantha le sonrió asintiendo.

—Por eso lo haremos rápido.

—¿Irás con ella? —quiso saber Londo, molesto, mientras Madelene observaba todo el cuadro, alterada.

—Nos adecuaremos —aseguró Craig, sin titubear. Londo buscó la mirada de su mujer, atónito.

—¿Por qué? ¿Hay algo que debamos saber? —preguntó Madelene, directamente.

—No estoy embarazada si es lo que piensas —respondió la joven, sin rodeos, dejando abochornada a su madre y a Karan intrigado por su bravura. Londo entornó los ojos.

—Claro que no estás embarazada, no eres esa clase de chica, sabes lo que quieres, lo sabes muy bien, por lo mismo esto no le encuentro pies ni cabeza.

—Escucha, Londo —habló Kylian, apretando la mano de Sam—. Es la mujer con la que deseo compartir mi vida, no es una niña. Esperamos de verdad que nos apoyen, que estén a su lado —terminó sin ahondar.

—Odio hablar de negocios en una mesa, pero...

—Entonces no lo hagas, esto se trata de nosotros dos y de que ustedes, nuestros padres, nos acompañen —zanjó sin darle opción a replica.

—No pueden estar enamorados, el matrimonio es algo serio.

—Tú y mamá no tardaron mucho —le recordó su hija.

—Tampoco Julia y yo —secundó Karan, intrigado. Quería de verdad saber hasta donde llevaría aquello su hijo.

—No soy un niño, tampoco un adolescente, Londo, lo sabes bien —intervino Kylian, terminando con aquello. No negociaría, no daría marcha atrás y no permitiría que lo tratara como un crío que no tenía una puta idea de qué hacía—. Quiero a tu hija a mi lado, ella desea lo mismo. ¿Es tan complicado? —lo desafió abiertamente.

Londo se puso de pie. Madelene dejó salir un gemido ahogado. Kylian lo igualó y se miraron con fijeza. Samantha notó la lucha entre ambos, la molestia, la provocación.

El padre de su prometido buscó hacerla a un lado, para intervenir ante lo inminente, pero la joven negó y se colocó frente a Kylian, molesta, haciéndolo para atrás porque por primera vez comprendió que si su padre no hubiese hecho las cosas de aquella manera no estaría en medio de este jodido lío y aunque jamás se lo diría, y haría lo que debía hacer, no permitiría ese derroche de testosterona al cual estaba habituada.

De un empujón se entrometió entre él y la mesa, le dio un empujón quedando frente a Londo, seria.

—Tú has elegido tu vida, como vivirla, es mi turno y quiero compartirlo contigo, que me acompañen y me apoyes. No que busques romperle la nariz al hombre con el que me casaré te guste o no. Y lo haré en un mes. Eso quiero y eso sucederá —declaró dejando a todos helados, incluso a Kylian que la observaba asombrado por las agallas, por la manera frontal de enfrentar a ese hombre imponente.

Madelene palideció, de pie, a un lado de su marido, mientras Karan, con los ojos bien abiertos, comprendía enseguida lo que ahí ocurría y sonrió complacido, sin moverse de su lugar, tomando un poco de su copa, satisfecho.

Sí, esa era la mujer ideal para su hijo supo enseguida, pues el brillo de orgullo en los ojos de Kyl, lo decía todo. No se dejaba manejar, le gustaba que lo igualara en poder, en energía. Bien.

—Samantha Streoss —gruñó Londo.

—Pelirroja —la nombró Kylian, por detrás, sujetando su brazo con suavidad. Ella se sacudió y lo encaró, fiera, con los ojos chispeantes.

—Esta es la noche en la que les digo a mis padres que me casaré contigo, no lo arruines o por Dios que me conocerás, Kylian —amenazó sin contenerse, dejándolo aturdido y fascinado, para qué negarlo, porque sus mejillas se encendían y entonces su excitación la reclamó, en pleno jodido restaurante, con sus suegros enfrente. Entonces la fierecilla se volteó para enfrentar a su padre, que estaba bajando la guardia. Sí, lo tenía alucinado, no había más—. Y tú, papá, acabas de tener un problema en el corazón, siéntate y deja esto que no necesito que me cuides más, que me defiendas, ya es tarde para eso. Sé lo que hago, no me detendré. ¿Soy clara? Así que decide, ¿estás para mí o no? —preguntó arqueando una ceja, desafiante.

Londo sonrió entonces, desconcertándola, se frotó la barbilla y miró al hombre que estaba tras ella, señalándolo.

—Sigo pensando que es muy joven, pero espero que sepas donde te estás metiendo. No la crie para someterse a nadie, Craig —aseguró amenazante, con sus ojos grises sobre los del que sería su próximo yerno.

Kylian asintió relajando la expresión, ansiando clavarse de una maldita vez en el cuerpo de esa mujer que estaba decididamente hecha para encenderlo.

—Sé lo que hago, Londo —aseguró, posicionándose a un lado de Samantha.

—Bien, ahora que el derroche de testosterona acabó, ¿brindamos? —propuso Sam buscando relajar la atmósfera, su madre asintió orgullosa de ella. Sí, esa era su hija, no la convencional, sino la que era sin importarle nada quien estuviera enfrente y si frente al hombre al que uniría su vida se mostraba así y este no se amedrentaba, entonces era el indicado.

Karan se levantó y asintió alzando su copa.

—Por ustedes, que parecen ser toda una tormenta.

—Por el tsunami a que te metes por propio pie —completó Londo con los ojos fijos en el prometido de su hija, sonriendo complacido por la actitud de su huracán, por la respuesta de él.

Sí, Kylian Craig comía de la mano de Samantha, pero ella también de la suya y saber que ambos tendrían guerra con sus personalidades no lo tranquilizaba, en lo absoluto, la pasión podría desbordarse, ser peligrosa, pero sí lo agradecía, porque un huracán jamás podría estar con algo menor a un tornado, tal como ella lo dijo y Kylian, estaba seguro que no era menos que eso.

Alzaron las copas y brindaron, mientras el par de jóvenes se miraban sin poder esconder el deseo y satisfacción del momento.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top