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Abrió con desparpajo. Madelene ignoraba el hecho de que entrenaba niños, pue fingía tener jornadas largas en la universidad, correr, pasar el tiempo tonteando con sus amigos, en fin, lo que fuese. Pero ya la había visto llegar así a casa y solo conseguía que rodara los ojos y le suplicara que cuidara mejor su aspecto.
En cuanto cerró, escuchó esa voz inconfundible, su piel se erizó.
—¡Cariño, llegaste! —exclamó su madre, apareciendo del lado izquierdo, con una sonrisa reluciente que obviamente desapareció al verla en aquella facha. Venía de la sala, comprendió.
—Hola, ma —murmuró aferrando sus dos mochilas; la de ropa y la otra en la que llevaba su laptop, tablet y demás. La mujer se acercó deprisa, alterada al verla sucia, despeinada. ¿Dónde se había metido ahora?
—Kylian te ha estado esperando varios minutos, no puede verte en ese estado. Por Dios, Samy, ¿qué ocurre contigo? ¿No sabías que vendría? —susurró de manera enérgica, a su lado, tomándola por el codo para acercarla a las escaleras. Sam sonrió quitándole importancia.
—Mamá, yo...
—No pasa nada, Madelene —oyeron las dos a Kylian, a sus espaldas. La piel de Samantha ardió, mientras su madre cerraba los ojos claramente avergonzada y enseguida forzó una sonrisa educada para voltear, al soltarla.
Al verlo de pie a unos metros, su boca se secó. Mierda. Él no llevaba uno de sus típicos trajes que, aunque parecían hechos a medida, y no lo dudaba, se le antojaban acartonados, sobrios por muy bien que los portara. Sino una camiseta negra, una cazadora oscura también junto con vaqueros en las mismas tonalidades y botas a juego.
Un cuadro absolutamente masculino y varonil al que no estaba preparada porque tuvo que aceptar muy a su pesar, que se veía... asombroso y más joven, accesible, pero con un toque peligroso. Se obligó a respirar.
—Samy iba a ducharse —murmuró Madelene con elegante cortesía, impecable en realidad. Kylian sonrió con elocuencia en respuesta, pero luego la miró y el gesto cambió por uno cargado de intriga. Para él tampoco pasó desapercibido su atuendo descuidado.
—Hola, Kylian —se atrevió a decir Samantha, presa de sus ojos color gris pizarra, que despertaron su cuerpo casi al instante, de una forma ridícula. De pronto pensó que no había sido buena idea llegar así.
—Buenas tardes, Samantha —respondió él, con aquella voz ronca.
Londo apareció enseguida en el umbral de la sala, observó la escena, entornando los ojos, atento como un águila a las reacciones de su hija, la mirada posesiva de Kylian que no pasó desapercibida porque no se molestaba en ocultarla. Introdujo las manos en los bolsillos de su pantalón y aguardó.
—Lamento la demora, había mucho tráfico y... —se excusó Sam, de manera atropellada, cosa que logro hacer arquear una ceja a su padre. ¿Su hija nerviosa? Eso era nuevo, aceptó.
—Tranquila, estaba conversando con tus padres, ¿deseas que te espere un poco más? —preguntó educado. Samantha sintió las mejillas caldeadas y solo atinó a asentir, ni siquiera se atrevía acercarse.
Temía lo que vendría una vez que estuviesen solos, temía a su cuerpo y la idiota combustión que estaba por hacer de tan solo verlo, temía que aquella farsa se descubriese.
Tomó aire y le sonrió, gesto que él respondió y la dejó peor.
Madelene buscó la mirada de su esposo, desconcertada, este asintió un tanto aturdido.
Ahí las cosas iban más en serio de lo que imaginó y tanto su hija, como ese muchacho, se atraían de una manera intensa. Era imposible ignorar las chispas que desprendían. No supo si alegrarse o preocuparse. Ella era su pequeño huracán, la aprensión que experimentó en ese momento no le había ocurrido con ninguno de sus hijos: Samantha podría haber encontrado el hombre que la equilibrara y eso... a su edad, era delicado.
Pasó saliva buscando mantener la máscara de serenidad. Craig había llegado minutos atrás, se había portado cortés, incluso simpático con Madelene, no hablaron de nada relacionado con los negocios, pues después de la llamada que sostuvieron por la mañana no había mucho que añadir.
Kylian era quien lo había buscado, Londo no supo qué esperar, lo cierto es que el agobio lo embargó. Le debía muchísimo dinero, pero sus contadores no daban con el paradero de esa enorme cantidad, cuestión ridícula e inverosímil. En toda su vida jamás le había ocurrido algo semejante.
Debía decirle lo que ocurría, lo llevaba claro, pero no tuvo oportunidad pues Craig se portó paciente con la demora de lo acordado.
—Lamento mucho esto, Kylian, el hotel en Dubái recibirá lo acordado, estamos en ello —dijo, omitiendo lo que en verdad pasaba.
—El problema, Londo, es que ya estamos fuera de tiempo de acuerdo a lo proyectado.
—Lo sé, pagaremos la indemnización convenida debido a ello.
—Eso es una suma importante. ¿Seguro todo está bien?
—Sí, el personal está siendo capacitado para el reclutamiento, espero que un lapso no mayor a un mes estemos comenzando en esa área —o eso esperaba, rogaba porque aquel dinero apareciera, o el responsable y así terminar con aquella pesadilla que le estaba mermando la salud.
Tenía a los mejores contables y financieros de la compañía rastreando la enorme suma, pero topaban con pared una y otra vez y la empresa podía solventar ese ambicioso proyecto, pero no era el único en el que trabajaban, eso haría que se retrasara en general, lo que afectaría la imagen de la empresa, además de la pérdida de contratos subsecuentes y sus respectivas penalizaciones. Muchas personas dependían de hacer las cosas bien, de dar con lo que realmente ocurría pronto.
—El cliente ya proyectó, no puede demorarse más —determinó Kylian, quien le había propuesto un jugoso negocio que no pudo rechazar; Kylian diseñó y construyó el hotel, ellos daban los servicios y lo dejaban marchando con personal capacitado, proveedores para todas las áreas incluyendo restaurantes, área de piscina, entretenimiento. Craig lo vendía con todos los servicios funcionando, ganando el doble de lo que solía, consiguiendo para Londo contratos de por lo menos diez años con ellos y un primer pago bastante bueno. Era un gana, gana.
El problema fue que ese negocio llegó a sus manos en un momento de muchos contratos, por lo que no contaba con la fluidez para solventar aquella campaña, porque era personal, conseguir proveedores, poner a trabajar al equipo de marketing, limpieza, recepción, administrativos, jardinería, etc...
Sin embargo, no podía rechazarlo, fue por ello que CG Arquitect, una de los mejores despachos de arquitectura en el mundo, además de constructora, del que Kylian era el CEO, aportó el capital, el cual sería empleado para llevar a cabo todo lo acordado.
Pero el dinero se esfumó de una forma casi irrisoria y no daban con él, por lo que, aunque ya tenían personal en Dubái, habían tenido que parar, cuestión que también estaba costando mucho dinero.
Londo pensó en hacer uso de otros recursos, pero el trato era claro, debía usarse ese dinero y rendir cuentas de ello a la mesa directiva de CG. Cuestión que no había podido hacer. Le aconsejaron maquillar los balances, pero eso lo desechó enseguida, era un hombre recto, no un ladrón y si debía enfrentarlo, lo haría. Además, Kasha, la hermana de Craig, tenía acceso a esa cuenta, ya debía saber lo que ocurría y también debía estar suponiendo lo mismo que él: los robaron.
Pero Kylian no había mencionado nada, a pesar de que era el segundo mes que no les daba reporte alguno y de que las cosa en Dubái iban tan lentas debido a lo que ocurría. Sabía que su mesa directiva debía estar preguntándose lo que ocurría y si incumplía, podría terminar preso por fraude.
—Estamos haciendo todo lo posible, Kylian. Como sabes trabajar en el extranjero, en especial en Arabia lleva complicaciones que debí contemplar, suelo trabajar en occidente.
—Magnolia Gran —una de las cadenas de hoteles más lujosas del mundo, había elegido a CG para el proyecto y construcción del mismo, además de haber solicitado que se le entregara andando. Razón por la cual Kylian buscó a Londo Streoss— me da un plazo de cinco meses, acepta las condiciones, pero no liquidará hasta que esté todo listo y ellos asuman el control. Lo quieren inaugurar para finales del año, así que tenemos el tiempo encima.
Esa noticia era buena a la par de un enorme problema. De marchar bien las cosas, Craig obtendría su ganancia por la venta en la que se metería a su cuenta varios millones más por entregarlo funcionando, además del reembolso por parte de Streoss Service al recibir el adelanto acordado por el contrato con Magnolia Gran. De manera que, varios de los subsecuentes proyectos que tuviera CG, los harían juntos para que ambas empresas ganaran.
Eso implicaba una expansión para SS, pero también, muchas más ganancias y tener presencia en otros sitios.
—Estará todo a tiempo, Kylian.
—Me alegra. En cuanto a otro asunto... quiero tocar el tema de Samantha. Escucha, sé que es sorpresivo esto, pero no deseo mezclar los negocios con ello. Espero que no tengas problema y tampoco inconveniente con el hecho de que estemos saliendo —dijo Craig, cambiando el tema. Londo cerró los ojos y se recargó del todo en el asiento de cuero, en su estudio.
—Mi hija es una adulta. No me compete a mí decidir con quién sale, Kylian. Y pierde cuidado con lo otro, me parece correcto.
—Gracias, Londo. Sé que puede resultar extraño, solo... surgió.
—Samantha es una jovencita muy especial y... peculiar, espero que sepas verlo —tuvo que decir, porque simplemente no podía evitarlo.
—Lo he notado, no te preocupes, está en buenas manos.
Londo respiró hondo apartando el teléfono un poco de su boca, ¿cómo le decía que justo eso era lo que le preocupaba? Que quedara en sus manos
La voz de su hija lo hizo salir de sus pensamientos, lucía... excitada por saberlo ahí, con las mejillas enrojecidas, sus ojos azules chispeando. Dios.
—No tardo, solo serán unos minutos más, ¿está bien? —inquirió nerviosa. Kylian asintió, se le veía relajado, incluso jovial.
—Por supuesto, aquí te espero.
Londo negó para sí, pero enseguida lo invitó a pasar a la sala, donde Madelene y el pretendiente de Samantha se enfrascaron en una charla sobre el Steinway, su afinación, música en general y él se limitó a observarlo preocupado.
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