⋆ 11 ⋆
Durante la mañana no recibió mensajes de su alteza real, el rey del infierno, pero sí se topó en la universidad con un Cash que lucía rabioso y la miraba con rencor. Keira reía ante el agobio de Sam, mientras caminaban rumbo a los cubículos de los maestros. Debía llevar la revisión del trabajo final de una de las materias de titulación.
—Parece un bebé —se burló su mejor amiga, intentando disimular, pero Sam no podía alejar la sensación incómoda porque si bien tenía claro que había hecho lo correcto, con o sin el rey del infierno en medio del asunto, no le agradaba haberlo lastimado.
—Deja eso, sufre —susurró aferrada a su carpeta.
—Se le pasará. Necesita un chupete nuevo y listo —dijo a cambio, divertida.
—Eres mala.
—Somos, eh, tú fuiste la que lo terminó —le recordó. Samantha se quejó dolida.
—Basta —suplicó cuando su celular sonó. El nombre en la pantalla revolvió su estómago, su rostro perdió el color y sus palmas sudaron.
Keira la observó intrigada. Su mejor amiga jamás reaccionaba así, al contrario, parecía que nada podría jamás espantarla, era de las que iba por la vida tomando de ella lo que le ofrecía, buscando más, luchando por más.
—¿Quién es? —quiso saber al notar su palidez. Últimamente la percibía extraña, pensativa, ensimismada y quizá agobiada.
—Camile, ahora vengo —mintió alejándose con rapidez. La realidad es que era Kylian y eso la alteró enseguida. Pensó por un segundo no responderle, pero lo desechó, ese maldito la tenía en sus manos y era bien consciente de eso.
—Vernos por la noche ya es más que suficiente para mí, ¿qué quieres? —respondió con tono contenido.
Kylian sonrió desde su oficina, estaba en medio de mucho trabajo, construir hoteles en cualquier lugar del mundo era algo que lo apasionaba, pero tenía un alto nivel de imponderables que había que atender y aunque la compañía tenía departamentos para cada cosa, era imposible alejarse de las decisiones, accidentes, variaciones, estudios de suelo, permisos, etc.
El convenio con Streoss Service era ideal para que, diseñar y construir esos hoteles, se entregaran con todo andando, incluyendo el personal capacitado para manejarlo. Él mismo había adquirido dos hoteles gran turismo que deseaba remodelar, pero no era su rama la parte de servicio hotelero, así que invertir con ellos le había parecido una buena manera de asegurar lo que buscaba: excelente calidad, excelente servicio en un excelente lugar.
Streoss Service era una empresa respetada, que se había adaptado a los cambios tanto tecnológicos como de estilo de servicio que los clientes exigentes buscaban, así que aliarse era una buena jugada.
Kylian los construiría o compraría y remodelaba, ellos los echarían a andar, entregarían un producto listo para abrir sus puertas casi de manera inmediata. Eso inflaba aún más la ganancia y, además, no dejaba de ganar puesto que dicha alianza le daba un porcentaje igualitario con la compañía de Londo.
Lo cierto es que para probar aquello, había invertido una fuerte suma en esa empresa, pues necesitaban fluidez para llevar a cabo una prueba piloto de un hotel que reconstruyó en Dubái, uno que pretendía ser muy exclusivo.
Al inicio todo funcionó de maravilla, pero desde hacía unos meses detectaron una fuga de dinero que no tenía ni pies ni cabeza y que, además, comprometía su propio capital, el mismo que dio al firmar aquel contrato millonario que los aliaba.
Londo ganaría. Él ganaría.
Sin embargo, ninguna de las dos cosas estaba ocurriendo y él no sabía perder.
—Surgió un compromiso por la noche, quiero que me acompañes. Vístete para la ocasión.
—¿Qué? No, no, no. Yo no iré contigo a ningún evento. Y no me des órdenes. Yo solo quería que supieras que mi papá piensa que salimos. Eso es todo.
—A las cinco y treinta pasaré por ti. Y acostúmbrate a recibirlas, Samantha —zanjó con tono calmo, con aquella voz tan gruesa que erizaba su piel.
Gruñó frustrada.
—No puedo a esa hora, quedamos a las seis y es lo que puedo, si quieres.
—¿No se te olvida quién manejas las cosas aquí, pelirroja?
—¿Tanta necesidad tienes de marcar territorio, como macho alfa? Dios, qué decepción —se burló recargándose en el tronco de un árbol, escondida de los ojos de Keira, que la observaba furtivamente mientras hablaba con otros compañeros de la facultad.
—Después del evento, tendremos una charla... No tolero la impuntualidad y, Samantha, no hagas que me arrepienta de la salida que le concedí a ti y a tu familia.
—Quieres decir que debo hacer lo que tú digas...
—Vaya, comenzamos a entendernos —dijo ecuánime, mientras revisaba unos contratos.
Esa noche tenía una inauguración y si Londo ya sabía que salían, entonces era momento de comenzar el teatro, quería en mes y medio tener acceso a Streoss Service sin restricciones para no solo ganar por la alianza si no absorber la empresa por completo.
Kash, su hermana estaba auditando el hotel en Dubái, pero ahí no habían encontrado mucho. Necesitaba que Londo le permitiera el acceso y siendo esposo de su hija, no se lo negaría, a la par que propondría la fusión, una en la que sabía ellos ganarían y él conseguiría lo que quería: controlarlo todo. Eso sin contar que su padre pondría fin de una maldita vez a la pasarela de cazafortunas con las que tenía por costumbre intimar y que su imagen como empresario sería la de un hombre que se asentó y busca la formalidad. Era hora proyectar todo aquello.
Sí, era un plan perfecto.
Esa pelirroja pronto dejaría de fingir indignación y las cosas llevarían el cauce natural, el que en su esfera solía haber. Tampoco era como si estuviera haciendo algo insólito.
—Dudo que eso ocurra algún día.
—A las cinco treinta, cóctel de inauguración, algo discreto pero acorde a la ocasión.
—No eres mi mamá, a las seis. Imposible antes y debo cortar esta maravillosa llamada, tengo clase.
—No juego, Samantha. Pero si deseas averiguarlo, adelante —la amenazó un tanto exasperado. No iba a permitir que esa mujer hiciera su voluntad, quería las cosas sencillas en ese plano y más valía que lo entendiera.
—Cuando desees dar marcha atrás a todo esto, Kylian, será muy tarde. A las seis —aceptó para colgarle enseguida. El hombre rodó los ojos. El tono dramático incluso lo divertía.
Su mejor amigo, Wagner Liens, se había casado por razones semejantes, ambas empresas necesitaban fusionarse y el matrimonio iba viento en popa. Ella asumía su rol, él el suyo y los dos trabajaban juntos en uno de los grupos de material para navegación más prestigiosos del país. Samantha era quizá muy joven, eso sí podía aceptarlo, pero para su desgracia todo se acomodaba en torno a ella de manera perfecta.
Él, por su parte, sería un buen esposo, discreto si se prestaba la ocasión aunque no era adicto a estar de cama en cama, jamás le faltaría y no la humillaría de aquella forma, sería atento, le daría lo que estaba acostumbrada, formarían una familia e incluso la apoyaría profesionalmente si era lo que quería, aunque le deba igual en realidad como gastara su tiempo siempre y cuando no descuidara su posición y deberes como su esposa.
Años atrás, no se había visualizado casado, al contrario, lo repelía como a la peste misma, sin embargo, un trato así no tenía implicaciones más allá de mercantiles y carnales de vez en vez, y sí una familia que, si bien no buscaba meses atrás, ahora mismo resultaba conveniente, más para los países asiáticos con los que pensaba cerrar más tratos.
—Señor, ¿me llamó? —escuchó la voz de Lola, su asistente desde que tomó el control de la empresa que fundó su abuelo, que su padre expandió y que él, a temprana edad debió comprender puesto que Lance, su papá, le pidió que tomase su lugar antes de devastarlo todo.
Fue una buena decisión, siendo universitario, ya trabajaba diario, su padre le enseñó con esmero cada cosa de la constructora que debía saber, estudiando negocios, iba de la mano, cuando se sintió listo tomó las riendas, pero siguió estudiando y obtuvo así, un master y varios certificados en el área de construcción, ya que era importante entender el manejo de la empresa desde su raíz. Kasha, a su vez, se hizo experta en economía y contabilidad y, entre los dos, llevaban prácticamente todo, aunque él, debido a su preparación y amor a la compañía, que su hermana no compartía por completo, se quedó al frente.
—Envía un ramo de rosas a la casa de los Streoss, a nombre de Samantha. Confirme mi asistencia esta noche para la inauguración y dale estos contratos a Maxime. Es todo, Lola.
La mujer le sonrió como amabilidad, tomó los papeles y cuando iba saliendo se detuvo.
—Señor, siguen hablando de Streoss Service, desean concertar una cita.
Sonrió asintiendo, los había evadido de forma deliberada, pero ahora que sabían Londo que salía con su hija, las piezas podrían acomodarse.
—Gracias, yo resolveré eso personalmente —dijo satisfecho. La mujer sonrió y salió enseguida.
Kylian se levantó y anduvo hasta la ventana, los jardines que circundaban ese moderno edificio eran algo digno de contemplar y, aunque la ciudad era espectacular, la calma que le regalaba el verdor de las plantas estratégicamente pringadas, le parecía ideal. Abrió el ventanal y anduvo un rato, como solía hacer para acomodar sus ideas.
Había ocasiones en las que se sentía cansado, tan cansado que poco sentía, era como si una maquina lo condujera y él solo actuara. Esa postura era a veces desalentadora, pero había evitado verse en muchísimas situaciones que definitivamente no quería experimentar, como, por ejemplo, enamorarse, eso solo debilitaba y confundía, y él tenía muy claro por donde deseaba que fuese su vida. Solo que a veces, solo a veces, no se sentía como imaginó que debía sentirse, algo faltaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top