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— Mikey-kun, ¿Te gustan las flores?

El de hebras blancas ante la pregunta lo miró por unos instantes, y negó.

— ¿Qué? ¿Por qué? Son hermosas, y huelen bien

Mikey relamió sus labios meditando su respuesta y con timidez comenzó a jugar con un nuevo cigarrillo en mano, reflejando incomodidad.

— Porque son demasiado coloridas y delicadas. Sería una pena opacar su agradable olor por el mío.

Takemichi lo observó por unos segundos, para así en un movimiento rápido quitarle el cigarrillo antes de ser encendido por él. Mikey frunció el ceño descontento por aquella acción inesperada.

— El olor de Mikey-kun sería de una rosa.

— ¿Qué?

— Eres como una rosa, una con pétalos blancos y largas espinas... Te quiero con purezas y espinas.

— Takemitchy...

— ¿Sabes? Hasta las flores más delicadas pueden soportar las peores tormentas

Mikey miró a Takemichi girar el cigarrillo en sus dedos con un ceño fruncido evidente hacia el objeto, enternecido sonrió levemente. Acercó su mano hacia las hebras alborotadas del contrario y otorgó una suave caricia en ellas.

— Mikey-kun, he decidido ser tu mariposa personal ¡Como el cuento de La Rosa y la Mariposa! poder protegerte de quienes quieran herirte y cuidar tus pétalos de caer.

El de mirada oscura negó varias veces divertido.

— No quiero que pierdas tu tiempo, Takemitchy. Mis pétalos caerán tarde o temprano.

— Entonces, no me importaría reemplazar tus pétalos caídos por mis alas, y así tendrías una parte de mi en ti.





¿Alguien capto la referencia? ¿no? En fin. Thank you, next

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