Elsa estaba volviendo a su casa después de un día agotador.

- ¡Elsa te llegó correo!- grito Anna desdé su habitación.

Elsa se dirigió a la barra de la cocina, encontrándose con un sobre blanco con un sello de cera roja, Elsa lo miró extrañada ¿Quién le pudo haber enviado una carta?

Al mirarla de cerca se dió cuenta de su obstinada remitente.

Querida Elsa

Llámame anticuado pero esta es la única forma que conozco para acercarme a una mujer, nunca me ha funcionado y espero que esta sea la excepción.

Me llena de alegría ver qué te haya gustado mi bufanda, para ser lo primero que he tejido en mi vida considero que me quedó bien.

Me encantaría empezar con declaraciones de amor y versos pero no quiero asustarte, así que por el momento eso es todo, espero no incomodarte.

Con cariño, Thom.

Posdata, llevó poco más de tres meses comiendo verduras y aún no me has dicho nada.

Elsa sonrió al terminar de leer la carta, ese hombre era un encanto pero no estaba interesada en lo más mínimo; aún así decidió conservar la carta.

Solamente quedó con una pequeña duda, ¿Cómo consiguió su dirección?

Al día siguiente estaba nuevamente en el asilo, ese día no le tocaba consulta a Don Thomas.

- Señorita, ¿usted y Thomas tienen algo?- preguntó Blanca.

Elsa paró de hacer lo que hacía de golpe.

- No, nada fuera de la relación paciente médico-

Se vió como a Blanca se le iluminaba el rostro.

- oh, es que yo creí que tenían algo y... Que él...- Elsa entendió lo que pasaba de inmediato.

- Tranquila, Don Thomas está disponible y yo tengo pareja.

Blanca sonrió, ahora tenía luz verde para conquistar a Thomas.