° Treinta y ocho °

3/¿?

Fin de semana...

La noche del estreno de la obra había llegado y, sin duda, Savannah estaba hecha todo un manojo de nervios. Nos pedía a todos que hiciéramos repasos de nuestras líneas para que todo saliera ¡Perfecto! en la función.

No la juzgaba por muy mandona que se haya vuelto. Sabía lo que era estar nervioso por la noche de estreno de tu obra. Yo había pasado lo mismo.

Estrés y nervios para nada agradables.

Todo estaba yendo tal cual como lo habíamos ensayado, cada escenario, línea y movimiento era exacto. En los momentos dónde estaba tras bastidores, noté que el público estaba bastante interesado en la obra, incluso Bea, que no suele ser fan de los dramas románticos, estaba inclinada en su asiento, prestando su total atención a la presentación.

En el momento de la escena final, éramos Hazel y yo sentados en un banco en medio del escenario, la escenografía detrás de nosotros eran de árboles falsos, arbustos y un telón que simulaba ser el fondo de un parque.

—Tengo miedo —dijo mi chica pecas, citando las líneas finales de Pilar.

Acaricié su mejilla.

—Y eso es normal.

—Yo... no quiero herirte, ya no más —toma mi mano entre las suyas más pequeñas.

Le sonreí, reforzando el agarre.

—No lo harás.

—¿Cómo lo sabes? —pregunta, de verdad sentí que estaba asustada, confundida.

—Porque puedo verlo. Tienes miedo y lo entiendo, pero algún día dejarás de temer. Y estarás lista para abrirte de nuevo a alguien más. Y yo estaré ahí contigo, ya sea si esa persona a la que quieres darle tu corazón no sea yo.

Hazel sorbió su nariz, siguiendo la actuación, aunque podía ver qué sí se le habían empañado los ojos.

—Eso... eso no va a pasar.

Fruncí el entrecejo.

—¿Qué no va a pasar?

Ella me sonríe, limpiando la lágrima que resbala por su mejilla.

—Nunca le daría esa parte de mí a alguien que no seas tú —acaricia con su pulgar el dorso de mi mano. Despide una risita—. Siempre seré tu mesera torpe.

Yo le sonreí.

—Y yo tu chico del café.

Hubo un silencio entre los dos. Uno donde solo no veíamos sonriendo. Oía sorbidos por parte del público.

Hazel dijo su siguiente línea:

—Te amo, Erick Russo.

Aunque haya sido parte del guión, mi estúpido, estúpido corazón se aceleró al escucharla decir aquellas dos palabras. Una sonrisa se escurrió por mis labios. No sé si lo que dije fue siguiendo el guión o porque una parte de mí lo sabía:

—Yo también te amo, Pilar West.

La música del final le siguió a nuestras líneas, después los aplausos y el gran telón del teatro se cerró.

Hazel se levantó de la banca de un salto, yo la imité. Ella envolvió sus brazos al rededor de mi cuello, asfixiándome un poco.

—Hazel... no... respiro... —pude decir con el poco aire que me quedaba.

Ella se aleja de mí, riendo.

—Lo siento, lo siento. ¡Es que estoy emocionada! Escúchalos, Aidan —presté un poco de atención a los fuertes aplausos que no habían cesado—. ¡Les encantó! —exclama, sonriendo aún más de lo que ya lo hacía.

—Bueno... ¿Cómo no les va a encantar? Si me tenían a mí de protagonista —comenté con egocentrismo.

—Volvió el Aidan egocéntrico, eh.

Yo reí.

—Estoy bromeando, es increíble que les haya gustado. Siendo sincero, no lo imaginé —admito en un murmuro.

—Yo sí, tenía esperanzas.

—¡Chicos! —nos llama la voz de Savannah—. ¡Vengan, es hora del gran final!

Todos los chicos del elenco se unieron a nosotros. Se llevaron la banca dónde estábamos sentados Hazel y yo. El telón se volvió a subir y nos presentó una vez más al elenco principal de la obra.

Nos tomamos de las manos y nos inclinamos, todo el público volvió a vitorear de emoción. Nos despedimos finalmente y entramos a detrás de escenas.

Ahí nos reunimos con Savannah y el profesor Desmond, quiénes sonreían a nosotros. Savannah tenía los ojos azules empañados y no aguantó soltar un par de lágrimas.

—Gracias, chicos —nos dijo a todo cuando estuvo más calmada—. Gracias a todos por participar y creer en mi historia. En serio creí que nadie vendría a verla, y ver a toda la universidad aquí fue... —se rió entre lágrimas. El profesor Desmond la abrazó por los hombros—. Aidan, Hazel, estoy agradecida con ustedes por haberles dado vida a Erick y Pilar, ustedes son y siempre serán los perfectos chicos para mis personajes. Y a todos los demás, gracias por interpretar a Silena, a Brue y a Frank. En serio, siempre estaré agradecida con ustedes por confiar en mí y anotarse en este proyecto.

Hazel da un paso adelante y toma de las manos a Savannah.

—No hay nada qué agradecer, Savannah. De hecho, nosotros deberíamos darte las gracias a ti por confiar en nosotros para darle vida a esos personajes que vinieron de tu imaginación. Así que no tienes nada que agradecernos, Savannah Griffin, nosotros nos sentimos honrados de haber participado en este proyecto.

—Concuerdo con Hazel —dijo Clair—, si tuviéramos que hacerlo diez veces más, lo haríamos. Fue divertido haber participado en Tengo Miedo A Amarte —sonríe— para mí fue un gran honor haber interpretado a Silena. Si habría que hacerlo otra vez, no dudes que me tendrás ahí.

—Y a mí —dijo Hazel.

—Y a mí —agregué—, a fin de cuentas: gracias, Savannah. Gracias por habernos dado la oportunidad de ser tus personajes.

Ella ya era un mar de lágrimas.

—Vengan, chicos, démosle un fuerte abrazo a la increíble creadora de esta bella historia —nos pide el profesor Desmond y todo el elenco le dió un fuerte abrazo a Savannah, que seguía soltando lágrimas de felicidad.

Después del largo abrazo, todos nos fuimos a cambiar. Hazel y yo después de habernos puesto la ropa que llevábamos antes, fuimos a dónde estaban nuestros amigos, que se encontraban reunidos en un grupo cerca de la tarima.

—¡Eso estuvo increíble, amigos! —exclama Camille al vernos llegar juntos.

—Demasiado bueno. Nunca creí que disfrutaría tanto una obra de romance —admite Billy en una risa.

—Gracias, chicos —sonrió Hazel.

—Estoy igual que Billy. En serio, nunca en mi vida imaginé que disfrutaría tanto ver algo que tenga que ver con el romance —admite mi mejor amiga.

—A mí me fascinó —comenta Lyla—. Como fiel amante del romance, me encantó la obra. Incluso más que Romeo y Julieta Versión del Siglo XXI.

Hablamos un rato hasta que un chico de tras bastidores nos preguntó a Hazel y a mí si queríamos acompañarlos a una cena de celebración en un restaurante en Downtown City. Ella y yo aceptamos, nos excusamos con nuestros amigos, quiénes simplemente negaron con la cabeza y dijeron «todo cool»

La cena de celebración fue en una pizzería llamada Las Pizzas de Hércole, casi entrando a Downtown City. El lugar estaba decorado como un auténtico restaurante italiano: con paredes de un naranja oscuro, un piso a cuadros blanco y negro, pinturas y un mural de fotos de los famosos que habían visitado esa pizzería, los cuales habían sido unos cuantos. El lugar olía a naranjas y orégano.

Rodamos dos mesas para que entraramos todo el grupo que hizo posible el sueño de Savannah y ordenamos cuatro pizzas grandes.

En nuestra espera, hablamos sobre cosas de la obra, anécdotas de los ensayos de estas semanas y momentos graciosos en cada uno de ellos. Cómo la vez en dónde yo fingía beber agua de un vaso que estaba completamente vacío y terminé ahogándome con mi propia saliva. O cuando Clair limpiaba la barra que era del café donde trabajaban sus personajes y terminó tumbándola toda. O como aquella vez, en uno de los primeros ensayos cuando Colton, el intérprete de Brue, el mejor amigo de Erick, estaba en una escena donde tenía que subirse a una banca y terminó cayéndose... con la banca incluida.

Fueron momentos únicos que quedarán guardados en nuestras memorias y en fotografías. Fueron unas últimas semanas estresantes y en más de una ocasión muchos de nosotros quisimos sedar a Savannah para que se calmara, pero todo eso había valido la pena para dar tremendo espectáculo hoy.

Por mucho que me costó congeniar con él, Erick Russo sería siempre uno de mis personajes teatrales favoritos.

-

—Quiero que me acompañes a un lugar.

Fue lo que me dijo Hazel la mañana siguiente, y no sonó a pregunta. Si no más como exigencia.

Pasé mi mano por mis ojos y mi cabello, tratando de despertar. Era sábado, terminé durmiendo casi a la media noche, ¿Y ella venía a despertarme a las ocho de la mañana? Ella me gusta, pero esto no.

—Muy bien... —fue lo que dije después de bostezar—. Primero: buenos días para ti también. Segundo: Hazel, aún estoy medio dormido.

Ella suspira he hizo el amago de pasar. Me hice a un lado para que entrara.

—Lo siento, es que hoy... me veré con dos personas importantes. Y quería presentartelas.

Me senté en el brazo del sofá y crucé los míos sobre mi pecho, viéndola. Iba con jeans negros y una camiseta gris claro. El cabello atado en un para de coletas altas con cintas negras decorandolas. De zapatos tenía solo unos tenis, también de ese color.

—Vale... —vuelvo a bostezar—, lo siento, aún estoy medio dormido. ¿Dónde veremos a esas personas?

Ella muerde insegura su labio inferior.

—En... un lugar.

—Obvio es eso, pero ¿Qué lugar?

—Un lugar, Aidan —insisitió—. ¿Me vas a acompañar? —preguntó con una timidez que me pareció tierna.

—Claro, Hazel. Si es importante para ti, también lo es para mí.

Hay un destello agradecido en su mirada.

—Gracias, eh.

—No hay de qué —bostecé una vez más—, déjame... arreglarme y despertar un poco. Vuelvo en unos minutos.

Escuché como murmuró un «Vale» antes de entrar yo al baño.

Veinte minutos después ya estaba duchado, cambiado y desayunado. Hazel preparó un desayuno sencillo porque según ella «iba a desmayarme si salía sin comer al menos una banana» Tonterías.

Aunque... claro, sí sentía un poco el mareo.

En fin, después de comer un cereal con leche, una banana y una taza de yogurt de fresas, salimos del departamento para luego seguirle la universidad. Hazel dijo que el lugar no estaba lejos y que podíamos irnos andando.

Hay que aclarar algo: al parecer, ella y yo teníamos significados de «lejos» muy diferentes.

¡Sentí que caminé mil kilómetros! Cuando estaba a punto de pedir clemencia a los dioses, ella anunció:

—Llegamos.

Apoyé mis manos de mis rodillas y tomé profundas y un poco exageradas respiraciones. Mi chica a mi lado se rió acariciando mi espalda.

—Nunca más te creo cuando me digas «Está cerca» —expresé, volviendo a erguirme.

Ella sonríe culpable, encogiéndose de hombros.

—Perdón, solo quería caminar un rato, contigo —me da un empujoncito divertido.

Oh, sabía por qué esa sonrisa. ¡No caería esta vez!

—Ni lo intentes, Hazel Michaels. ¡No volveré a caer!

Dió otro empujoncito.

—Perdón, en serio —decía con un puchero tonto. No caería, no caería—. Aidan...

Resoplé. Era inútil resistiéndome.

—Odio que hagas eso.

Ella se puso de puntillas para dejar un beso en mi mejilla.

—Vamos, insoportable pelirrojo, ya ella debe de estar esperándonos.

Seguí a Hazel al lugar y hasta ahora me di cuenta a dónde me había traído. Vi la verja de entrada, el enorme jardín de adentro, todo limpio con sus árboles y montones de piedras que se alzaban hacia arriba. Al lado de la entrada había un puesto donde vendían arreglos de flores y ramos.

—¿El cementerio de Holbrook? ¿Qué hacemos aquí? —una idea cruzó mi mente—. No piensas matarme y enterrarme en una fosa, ¿Verdad?

—No, Aidan. No pienso matarte y enterrarte. Si lo hubiera querido hacer, lo habría hecho hace mucho tiempo.

Suspiré aliviado.

—Espera... ¡Oye!

Sacude la cabeza, riéndose.

Antes de entrar al cementerio, Hazel compró un ramo de flores camelias. Yo también compré una flor, una margarita.

—¿Por qué? —preguntó, caminando conmigo a la entrada del cementerio.

—Para tí —se la tendí.

Veía confundida la flor blanca.

—No es por ser descortés, pero la margarita no es precisamente mi flor favorita.

Yo solo reí y le di vueltas por el tallo.

—Una vez, Evan me habló sobre el significado de las flores —hablé—. Los jacintos significan fidelidad. El jazmín blanco amabilidad y elegancia. La petunia significa obstáculo, enojo y resentimiento. Y el narciso significa vanidad y egoísmo. También me explicó algo sobre el origen del significado del narciso y del jacinto. Algo con la mitología griega, yo qué sé —negué con la cabeza—, y esa vez, me dijo el significado de la margarita.

Sonreí viendo la flor.

—Me comentó que significaba el deseo y necesidad cariñosa hacia una persona. El lleno de esperanzas he ilusiones a la vida de alguien. La simpatía he inocencia del corazón —al ver a Hazel, ella me mira con algo que bien era cariño. Acomodé la margarita para que le quedara como un decorativo en una de sus coletas—, también el amor real.

Se le colorearon las mejillas de rojo.

—Te queda bien —observé—. Vamos, quién sea que nos espere se cansará y se irá.

Entrelacé su mano con la mía y ambos pasamos juntos al cementerio de la ciudad.

Adentro había un gran silencio relajante, algunas personas hablaban en tonos bajos con sus familiares. Capaz muchos vean eso de hablarle a la lápida de un muerto como algo raro, tal vez lo sea, per también era relajante, sabías de algún modo que desde donde sea que esté, te está escuchando.

Hazel me guió hasta una de las lápidas cerca de un gran nogal. Ahí nos encontramos con una mujer acompañada de un niño que parecía de dos años. Era alta, iba con estilo leñador, con la camisa morada a cuadros y jeans desgastados. El niño iba con un pequeño overol de color gris, una camisa blanca mangas largas y una gorrita que cubría un rebelde cabello negro rizado.

Al acercarnos, pude diferenciar en la voz de la mujer un acento español. Uno que me recordó a alguien, pero no sabía exactamente a quién...

Hazel y yo nos detuvimos a unos pasos de ella.

—Hola —saluda la castaña a mi lado a la mujer rubia.

Nos miró sobre su hombro a la vez que sonreía.

—Miren quién llegó. ¿La impuntualidad es algo que tenéis los hermanos Michaels?.

Hazel se echó a reír.

—Perdona —ella se giró a verme—. Aidan, ella es Lucybell.

Lucybell me saluda con un gesto de su mano.

—Un gusto, Aidan.

Le devolví el gesto, Hazel agregó:

—Y él... —nos acercamos a Lucybell, quien se hizo a un lado con el niño, pude ver qué en la lápida decía:

Hansel. A. Michaels. H

Un gran hijo, un gran amigo, un gran hermano...

"La vida es como un gran Jumanji: llena de retos y aventuras que tendremos que superar para ganar el juego"

—Es Hansel, mi hermano mayor.

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