° Quince °
Sentado en una de las mesas de utilería en medio del escenario, doy un sorbo a mi taza de café totalmente vacía, leyendo el guión como si fuera un libro, imaginando que me encuentro en alguna cafetería californiana.
—¡Perdón, señor! Aquí tiene su orden —Hazel aparece frente a la mesa dejando un plato vacío sobre la superficie.
Observé el plato plástico con mirada critica, imaginando que ahí había algo muy deliciosos pero que era una orden errónea.
—Señorita —digo, tratando de sonar lo más cordial posible—, esta no es mi orden, se a equivocado.
Hazel, actuando impactada, miró el plato sobre la mesa, luego suspiró poniendo su mano en su ojo.
—Disculpe, disculpe mucho. Yo...
—¡West! —fue el grito del chico que interpretaría al cocinero de la cafetería donde trabajaba Pilar—. ¡La mesa siete quiere su orden! ¡Así que muévete!
Hazel gruñe por lo bajo dándole una mirada de ojos entrecerrados al chico parado en una de las esquinas del escenario. Después me da una mirada apenada a mí.
—Discúlpeme de verdad, ya le traigo su orden.
Y se llevó el plato vacío hacia la mesa larga que estaba haciendo de la estación de cocina que Clair, quién interpretaría a la mejor amiga de Pilar, fingía limpiar con un trapo.
Seguí leyendo mi libreto, esperando el momento dónde me tocaría hablar otra vez, los demás seguían con sus líneas he interactuando como si estuviéramos en una verdadera cafetería.
La trama base de lo que va Tengo Miedo A Amarte trata sobre la protagonista: Pilar West, una camarera californiana que a tenido malísimas experiencias amorosas, siendo la última de ellas un romance que terminó en algo enfermizo y algo bastante traumante.
Pilar tiene miedo de que otro romance se una a su lista de fracasos, hasta que un día conoce a Erick Russo, un joven con una vida tranquila, lejana de los dramas amorosos desde hacía un tiempo, (en ese aspecto, este tipo y yo nos entendemos) Claro, nuestro querido Erick tuvo su aventura amorosa, pero terminó mal ya que su ex-novia lo engañó con su mejor amigo. Aunque se llevó una gran sorpresa, nuestro protagonista siguió creyendo en la fuerza del amor, solo que esperó a la chica ideal.
Es un poco dulce he ingenuo, si soy sincero. Pero al caso, es el chico que creó Savannah.
Mientras tanto, Pilar tiene miedo a amar, miedo a repetir una frustración amorosa y dejó de creer en la magia de amor.
¿Por qué me identifico más con el personaje de Hazel y no con el mío?
Ambos se van encontrando en esa cafetería por varios días seguidos, días que se van convirtiendo en semanas, semanas en las que se conocen, se llevan bien y empiezan a desarrollar sentimientos por el otro. Erick siente que Pilar es la chica ideal, ¿Pilar? Cómo está tan traumada cree que Erick será otro fracaso en su gran y larga lista de fracasos.
Es un personaje bastante complejo emocionalmente. Tiene miedo pero no lo dice. Lo quiere cerca pero a la vez a un millón de kilómetros. Lo ama pero no se lo demuestra. Sin duda algo difícil de desarrollar y sobretodo: sentir realmente.
Al final de todo, solo Pilar tendrá la decisión: superar los miedos del pasado y ser feliz con Erick o dejar que el miedo y la desilución tomen riendas de la situación y terminen alejando al chico que la puede hacer feliz.
Sí, Pilar me representa bastante bien. ¿Qué? Lo acepto y vivo con ello. Nunca un personaje me había representado tanto y el colmo es que ni siquiera es mi papel.
La escena siguió con Hazel peleando con el chef, atendiendo mesas y sus líneas de conversación con Clair. Ella de verdad le hacía muy bien de Pilar, con tanta naturalidad, como si conociera la experiencia de los fracasos amorosos que tuvo el personaje.
Pensar en esa comparación me trajo el recuerdo de aquella conversación que tuvimos con los chicos un día antes del estreno de Romeo y Julieta Versión del Siglo XXI, cuando Lyla nos había hecho la bonita sugerencia de salir juntos, el cómo había dado mi excusa a los chicos y como Hazel había estado de acuerdo conmigo.
¿Habrá pasado ella por una mala experiencia amorosa? Venga ya, ¿Quién es tan gilipollas como para hacerle algo a una chica tan malditamente increíble como Hazel? Habría que estar hecho un grandísimo imbécil.
—Aquí tiene su orden —deja el mismo plato vacío, pero con lo que se supone es mi orden real.
Le sonreí de labios cerrados.
—Muchas gracias.
Ella asintió.
—Y, de verdad, lamento mucho haber confundido su orden. En serio.
—No hay problema.
Hazel estuvo a punto de agregar algo más, pero la línea del chico cocinero la interrumpe:
—¡Deja de estar hablando chácharas, West, y sigue con tu trabajo!
Hazel suspira como si así pudiera aliviar su molestia, aunque le podía ver la pequeña sonrisa que evitaba por esbozar.
—Nos vemos —se despide antes de seguir atendiendo lo que se supone son a otros comensales.
En esta parte debo de ponerle más atención a Pilar, seguirla con la mirada por toda la cafetería. Es aquí donde Erick empieza a sentir curiosidad por aquella chica y cómo empieza toda su historia.
-
—¡Lo hicieron tremendo, chicos! —nos felicita Savannah subiendo al escenario de un salto.
Habíamos terminado el ensayo en el momento del final del día laboral de Pilar, donde se encuentra con Erick a la salida y dónde ambos empiezan a hablar. Fue un arduo día de práctica, hubo errores y todos estamos cansados, pero está valiendo la pena por lo genial que va yendo todo.
—Hazel, Aidan, de veras, gracias por aceptar mi propuesta. Ustedes le hacen tan bien de Erick y Pilar. Gracias, chicos —sonríe de manera sincera y feliz.
A Savannah la felicidad casi le sale por los poros, no a dejado de sonreír durante todo el ensayo. Ya me imagino el dolor que tendrá en las mejillas.
—No hay de qué, Savannah —le sonríe Hazel de vuelta.
En serio que Savannah parecía la chica más feliz del planeta. Su sonrisa, el brillo en sus ojos, todo en ella indicaba que estaba más que contenta.
—Nos vemos en el ensayo del lunes —avisa antes de irse a hablar con uno de los asistentes de tras bastidores sobre algo que vagamente entendí como la iluminación.
Hazel y yo salimos del auditorio y nos encaminamos hacia los bloques de apartamentos. Tres de la tarde de un sábado y el campus estaba casi vacío, envidio a esos que podrán salir hoy a la noche.
—Creo que aceptar la propuesta de Savannah fue una buena decisión —comentó ella.
—Sí, fue una gran decisión.
Me dentengo en medio del sendero de gravilla al sentir una vibración en el bolsillo de mis tejanos, Hazel se detiene a mi lado confundida.
—¿Esa canción no es You' re Welcome de Moana?
—Sí, lo es —afirmo sacando mi celular—. Y eso solo significa una cosa.
Contesto la videollamada y de inmediato saludan del otro lado:
—¡Dan! —saluda con ánimo Sam por el otro lado de la pantalla—. ¡Hazel! —agregó al ver a la castaña a mi lado.
—¡Hola! —saludamos al unísono.
—¡Hola, chicos! —a su lado aparece Ava y detrás de ellos dos niños más. Si mal no recuerdo, son Liam y Astrea, los mejores amigos de esos par de enanos.
—Hola —saludan ellos agitando sus manos.
Hazel y yo les sonreímos.
—¿Los recuerdas, Dan? —me pregunta mi hermano.
—Sí, claro que los recuerdo. Astrea, ¿Tu mejor amiga, Ava? —la pequeña asintió—. Y Liam, el bro de mi bro.
Los niños se rieron.
—Chicos, ella es Hazel. Es... Bueno, no sé qué es de mi hermano —presenta Sam con un encogimiento de hombros, y claro que tenía que hacer eso.
—Es una amiga, Nano —aclaro, Hazel asintió.
—¿Qué hacen, chicos? —pregunta Ava.
—Saliendo de un ensayo para una nueva obra, ¿Y ustedes?
—¡Esperando a que inicie la competencia! —exclamó mi hermano.
—¿Competencia? —repite Hazel.
En ese momento noté en lo poco que podía ver de Ava a través de la pantalla: sobre su cabeza había un casco de protección de color verde agua, trenzas de su cabello negro salían de él, cayendo a los lados de su cara.
También recordé la razón de por qué Evan y Bea salieron ayer casi a las siete de la noche para ir a Ciudad Nevada.
Estrello mi puño contra mi frente sin tanta fuerza al recordarlo. Pero qué idiota soy.
—Ricitos, tu primera competencia de patinaje. Perdón, lo había olvidado.
Ava ríe, haciendo que su lindo hoyuelo aparezca en su mejilla.
—Está bien, Aidan. Evan me dijo porqué no podías venir. Tranquilo, ¡Grabaremos un vídeo y te lo enviaremos!
Le sonrío agradecido.
—No lo olvides, eh, me encantaría verte competir, y, ¡Aplastalos, Ava!
Los cuatro niños junto con Hazel se ríen. Luego, del otro lado de la llamada se escuchó una voz no tan clara para nosotros.
—La competencia está por empezar —anuncia Astrea.
—Iremos a nuestros lugares —agrega Liam—. ¡Buena suerte, Ava! —dijo antes de salir de la pantalla junto con la pequeña castaña.
Solo quedaron Ava y Sam.
—¿Y dónde están Evan y Bea? —pregunto.
—Por ahí —respondió Sam con simpleza.
Ava se fijó en algo por encima del móvil, sonríe por alguna razón y grita:
—¡¡¡EVAN!!! —el grito agudo perforó un poco mis oídos. Vi a Hazel y ella tenía una mueca, de seguro también le chilló el súper grito de Ava.
Si seguía escuchando gritos así me quedaré sordo incluso antes de los veinticinco.
Segundos después en el cuadro apareció Evan, sin Bea. Eso es raro, esos dos siempre están juntos. Ambos son como uña y mugre.
—¡Eh, chicos! —sonríe—. Guao, es raro verlos desde esta perspectiva.
—¿Y Bea? —cuestiono, curioso de saber dónde estaba esa pulga.
—Con Deian y Brie.
—¡Todos vinieron! —exclama emocionada Ava—, menos ustedes.
—Lo siento, ricitos, de verdad me hubiera gustado ir, lo sabes. Pero teníamos ensayo para esta nueva obra.
—Lo sé, Evan me lo dijo —el aludido asintió—. Al menos vino mi hermano —ella le dió un medio abrazo que él correspondió.
Llevé mi mano a mi pecho, fingiendo estar adolorido.
—Auch, ricitos, auch.
Ellos se rieron y Evan luego encogió los hombros.
—Soy su hermano, por ende: más importante.
—¡Oye, Dan es importante! —me defiende Sam.
—¡Ese es mi hermanito!
Hazel a mi lado menea la cabeza, riéndose por lo bajo. Y una vez más, esa voz de aquel lado habló.
—Nos tenemos que ir, chicos, ya está por comenzar —avisa Sam.
—¡Te enviaremos un vídeo, Aidan! —exclama Ava.
—No lo olvides, ricitos —ella niega—. Adiós, rizos.
—¡Adiós! —se despide Ava para salir de la llamada.
En la pantalla quedaron mi hermano y mi mejor amigo.
—Eh, bro, nada de fiestas en el apartamento, ¿Okey?
—Vaya, me encanta la confianza que tienes hacia mí —digo con tono irónico, rodando los ojos también.
—No es desconfianza, imbécil, es que te conozco, así que ya estás advertido —me señala con su dedo cuál padre estricto.
Vuelvo a poner los ojos en blanco, soltando un resoplido esta vez. Odiaba los momentos dónde a Evan le pegaban los disparates de adulto maduro. ¡Patrañas! Ponle una consola de videojuegos y verás como vuelve a ser un puberto de catorce años jugando en la sala de su casa mientras come pizza.
—Vale, y para tu información, adulto maduro: no voy a salir este fin de semana.
—¿Tú sin salir un fin de semana? —pregunta Hazel con una ceja arqueada—. Vaya, que milagro.
—Un gran milagro —convino Evan, igual de sorprendido.
—Tremendo milagro —agregó Sam y ahí sí me ofendió bastante.
—Oh, ¡Gracias, amigos!
Ellos se rieron. Risas malvadas que los hicieron ganarse una mirada de ojos entrecerrados de mi parte.
—Bueno, igual estás advertido —le hice una mueca que, sí, a sido bastante infantil—. Madura, Aidan.
—"Midiri, Idin" —repito en tono agudo.
Evan se ríe meneando la cabeza.
—Adiós, nos vemos mañana.
—Antes de colgar, te quería preguntar algo, Dan —asentí a la petición de mi hermano—. ¿No has visto a Chris en Holbrook? Mamá dijo que podías llegarte a cruzar con él.
—No, Nano, no he visto a Chris. Si acaso he salido del campus —dejo ir una risa un poco cansada—. Si lo veo te lo diré.
—Vale, le das mis saludos, ¡Adiós, chicos!
—Adiós, Sam —nos despedimos Hazel y yo antes que él colgara la llamada.
—¿En serio no vas a salir este fin de semana? —me pregunta ella, retomando nuestro camino hacia la residencia.
Vuelvo a guardar mi celular donde estaba a la vez que encogía los hombros, metí las manos en los bolsillos de mi pantalón.
—A fiestas no, solo debo ir a comprar unas cosas en un rato. Quiero tomar este fin de semana para aprender mejor mis líneas de la obra.
—El ensayo de hoy estuvo muy cool. Me gusta interpretar a Pilar, se ve por las líneas que escribió Savannah que es alguien... con miedos. Solo eso: con miedo a una nueva decepción amorosa —yo a eso le agregaría otras cosas también—. Diría que la entiendo.
Me río, irónico.
—Créeme, ya somos dos.
Hazel frunce el entrecejo.
—¿Si?
Mantuve el silencio un rato, odiaba hablar de las frustraciones amorosas que he tenido, pero sobretodo la de Hasabell, no me gusta recordar lo estúpido que fui con ella. Del cariño que le tuve. Hablar de la relación que tuve con ella me hacía sentir un completo idiota.
Es estúpido creer en el verdadero amor a los dieciséis años, hay algunos pocos que corren con la suerte de Bea y hay otros que corren con la mía que es la más desgraciada de todas.
Fue jodido estar con alguien que utilizaba las palabras correctas para que me quedara con ella, que alegaba que «esta vez será diferente, no seré como ella». Pura mierda, resultó ser peor.
De no haber sido por una terca Bea de quince años, Hasabell incluso pudo haberme separado de mis mejores amigos. Así de estúpido fui, tanto así me dejé magonear.
La suavidad y calidez de la palma de la mano de Hazel y de sus dedos entrelazandose con los míos me hace espabilar y me hace dejar de mirar hacia el pasado.
—Oye, entiendo que no me quieras contar —su tono tiene una suavidad relajante, su mano se mantiene con la mía mientras seguimos el sendero hacia las residencias—. Conozco por experiencia propia que abrirse a este tipo de temas es difícil, solo no olvides que siempre estaré para escucharte, ¿Vale? Aquí voy a estar yo.
Y aprecio esa sonrisa tan cálida, tan real, tan mía y tan llena de emociones que no sabría describirlas todas.
Hazel es muy diferente a lo llegué a conocer de Hasabell, sus personalidades, sus físicos y lo que cada una son no tienen nada en común.
Sé que está mal compar, en serio lo sé, solo que no puedo evitar pensar en ambas, en lo que significan para mí. Hazel es alguien transparente, su transparencia me resultó increíble desde que la conocí. Y desde ese momento supe que, aunque no sea una de esas chicas que no se sonroja al tener contacto visual conmigo, sabía que nos llevaríamos muy bien.
Hasabell era alguien engañosa, mentirosa, manipuladora, y aunque estuve con ella, nunca la conocí completamente.
Ni si quiera estoy saliendo con Hazel y la conozco tan bien como conozco a Bea. Puede que tenga algunas cosas de su vida que no me a contado o aún no está preparada para abrirse, pero conozco mucho mejor a Hazel, aún sin estar con ella, de lo que conocí de Hasabell, cuando estuve con ella por más de seis meses.
Refuerzo el agarre en nuestras manos sonriendo al notar que tiene una pequeña, suave y calientita mano que encaja perfecta con la mía.
Y al mirar esos ojos marrones caoba, sentí una sensación de seguridad y tranquilidad, con ella es tan natural, algo tan simple como sonreír. Mismas emociones que desde un inicio Hazel siempre me a proporcionado cuando esboza una linda sonrisa.
Juraría que si puedo ver esa sonrisa en un día donde me haya ido tan de mierda, podría iluminarse solo por verla así: sonriendo, sonriéndome.
—Lo sé, chica pecas —doy un suave apretón—. Lo sé.
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