° Cincuenta y dos °
Último capítulo ಥ‿ಥ
Estaba en un punto de mi vida que, siendo sincero, no creí que estaría jamás.
Si tres años atrás me hubieran dicho que tendría novia, y que esa novia era mi compañera de facultad con la que me la pasaba bromeando, no dudes que me habría reído muy fuerte en tu cara. Yo no me veía de nuevo en una relación, estar en ese mundo rosa en el que Evan y Andy habían quedado atrapados.
Por mucho tiempo que haya pasado, una parte de mí aún tenía miedo, miedo de que a la siguiente persona que decida entregarle mi corazón lo envuelva en dulces palabras y le termine haciendo daño con un cuchillo frío y por alguna razón oxidado. Sufrí con lo de Alene, la quería, pero a ella le daba mal rollo salir con alguien menor, no le importó lo mucho que yo sentía hacia ella y solo me dejó. Luego pasó lo de Hasabell, la ví con ojos encantados desde el primer momento, «la chica ideal» había pensado.
Resultó ser lo mismo, quizá hasta peor.
Dejé de creer en la magia del amor y las almas gemelas, me consideraba el espectador de todas las historias románticas que surgían a mi alrededor. Mis amigos, mi madre, compañeros de clase. Todos ellos fueron flechados por un cupido al que me negaba a recibir su flecha amorosa.
«me quedaré soltero el resto de mi vida» fueron mis palabras el día de mi graduación, ese día, esa posibilidad la veía bastante fácil. Es decir, ya no me veía con alguien, ya no quería nada por miedo a salir lastimado.
Entonces ella se apareció en mi vida.
Si bien la primera vez que nos vimos resultó ser un desastre en el que me gané su odio inmediato, desde ese momento ella me causó curiosidad, genuina curiosidad. Y solo fue cuestión de un par de meses y un proyecto juntos que nos convirtió en amigos.
Y tres años después, esa misma chica con la que choqué el día de la orientación, era mi novia.
Que loco cómo funciona el universo.
No solo estar en este punto de mi vida me parecía alocado por tener novia, sino también por las cosas que estaba haciendo y logrando.
En los últimos meses en el set de grabación todo fue estupendo, logramos grabar sin tantos problemas la primera temporada de la serie. Cuando fue mi último día de rodaje al igual que el de Dione, me sorprendí cuando todos aplaudieron al finalizar nuestras escenas como Zale James y Amaia Hansen, nos felicitaron y hasta nos dieron unos regalos de despedida.
Ese fue el día que tuve que colgar por tiempo indefinido la cazadora de Zale, que había sido mi fiel acompañante en esta épica aventura.
Ahora nuestro trabajo dependía del público y la crítica, si les gustaba esta temporada, sería luz verde para empezar a grabar la segunda. Yo esperaba y rogaba que tanto al público como a la crítica le gustase, pusimos corazón, alma y sudor en este proyecto.
Despedirme del personaje de Zale me costó un poco; al igual que Erick, ese chico sería uno de mis personajes favoritos por ser el primero que grabé para una serie televisiva.
También me costó despedirme de Dione, como ya habíamos terminado de rodar nuestras escenas, ella junto a los otros chicos de J.5 debían de volver a Boston a ponerse al día con las cosas de su banda y a trabajar en la parte de la música en post-producción. Nos habíamos dado un fuerte abrazo que retrasamos a propósito, le había tomado cariño y como ella me consideraba su amigo, yo la consideraba también una buena amiga.
—Nos mantendremos en contacto, ¿Vale? —me dijo al separarnos.
—Vale, nos mantendremos en contacto —prometí.
Dione me había dado un rápido abrazo antes de irse a recoger sus cosas.
Desde ese día no la veo, pero como prometimos, seguimos hablando todos los días. Mensajes, llamadas o videollamadas, a veces surgían cuando ella estaba en el estudio, por lo que charlaba un rato con los demás integrantes de J.5.
Han sido meses con momentos tanto buenos como malos, me tocó brindar apoyo en un dolor que entendía bien como se sentía. Y eso ayudó a que su confianza en nosotros creciera, nadie mejor que Sam y yo la comprendíamos, fue duro, pero estuvimos en todo momento que nos necesitó.
Sí, mi vida había tenido muchos cambios este año, sin embargo, fueron cambios los cuales me gustaron mucho.
—Uh, uh, ya va a empezar —le oí decir a Bea, haciéndome salir de mi cabeza.
Justo ahora estábamos sentados en unas sillas reclinables frente al teatro del campus, los grandes telones se corrieron a los lados y mi novia dando brincos y moviendo con gracia la falda de tela brillante y transparente de su vestido verde. Iba con una corona de flores y el largo pelo castaño suelto en rizos.
Cómo el verano se acercaba, nuestra facultad decidió montar un espectáculo para dar la bienvenida. Era una tradición que se hacía en cada entrada de una nueva estación, el año pasado yo fui el intérprete del rey malvado de hielo para una obra que se hizo entrado el invierno.
La presentación era un especie de musical que llevó su tiempo de preparación, más de una vez ví a Hazel machacada y chorreando sudor, pero verla en escena ahora, haciendo de las cosas que más ama: bailar y actuar, me hace entender que todo eso valió la pena.
Grabo cada minuto de la presentación, sobretodo las escenas dónde aparecía mi novia. Hazel interpretaba a un hada del verano, según tenía entendido, que debía luchar en una coreografía de baile fríamente calculada contra la reina malvada del sol y sus secuaces que causan el calentamiento global.
Sí, también era una obra asociada a la facultad de botánica, querían dar un mensaje.
Aún así, la presentación estuvo muy buena, los bailes, las interpretaciones y también te daba un mensaje claro de que debías reciclar tu basura y cuidar el planeta con coreografias geniales.
Para cuándo terminaron, todo el público les regaló fuertes aplausos y vítores.
—¡Esa es mi novia, uuuhh! —grité cuando todo el elenco salió a dar la última despedida.
Estuvimos esperando a Hazel un rato después de la presentación, cuando al fin se nos unió, le di un fuerte abrazo hasta alzarla unos centímetros del suelo. Estaba muy feliz porque la presentación donde fue protagonista a toda la gente que asistió le gustó.
—Bueno, bueno, no acapares a mi mejor amiga, pelirrojo, que yo llegué primero —dijo Camille, haciéndonos reír a Hazel y a mí, tuve que dejarla otra vez sobre sus pies para que ella pudiera abrazarla—. Lo hiciste genial allá arriba, Hazel, los movimientos, la interpretación, todo fue increíble y dió un mensaje claro.
Hazel le correspondió el abrazo a su amiga.
—Me alegra que te haya gustado, Cami.
Así le siguieron los halagos de nuestros demás amigos. Cómo se nos había hecho costumbre, fuimos a cenar para celebrar, y aunque no fue a Foodini's, igual la comida estuvo buenísima.
Esta cena me recordó a la que tuvimos después de la presentación de Romeo y Julieta Versión del Siglo XXI, era todo risas y bromas con mis amigos, ese ambiente amistoso que siempre había entre nosotros. Podemos discutir, Andy siempre me pedirá cosas a cambio para que me preste su coche, yo podré molestar a Bea, Lyla será una molestia de bromas irritantes y entre todos nos jugamos bromas, pero lo cierto es que estos siete chicos aquí presentes son como mi segunda familia, y los quería tal y cual eran.
Claro, me gustaría que Lyla no sea tan impertinente, pero eso ya no tenía arreglo.
Éramos el trío de colores raros de pelo, eran el par de locas mejores amigas con el trío que son Hazel, Camille y Billy, todos éramos amigos, éramos un apoyo.
Eran parte de las personas importantes en mi vida.
Observo a los chicos como hablan sin parar, a Lyla pidiendo que le pasen la salsa de tomate, a Bea intentando alcanzar con su corto brazo la canasta con papas fritas y siendo alcanzada por Evan. A Andy y Billy parlotear sobre algún juego deportivo y a mi novia hablar con su mejor amiga. Nadie me presta especial atención, pero yo a todos ellos sí porque quería guardar este recuerdo, podía tomar una fotografía, pero no quería esto en digital, lo quería bien guardado en mis memorias.
—¿Todo bien? —me cuestiona Hazel, notando que estaba más callado.
Asentí sonriendo de labios cerrados.
—Todo perfecto.
Porque en realidad todo estaba así, con sus altas y bajas, como siempre, y eso era lo que le daba su perfección a este bonito momento de mi vida.
-
Cómo el verano estaba cerca, las clases en la universidad no estaban tan pesadas como creí que lo estarían. Son pocas las actividades que debía de entregar en cada materia, incluso he salido más temprano la última semana.
Ojalá todo el semestre escolar resultase ser así.
Aprovechando una de esas salidas temprano que tuve al igual que mi novia, decidí llevarla de sorpresa al parque un rato. Ayer estaba pasando por ahí y ví que habían abierto un puesto de postres que estoy seguro le encantará.
—Vale, está bien, te sigo —cedió al fin en medio de una risa.
No tardamos mucho en llegar a dónde estaba el nuevo puesto de postres, miré a Hazel para ver su reacción. Sonreía de manera que los ojos se le hacían más pequeños.
—¿Te gusta? —pregunto, tomando su mano.
—Claro que sí, Aidan —responde, mirándome—, sabes que me gustan las cosas así, momentos simples. No dudes de que esto me encanta.
Esa declaración me hizo muy feliz y sonreír como un tonto.
—Pues andando, mi chica pecas.
Nos acercamos al puesto para pedir lo mismo: una rebanada de pay con una bola de helado de vainilla encima, el mismo postre que pedimos en aquella cena en su cumpleaños. Juntos tomamos asiento en una mesa de picnic a degustar nuestra merienda.
—¿Y por qué esta salida repentina? —ella me señala con su tenedor plástico.
Encogí los hombros.
—No lo sé, solo dije «quiero pasar un rato con mi novia», así que te traje aquí.
Hazel lució una amplia sonrisa en sus bonitos labios.
—¿Quién te viera, eh? —come un poco de su helado—, todo un romántico conmigo, esto es icónico.
—Oye, tampoco te creas mucho —corto una rebana de mi pay con helado—, lo único que me gusta de ti es todo, no tienes tanto que presumir.
Se ríe negando con la cabeza.
—Me amas, insoportable pelirrojo.
—Como un idiota, claro que sí.
Sus mejillas cobraron un suave color rosa, me sentía un ganador cuando lograba hacerla sonrojar.
—Bueno, entonces somos dos idiotas que se aman.
—Me gusta como suena eso.
—Me gusta que te guste como suena eso.
Los dos nos reímos de nuestra tontería.
Después de altos y bajos, de una épica metida de pata, disfrutaba esto que tenía ahora con ella. No me aterraba la idea de entregarle yo mismo mi corazón, confiaba en que lo cuidaría y le daría su amor porque ella también había hecho lo mismo.
Ambos fuimos malos jugadores en el amor que se arriesgaron a una nueva partida en la que aprendieron que ciertos riesgos valen la pena por la persona correcta.
Creo que he hablado mucho de «la persona correcta» me costó encontrarla, hacer el verdadero click que tanto mencionan en mis películas favoritas. Todas las historias tienen capítulos difíciles, y eso, eso no está mal porque te enseña, ¿A nosotros que nos enseñó? A mí a no ser estúpido, principalmente, a dejar los miedos en el pasado porque esos te pueden detener en tu presente. A ella... quizá el no darse por vencida en lo que quiere.
Y por eso mismo, porque ella fue la de ponerse los pantalones, tenía a mi persona correcta, a mi click.
Y quería que mi click sea por siempre.
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