18

Hoy se sentía feliz, sabía que iba a hablarle y sabía que todo saldría bien. Le pediría una cita, una real, podrían ir a comer a un restaurante—lo más probable Burger King porque no tenía dinero—, y saldrían a caminar por el parque hasta que se hiciera la hora de acompañarla a su casa o en su defecto a algún lugar cerca de su ella.

Bajó de su cuarto hasta la puerta, al abrirla observó como ella ya había llegado, se dio fuerzas mentalmente y se acercó a la linda pelirroja que tanto llamaba su atención. Debía invitarla a salir antes de que se acobardara.

—Hola—se saludaron al verse.

— ¿Te gustaría salir algún día conmigo? —le preguntó Miles cabizbajo. No quería ver su reacción.

—Claro, ¿te parece hoy en la noche? Así me da tiempo de acomodarme.

Acomodarse.

Eso era algo importante, ¿no?

—Sí. —dijo intentando no parecer tan emocionado— ¿No te importa ir a Burger King?

— ¿Bromeas? Me fascina Burger King—el castaño le sonrió, todo iba a ser perfecto.

—Entonces, ¿hoy a las siete? —preguntó, la pelirroja asintió.

—Ahí estaré—vio la hora en su teléfono—. Ya debo irme, nos vemos en unas horas—besó su mejilla para luego tomar su guitarra e irse.

Miles entró a su casa dando saltos de felicidad. Subió hasta la habitación de su hermana, ella estaba acostada en su cama usando el teléfono. Saltó a su cama sorprendiéndola.

—Saldré con Lianne hoy en la noche—le dijo.

—Hey, eso está genial, Miles—le dijo—, disfrútalo mucho—acarició su cabello con ternura.

Miles refunfuñó con eso, no le gustaba porque era como si estuviera diciéndole que era un niño.

Se fue de ahí hasta llegar a su habitación, tomó a su gato quien estaba recostado en el borde de la silla y lo abrazó lanzándose a su cama.

— ¡Tengo una cita! —su gato intentó alejarse. — ¡Marvin, tengo una cita!

—Debo llamar a Jensen—tomó el teléfono y esperó a que su amigo contestara. —Adivina quién tiene una cita hoy.

—No sé, ¿Marvin? —el castaño rodó los ojos.

—Yo, tarado.

Escuchó la risa de Jensen del otro lado.

—Tu gato es mucho más creíble.

—Serás idiota—se escuchó la carcajada de su mejor amigo.

—Éxito Miles—le dijo—. No hagas el ridículo o te haré recordarlo siempre.

—Tantas fuerzas me das—le dijo—. Eres el peor amigo de todos.

—Soy el único que tienes.

Miles no negó el comentario porque de cierto modo era real. No era de muchos amigos.

Sin embargo no tenía que pensar tanto en eso, sino en la cita que tendría esa noche junto a la chica que le gustaba. Sería perfecto.

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