Descubrí qué no soy buena con capítulos largos (⁠╥⁠﹏⁠╥⁠)

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-Es hora de comer, así que dejen de jugar con cuchillos y pónganse a jugar con su comida, que la abuela consiguió carne más viva que de costumbre- Detuvo Morticia ya sentada al lado de su esposo.

-tres mases después-

Sorprendentemente Harry ahora conocido como Ailanto* se había adaptado rápidamente a la peculiar familia,  practicando sus reflejos y puntería junto a sus hermanos mientras jugaba a lanzar cuchillos con intenciones de matar, ayuda a Morticia con sus plantas mortales, lucha a muerte con Homero, disfruta mucho preparando venenos con la abuela y ama pasar sud tiempos libres en la biblioteca, sumergiéndose en miles de libros con historias de aventuras y conocimientos apenas logrados alcanzar por el hombre, deseando poder viajar por el mundo y adquirir esos conocimientos el mismo, haciéndose amigo de todos los monstruos y criaturas hermosas pero aterradoras y altamente mortales de esas mismas historias.

Al explicar sus metas Morticia y Homero decidieron darle clases dos veces por semana para que el aprendiera del mundo exterior, en especial de los lugares más mortales conocidos por el ser humano y todas las criaturas y plantas mortalmente variadas que habitaban en ellos, en especial los que tenían un especial lazo cercano con la muerte, después de todo....

El era un Addams.

Y como todo Addams al ellos enterarse de que el poseía magia lo ayudaron a comprender el verdadero sentido que esta poseía, como era mortalmente hermosa, como llamativa y discreta como solo ella podía ser; también, al ser un Addams empezaron a enseñarle toda la magia que un Addams debería saber a su edad, cosas pequeñas e indispensables para todo niño Addams, como hacer que se rindan a tus pies con una sonrisa era la clase favorita de Ailanto, dada por su madre Morticia, donde enseñaba cuando era el momento de sonreír o llorar para tener el efecto soñado con los vivos; siendo esta de la única clase realmente no mortal; pero las historias de como reinos enteros podían caer ante una sonrisa eran sorprendentes, sin embargo, el prefería mantener sus cartas más lo cercanamente posible que se puedan.

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Otro capítulo relleno para llenar La burrida existencia de la vida, me siento pesimista jajaja.