Parte Única

Caminaba por aquellas laberínticas calles, estaba perdido, olvidado, pero a la vez seguía vivo, entre las calles del aquel maldito pueblo. Los limoneros y los naranjos desprendían su olor, intentando atraparme con su aroma. Yo las ignoraba, y es que creo que soy de las pocas personas del mundo que conocen los oscuros secretos de los pueblos del sur. No todos son así, lo reconozco pero algunos si que lo son.
Bueno a lo que iba, no sé si algún día esta carta verá la luz del día, pero quiero por lo menos que el mundo se enteré de que de que tengan cuidado con los pueblos que a simple vista son hermosos, pero que luego por dentro te absorben, te desorientan y te arrebatan lentamente tu esencia vital.
Bueno ahora me despido, dejaré la carta aquí, junto a la que pone " para mi querida Lucia 1842" y esperaré a que alguien la coja y la lleve al exterior. No lo oléis, es el dulce olor de ese limonero en el cual en su tronco reposan unos huesos humanos, lo siento no quiero que se aprovechen de mí, me voy a dormir bajo ese árbol, para siempre.

Un saludo: un hombre que olvido su nombre.

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