27. "Plaster"

- Espera, Brad - me agarró de la mano aun sin haberse levantado -. Dije en serio lo de que no quiero avergonzarte delante de la gente. Seguramente tú no lo veas así pero yo no soy la novia perfecta que puedas presentar como a tu pareja y ambos lo sabemos.

Me hizo gracia que se llamara a sí mismo "novia perfecta" pero me aguanté las ganas de reír porque él no lo dijo en broma.

- Aun así... - continuó hablando -...me esforzaré en ser mejor persona para que no tengas que esconderme.

Abrí mucho los ojos sorprendido por su afirmación. Hugo no había bajado la mirada y desbordaba seguridad en su decisión.

¿Mis esfuerzos habían valido la pena? ¿Había influído positivamente en su vida?

Eso parecía ser, ¿verdad? En tal caso, ¿no significaba aquello que él ya estaba en proceso de ser mejor persona?

¿Cómo podría avergonzarme de alguien que ponía tanto esfuerzo en ello?

Lo atraje hacia mí tirando de su mano y obligándole a ponerse en pie. Una vez a mi lado, rodeé suavemente su cintura analizando su rostro ruborizado.

- Me acabas de dar otro motivo más para hacer esto - dije con una leve sonrisa.

Con una mano sobre su cintura, me agaché para tomar sus piernas y lo alcé en brazos.

- ¡¿Q-qué...?!

Forcejeó mientras yo lo llevaba hasta la cocina. No me importaba que no quisiera porque no tenía argumentos suficientes para hacerme cambiar de opinión.

Entré con Hugo exponiéndonos ante nuestra familia. Todos estaban sentados hablando hasta que irrumpimos en la sala.

- Papás, Elmer, os quiero dar la noticia de que, a partir de hoy, Hugo y yo somos pareja - lo bajé al suelo -. Lo he decidido así y no quiero oír comentarios en contra.

Miré a Elmer quien ya abrió la boca para decir algo.

- Está bien - habló.

- He dicho que no quiero oír... ¿qué?

- Que me parece mejor que establezcas como relación lo que sea que tengáis a que me lo mostréis como manoseos asquerosos sin sentido. Esteban, deberías enseñarle al prostituto a controlarse.

- ¡Serás capullo...! - Hugo se remangó la camiseta dirigiéndose hacia él pero yo lo detuve apresándolo.

- Creo que Brad puede hacerlo solo perfectamente - intervino uno de mis padres -. ¿Por qué no confías en él?

Mi hermano nos lanzó una mirada extraña tanto a Hugo como a mí pero la desvió pronto.

- Lo hago. La cuestión es cuánto durará esa confianza.

- Brad - me llamó Charles.

Sonrió y asintió dando su aprobación. Luego, Esteban hizo lo mismo.

- Gracias. Sabía que podía contar con vosotros.

Elmer no se volvió hacia nosotros así que fui yo quien se acercó y le revolvió el pelo.

- Gracias a ti también, Milka.

No me fijé en su rostro porque me senté a su lado pero sabía que se había sonrojado. Le gustaba que le llamase así aunque nunca lo admitiese.

Mi hermano menor, mi único hermano...siempre será mi pequeño Milka.

***

Después de comer, cogí el ordenador y me centré en lo que realmente tenía que hacer: buscar trabajo. No me importaba que fuera a tiempo parcial o completo ya que necesitaba conseguir dinero a toda costa para liberar a Hugo de su condena.

No tenía ningún título de estudios oficial pero sí la capacidad para tomar cualquier tipo de trabajo.

- ¿Por dónde empiezo buscando? - murmuré con Google abierto.

Los médicos cobraban muy bien pero se requería experiencia y títulos. Para coger a alguien simplemente porque supiera hacerlo debía de ser un trabajo ilegal y obviamente no se podría encontrar poniendo "busco trabajo ilegal con grandes ganancias".

- ¿Qué más puedo hacer? A trabajos así solo se puede acceder mediante contactos...

Lorenz.

Calcé mis militares, cogí el abrigo y el móvil de Hugo y bajé las escaleras hacia el portal. Salí sin que nadie me preguntara nada y busqué el número del jefe de Hugo en su lista de contactos.

- ¿Hola?

- ¿Jesse? - respondió al teléfono -. No tenías permitido abandonar tu puesto sin previo aviso. Supongo que conocerás las consecuencias.

- No soy Jesse, pero necesito hablar con usted.

- ¿Con quién hablo?

- Mi nombre es Bradley Dufault. Quería hablar de un posible trabajo para mí.

- ¿Qué relación tienes con él?

- Soy su novio.

Tras un breve silencio, se oyó una risa muy baja.

- Suena interesante. ¿A qué hora quieres que nos veamos?

- Ahora mismo.

***

Me dio la dirección del bar en el que trabajaba Hugo y no me costó encontrarlo ya que conocía bien el lugar a pesar de no haberlo visitado con detenimiento desde hacía mucho tiempo.

El sudamericano me invitó a su sala privada y luego me propuso unas bebidas mientras me sentaba, cosa que rechacé al momento.

- Bien, entonces Jesse tiene pareja - afirmó prendiendo un peta -. Si estás aquí, supongo que sabrás a qué se dedica.

- Sí, pero no he venido a hablar de eso - cambié de tema -. Quiero anular su contrato así que estoy dispuesto a trabajar en su lugar. No en la prostitución, pero sí que puedo ofrecer un nivel alto de habilidad en la mayoría de los campos de trabajo.

- Es una lástima que no quieras aprovechar tu físico. Jesse tiene suerte de tenerte - jugueteó con un mechón de mi cabello.

- Por favor - lo detuve -. ¿Hay algo que pueda hacer?

Lorenz me dio la espalda para coger una carpeta de color verde oscuro de una de las estanterías y la expuso frente a mí.

- Dijiste que querías anular su contrato, lo cual significa que quieres ganar más que él en menos tiempo.

- Sí.

- Es difícil ya que Jesse es muy bien pagado, aunque depende de tus capacidades y de lo que estés dispuesto a dar por él.

Me propuso varias ofertas pero ninguna hacía uso de más de 4 horas diarias así que acabé escogiendo varias asegurando el poder llevarlas a cabo.

Después de dar por finalizado nuestro acuerdo, me dirigí de vuelta a casa.

Eran cerca de las ocho de la tarde cuando crucé la puerta encontrándome con Hugo a la entrada.

- Buenas tarde...

- Te fuiste sin decirme nada - interrumpió -. Me prometiste una cita y desapareciste durante un par de horas. ¿Vas a explicarlo?

Me fui quitando las botas y el abrigo conforme avanzaba hacia el salón y me dejé caer sobre el sofá.

- Fui a buscar prácticas de cirugía. Siento no haberte avisado.

Hugo pasó hacia la televisión e insertó un DVD en el reproductor. Luego, se acostó encima de mí con el mando a distancia.

- ¿Ya la tenías preparada? - pregunté al ver el título de la película que queríamos ver en pantalla.

- La encontré en tu habitación - respondió mirando a la televisión.

Recién dio comienzo la película, Hugo se acomodó sobre mi pecho y no volvió a decir nada durante los primeros 20 minutos.

- Tu corazón late muy deprisa desde que ha empezado la peli - murmuró acariciándome el pecho -. Tu cuerpo está caliente.

La respuesta a aquello era obvia.

- Te envidio...en todo - continuó.

Miré a Hugo extrañado ante su última confesión, pero él no se movió ni un centímetro.

- Hermano, dos padres, amor, salud, inteligencia, atractivo, liderazgo, carisma... lo tienes todo. Sé que me dirás que yo tengo otras virtudes pero éstas no le llegan ni a los talones a las que tú posees.

- Me tienes a mí con mis virtudes y defectos, por lo tanto, tú tienes lo mismo que yo.

Después de unos segundos en silencio, volvió a hablar.

- Mi vida está jodida por mi culpa. No, no solo por la mía sino que por la de Wayne también, y la de tu hermano. Ah, y Lorenz, por supuesto.

Al mencionar a Lorenz recordé el trato que había hecho con él anteriormente y sobre el cual aun no le había contado nada a Hugo.

- No hace falta que pongas esa cara - dijo-. Puedes ahorrarte el decirme que todo puede mejorar y esas cosas.

Tal vez no debería contarle nada. Si lo hiciera, él podría usar mis palabras en mi contra.

- ¿Me permitirías hacerte olvidarlo todo por un tiempo? - desvié el tema.

- ¿Puedes hacerlo? - alzó su cuerpo.

Sí, claro que podía.

Me levanté cogiéndolo de la mano y lo conduje hasta mi cuarto. Cerré la puerta y apoyé a Hugo contra la misma.

- Mis padres volverán en menos de una hora - dije -. ¿Tenemos tiempo?

Hugo sonrió tocándome el cuerpo con un solo dedo.

- ¿Quedarías satisfecho con eso?

- Un poco - me acerqué para besar su cuello.

Entonces, Hugo me lo impidió pero me mantuvo próximo a su rostro.

- El último que llegue a tu cama pierde.

- Perdamos juntos - ignoré su indirecta besando sus labios.

Con una mano apoyada sobre la puerta, rodeé su cintura atrayéndolo más a mi cuerpo pero, en cuanto comencé a notar correspondencia de su parte, lo monté sobre mis caderas sin romper nuestro ansioso contacto.

Hugo me tomó de la nuca y besó mi labio inferior para indicarme que se adentraría en mi boca. Obviamente, no se lo impedí. Su lengua abrazaba a la mía y pretendía apoderarse de mi cavidad. Dejé que lo hiciera sin mostrar mucha oposición mientras lo llevaba a mi cama. No era tan grande como la suya, ya que de momento yo no necesitaba una de matrimonio, pero eso pronto iría a cambiar.

- Brad...

Comencé a repasar las líneas de su cuello con la lengua repartiendo algunos besos de vez en cuando.

- Brad - volvió a llamarme -, va a ser la primera vez que tengamos sexo, ¿verdad?

Levanté la cabeza y me acerqué a sus labios.

- No - murmuré sobre los mismos -. No te confundas; yo te voy a hacer el amor.

Hugo sonrió mientras lo besaba y luego dijo en voz baja:

- No soy virgen, pero será la primera vez que tenga sexo con sentimiento.

- Y no quiero que olvides jamás esta primera vez.

Dicho eso, decidí darle todo mi amor en un acto tan vulgar y romántico al mismo tiempo.

Me quité la camiseta, luego le quité la suya. Acariciándole el torso, fui desabrochando su pantalón con la otra mano. Después de quitárselo, había dejado a Hugo completamente desnudo. Ya lo había visto de esa manera en muchas otras ocasiones pero aquella vez era diferente.

Deseaba tenerlo.

Cuando los dos nos quedamos sin ropa, Hugo rodeó mi cintura con sus piernas. Introduje un par de dedos en su interior mientras lamía sus pezones.

- Agh... - gemía -. Otro...más...

Supuse que Hugo no usaba protección o lubricante durante sus actos sexuales con otra gente por lo que el sentimiento de dos míseros dedos en su interior no era nada nuevo. También usaban juguetes con él; eso tenía variedad de formas y de tamaños. ¿Lo torturaban? Seguro que le hacían mucho daño y se reían en su cara.

- Brad...agh.

Le metí el tercero y fui abriendo los dedos para dilatar más la cavidad.

- Brad...para.

¿Había dicho que parase?

Me detuve y saqué los dedos de su interior mirándolo desconcertado. Hugo jadeaba ligeramente pero podía hablar de manera comprensible.

- ¿En qué estás...pensando? - preguntó ruborizado cubriéndose el rostro.

- ¿A qué te refieres?

- No quiero que pienses en cómo lo han hecho...otras personas, si es lo que haces.

- ¿Cómo lo sabes?

- Has...empezado a hacerme daño - desvió la cabeza poniendo morritos.

¿Se lo hice? Maldita sea, había pensado demasiado en sus previas experiencias.

- Lo siento - incliné la cabeza hundiéndola en su clavícula.

- No te preocupes tanto... Solo...haz lo que prometiste.

- ¿Hm?

- Olvídalo todo por un tiempo.

Sin darme ni un segundo para responderle, agarró mi nuca para atraerme de nuevo hacia él. Entre besos me pidió que continuara y, justo cuando estaba a punto de meter otra vez los dedos, Hugo los sacó.

Ahí me había dejado bastante claro que ya estaba listo para avanzar otro paso más.

Tomé sus caderas y adentré lentamente mi miembro. Sentía como lo llenaba y ocupaba todo el espacio que en él hallaba. Hugo procuró mantenerse relajado, lo que me permitió un mejor acceso, pero luego comencé a notarlo algo nervioso por lo que permanecí quieto hasta que se acostumbrara.

Pronto, volvió a mostrarme una expresión excitada y deseosa de otro avance. Empecé a mover mis caderas con suavidad, aunque eso no llegaba a saciar sus deseos. Apoyé las manos sobre el colchón y aceleré el ritmo. Cada estocada le hacía soltar un gemido adorable y de vez en cuando se le podía oír pronunciar mi nombre.

En un momento determinado, Hugo se aferró con más fuerza a mi cuerpo y gritó más alto.

¿Le había hecho mucho daño?

- ¿Quieres que vaya más lent...?

- Apunta ahí... - jadeó -. Ese... es mi punto.

Tenía un punto que le hacía sentir bien, o eso parecía, así que le obedecí y continué apuntando las embestidas hacia ese lugar.

Su voz se propagaba por toda la habitación, su rostro mostraba diversas expresiones y su cuerpo subía de temperatura. Yo era el causante de todo aquello.

Era la primera vez desde que nos conocimos que habíamos llegado tan lejos en nuestra relación.

Hugo tomó la iniciativa de cambiar de posición y me propuso una rotación; él pasaría a estar arriba y yo abajo. Tal vez notó como disminuía el ritmo debido a que me iba cansando poco a poco así que se colocó él encima de mí y continuó haciendo lo que yo tenía que hacer. Apoyó sus manos sobre mi vientre y fue moviéndose mientras yo lo acompañaba ligeramente con mis caderas.

Estábamos a punto de llegar al orgasmo.

Le advertí en el momento en que iría a correrme pero él se negó a apartarse recibiendo toda aquella viscosidad en su interior. No entendía el placer que le producía eso. ¿Le permitía a cualquiera hacerlo? Como no, al fin y al cabo eso era lo que establecía su nuevo contrato: total disposición del prostituto, que hagan lo que quieran con su cuerpo.

¡Agh! ¡Me dolía ser tan inútil y no poder hacer nada para cortar ese tipo de tratos que mi novio recibía! Necesitaba urgentemente empezar con los trabajos que Lorenz me propuso. Según dijo, en medio año podría terminar con todo si Hugo no dejaba de trabajar también. Medio año era mucho mejor que tres pero aun así era un margen de tiempo enorme como para que le volviese a suceder algo terrible.

Apreté los puños pero, de pronto, sentí un tierno contacto. Hugo se acostó a mi lado y me rodeó con sus delicados pero bien formados brazos.

- Gracias - dijo -... por no forzarme.

Me relajé y lo miré. De los ojos del chico comenzaron a salir algunas lágrimas.

- Eres el único que ha considerado mis deseos respecto a temas tan dolorosos. Gracias, de verdad - intentó sonreír.

Tomé la manta y nos cubrí a los dos con la misma correspondiéndole al abrazo. Mi desnudo pecho se empapaba de lágrimas saladas por el lloroso rostro de mi chico.

- Mi vida es corta para agradecerte todo lo que has hecho por mí - continuó -. Yo...

- Me basta con que digas dos palabras.

Se apartó de mí a escasos centímetros y murmuró con una leve sonrisa honesta:

- Te quiero.

*               *               *                *   

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