20. "Esto no me lo esperaba en absoluto"

Después de haber salido del coche de Brad y antes de haber pasado siquiera la puerta principal del instituto, ya me había encontrado con esos tipos arcoiris quienes me empujaron contra el suelo y se pusieron a reír observándome desde arriba con los pies apoyados sobre mi cuerpo.

- ¿Nos echabas de menos? - preguntó uno de ellos aplicando más fuerza.

- Yo no - se acercó Brad agarrando a dos de ellos de forma que quedaran a unos pocos centímetros del suelo -. ¿Nos conocemos?

Woah, ¿Brad era tan fuerte? Su hermano no tenía ni pizca de comparación con él.

Los dos chicos comenzaron a revolverse y no les costó demasiado soltarse de su agarre. Pero no lo atacaron después de que el líder les ordenara que no lo hicieran.

- ¿Estás buscando problemas? - le preguntó a Brad -. Es mejor que te vayas.

- ¿Soy yo quien debe irse? 

- Sí, lárgate antes de que llamemos a más de los nuestros.

- No quiero pelearme con vosotros.

- Entonces haznos caso.

¿Se daban cuenta de que estaban hablando con un chico mayor que ellos y que encima les superaba en fuerza e intelecto?

- Está bien, me iré - me tomó del brazo ayudándome a levantarme.

- A él déjalo. Tenemos unos asuntos pendientes.

- Tendréis que aplazarlos hasta nunca. 

Brad los ignoró llevándome hacia los adentros del instituto pero los otros no irían a dejar así el tema. Volverían seguro.

- ¿Quiénes eran esos tipos? - me preguntó sin dejar de andar y aun sosteniéndome -. ¿De qué los conoces? ¿Son los que te hacen daño?

- Eso da igual.

- Respóndeme - me detuvo -. Es muy importante.

- Sí, son ellos. Pero no son los únicos y no podrás detenerlos a todos ni aunque quisieras.

- ¿Cuántos hay?

- Todo el centro se mete conmigo, Brad, por culpa de esos jodidos carteles. 

- ¿Todo...el centro? - me soltó -. Lo de los carteles lo hizo Elmer, ¿me equivoco?

- Él no tenía mi número.

- Pero me lo podría haber cogido a mí. Maldito... - se dio la vuelta con las manos recogidas en puños.

- Espera, Brad.

- Te ha estropeado la vida en el instituto y la de fuera. ¿Podría ser peor? Si nos llegara a separar ya sería el colmo...

- ¡BRAADLEY! - exclamó una figura girando con entusiasmo tras tomar los brazos del rubio.

Era una chica de pelo negro que llegaba casi hasta la altura de los hombros, exactamente igual al mío, y con la mochila del mismo color también.

- Uy, perdón - se apartó un poco sin soltar sus manos -. Me había emocionado demasiado. Quedamos hoy a las ocho.

- ¿Qué? - intervine.

- Hugo, ésta es Yoana, la chica que conocí ayer.

La mencionada volteó en mi dirección y logré ver su rostro. Bajo sus ojos tenía unas ojeras y se le podía ver parte de un gran tatuaje bajo la mandíbula. Lucía una expresión serena, nada parecida a la cara de psicópata que llevaba el otro día.

- Ya nos conocemos - habló primera -. ¿A que sí, Hugo? 

Me abrazó el cuello y noté como no olía a nada. Ya no llevaba perfume.

La separé de mí y la miré de arriba a abajo extremadamente confuso.

- ¿Por qué... vas así?

Arqueó una ceja y puso morritos.

- ¿"Así"? Voy igual que siempre, Hugo.

- No, ayer eras pelirroja y andabas saltando por los pasillos.

- Hugo - habló Brad -, estarás confundiendo algo.

- No me tomes por loco ahora tú también. Ayer me robaste la cartera y el móvil, Yoana.

- Eso no es cierto...

- ¡Claro que sí! Te lo demostraré.

Urgué en mi mochila sabiendo que el móvil ya me lo había dado Antonio pero la cartera la seguía teniendo Yoana. Estaba seguro de ello.

- ¿Lo ves? - se defendió al verme sacar la cartera.

- No es posible...

- Hugo...

- ¿Qué relación tienes con ella, Brad? - le pregunté alterado -. ¿Te gusta que se parezca a mí?

- No la conozco prácticamente. No puedes decir eso.

- ¿Ella era quien te bajó los humos cuando te enfadaste porque yo me interesé un poco por Antonio?

- Te equivocas. Solo me la encontré en la calle y hablamos un rato.

- ¿Y en qué me equivoco?

El timbre sonó y nuestra discusión se vio obligada a ser cortada.

- Vamos, Brad - Yoana lo cogió del brazo -. Nuestras clases están en el mismo pasillo.

- No te metas en líos, Hugo - me acarició la mano antes de irse -. Nos vemos luego.

- ¿Qué...? - murmuré incapaz de hacer nada ante lo que estaba ocurriendo.

Me quedé en medio del pasillo inmóvil hasta que todo el mundo comenzó a entrar y me empujaron por todos lados.

Esto no estaba pasando...

***

Durante todas las clases, Elmer no paraba de tirarme bolas de papel mientras el profesor no miraba y en todas ponían los mismos mensajes homofóbicos de siempre. Solo me andaba provocando por lo que no había razón para volver a montar una movida. Elmer era el menor de mis problemas en ese momento.

Entre todas las chicas que había en el instituto, había elegido a la más loca sin contar a Alis. No, incluso Alis no estaba en ese nivel de psicopatía. Ella era simplemente directa y con las ideas claras, pero lo de Yoana era algo fuera de lo normal; me perseguía, insistía en ser mi amiga, me robaba, mentía, copiaba mi identidad y encima me quitaba a Brad. ¿Quién se había creído esa niña? Tenía que hacer algo. 

No se iba a salir con la suya.

Al terminar el instituto, la busqué por todas partes pero al parecer ya se había largado. En cambio, Brad aun me estaba esperando en el coche para llevarme de vuelta.

- ¿Qué pasó ayer por la noche? - le pregunté ya sentado en el asiento del copiloto. Necesitaba respuestas claras.

- Estaba en un banco y Yoana se sentó a mi lado. Hablamos un rato, ya te lo dije. No es una mala chica.

- "No es una mala chica" dices ahora, mañana ya estarás enamorado. 

- No lo estaré - replicó -. Simplemente me cae bien.

- ¿Y para qué habéis quedado esta tarde?

- Para nada en especial. Ella dijo que le gustaría comprar unos CDs y me propuso que la acompañara.

- Y has aceptado.

- No tengo planes para esta tarde.

- ¿No vas a ayudarme?

- Siempre estudiamos hasta las siete, media hora arriba, media hora abajo.

- Ah, genial, entonces podré ir a visitar a Antonio al hospital. 

- ¿Por qué tienes que ir a verlo?

- No tengo nada que hacer después de que acabemos.

Brad pensó unos segundos una respuesta y dijo:

- Ven con nosotros.

- No quiero ver a mi clon besándote los pies.

- Hablas de ella como si supieras lo que piensa.

- No sé si quiero saberlo. Pero bueno, me da igual lo que hagas. No voy a meterme en tu vida privada. Ah, y nunca te lo he preguntado, ¿quieres tener hijos?

- Yo sigo sin querer que vayas al hospital a ver a tu profesor.

- ¿Debería traerle algo? ¿Flores?

- No.

- ¿Y unas manzanas?

- Para, Hugo.

- ¿Qué tal si le traigo mi cuerpo y le pido que me mate?

- ¡He dicho que pares! No vas a quedar con él.

- No lo haré. Esperaré a que vuelvas de tu cita con los brazos cruzados y luego dejaré que finjas que me quieres mientras hacemos lo que nos gusta.

- Estás diciendo todo esto para que no vea a Yoana.

- ¿Tanto se nota?

- Está bien, queda con Antonio - dijo finalmente deteniendo el coche frente a su casa -. Si tanto lo aprecias, me gustaría ver cuánto tiempo tardas en dejarlo de lado.

- ¿Cuándo he hecho yo eso? - salí del vehículo.

- Sería la primera vez  si no me cuentas a mí - cerró con llave.

- Perfecto, entonces ya tengo algo de experiencia en esto y puedo aprender de ciertos errores.

- ¿Vas a llamarme error?

- No, el egoísmo absoluto es una virtud. No podría ir en contra de eso.

- Si nos ponemos así, esa virtud la tenemos ambos.

- Genial, somos una pareja de virtuosos.

La discusión continuó hasta que ambos entramos en nuestras correspondientes habitaciones, pero no tardamos mucho en salir de ellas porque recordamos que había que ir a comer. 

- ¿Cómo habéis pasado el día? - preguntó Esteban sonriendo mientras se sentaba después de haber puesto la mesa.

Tanto Brad como yo nos mantuvimos callados y entonces Elmer se vio forzado a responder:

- Creo que no ha ido muy bien.

- ¿Pasó algo?

- No, todo va como la seda - contestó Brad comenzando a comer -. Que aproveche.

Esteban miró confuso a su hijo y a todos los demás. Luego, tocó a Charles para llamar su atención pero éste se limitó a negar con la cabeza.

- Déjalos.

Al cabo de un rato en silencio, Esteban cambió de tema para variar el ambiente y suavizar la tensión producida.

Después de la hora de comer, me encerré en mi cuarto con los auriculares puestos.

Pensé en la propuesta de Lorenz pero era inaceptable. No entraba en mis planes el volver a prostituírme. Me satisfacía pero me hizo un daño irreparable, más que físico, moral. Desde hacía cierto tiempo, Brad me hizo entender el tipo de vida que quería que comenzara a construir aunque no lo estaba haciendo muy bien en lo que respectaba a su apoyo. De todas formas, Lorenz tenía razón; no había otra manera de que yo consiguiera ese dinero. Si se tratase del rubio, él podría trabajar en lo que quisiera porque cualquier materia se le daba bien, pero mi caso era el contrario.

Wayne dijo que yo solía ser un chico prodigio... Ya no recordaba haber hecho nada bien en la vida. Si al menos hubiera tenido una madre que me orientara en lo que estaba bien y lo que no, probablemente ahora mismo no estaría así.

***

Me había quedado dormido durante un par de horas consiguiendo relajarme después de lo que había sucedido ese día. Aun no me podía creer que Brad me había sustituído tan fácilmente por esa chica tan vulgar. Aunque...si hablásemos de vulgaridad, yo ocuparía el primer puesto. En realidad, cualquiera habría hecho lo que él hizo. Con tan solo mirarme es suficiente para entenderlo.

No debía de haberle exigido nada cuando yo mismo era consciente de lo que era. Pero, más importante, era consciente de que no estaba hecho para alguien tan genial. Por mucho que me quejara de él, sabía que tenía más aspectos positivos que negativos, justo al contrario que yo.

Me levanté lentamente de la cama mientras me frotaba los ojos.

- Perdón, te he despertado - dijo Brad dándose la vuelta hacia mí.

- ¿Qué haces aquí...?

Encima de mi escritorio estaban apilados todos los libros y cuadernos de clase y, justo al lado, había una bandeja con un vaso de lo que parecía ser café con unos dulces.

- Merienda y pongámonos con matemáticas. 

- ¿Por que haces esto?

- Mañana tienes un examen, ¿no?

- Sí, pero... no hace falta que me ayudes cada día.

- A pesar de todo, te prometí que acabarías la ESO como cualquier otro estudiante así que dejemos de lado lo personal.

Tomé asiento junto a él sin desviar la mirada de sus ojos.

- ¿Qué ocurre? - me preguntó.

- Dímelo tú.

 Brad suspiró y me entregó el vaso.

- Sigo queriendo ayudarte, eso es todo. Aun eres mi mejor amigo.

- ¿Qué? - derramé el café.

- ¡Cuidado!

Se me cayó sobre los muslos y sentí arder mi piel. Brad me quitó el vaso dejándolo sobre la mesa de nuevo y se inclinó limpiando mi pantalón con unas servilletas.

- Esto no sirve de nada - dijo -. ¿Puedo?

Al no obtener respuesta de mi parte, me cogió del cinturón de la prenda y la bajó dejando mis piernas al descubierto. Se detuvo unos momentos agachando la cabeza pero luego prosiguió y colocó sus frescas manos sobre la zona quemada.

- ¿Es por decir... que somos amigos? - preguntó en voz baja.

Mantuve un breve silencio observando sus manos y respondí:

- Nunca había tenido un amigo... Quiero decir, con una discusión solía acabar todo, por eso pensé que tal vez tú también...

- ¿Terminaría una amistad por celos y deseo de posesión? Posiblemente debería dado que no soy capaz ni de tocarte sin que provoques algo extraño en mí.

- Eso significa que...

- Pero no lo voy a hacer - interrumpió -. Una promesa es una promesa.

***

Después de acabar, Brad se fue con Yoana, tal y como dijo que haría, y yo opté por visitar a Antonio entonces. Ya se estaba recuperando e incluso dijo que enseguida lo darían de alta, pero lo que no me esperaba era que fuera tan de repente.

- Ya que ha venido alguien a verte, tal vez quiera acompañarte a casa - dijo el médico viéndome sentado cerca de su camilla -. Hoy es la primera visita que recibes y nadie sabe cuándo será la siguiente así que deberíamos aprovechar la situación, ¿qué opina, señorito Chance?

- ¿Quiere que lo acompañe?

- Si no es mucha molestia.

- No, no hay problema - dije mirando al paciente.

- Hugo, no tienes porqué preocuparte. Ya podré ir solo...

- De ninguna manera - intervino el médico -. Está muy inestable aun. 

- Lo acompañaré - aseguré.

El doctor firmó los papeles que lo daban de alta y, tras ayudarle a montarlo en una silla de ruedas, salimos juntos del hospital sobre las nueve y media de la tarde.

- Gracias, Hugo - dijo Antonio -. Has hecho mucho por mí.

- No es para tanto.

El profesor sonrió y acarició una de mis manos que llevaban la silla. Sentí mis mejillas ruborizarse pero al menos él no me podía ver.

- ¿No es ése tu amigo Brad? - señaló el final de la plaza por la que pasábamos.

Sí, era él, y no estaba solo.

- Está con tu hermana - dije -. Habían quedado para ir a una tien...

La chica de aspecto similar al mío acortó la distancia que la separaba del rubio y, tras mirarlo a los ojos, lo besó sin que él opusiera resistencia alguna. 

- ¿Hugo?

No lo podía creer. Simplemente no podía ser cierto. Quedé paralizado al ver aquella escena y ni siquiera parpadeaba, en cambio mis pies comenzaron a sentir escalofríos.

Tras unos segundos viendo eso, le di la vuelta a la silla de ruedas y la dirigí por otro camino con más prisas que antes. 

No podía estar pasando eso.

Llevé a Antonio a su casa y, en cuanto entramos, me agarré el cabello dando vueltas en círculos.

- Entonces es cierto... - me decía -. Él no estaba enamorado de mí, solo me cuidaba. Él nunca fue gay...

Me reí y di un golpe seco a la pared.

- Era demasiado perfecto para ser cierto. Yo jamás enamoraré a alguien por como soy.

- Tal vez tenga una explicación - habló Antonio -. No haría algo tan radical de repente...

- No es nada radical, ya se veía venir. Necesito hacer una llamada.

El hombre me miraba preocupado pero yo ya sabía lo que tenía que hacer.

- ¿Lorenz? - pregunté al haber conectado la línea -. Sí, he tomado una decisión. Acepto el trato.






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