16. "Nuevo hogar, nueva familia"
La situación se estaba complicando demasiado y eso iba a afectar a mi vida personal. El hecho de que el único tutor legal que tenía tuviera que pasar más de medio año en la cárcel, me obligaba a integrarme en un internado al ser menor de edad.
- No, no pienso pasar tanto tiempo en una celda - reproché.
- Tú no eres precisamente quien lo va a pasar en una celda.
- ¿Me vas a condenar también por tus errores?
- Escucha - dijo Wayne -, el internado no está tan mal. Es igual que estar en el instituto solo que no vuelves a casa.
- El momento de regresar a casa es lo mejor del instituto.
El timbre sonó y Wayne se levantó para abrir la puerta ya que Diamante estaba limpiando el exterior.
-Buenas tardes, señor Wayne.
Brad...
- ¡Brad! - exclamé corriendo hacia él cuando me tropecé con la alfombra del salón -. Auch...
- ¡¿Estás bien, Hugo?! - el mencionado se apresuró en ayudarme a levantarme del suelo.
- Sí, sí - me sacudí la ropa.
- ¿Te has hecho daño?
- Solo me he caído - dije -. Brad, ¿puedo vivir contigo?
El rubio alzó las cejas y sus labios respondieron sin apenas moverse.
- Claro...
- Hugo - intervino Wayne -, esa clase de preguntas no se hacen. Brad, perdona las molestias pero no hace falta...
- Por favor, Brad - le agarré la camiseta -. Tú ya eres mayor de edad así que podrías acogerme durante un tiempo.
- La responsabilidad recaería en sus padres.
- Me encantaría que Hugo viviera conmigo pero no entiendo el motivo - dijo sin dejar de mirarme.
- Wayne tiene que irse a visitar a las pulgas rayadas durante varios meses y yo me tendré que ir a una cárcel - expliqué -. No quiero. Incluso preferiría pasar ese tiempo compartiendo techo con tu hermano.
- El internado no es una cárcel - aclaró.
- Tenemos una habitación libre - aceptó Brad.
- Eso son muchas molestias - dijo Wayne -. No te preocupes por esto.
- No toleraría que mi mejor amigo viviese en un cuarto sin atención alguna cuando tiene la posibilidad de compartir casa conmigo.
- Habría que hablarlo con tus padres.
- ¿Para cuándo sería?
- El juicio es en una hora pero después del mismo ya no volveré hasta cumplir la condena.
- Entonces por favor, señor Wayne - le entregó su móvil con un número en la pantalla -. Hágalo.
Sus ojos reflejaban firmeza y decisión. Tras meditarlo unos instantes, Wayne acabó aceptando el teléfono.
- Buenas tardes - saludó -. Soy el padre de Hugo. Sí, claro. Bueno, hay algo que me gustaría pedirles, si no es mucha molestia...
- Señor, ¿me permite? - intervino Brad pidiéndole el móvil de vuelta.
¡Pero si no le has dejado decir nada!
Wayne no logró reaccionar cuando el chico cogió el utensilio y continuó la conversación:
- Papá - habló -, Hugo va a ir a un internado durante seis meses y, para que no ocurra, querría que se quedase con nosotros. Yo me haría cargo de él así que no presentaría ningún problema... Oh, vale.
Me pasó el teléfono.
- ¿Sí? - respondí.
- Hola, Hugo - oí a Charles al otro lado de la línea -. ¿Cómo estás?
- Como siempre.
- ¿Cómo vas en el instituto? - ignoró mi indiferencia.
- No sabría decirlo.
- ¿Y Brad?
¿Brad?
- ¿Qué ocurre con él?
- ¿No estudiáis juntos?
- Ah, sí... -murmuré.
- ¿Es buen profesor?
- Esto...supongo.
- ¿De qué estáis hablando? - intervino el centro de la conversación.
- ¿Qué mas te da? - le solté con frialdad.
Después de mi respuesta, se oyó una leve risa al otro lado.
- Vaya... - continuó Charles -. Podría ser interesante que vivas con nosotros, e incluso podrías compartir habitación con Brad.
- ¿En serio? - no pude evitar sonreír al oírle aceptar la propuesta.
- Eres de nuestra familia ya, ¿no? No tenías ni porqué preguntar. Considera éste como tu segundo hogar.
Mi corazón latía deprisa. ¿Por qué?
- M-muchas gracias... - agradecí poco antes de que acabara la conversación.
- Estaba claro que te aceptaría - dijo Brad rodeándome los hombros -. Y también te habrá llamado "parte de la familia", ¿verdad?
- Sí - murmuré sin borrar la sonrisa con la mirada baja.
- Supongo que está bien entonces - dijo Wayne -. Lo único que faltaría sería firmar la responsabilidad sobre Hugo en el juicio.
- No hay problema - aseguró Brad -. El resto déjenlo a nosotros.
- Hugo - se aproximó a mí -, sé que podrás hacerlo solo.
- Wayne, no es para tanto...
- Te quiero, hijo - me abrazó -. No olvides que eres especial.
Habiéndose despedido revolviéndome el pelo, salió por el portal y aquella fue la última vez que lo vi hasta dentro de mucho tiempo.
- Lo eres, y mucho - sentí una ligera caricia alrededor de mi cintura.
Brad me abrazó tiernamente abarcando todo mi cuerpo con sus manos y susurró:
- Me alegra que hayas pensado en mi casa como el primer lugar al que te irías.
- Solo fue una coincidencia que entrases en ese momento por la puerta - respondí en mi tono usual.
- No creo en las coincidencias.
***
Brad me ayudó a hacer las maletas con lo esencial ya que, teniendo las llaves, podría volver cuando quisiera si necesitase algo. Después de eso, fuimos directamente a su casa y sus dos padres emprendieron el viaje al juzgado tras haberle dado la bienvenida al nuevo miembro.
- A partir de ahora, vivirás aquí - Brad me mostró una habitación vacía, constituida únicamente por una cama, un armario y un escritorio.
Era la mitad del tamaño de la mía pero seguramente fuera más grande que la que me darían en el internado.
- Está bien - dije mientras abría las puertas del armario.
Brad dejó la maleta sobre la cama y comenzó a deshacerla.
- Ya sabes que siempre que quieras tengo mi habitación disponible para que durmamos como hacíamos antes.
- No creo que haga falta...
- Nunca se sabe.
Organizamos el cuarto, el cual se encontraba en el mismo pasillo que el de Brad y el de Elmer, y enseguida nos pusimos a estudiar.
- ¿Te apetecería salir a tomar un café como premio por haber avanzado tanto en tus estudios? - me propuso al terminar.
- ¿Tomar algo?
Antonio me dijo que le llamase cuando acabara...
- ¿Qué buscas?
Mis manos excavaban entre los libros de la mochila intentando localizar el móvil, el cual no se encontraba por ninguna parte.
- Mi móvil...no está - murmuré sin dejar de buscar.
- Lo habrás dejado en tu casa. Si quieres luego podemos...
- Mi cartera tampoco.
- Ya te he dicho que...
- No los he sacado desde que llegué del instituto- aseguré.
- No creerás que te los hayan robado, ¿o sí?
No, el único momento en el que podrían haberlo hecho fue durante la paliza pero, cuando esos homófobos multicolor vaciaron mi mochila por los suelos, no encontraron nada más a parte de los libros y un par de cuadernos. Aunque, al llegar al instituto, me encontré la mochila abierta. Eso fue justo después de haber sido perseguido por Yoana... No habrá sido ella, ¿verdad?
- Joder... - me froté el cabello -. ¡Maldita carterista!
- ¿Has recordado a alguien? - se interesó Brad.
- Solo ha podido ser ella. ¿Quien sino? Venga, ¿para qué hacer amigos cuando puedes tirarte encima y arrear a alguien como si fuera un estúpido camello sujetaculos?
- ¿De quién estás hablando?
- Con "camello" me refería a mí.
- Pregunto por la chica.
- ¿Es importante?
- Solo quiero saber su nombre para hablar con ella.
Lanzándole una mirada concentrada, comencé a girar en la silla sin apartar los ojos de él.
- ¿Para qué?
- Para recuperar tus cosas.
- ¿Y qué más? - fruncí el ceño.
- Solo eso... Oye, ¿me estás imitando?
- No lo sé, ¿lo hago?
- No soy tan sobreprotector.
- En ese caso, - detuve la silla - ¿no te importará dejarme tu móvil un momento?
- ¿Para qué? ¿A quién vas a llamar? ¿Has hecho un amigo nuevo?
Con el "¿qué decías?" escrito en la frente me crucé de brazos.
- Tienes razón - me entregó su teléfono -. Tal vez...te esté presionando un poco.
- Gracias - soné sarcástico.
Saqué el papel con el número de Antonio y lo marqué. En cuanto cogió la llamada, percibí la presencia de Brad muy próxima a mi.
- ¿Qué haces? - le pregunté tapando el micro del móvil.
- Nada - fingió estar buscando algo -. Aquí está - me mostró un bolígrafo rojo.
Sin creerme su pésima actuación, lo ignoré respondiendo a la llamada.
- En fin...
- ¿Eres tú, Hugo? - preguntó Antonio.
- Eh...sí. Te llamo porque dijiste que cuando...
- ¿Estás en tu casa?
- No.
- ¿Puedes acercarte a "Bulevar" a las...?
- ¡Aantoonio! - oí una voz femenina bastante familiar.
- Espera un momento, Hugo.
Sin colgar la llamada, parecía ser que se había alejado del teléfono ya que las voces pasaron a oírse de forma mucho más débil.
Cuando me di la vuelta esperando a que volviese, me encontré con Brad quien, para mi asombro, se estaba pintando el brazo con el boli.
- Era...un hombre, ¿verdad? - preguntó -. ¿Tu profesor de dibujo?
- ¿Por qué lo preguntas?
- ¿Vas a quedar con él?
- No te importa lo que haga. Que viva en tu casa no significa que debas controlarme.
- ¿Quieres que vuelva a justificar mi preocupación por ti? - dejó el bolígrafo.
- ¿Hugo?
Brad me miraba serio, yo le devolvía una mirada confusa, y Antonio estaba esperando mi respuesta al otro lado de la línea.
Me di la vuelta rompiendo el contacto con Brad y acerqué el móvil a mi oído.
- Sí, sigo aquí - contesté.
- ¿Nos vemos a las ocho?
- Vale.
Después de colgar, cogí algunas prendas al azar del armario y me dirigí al cuarto de baño.
Brad no intentó detenerme. Probablemente quisiera que lo hiciese. ¿Me molestaba su indiferencia?
No, ¿quién era él para estar controlándome? ¿Quería que me volviera mas sociable y, por una persona que no había visto como otra pulga y con la que iba a quedar por primera vez, lo tenía que tener sujeto del cuello, o qué le pasaba?
Desde que nos conocimos, Brad siempre me había preguntado dónde y con quién estaría ya que yo no hacía más que meterme en problemas. Como ya conté alguna vez, me obsesionaba con las drogas y el sexo, con las fiestas y los botellones. Todo empezó cuando tenía tan solo 11 años dándole el mérito a Lorenz, la persona que me metió en aquel mundo y con la cual perdí la virginidad.
Lorenz era un joven que ya tenía la mayoría de edad cuando nos conocimos por lo que fue capaz de enseñarme cosas que desconocía y mostrarme sus experiencias. Tanto él como Brad influyeron en mi vida de forma totalmente contraria: uno dándome problemas y el otro resolviéndolos.
Siempre fue así. Siempre hasta aquel día en el que lo perdí todo, pero Brad siguió ahí. Desde entonces, no había presenciado gran cambio en su actitud mas ahora se había vuelto totalmente extraño.
Se preocupaba de más, controlaba mis 24 horas diarias, me ocultaba verdades para "protegerme"... ¿Todo eso era necesario?
***
"Bulevar", así se llamaba la cafetería de una gran avenida de la ciudad. Siempre estaba rebosante de gente con pasta y cosas de ricos. Si Antonio pretendía que nos quedáramos ahí, ya podría estar cambiando de opinión.
El lugar no se encontraba lejos de la casa de Brad por lo que llegué enseguida. Pero, una vez ahí, no logré localizar a mi profesor.
Decidí adentrarme y me abrí paso entre los clientes hasta llegar a la caja. Realmente había muchísima gente a esas horas de la tarde así que pensé en subirme sobre algo para poder ver mejor.
Justo cuando estuve a punto de hacerlo, alguien me agarró del brazo.
- ¿Antonio?
El joven llevaba puesto el uniforme de la cafetería que consistía en una camisa roja con el logo del lugar, un delantal negro que solo cubría los muslos y unos pantalones del mismo color.
Al verme, simplemente sonrió y, sin soltarme el brazo, me condujo hacia los adentros reservados únicamente para el personal.
- ¡Me tomo un descanso! - exclamó dándole una señal a una chica pelirroja que se encontraba tomándole el pedido a una mesa.
¿Ésa no era Yoana?
La chica volteó al oírlo y, tal como pensé, era la hermana de Antonio. Ésta mostró una expresión de satisfacción al cruzar la mirada conmigo y no la desvió hasta que la perdí de vista.
- Tengo que hablar con ella... - murmuré más para mis adentros que con la intención de hacerme oír.
Antonio no me oyó y continuó su paso entre los pasillos hasta los vestidores.
- Perdona que me hayas pillado en el trabajo, pero mi hermana me pidió que le echase una mano hoy también y no estuve preparado para recibirte - explicó mientras se desataba el delantal frente a una taquilla y comenzaba a desabrocharse la camisa teniendo una de color azul marino al lado para cambiarse.
- No hay problema... - aseguré sentándome sobre un banquillo echando alguna que otra mirada al joven de vez en cuando.
Se parecía a Brad incluso en el cuerpo...
-¿Hace mucho que os conocéis?- me preguntó rompiendo el silencio.
-¿Con Yoana?- asintió -. No, creo que fue ayer cuando impidió que me atropellara el camión. Pero parece que sabe más de lo que pensaba de mí.
-¿De veras? - se sorprendió -. Es extraño ya que pasa la mayor parte de su tiempo trabajando y cuando está en casa lo pasa con el ordenador.
Me limité a encogerme de hombros sin decir nada hasta que Antonio volvió a intervenir:
- Ya estoy listo. ¿Vamos?
***
Fue muy considerado el hecho de que no me hubiese llevado a aquel sitio de ricos porque no habría aguantado mucho tiempo sentado allí. Por el contrario, fuimos a un café simple y algo alejado del resto de locales alimenticios. En realidad, estaba alejado de todo.
Me gustaba.
Acompañados de un par de tazas, pasamos alrededor de hora y media hablando cuando su móvil sonó.
- Lo siento - se disculpó al haber tenido que interrumpir la conversación -. Antonio Morales - respondió -. ¿Quién es?
Al cabo de unos segundos, me miró sospechosamente de reojo mientras escuchaba hablar a la otra persona y continuó:
- Bien, se lo preguntaré... No deberías tomar decisiones en su lugar.
Se dirigió a mí y cuestionó:
- Hugo, Brad quiere venir a recogerte, ¿te parece bien?
-¿Eh? - lo miré extrañado -. ¿Por qué tiene que venir? Conozco el camino.
- Yo lo puedo acompañar - se ofreció por teléfono como alternativa.
No sé qué fue lo que acordaron finalmente pero, ¿por qué lo llamaba a él? ¿Y cómo tenía su núm...? Ah, ya sé. Yo no tenía móvil y le llamé a Antonio por el de Brad así que supongo que se había guardado en la lista de llamadas recientes. Error.
- ¿Ha dicho algo? - pregunté cuando finalizó la llamada.
- Dice que no vendrá si eso es lo que has decidido.
- ¿En serio?
Me había...¿decepcionado? ¿Porqué me dolía que Brad actuase de forma tan indiferente hacia mí últimamente? ¿Había perdido el interés? ¿Realmente tenía algo que ver con Wayne y su dinero el que estuviera de mi lado? No, si eso fuera, no me habría acogido en su casa. Tal vez le hubiese sucedido algo... La verdad es que nunca le había preguntado sobre él.
No sabía nada de Brad.
Después de salir del café, ambos nos encontrábamos caminando por un parque cuando, de pronto, comenzó a llover. No nos quedaba otra que correr hasta algún lugar que nos refugiase pero lo más cercano a lo que llegamos fue una parada de autobús donde no pudimos ni sentarnos porque el banco se había mojado con el viento que arrastró algunas gotas de lluvia.
- Voy a por el coche - dijo Antonio como solución -. Espérame aquí.
- Te vas a mojar mucho.
- Me daré prisa.
Sabía que lo había aparcado bastante lejos porque nos habíamos alejado una distancia considerable desde nuestro punto de encuentro. También sabía que con el diluvio no se podría correr ni hacer eso de "darse prisa". Esas palabras no tenían sentido en la situación en la que nos encontrábamos.
Estaba muy oscuro porque ya eran pasadas las diez cuando aun estaba bajo esa triste parada de autobús.
Entonces, vi una figura corriendo en mi dirección.
- ¿No iba a por el coche? - me pregunté en voz alta.
Conforme se iba acercando, más se oía su agitada respiración. Su dorado cabello mojado no se pegaba al rostro debido a que viento lo despeinaba. Corría cubriéndose la cara con una mano mientras que con la otra sostenía un paraguas.
Un paraguas.
Al llegar a mí, Antonio bajó el tronco apoyándose sobre sus rodillas para recuperar el aliento.
- Siento...haber llegado tarde - pidió disculpas -. Pero se me ha estropeado el coche.
- Brad... - murmuré con los ojos abiertos de par en par sin poder creerme lo que estaba viendo -. Has venido...
- No iría a dejarte volver solo... - levantó la cabeza fijando sus oscuros ojos en mí -. Estaba muy preocupado.
Su frío y empapado cuerpo me abrazó, pero me daba igual porque lo único que sentía en aquel momento era calidez. No dudé en corresponderle y mis dedos se aferraron como pudieron a su ropa.
- Pensé que te estabas distanciando... - dije -. No me des motivos para creerlo, por favor.
- No tengo orgullo que mostrarte así que puedes tener por seguro que me tienes a tus pies.
Hundí mi rostro en su pecho y susurré:
- Gracias...
- Te quiero mucho, Hugo, y... tal vez esté celoso de alguien que se parezca tanto a mí.
- ¿Celoso porque pase un par de horas con otra persona?
- Mas bien porque pases dos horas con alguien que no sea yo.
- Eres muy egoísta - lo solté volviendo a mi tono enfadado usual.
Pasaron las cursiladas.
- Soy egoHugo - sonrió para remover el ambiente.
- Eres HugoIdiota - respondí usando el mismo estúpido juego de palabras -. Ya hablaremos sobre ti en otro momento.
- Lo estoy deseando.
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