15. "Los hermanos no deberían ser tan diferentes entre sí"
-¡AHHHH! ¡UN CHICO!
-¡¡AHHHHHH!!
-Gritáis como si nunca hubiérais visto a uno-dije saliendo costosamente de la taquilla-. Si es porque os estoy viendo desnudas, no os preocupéis porque he visto ya de todo. La mayoría eran cuerpos más planos que los-...
No tardó ni un solo segundo en llegar esa bofetada de la más cercana mientras se ocultaba con una toalla. Detrás de ella había otra chica que tomó la iniciativa para darme el segundo golpe. Luego varias más me hicieron el pasillo a manotazos hasta que llegué enfrente de una muy pequeña. ¿Cuántos años tendría? ¿8?
Me observaba aterrada sujetando la toalla cuando soltó un grito tremendo y me golpeó la entrepierna.
El golpe final.
Caí de rodillas por el dolor extremo y bajé la cabeza ocultando la expresión que poseía mi rostro.
-¡¿Quién es el chico?!-exclamó otra mujer corriendo en mi dirección.
No se corría en los vestuarios. ¿Acaso no lo sabía? Pums y resbalón. Era de esperar.
Cayó justo delante de mí y, adolorida, levantó la cabeza para mirarme.
-Hugo...
-¿Yoana?
-¡Hugo!-volvió a mencionarme colgándose de mi cuello.
-¡Oye!
-Viniste a verme...
-¡¿Qué?!
-¡¿Qué haces Yoana?!-le preguntaron furiosas las demás chicas-. ¡Sácalo de aquí!
-No os preocupéis por él -dijo-. No os va a mirar.
-¡QUE SE VAYA!-gritaron al unísono.
Antes de que pudiera decir nada, apareció una figura más en el lugar, alguien que, sin vergüenza alguna, lucía su cuerpo tras salir de la ducha sin toalla.
-¿Qué es este alboroto? - preguntó la morena aun sin haberme visto.
Lo primero que hicieron las demás a modo de respuesta fue dirigir su atención a mí señalando con el dedo acusadoramente.
Alis me observó detenidamente sin decir nada, luego miró a Yoana. Volvió a mirarme a mí y terminó en ella. Parecía que con su mirada quisiera asesinar a aquella chica que aun permanecía colgada de mí.
-¿Qué...-se acercó un paso-...te crees...-la agarró del cuello-...que haces?
Yoana no se resistía por lo que la otra no empleó gran fuerza.
-Quiero que seamos amigos-sonrió como si nada.
-Entonces lárgate-le ordenó empujándola hacia los vestuarios individuales-. Venga, fuera.
-Aun no nos hemos conocido bien...-insistió volviendo a mí.
-Tú, ¿sabes acaso quién soy?-le preguntó Alis acercándose con autoridad -. La Celestina de este pequeño que hay tirado en el suelo cubierto de sangre. Y como mi deber, controlo la toxicidad que se le acerca y que se debe alejar de él, ¿comprendes?
-Es verdad...¡tiene sangre! ¡Me pido limpiarlo primera!
.¡¿Qué?!-exclamó Alis.
Me estaba asustando la forma en la que Yoana se acercaba dando pequeños saltitos con una toalla seca entre las manos.
-Voy a limpiar a Hugo...-entonó sonriendo.
Alis la detuvo con una llave apresándola en el suelo.
-Parece que no entiendes que Hugo es intocable por gente como tú.
-¡Pero si es prostituto!-gritó otra chica a mis espaldas.
-¡¿Qué hacéis aun aquí?! -se enfureció más de lo que ya estaba-. ¡Menudo caos estáis montando! ¡Nos vamos, Hugo!
-¿Eh?
Rendida de intentar imponer orden, se colocó una toalla en torno al pecho y, después de agarrar su bolsa de entrenamiento, me arrastró hasta los vestuarios masculinos que había al lado sujetándome de la muñeca.
-A veces pienso que ya soy demasiado vieja para hacerle de mamá a todo el mundo-suspiró defraudada-. Estoy un poco harta de tener que solucionar los problemas de todos. ¿A alguien le ha importado alguna vez mi vida también? Pues claro que no-se dio la vuelta para irse-. Ah, y perdóname Hugo por estar de este humor y desahogarme contigo. Mejor me voy a molestar a ése que te jodió la vida con quien ahora tengo que lidiar en el consejo de estudiantes.
Alcé la ceja confuso por lo que acababa de ocurrir pero luego sacudí la cabeza y me intenté levantar solo.
Obviamente, se me habían dormido las piernas aunque no hubiese pasado la misma cantidad de horas que el día anterior, así que me levanté con ese hormigueo tan molesto y me dirigí al lavabo. Tenía moratones nuevos sobre el rostro y debajo de las vendas. Unos cuantos más y sería un inconfundible puma o cual fuera el animal que llevase manchas por todo el cuerpo.
Me lavé la cara y la sangre seca que tenía en algunas zonas. Luego salí de ahí con la intención de volver a clase pero la chica pelirroja me estaba esperando ya vestida a la salida.
-¡Hugo!-gritó agitando la mano como una morsa con epilepsia.
Creo que a cualquiera le daría algo de miedo acercarse a un ser así.
-¡Eyy!-se acercó en dos grandes saltos hasta mí-. ¿Puedo preguntarte algo?
-No-la ignoré yendo a clase.
-¿Parezco un chico?
-¿Qué?-su pregunta me llamó la atención.
-He estado pensando y...me gustas mucho así que tal vez podría ser como tú.
-Ser como yo es todo un infierno. Ni siquiera tú querrías serlo.
-¿Pero no te importaría?
-¿Por qué debería? Te tendría que importar a ti más.
-¿Qué te gusta?-cambió espontáneamente de tema.
-¿Qué me gusta?
-Escuchas música constantemente, vistes colores oscuros y ropa desarreglada cuando no llevas uniforme, no ves la televisión, vives sin madre, estudias cuando se va Brad pero con él finges que no entiendes nada...
-Espera, ¿cómo sabes todo eso?
-¿Qué te gusta hacer realmente?
-No me has respondido.
-Encantada de hablar contigo, Hugo-se despidió cogiendo sus pertenencias y saliendo en dirección contraria a la mía.
¡¿Qué demonios?!
***
Solo había pasado tres horas en la taquilla porque cuando estuve a punto de entrar a clase tocó el timbre que daba comienzo al recreo. Era bastante obvio ya que todo el mundo empezó a correr de las aulas como prisioneros que acababan de ser liberados.
No tenía que limpiar más con Elmer ya que el castigo se nos había levantado por no causar grandes problemas, pero nadie sabía que estos aún no habían cesado. De todas formas, me alegraba el no tener que pasar más tiempo a solas con ese castaño porque así podría estar más tranquilo durante ese periodo del día.
Me senté bajo aquel cerezo tan solitario que se hallaba en los límites del recinto y me coloqué los cascos para despejarme con la música. El momento pacífico me hizo pensar en lo que me había dicho Wayne sobre esa operación estadounidense. ¿Realmente era mi única alternativa? Brad dijo que buscaría otra solución pero dudaba que la hubiese. En ese caso, tendría que conseguir de alguna forma tres millones de euros. ¡Eso era imposible! Sobre todo para alguien sin estudios y menor de edad; no podría trabajar siquiera. Si tan solo Wayne me pudiese proporcionar esa cantidad... Pero cuando me habló dijo algo sobre eso...creo que había intentado manipular otras cuentas para conseguirlo y le habían interceptado en el acto. Sí, eso fue, ¿pero por qué tendría tanta prisa en ayudarme a recuperar mi cuerpo? No lo recordaba tan atento.
Por cierto, Wayne no estaba esa mañana en casa, algo muy extraño ya que siempre me llevaba al instituto exceptuando la vez en la que fui con Brad. También había mencionado que probablemente yo tendría que pasar un tiempo sin él. ¿Tendría alguna relación con su infracción del sistema...bancario? ¿Qué estaban haciendo Max y Logan dando volteretas en gafas de sol delante de mis narices?
-¡Eh!-los llamé quitándome los cascos-. ¿No hay más sitios para hacer el gilipollas?
Los gemelos se colocaron de espaldas entre sí cruzándose de brazos y giraron la cabeza hacia mí.
-Somos tus guardaespaldas -dijeron a la vez.
-Pues estáis despedidos-volví a sentarme correctamente con la intención de seguir escuchando música-. No estoy dispuesto a teneros frente a mí durante mi tiempo libre.
-No te preocupes por eso, Hugo.
-No nos verás-aseguró Max.
-Seremos...
-...invisibles.
Dicho eso se escondieron detrás del cerezo sobre el que me encontraba apoyado. Al menos no se los veía desde mi perspectiva.
Entonces, vi a Brad pasar de largo, mas no llevaba uniforme... ¿Cómo era eso posible? Él jamás incumpliría una norma tan simple y esencial del centro. ¿Por qué lo hacía?
Me entró curiosidad y decidí seguirlo. Fue a la oficina del director y cerró la puerta detrás de sí. Mierda.
Coloqué la oreja pegada a la puerta por si conseguía oír algo pero no tuve éxito. Antes de que me hubiera dado cuenta, ésta se abrió y yo me aparté rápidamente.
-Oh, buenos días -saludó...¿Brad?
-Tú no eres Brad-negué analizándolo con la mirada.
-¿Brad es un amigo tuyo? Perdona si te he confundido. Soy Antonio-me estrechó la mano-. El nuevo profesor de dibujo.
-Hugo...-la acepté inseguro.
-¿Hugo? He oído hablar de ti. Tienes una reputación algo rebelde.
-Me lo suelen decir.
A mitad de la conversación sonó el timbre que daba por finalizado el recreo así que pensé en despedirme del nuevo profesor pero él no parecía querer hacerlo.
-Tengo que dar clase ahora así que, si no es mucha molestia, ¿podrías acompañarme?
-Mm...está bien-dije sin muchas ganas de hacer favores-. ¿Qué aula es?
-A0-03.
-Me pilla de camino.
Fuimos juntos y realmente tenía la sensación de que caminaba junto a Brad. Ambos desprendían un aura bastante similar por no hablar de su físico. Se parecían tanto que incluso llegué a confundirlos.
Cuando llegamos al aula, resultó ser la mía.
-¿Es...aquí?-le pregunté.
-Sí, te lo agradezco mucho.
Observé al profesor entrar y luego hice lo mismo sin borrar mi expresión de sorpresa del rostro.
-Les pido disculpas por la ausencia durante estas semanas, pero por fin tengo el gusto de poder conocerlos-habló frente a la clase-. Mi nombre es Antonio Morales pero me gustaría que me llamaseis solo Antonio.
Después de su saludo, su mirada se centró en mí, al fondo de la clase. Notando cómo me observaba, desvié la cabeza y la apoyé sobre una mano.
Tras una breve pausa, continuó hablando:
-Sería todo un honor para mí conocer un poco más a mis alumnos. Si me queréis preguntar algo, estoy dispuesto a daros una respuesta.
-Antonio-una chica levantó la mano.
-¿Sí?
-¿Cuántos años tiene?
-Cerca de los 20, me lo preguntan muy a menudo.
Normal. Un profesor joven y atractivo no es algo muy común en un instituto.
-¿Y tiene novia?
-Eso ya es personal...-rió rascándose la nuca-. Preferiría que pasáramos a vuestras presentaciones.
Uno tras otro, fueron hablando brevemente cada uno de los de la clase, pero eso llevó más tiempo del esperado y a mí no me llegó el turno.
Cuando tocó el timbre, Antonio me llamó un momento.
-Hugo, me alegra tenerte como alumno. Gracias otra vez por haberme ayudado previamente.
-No ha sido nada...
-No he podido oír sobre ti, pero me gustaría conocerlos a todos sin excepción. ¿Podrías acercarte al departamento de artes al acabar las clases?
-Vendrá mi padre a recogerme.
-Ya veo... En ese caso, espero volver a verte mañana.
-Claro...
Se despidió y dejó el aula libre para la siguiente asignatura.
En cuanto se fue, a mí me dejaron pasar hasta mi asiento mientras me observaban con cara de asco, completamente lo contrario al primer día.
-¿No pensarás tirarte al profesor nuevo, verdad prostituto?-preguntó alguien.
-Si no me paga, no me toca-respondí siguiéndole el juego.
-Así que es cierto-elevó un poco el tono-. ¡Hugo lo acaba de admitir!
Suspiré molesto y me senté en mi sitio, pero las miradas no se apartaban.
-¿Y cómo lo haces?-cuestionó una chica distinta?. ¿Te gusta que te dominen?
-Me encanta-murmuré colocándome para dormir unos minutos o relajarme al menos.
La chica pareció sorprendida con mi respuesta pues se fue a cuchichear con sus amigas. A éstas no les parecía desagradar el hecho de que me gusten los hombres ya que no hicieron más que dirigirme miradas curiosas y ansiosas por preguntar algo del tema. Pero yo me negaría a responder; ya había tenido suficiente.
***
A la salida del instituto, me dirigí a la puerta principal donde debería recogerme Wayne y me apoyé sobre un muro para esperarlo.
-Hey, Hugo-se acercó Brad dándome un leve codazo y apoyándose a mi lado-. ¿Te ha ido bien el día?
-Mejor que ayer. Tu taquilla no olía a perfume, mientras que la de hoy fue más agradable. Aunque eché de menos la compañía de tus mascotas.
A Brad lo recorrió un escalofrío.
-No me hables de ese tema... Pero sobre ti, ¿te han vuelto a encerrar?
-Solo fueron tres horas.
-¿Te han hecho daño?-me agarró de los hombros observándome de arriba abajo.
-Ya soy inmune al dolor.
Me siguió mirando serio hasta que me rodeó con los brazos.
-Brad, no es momento...
-Sí, perdón. ¿Tu padre aun no ha venido?-preguntó apartándose de mí e intentando localizarlo.
-Es raro que llegue tarde. Hoy por la mañana tampoco lo he visto.
-Él es un hombre muy puntual, ¿le habrá pasado algo?
-Hugo-me llamó una voz conocida.
Miré en su dirección y vi al profesor de dibujo con un maletín.
-Pensé que venía tu padre a recogerte-dijo abriendo su coche el cual se encontraba aparcado justo enfrente.
-Aun...no lo he visto.
-¿Quieres que lo llame?
-No, no hace falta. Iré andando.
-Te puedo llevar.
-¿Quién es, Hugo?-cuestionó Brad.
-Mi profesor Antonio.
-No creo que sea buena idea que montes en su coche...
-¿Por qué no?
-Estaría más tranquilo si vinieses conmigo.
-¿Él es Brad?-se acercó Antonio a saludarlo-. Es verdad que me parezco a ti.
-Es cierto...-le correspondió-. Encantado.
-Igualmente.
-Querría hablar de algo con Hugo así que si no te importa que lo lleve a casa, podría venir conmigo.
Brad me miró confuso pero acabó aceptando a regañadientes.
-Está bien, pero que no le pase nada.
-No va a ocurrir nada en los cinco minutos que tardemos en llegar-repuse.
Mi amigo se acercó a mi oído y susurró.
-Ten cuidado, por favor.
-Sí, sí...-lo aparté sin brusquedad y me dirigí al vehículo-. ¿Nos vemos...luego?
-Vendré esta tarde-sonrió despidiéndose con la mano.
Me senté en el asiento del copiloto, como siempre, y me apoyé sobre la ventana esperando a que arrancara, acción que no tardó en realizar.
El coche olía muy bien en su interior y tenía una apariencia cuidada. Antonio conducía con la misma ligereza que Brad y, añadiendo todo lo demás, ambos tenían mogollón de aspectos en común.
-¿Dónde vives?-me preguntó desviando la cabeza hacia mí a ratos sin perder de vista la carretera.
-Cerca de la biblioteca regional.
-Oh, bien, yo también vivo por esa zona. ¿Puedo preguntarte sobre tu familia?
-Solo tengo padre.
-Vaya, debe de ser triste.
-Nada que no se pueda superar.
-Yo tengo una hermana de tu edad que se llama Yoana. ¿La conoces?
-¿Es tu hermana?
-Sí, pero ella odia viajar en coche por eso siempre viene andando.
-Sois totalmente distintos.
Como Brad y Elmer...
-Es posible. Ella es una chica muy activa mientras que yo disfruto más del arte y la tranquilidad. A ti te gusta dibujar, ¿no?
-Solía hacerlo de pequeño pero los últimos años no me he dedicado a eso precisamente.
-¿A qué fue?
-No quiero hablar del tema.
-Bien, lo respeto. Yo también tengo temas pasados que no me gusta compartir.
-Supongo que es normal el haber cometido errores.
-Claro, se aprende de la experiencia.
Palabras de Brad.
-Puede ser...
-Ya hemos llegado, ¿es aquí?
-Sí, aquí está bien.
-Me gustaría hablar más contigo, ¿querrías que tomásemos algo esta tarde?
-Tengo que estudiar con Brad...
-Oh, claro. Entonces ten-me dio un papel en el cual había apuntado su número -. Llámame cuando termines, si quieres.
Asentí y salí del coche.
Al entrar a casa, Wayne parecía acabar de llegar; Diamante le estaba quitando la chaqueta y él lucía bastante cansado.
-¿Dónde estabas?-le pregunté tras quitarme los zapatos.
-Hugo...-me miró desolado-...lo siento.
-¿Qué ocurre?
Indeciso, esperó la aprobación de la criada para continuar hablando.
-Estuve toda la mañana en comisaría y me han informado de antemano que, dependiendo del juicio, seré condenado de 6 a 12 meses por intento de robo.
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