14. "Adoro las taquillas que huelen a perfume"

-¡¿T-tres millones?!-exclamó Brad al oír la noticia-. Eso es una bestialidad, Hugo.

-Adiós a mis esperanzas-golpeé mi cabeza contra el escritorio.

Brad había venido de nuevo para ayudarme con los estudios y no pude evitar contarle sobre la operación de Estados Unidos. Aun así, no esperaba que me ayudase ya que esa cantidad de dinero era inalcanzable.

-No hay que perderlas aun-pretendió animarme-. Lo bueno es que sabemos que hay forma de curarte. Si hay una, deben haber más.

-Eso sería demasiado fantástico para mi inútil vida.

-Vamos, no digas eso. Buscaré una solución. Te lo prometo.

-Igual que prometiste venir a por mí en el recreo y no lo hiciste...

-Espera, espera, espera. ¿Dónde estabas en el recreo? Te busqué por todo el instituto.

-Estaba en una taquilla. En la tuya para ser más exactos.

-¡¿Qué?!

-Deberías volver a ordenarla porque dudo que se haya quedado igual que estaba después de mi hospedaje en ella. Por cierto, no sabía que te gustaran las arañas porque habían varias.

-¡¿Arañas?!

-Sí...daban asquete... Pero era soportable. Las pulgas que me rodean día a día son más molestas.

El chico rubio palideció y abrió los ojos como platos mientras me escuchaba.

-A-arañas...-murmuró sin mover un músculo.

Extrañado, permanecí un momento observando su expresión cuando entendí lo que estaba pasando y estallé en carcajadas. Entonces, Brad reaccionó y me miró sorprendido.

-Hacía mucho que no me hacías reír-dije limpiándome las lágrimas -. ¿De verdad les tienes miedo a unos insignificantes bichos de seis patas?

-Tienen ocho...

-¿De verdad les tienes miedo a unos insignificantes bichos de ocho patas?-corregí mi pregunta.

-N-no... Es solo que... No me gustan-desvió la cabeza.

-Miedo.

-No es eso.

-Les tienes miedo.

-¡Que no!

-Raargh-imité a un monstruo-. Soy una araña y te voy a devorar los sesos.

-Si tú fueras una araña no me importaría que me devorases.

-¡Raargh!-me abalancé sobre él cayendo ambos sobre la cama.

-¡Oye!

Mi risa era incesable. Nunca me había sentido así.

Al cabo de un rato apoyé mi cabeza sobre el pecho de Brad y me relajé un poco aunque aun mantenía la sonrisa sobre el rostro. Él, por su parte, me rodeó el cuerpo con los brazos y ablandó su tensa expresión.

-A veces...me haces sentir extraño-murmuré-. Es como si te necesitara.

Cuando estuve encerrado después de haber recibido una paliza y después de salir, Brad era la única persona en la que había estado pensando y a quien no podía sacar de la cabeza. Gracias a él...aguanté los golpes. Tenía la esperanza de que vendría a por mí en cualquier momento.

-Quería que vinieses a buscarme, pero reconozco que no es tan fácil verme estando yo en una taquilla.

-Sobre eso...no me has contado nada. ¿Qué ocurrió?

-Nada importante.

-Te hicieron daño, ¿verdad?

-Estoy bien, no fue nad-

Brad me volteó dejándome sobre el colchón y, colocándose encima de mis caderas, sus manos agarraron el borde de mi camiseta pero no la levantaron.

-Déjame verte, por favor.

Oculté mi rostro con un brazo pero no le impedí revisarme. Wayne me había curado las heridas pero aun así dejó señales de que me habían hecho daño.

-Estás vendado por completo-confirmó Brad-. ¿Acaso no te duele?

-Solo fueron unos golpes. He pasado por cosas peores.

Sin esperarme el próximo movimiento, el chico se inclinó hasta el colchón y apoyó su cabeza justo al lado de la mía.

-Brad...

-Perdóname por no haberte encontrado. No suelo usar mucho mi taquilla y jamás se me ocurriría que pudieras estar ahí.

-Ya he dicho que no ha sido nada...

-No vayas mañana al instituto-me pidió-. Les diré a Alis, Max y Logan que se encarguen de la situación. Tu padre no se enterará.

-Me ocurrirá lo mismo pasado mañana. Nada va a cambiar.

-Va a ir a peor...

-Será mejor que vaya para asumirlo.

-¿Pretendes aceptar que se rían de ti?-alzó la cabeza quedando a poca distancia de mi rostro.

-Siempre lo han hecho, Brad-evité contacto visual-. No sería ningún cambio en mi vida.

Mi rostro comenzó a humedecerse, pero no fue por mis lágrimas. Pequeñas gotas caían y resbalaban por mis mejillas. En el momento en el que giré mi cabeza hacia Brad, éste se inclinó aun más en mi dirección hasta tomarme en un fuerte abrazo.

-Te juro que cambiaremos las cosas. Conseguiré que nadie más te vuelva a discriminar por ser especial.

-No se le puede cambiar a la gente. Me basta con que estés cuando te necesite.

-Tú estás cambiando. Hoy me has enseñado la risa más bonita y agradable que jamás había oído. Además, me has dicho palabras que no olvidaré. Es como si...recordaras el día en el que conociste a mis padres.

-Solo...algunas cosas.

-¿Lo dices en serio?-me volvió a mirar.

Yo desvié la mirada para no cruzarla con la suya.

-Recuerdo que no te odio, a Charles con el periódico, la comida de Esteban y...tu beso.

Vi la expresión de sorpresa de Brad al mirarlo de reojo. Permaneció unos segundos congelado cuando sus labios se curvaron y un pequeño brillo hizo su aparición en sus pupilas. Me acarició el cabello y se acercó a mi rostro.

-Cerraste los ojos...-me tomó del mentón-. No fue una invitación para sexo.

-Lo sé, pero...

-No digas nada.

Brad me besó y no pude volver a resistirme a dejar caer mis párpados. Su contacto me hacía sentir más relajado y a la vez me excitaba. Me hacía olvidar mis preocupaciones y todo a nuestro alrededor parecía ser de color rosa. Mi lengua se dejaba dominar por la suya y lo atraje pasando mis brazos por detrás de su cuello para no dejarla salir.

Lo quería unido a mí.

Sus manos recorrían mi cuerpo y alzaban mi camisa acariciando mi torso vendado. No podíamos tener sexo pero por primera vez en la vida me estaba conformando con lo que había, aunque me gustaría sentirlo más cerca...

Mis manos se deslizaron hasta sus caderas y las hicieron bajar hasta quedar encima de las mías. Él se movió suavemente de delante hacia atrás y en sentido contrario provocando un roce entre nuestros miembros a través de las prendas. Luego se levantó y continuó el movimiento desde una posición sentada mientras apoyaba las manos sobre sus tobillos.

Era agradable. Creo que mi cara reflejaba el placer que me daba ese simple roce. Pero quería besarlo, estaba lejos de mí.

Me levanté hasta él y, mientras lo besaba, lo tiré quedando encima de nuevo. Lo rodeé con las piernas y tomé su rostro dejando que él me recorriera las nalgas con las manos. Luego pasó a introducirlas en el interior de mis pantalones y las acarició en contacto directo.

-D-deberíamos...-intenté hablar entre beso y beso-...estudiar.

-Sí...-murmuró.

Ninguno de los dos se atrevió a despegarse primero. Lo único que consiguió separarnos fue la melodía medio muerta de mi móvil.

-¿Por qué suena así? -me preguntó mientras ambos girábamos en su localización.

-El otro día sufrió un pequeño accidente contra la pared-expliqué levantándome a por él.

-¿Quién es?-se levantó también acercándose a mí.

-Otro número desconocido-respondí colgando la llamada ya acostumbrado-. Ya van 7 veces que me llaman para gastar una maldita broma jugando a que soy un prostituto. ¿Cómo conocen todos mis datos y número de teléfono? Joder, solo lo tiene una persona.

-No me mires así porque yo no se lo he dado a nadie.

-Yo tampoco.

-Conociéndome entenderás que no saldría ganando dándole a alguien tu número.

-Aun así... ¿acaso hay otra forma de que lo hayan conseguido? Y encima todos parece que me conocen.

-Hay algo que deberías saber...

-¿Qué es?-lo miré serio.

-Créeme que hemos intentado que no te enterases para que no tuvieras problemas pero ha sido inevitable.

-¿De qué estás hablando? ¿Qué es lo que no me has contado?

-Alguien ha hecho carteles promocionándote como prostituto y tiene que haber sido alguien que haya podido conseguir tu número.

Lo golpeé con el codo en el pecho y lo agarré de la camiseta.

-¿Cuándo pensabas contármelo, capullo? ¿A mí es a quien más le importa y te has dedicado a ocultármelo?

-Perdona pero lo que pretendía era evitarte problemas. Ya tienes suficientes.

-Ah bien, entonces lo mejor es que todos se rían de mí a mis espaldas y yo ni siquiera sepa el motivo. Y supongo que la paliza de hoy también habrá sido por eso.

-Tienes razón.

-Pues claro que la tengo. Espera, ¿qué?

-Tenía que habértelo contado desde el principio. Lo siento.

Clavé la mirada en él durante un rato pero luego me di la vuelta dirigiéndome a la puerta.

-Eso no cambia nada. Voy a traer algo para merendar.

-¿Quieres que vaya yo? Tal vez te duela moverte mucho.

-Podrías haber pensado en eso antes de empezar a darme vueltas en la cama.

***
Al día siguiente...

*PI PI PI*
*PI PI PI*

-Agh...-estiré la mano buscando el despertador.

*PI PI PI*
*PI PI...*

-¡Que sí, que lo he pillado!-pegué un manotazo a la mesilla volcando todo lo que había encima.

Silencio.

-Podría quedarme así toda la vida...-murmuré observando el techo.

Suspiré hondo y me levanté. Quisiera o no, tenía que ir a clase o si no Wayne me prohibiría verme con Brad por las tardes.

-Maldito instituto, malditos deberes, maldito padre, maldito Brad, malditas sus manos...¡Agh!-abrí la puerta del baño de un portazo y entré cerrándola con la misma delicadeza.

Encendí el agua dejándola helada al máximo como de costumbre y me desvestí observando mi reflejo.

-¿Cómo te puede gustar una cosa así, Brad? Me tendrían que pagar en el zoo por no estar ahí echando a los niños con las vistas-agaché la cabeza-. En serio...¿por qué estás conmigo? ¿Por qué te preocupo? ¡¿Quién soy para ti, joder?!

*PLAS*

Las pastillas que tenía que tomar esa mañana cayeron al suelo y me hicieron reaccionar desviando la mirada hacia las mismas.

Me dolió, pero no me mató.
Me sigue doliendo, pero no moriré-pensé-. ¿Podré soportar este peso? ¿Valdrá la pena? ¿Qué será de mi vida si cambio? No quiero morir, Brad. No puedo decir que viviría por ti pero tampoco que lo haría por . Simplemente...tengo curiosidad por saber cómo acabará este cuento sin final feliz.

Entré en la ducha pero no aguanté ni un solo segundo bajo esa temperatura y giré ligeramente el pomo hacia el lado más cálido.

Mi estado: confuso.

***

-Me voy-le dije a Diamante, la única persona que había en casa a esas horas de la mañana.

Wayne solía llevarme en coche pero aquel día no estaba, y me daba igual.

Tras despedirme, agarré la mochila y salí del portal. Comencé a caminar hacia el instituto, el cual no se encontraba muy lejos, quiero decir, había una distancia considerable hasta él pero se podía llegar andando. No era para tanto.

Atravesé calle y media contada y una chica pelirroja se detuvo en medio de mi camino. La rodeé y continué mi paso.

-A esto lo llamo yo "ignorante nivel experto"-dijo a mis espaldas.

Me detuve aunque sabía que no debí haberlo hecho y le hablé sin girarme:

-¿Qué quieres?

-¿No me recuerdas? Soy Yoana, la persona que te salvó la vida.

-¿Qué quieres?-volví a repetir.

La chica saltó sobre mi espalda agarrándose de mi cuello como si montase un caballito y comenzó a reír.

-Quiero que vayamos juntos al instituto.

-¡Suéltame!-forcejeé intentando volcarla.

-Vamos, llévame hasta el final de la calle. Será divertido.

-Lo dirás por ti.

-Vamooos. ¡Arre!

-Baja.

-Vale-obedeció poniéndose a mi lado-. ¿Quieres que juguemos entonces a otra cosa?

-Lárgate.

-Vamos al mismo instituto así que tendremos que ir por el mismo camino.

-Ya puedes estar buscándote otro porque éste es mío.

-¡Juguemos al veo-veo!

-No-rechacé la propuesta emprendiendo el paso de nuevo.

-Veo veo... Tienes que preguntarme qué veo.

-No me gusta el juego.

-¿Jugamos a adivinar lo que piensa el otro?

-No.

-Yo creo que...tú has perdido algo y estás enfadado por haberlo permitido.

-Exacto. He perdido el cofre del tesoro. Tiene que estar al final del arco iris. ¿Por qué no vas a buscarlo?

-Yo nunca he perdido nada. Solo puede que haya puesto algo en un sitio y no recuerde dónde era. ¿Tú has dejado tu cofre ahí?

-Sí que has perdido algo y es la cabeza. Si la hubieras dejado en algún sitio sabrías donde está.

-Hace tiempo que no la he visto pero sé que la sigo teniendo.

Esta chica es retrasada.

Aceleré para adelantarla pero ella me imitó. Volví a acelerar y me imitó de nuevo. Ambos acabamos corriendo hasta el instituto y Yoana parecía estar disfrutándolo.

-¡Jugamos al pilla-pilla!

Cuando llegué hasta las puertas del recinto, vi a los cuatro chicos con el líder multicolor que me pegaron el día anterior y cambié de dirección momentáneamente.

-¡Ey! ¿A dónde vas? ¡Es por aquí! -exclamó.

Corrí hasta la entrada trasera y entré por donde nadie me viera.

Justo cuando pensé que había perdido a la pelirroja, ésta se asomó por una puerta aleatoria y me tocó el hombro.

-¡Piii-llado!

-¡Oye! ¿Por qué me sigues?

-Porque me gustas-dijo sin más.

-Venga, en serio. ¿Qué quieres de mí?

-¿Podemos ser amigos?

-No. ¿Algo más?

-¡Nos vemos en el recreo!-exclamó y salió corriendo.

¿De verdad hacía falta que le recordara al karma la enorme lista de personas indeseables que ya tenía en mi vida?

Me giré para dirigirme a clase pero, al ajustarme la mochila, me di cuenta de que estaba abierta aunque aparentemente no faltaba nada así que ignoré ese hecho.

Subí las escaleras hasta llegar a clase y me senté al fondo en silencio como siempre hacía.

Esperando a que tocase el timbre, dejé mi cabeza descansar sobre el pupitre cuando apareció aquel que me iba a molestar.

-No es momento para siestas, mariquita-dijo el chico del pelo de colores levantándome la cabeza al tirar de mi pelo-. ¿Has hecho mis deberes como te dije ayer?

-¿Crees que apenas hago los míos y voy a hacerle la tarea a un gilipollas?

-Veo que tu nariz sigue en buen estado.

Agarró el lugar mencionado y comenzó a retorcerlo forzadamente haciéndome mucho daño hasta que le golpeé en la entrepierna por debajo de la mesa.

-Aun la necesito-dije frotándome la nariz-. ¿Quieres que te dé alguna otra parte de mi cuerpo?

-¿Qué tal tu culo, prostituto?-se burló armado de fuerzas después de haberle provocado ese dolor tan agudo en la intimidad-. ¿Cuánto me vas a cobrar por él? ¿50€ la hora?

-A ti te cobraré 100€ por estar en periodo de ofertas.

-¿Qué te parece si te pago por adelantado?

Chasqueó los dedos y sus compañeros volvieron a cogerme.

-Ugh... -desvié la mirada ya cansado de todo esto-. Tan originales como siempre...

¿A que no adivináis a dónde me llevaron?

Pues no, no fue a la taquilla de Brad, sino a un lugar peor.

Las taquillas de los vestuarios femeninos.

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