10. "En el fondo...la culpa de todo es de Elmer"
Di algo, Brad... Di algo para que proteste y tenga un motivo para enfadarme contigo y soltarte. Te estoy abrazando por mi propia voluntad y es un sentimiento nuevo para mí. Piensa en mí por una vez y di algo...
Nada.
Brad no dijo nada, simplemente se dispuso a permanecer en esa posición dándome aquella seguridad que sentía al tenerlo a mi lado.
Pero no quería.
No quería sentir nada por él porque nada bueno saldría de eso.
Sentirse atado a alguien a quien no le import... No. Me parece que algo sí que me había llegado y convencido y era que no le resultaba del todo indiferente a Brad.
O eso parecía al menos.
-Brad...- murmuré aun sintiendo el calor que me transmitía su cuerpo.
-Me estás abrazando muy fuerte... - dijo en el mismo tono que había empleado yo.
-Brad, yo...
Mi rostro se humedeció por unas pequeñas gotas saladas que comenzaron a resbalar recorriendo mis mejillas y atraje con más fuerza el cuerpo del rubio al mío escondiendo mi cara en su torso.
¿Por qué estaba llorando? Los hombres no lloran, y menos aun sin motivo. Lo único en lo que estaba pensando en ese momento era en las palabras de Brad. Intentaba encontrarle sentido a todo. Encajar los hechos.
¿Quería...entender?
-Suéltame...- pedí casi suplicando.
-Nunca me has permitido acercarme tanto y, por primera vez, sé que has escuchado lo que dije.
-Yo...te escucho a veces...
-Me alegra oír eso.
No agradezcas algo así, estúpido...
-Tengo que ducharme - murmuré sin muchas ganas de apartarme de él.
-¿Estás seguro de que quieres que te deje?
Dejarme... solo, como siempre estuve antes de conocer a Brad...
Mis uñas comenzaron a clavarse en la espalda del chico rubio y las lágrimas mojaban mi rostro. Su torso debía de estar ya empapado.
-N-no...me dejes...- Mi voz se quebraba de tan solo plantearme el volver a estar solo, sin nadie a mi lado.
-¿Quieres...que me duche contigo?-preguntó emitiendo leves quejidos de dolor.
Mi rostro adoptó aquel rubor por segunda vez en poco tiempo pero acabé aceptando. ¿Acaso tenía otra opción?
Brad aflojó mis brazos alejándome a centímetros de él y me tomó el rostro, húmedo y sonrojado. Al observarme durante un momento, me apartó el flequillo tras limpiarme las lágrimas y plantó un tierno beso en mi frente.
-Deja de hacer...cursiladas-dije reprimiendo el deseo de volver a llorar-. Soy un hombre...
-Este pequeño hombrecito también necesita cariño.
-Eso no es cierto...
-Vamos a ducharnos.
Brad me cogió de la mano y me llevó hasta la placa, la cual ya estaba desbordando agua helada. No dudó en ajustar la temperatura y me soltó para quitarse lo poco que le quedaba de ropa, acción que le impedí porque me aferré inconscientemente a su brazo.
-Hugo...
-Yo te los quito...- solté sin haberlo pensado.
¿Tan poco quería romper nuestro contacto?
Brad no protestó así que me dispuse a hacer lo dicho y me agaché para tener mayor facilidad.
Habiéndolo desprendido del pantalón, me encontré frente a su miembro erecto oculto bajo la ropa interior. Dijo que se encargaría él solo pero igual podría ayudarle. Lo miré como si pretendiera pedirle permiso sin palabras y Brad no tardó en entender mis intenciones.
-Te dije que lo haría luego - aseguró.
-Llevas...aguantando mucho tiempo.
-Hugo, no tienes que hacer nada - interpuso una mano entre mi rostro y su cuerpo.
Haciendo caso omiso a sus palabras, deslicé el calzón y aparté su mano tomando su miembro.
Se estaba sintiendo bien con tan solo unas caricias y lo sabía, pero eso podía ir a mejor.
Humedecí el dedo índice y lo llevé a la punta de su intimidad presionando suavemente la zona antes de acercar mi rostro.
-Hugo...ya es suficiente...
Ignorándolo, comencé a rozar su glande con la lengua produciéndole innumerables cosquilleos y luego pasé a introducirlo poco a poco en mi paladar.
Brad emitía leves gemidos a ratos y entrelazó sus dedos entre los mechones de mi cabello.
Fui saboreando los movimientos de vaivén y he de admitir que eran probablemente de los mejores que había probado.
-Detente...
Cuando parecía que ya se iba a venir, saqué el miembro de mi boca pero no me aparté mientras lo continuaba masajeando de forma que, cuando llegó al orgasmo, recibí parte de aquella viscosidad. Si no fue toda fue por Brad, quien me tapó el rostro con las manos sabiendo a lo que estaba dispuesto.
Aun así, cogí sus dedos y los introduje en mi boca para conocer al menos el sabor que me había perdido.
Sin duda era el mejor.
-¿Estás bien? - le pregunté poniéndome de pie sin romper el contacto con él.
-No tenías que haberlo hecho... - dijo con un potente sonrojo mientras limpiaba los restos de semen que quedaban sobre mis mejillas-. Es...asqueroso.
- El tuyo no.
Brad desvió la mirada con los labios fruncidos y me condujo a la ducha entrando después de mí.
Me coloqué mirando hacia la pared como solía hacer sin darle mucha importancia a la posición. Me bastaba con saber que seguía conmigo mediante el contacto de nuestras manos.
Pero él no pensaba igual.
Me cogió la otra mano también y, desde atrás, empezó a besarme la nuca rodeando mi cuello en dirección a mi rostro.
-No creí que fuera tan difícil contenerse...hasta que te conocí -susurró.
-Brad, ya sabes que no...
-Lo sé, no me malinterpretes - interrumpió alcanzando mis labios.
Ahí lo aparté dándome la vuelta hacia él molesto.
-No hagas eso - pedí guardando distancia entre nosotros con la manos apoyadas sobre su pecho-. Sabes lo que pienso de los besos.
-Sigue siendo solo una invitación para ti...- dijo decepcionado -. Y es algo que no puedes aceptar.
Disminuí la presión que hacía sobre él y le permití acercarse un poco más.
-No es algo...que haya elegido - dije a modo de disculpa.
-Lo sé, pero deberías cambiar el propósito de los besos. No son solo para invitar a sexo.
-Tal vez...tengas razón, pero de momento no...
Sin dejarme acabar la frase, volvió a apresar mis labios y me rodeó la cintura con una mano mientras que apoyaba la otra contra la pared.
Iba a rechazarlo de nuevo pero no fui capaz.
El agua caía sobre nosotros en un chorro débil pero suficiente para hacernos sentir la humedad que nos recorría.
Brad acariciaba mi cuerpo con ternura sin separarse de mí.
Entonces sentí cómo mis párpados fueron cayendo...como nunca antes habían hecho durante un beso.
Era increíble que Brad haya logrado hacerme sentir bien con eso.
Con los ojos cerrados, mis manos subieron por su torso hasta rodear su cuello y atraerlo aun más hacia mí.
Me estaba...gustando esa sensación por primera vez.
Nos separamos lentamente por falta de aire aún sintiendo el aliento contrario.
-Hugo, ¿has...cerrado los ojos?-preguntó.
Me ruboricé ya por tercera vez y bajé la cabeza ocultando mi rostro.
-Solo quería probar lo que dijiste... - murmuré.
Mi miembro comenzó a sentirse extraño y dirigí la mirada hacia el lugar viendo como, tanto el suyo como el mío, estaban en la misma situación.
-Parece ser que me toca a mí esta vez-susurró con una sonrisa sobre los labios.
*****
Cuando acabamos de "ducharnos" y demás, envuelto en una toalla, Brad me entregó las prendas que había mencionado anteriormente.
No tenía mal gusto en absoluto, me gustaba mucho. La ropa, digo.
-Vayamos a conocer a mis padres - propuso finalmente el rubio cogiéndome del brazo.
-¿No vas a vestirte?
-Sí, sube y ahora te alcanzo.
-Está bien, pero no tardes.
Brad me revolvió el pelo y me dejó libre, cosa que aproveché para subir buscando la cocina.
Pero no acerté en el primer intento.
Llegué a un amplio salón donde vi sentado a un hombre con un periódico, una gorra de béisbol y una pipa entre los dientes. Parecía sacado de una película americana.
-¿Eres Hugo? - preguntó sin levantar la vista del diario.
Asentí aunque no me estuviera mirando.
-Hoy conocí a tu padre; es un gran hombre de negocios.
Me acerqué lentamente en silencio respetando los 4 metros de distancia entre nosotros
- No os parecéis en mucho - continuó -. Es extraño ya que los hijos primogénitos suelen parecerse a su padre.
-¿Cómo es el padre de Brad? - cuestioné curioso sobre el biológico.
-Son como dos gotas de agua. En cambio lo único en que se parecen con Elmer es en los ojos negros y su homofobia.
-Eso...
-Aun puede cambiar de mentalidad. Es un chaval joven, no podemos darlo por un caso perdido.
-Ya...
-Anarquistas amenazan a escuelas públicas como modo de protesta hacia las autoridades - cambió de tema leyendo el titular.
-¿Quiénes son los anarquistas?
-Personas que niegan todo poder superior a ellos y luchan contra el mismo mediante acción directa. Están en el país y trabajan con bombas está vez. Tened cuidado, chicos.
Giré hacia atrás al oír acercarse a alguien.
-¿Ya os conocéis? -cuestionó Brad terminando de ajustarse la camisa.
En ese momento, el padre americano esbozó una sonrisa ladeada sin apartar la mirada del artículo.
-No malpienses, papá- rió Brad.
-No he dicho nada, hijo.
-No engañas a nadie con esa sonrisa-se acercó a él y le depositó un beso en la mejilla -. No te había saludado.
-A Esteban tampoco. Está en la cocina.
-Vamos Hugo.
Lo seguí hasta el lugar mencionado y, efectivamente, ahí estaba el español cocinando con un delantal.
Brad lo saludó del mismo modo que a Charles besándole la mejilla.
-¿Qué vamos a comer hoy? - preguntó abrazándolo por la espalda.
-Quise hacer algo especial por tu amigo ya que es la primera vez que nos visita: un cocido madrileño con ternera.
-Suena genial, ¿no te parece, Hugo?
Sin haberle prestado mucha atención, fui observando la cocina pasando una mano por los muebles hasta que Brad volvió a llamarme.
-Hugo, ven, siéntate.
Le obedecí y ocupé un sitio cerca de la ventana.
-¿Te encuentras mejor? - se interesó Esteban -. ¿Tienes fiebre?
-No... estoy bien.
-Brad, espero que le hayas ayudado a ducharse, porque en el estado en el que lo trajiste dudo que haya podido mantenerse en pie.
Me ruboricé apartando la mirada al recordar la forma en la que nos habíamos duchado.
-Estoy seguro de que le ha ayudado como dios manda - intervino Charles con el periódico bajo el brazo al entrar en la cocina.
-¿Tú crees? - preguntó para confirmar su otro padre.
-Claro, es como si tú estuvieras mal y yo fuera a ayudarte a mantenerte de pie - dijo mientras acorralaba a Esteban y le subía una pierna en una pose dramática.
-Por favor, papás...- Brad se frotó la cara -. No es momento.
Charles dejó al otro de vuelta en el suelo y recogió su periódico golpeando suavemente la cabeza de su hijo.
-Ya me pedirás ayuda.
-Mi situación es diferente - aseguró mientras comenzaba a colocar los cubiertos.
-Pues hablemos en familia - se sentó a mi lado y me miró con interés -. Porque ya te podemos considerar familia, ¿no es cierto?
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