Capítulo único

Tras que todo con LBD había salido bien, todo comenzó a estar en paz, rara vez había un enemigo del cual MK se encargaba ya sin ayuda de Wukong, quien de hecho solo estaba en su hogar sin demasiado que hacer, solo que cada tanto tenia entrenamientos con MK, no se podía dejar de aprender en ningún momento.

Sun Wukong tenía cierto pesar en su corazón, quizás porque las cosas con Macaque habían cambiado, o eso quería creer, después de que se les uniera en la pelea, no lo volvió a ver, solo de vez en cuando a molestarle un rato y se va tras divertirse lo suficiente.

El gran sabio igual que el cielo podía saber mucho, pero no sabia nada de sentimientos, era un caos, y todo lo que pasó en el pasado era un claro ejemplo, fue inmaduro, dejó de lado a Macaque, a su pareja, porque si, lo fueron en aquel entonces, entendería la molestia del otro, pero tal parece que la rabia había cesado, solo una relación curiosa entre amigos y enemigos, o viejos amigos con cosas pendientes.

No odiaba a Macaque, y verlo le generaba cierto sentimiento que no sabría describir, quizás nostalgia.

¿Algún día podrían arreglar las cosas? No lo sabia, pero mientras la situación entre ellos no empeorara, estaba bien con eso, si, mucho mejor que nada.

Porque si era sincero, aún extrañaba esos días.


Macaque sentía algo parecido, aún soñaba con aquel pasado, donde para el todo era perfecto, no necesitaba nada más que a Wukong de su lado, pero el sentimiento no era mutuo, eso provocó que al final las cosas no resultaran más que en daños.

Pero en el pasado fue débil, tan vulnerable, amó demasiado y eso lo lastimo de una manera mucho peor que la cicatriz en su rostro, si, una marca que no podía esconder, solo fingir que no existía, pero allí estaba.

La soledad le aterraba, no quería estar solo en Flower Fruit Mountain, a la espera de Monkey King todo el tiempo, con tiempos de espera cada vez más largos, sintiéndose mucho más abandonado, de verdad lo deprimía tanto. Ya no era ese joven Macaque, había aceptado a la soledad y vagaba por el mundo.

Pero solo era eso.

No tenía un hogar, tampoco amigos ni familia, no ahora.

Las cosas habían cambiado, y cuando lo pensaba mucho, se sentía peor, porque estaba solo, pero luego se "curaba" pensando que así nadie le haría daño.

Se había engañado, haciéndose creer que la soledad no era tan mala y escondiendo que, en realidad, era su mayor temor.

Estar solo.

Que nadie te note, que nadie te quiera, que nadie espere por ti, antes Wukong lo era todo, y se sentía tan bien saber que si tan solo alguien le hacia algo tan leve, Wukong movería montañas solo para vengarse por quien le hirió, movería el mundo si perdiese a Macaque solo para encontrarlo.

Si, pero ya no era lo mismo, ya no. Así que solo aceptó la soledad, viviendo como un nómada deprimente.

Así sería, hasta que...


Macaque se apoyó en una gran roca con una mano, mientras la otra iba a su pecho, todo su cuerpo dolía, la sangre caía de su cuerpo al suelo, estaba realmente manchado de esta, un poco era de otros, mientras la otra gran parte, suya.

Apenas podía estar de pie, no estaba seguro de poder seguir despierto, tenía miedo.

Luego de tanto, finalmente volvía a experimentar el miedo.

Tan cercana la muerte, casi moría en batalla pero logró librarse, le tendieron una trampa y al final aunque ganó, estaba seguro de que ese seria su último día.

Y tenía tanto miedo.

Comenzaba a hacer frio, un frio el cual no podía eliminar aun con su pelaje, y un dolor que no parecía fuese a sanar por nada, estaba cerca de la muerte, y su miedo era la soledad.

No quería estar solo.

¿Qué sería de él?

Solo moriría allí, en el suelo, nadie lo encontraría y si lo hacían no les importaría, nadie lo buscaría, nadie lo recordaría ni extrañaría, realmente sería una sombra.

No, no, no quería eso.

Aún había cosas que tenia en mente, aun no arreglo las cosas con Wukong  aun quería seguir molestando a MK y sus amigos, había lugares que le gustaba visitar, ¿Y qué hay del año nuevo?

No quería eso.

Entonces, ante el dolor y su angustia, una idea cruzó por su mente.

Era su final, ¿Qué importaba las consecuencias de sus actos ahora?

Abrió un portal de sombra, cruzándolo y llegando en un segundo a Flower Fruit Mountain, su antiguo hogar, de verdad que comenzó a sentir la nostalgia a pesar de que no era la primera vez que iba en mucho tiempo, quizás sea porque sabia que no volvería a ver aquel sitio otra vez, que alivio era morir en tu hogar, al menos, y no en un sitio extraño.

Quizás los pequeños monos puedan hacerle compañía.

Pero de hecho, también buscaba otra compañía, quizás algo de manera inconsciente que iba a hacer, pues se dirigió hasta la puerta de la casa de Monkey King, lugar que también fue su casa alguna vez.

Todo el camino estaba con manchas de sangre, sangre del mismo Macaque, sintiéndose desmayar en cualquier momento de tanta pérdida. Wukong no esperaba visitas, pero abrió, porque el olor que venía era preocupante.

—¿Mac?...— Wukong se sorprendió al verlo, no esperaba que se tratase de el, mucho menos verlo tan mal.

No hubo una respuesta, Macaque solo cayó de frente y Wukong lo atrapó, teniéndolo en sus brazos como un abrazo. Wukong comenzó a sentir tanta angustia y muchos sentimientos encontrados, ¿Qué hacía allí? ¿Quién le hizo eso?

—Por favor... Yo... Yo no quería estar solo... —Macaque se aferró a la ropa del otro en aquel abrazo, ni siquiera podía intentar ponerse bien de pie.

Aquellas palabras tomaron tan desprevenido a Wukong, no esperaba tal sinceridad, ¿Solo era eso? ¿Había ido con el porque no quería estar solo?

Abrió la boca para decir algo, pero no sabía por donde comenzar.

—...Tengo miedo, Peach.—

Wukong pudo sentir su pecho mojado, al ver bien, se trataba de Macaque, quien comenzó a llorar, dejarse llevar por el sentimiento, por el miedo, no le importaba que tan patético se veía ahora, sabía que no lo lograría, solo no quería estar solo.

El gran sabio sintió su corazón romperse, Macaque estaba destrozado frente a él, aferrándose, buscando evitar la soledad a su lado.

Por Buda, lo iba a perder y no se habían reconciliado aún.

—Mac, todo estará bien, no... No voy a dejarte solo.—

No, nada estaría bien, Wukong lo sabía, pero no podía comenzar a desesperarse frente a Macaque quien buscaba seguridad en él, no podía fallarle en eso, por ello había dicho aquellas palabras, sentía la angustia, un nudo en su garganta.

Lo iba a perder, otra vez.

El llanto de Macaque siguió, aferrándose al otro en aquel abrazo, apenas manteniéndose de pie, dolía, no solo su cuerpo y la herida, sino también su corazón, porque el miedo dolía.

Macaque no quería morir, no otra vez, no esta vez.

Aún tenía muchas cosas que quería hacer.

Pronto, sintió una de las manos del gran sabio en su cabeza, dándole caricias suavemente, tratando de calmarlo.

—Todo estará bien, Mac, estoy aquí... Estoy aquí. No estás solo, no vas a estarlo...—

Wukong decía con una voz suave, tratando de transmitirle paz, para calmar la angustia contraria.

Aún cuando por dentro el estaba mucho peor.

Si, Wukong estaba reteniendo el llanto, su mano levemente temblaba, era porque se estaba guardando lo que en verdad sentía: Miedo, porque su mayor miedo estaba sucediendo, Macaque estaba muriendo, iba a morir, no podía hacer nada, lo sabía, por eso tampoco hacia nada más que cumplirle el deseo de no estar solo.

Su persona más amada estaba muriendo y no podía hacer nada más que eso.

Pronto, con las caricias y palabras de Wukong, el llanto de Macaque cesó lentamente, la angustia seguía allí, pero ahora se sentía tan cansado, apenas podía permanecer con los ojos abiertos, sus piernas temblaban.

—...Gracias, Peach.—

Dijo en apenas un hilo de voz, perdiéndose en el viento, cerrando los ojos lentamente, luchaba por permanecer despierto, pero aquel consuelo lo estaba ayudando a calmar su dolor.

¿Desde cuando Wukong era tan cómodo? Sentía que podía descansar en su pecho.

Ah, sí, en un pasado siempre hacía eso. En un pasado donde eran pareja y solo eran ellos dos.

Los ojos de Macaque finalmente se cerraron, además de que ahora todo el peso cayó y las manos que antes se aferraban a Wukong, dejaron de hacerlo.

Allí Wukong supo que ya se había ido.

Entonces las lágrimas comenzaron a brotar, dolía, dolía tanto, seguía abrazando el cuerpo del contrario, el cual comenzaba a perder la calidez, dando paso al frio que indicaba su partida.

—Lo siento, Mac... Lo siento tanto...—

Una disculpa que nunca pudo decirle, una reconciliación que nunca tuvieron, tantas cosas que pudieron haber arreglado.

Ahora el que estaba en agonía era Wukong, había perdido a Macaque, se había ido, lo había perdido por segunda vez.

Nuevamente un lamento nuevo.

Cayó de rodillas al suelo, abrazando el cuerpo de su amado, gritando, en un llanto descontrolado.

Porque esta vez fue diferente, esta vez lo perdió y no pudo hacer nada.

Antes sí, pero solo lo abandonó.

Al menos...

Al menos esta vez, Macaque no tuvo que soportar la soledad, su mayor temor.

....

Pero Wukong si tuvo que enfrentar el suyo.

Perder a su amado Macaque, otra vez.

Fin

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