Erza descubre la verdad

Mientras el mago trataba de localizar el orbe, afuera con el grupo, Erza estaba preocupada por el joven mago ya que siempre había podido ir en su ayuda y ahora estaba solo. Zeref por su parte junto a Mavis decidieron que vieran algo gracias a la magia del lugar.

La sala se volvió oscura de pronto, una espiral gris apareció ante ellos. Y pronto se volvió una especie de pantalla donde mostraba el futuro, el futuro devastado y desolado de donde venía Natsu. Las ciudades estaban en ruinas, infectadas de criaturas horrendas y toda clase de basura.

—¡Erza!—gritaba una voz.

La reconocieron al momento. Era la voz de su amigo. Pronto visionaron a Natsu corriendo por unas calles derrotando a algunos seres inferiores y que eran unos debiluchos. El mago lloraba largamente mientras sus piernas estaban llenas de rasguños. De pronto se detuvo y vieron que se derrumbaba. La pantalla cambió de plano y mostró el cadáver de Erza que más tarde sería bajado por él.

Erza se horrorizó al ver su propio cuerpo muerto en brazos del mago que parecía susurrar algo que no lograban escuchar. Zeref continuó y mostró las otras muertes haciendo llorar al grupo. Mavis se opuso al principio pero como maestra del gremio que fue una vez quería que vieran que futuro aguardaba sino hacian algo.

Finalmente, el último plano era de Natsu frente a una tumba. Era la de Erza y el mago estaba llorando sin consuelo. Ahora estaba solo en aquel mundo.

—Erza...te...te quiero—dijo para sorpresa de todos—¿porqué tuviste que ir?.

No hubo consuelo alguno para el mago. Ahora bajo aquella lluvia, solo y con todos sus compañeros muertos, lo único que pudo hacer fueron dos cosas; llorar y jurar venganza contra el responsable de ello.

Zeref cortó la pantalla ante la sorpresa de todos. Erza tenía la mano en el pecho, sentía este encogido por lo que había visto.

Pero pronto se unió al resto del grupo que vio como su amigo había sufrido tanto, una cosa era escucharlo pero verlo todo...sentían una profunda lástima por él.

Por su parte, Natsu estaba impactado por lo que acaba de ver. El hombre le hizo sentarse en la mesa mientras la mujer les ponía un plato de comida. Él agradeció y comió de manera respetuosa la comida. Se percató por la casa que eran una familia bastante humilde. Los niños se sentaron en la mesa. Era una sensación rara el verse a sí mismo de pequeño y a Zeref, ¿quién diría que ocasionaría tantos desastres en el futuro?.

A pesar de no conocerlos, la comida tuvo una sensación de familia. Era cálida, hogareña, cómoda...casi tanto que tenía ganas de llorar. La mujer daba de comer a Natsu que trataba de hacer trastadas con la comida mientras Zeref tenía un libro apoyado en la mesa.

—Nuestro hijo Zeref es muy listo, ya lee muchos libros. Pronto irá a la escuela de adultos y espero que allí ayude a las personas como un sabio—dijo ella entre risas con el pequeño Natsu.

—Yo quiero que sea un gran guerrero como su padre—este sacó los brazos mostrando sus músculos.

—¿Y tú que quieres ser?—le preguntaron.

—Aventurero—contestó—quiero vivir aventuras y hacer muchos amigos.

—¡Eso es bueno, me gusta este chico!—este le agarró por el cuello y le apretó contra él.

El resto de la comida fue igual de divertida. Luego se echó un rato la siesta en una de las camas que tenían en la casa. Era como la casa, humilde pero confortable.

Cuando se despertó, les dio a todos las gracias y dijo que tenía que marcharse. Estaba allí para encontrar una cosa y no tenía mucho tiempo.

—Gracias por todo—dijo estrechando la mano de ambos.

Tuvo que contener las lagrimas, deseaba abrazarlos pero no debía interferir en el curso de la historia. El pequeño Natsu alzó la mano a modo de despedida pues aún no podía hablar.

Camino la marcha sin mirar más atrás, cuando se metió en una de las calles vacías escuchó una voz no muy lejos de él.

—¿Qué haces aquí?—le preguntó a la persona.

No era otro que el pequeño Zeref.

—Este lugar es seguro. Tú...no eres de aquí, ¿verdad?

—Claro, soy un visitante.

—Me refiero a...esta época—al decir eso le dejó a cuadros. ¿Tan inteligente era aún tan joven?.

Natsu no dijo nada, solo mantuvo su mirada.

—Lo imaginaba, ese olor a magia...además, sé quien eres...hermano—eso ya lo remató.

—¿Qué dices?

—Tranquilo, no diré nada. Pero a cambio, dime que andas buscando

—Un orbe—respondió, ya sabía su identidad—¿sabes donde está?.

—Sí, allí—señaló un enorme templo a una gran distancia sobre una montaña.

—Gracias.

Echó a correr después de despedirse de Zeref. El pequeño solamente esbozó una pequeña sonrisa para sí mismo. Se preguntaba que deparaba su futuro si su hermano estaba vivo.

Sin despegarse del camino fue hasta el lugar, evitando a la gente y las multitudes que obstaculizaban el paso. Descansó un poco frente a la gran escalinata que subía hasta el templo. Su nariz captó una fuerte magia, sin duda alguna, debía ser el orbe. Subió lentamente cada escalón, viendo todo desde aquellas alturas pues el pueblo iba quedando muy abajo.

A lo lejos vio lo que parecía una gran nube pero con muchos puntos. No le dio más importancia pues el orbe aguardaba. Algunos guardias salieron al verlo llegar pero Natsu los dejó k.o. en un momento pues no eran oponentes para él.

Los sabios del lugar, vestidos con túnicas blancas salieron a advertirle de que si no volvía por donde venía, iba a sufrir una gran calamidad. Que le iban a maldecir.

—Yo no puedo sufrir más porque...ya he perdido todo—de su cuerpo salió dos enormes llamaradas que impidieron el avance de estos.

El orbe estaba junto a un pequeño altar. Era de color blanco que parecía tener luz propia. Lo agarró sacándolo del pedestal y entonces...desapareció. Regresó con Zeref, este aplaudió y le felicitó por haber cumplido su cometido.

Erza se abrazó a Natsu entre lágrimas mientras le decía que se alegraba de verlo. El resto también lo hizo, sentir aquella calidez y sensación familiar le hizo sacar una sonrisa como hacia mucho que no hacia. Daba igual la época, ellos eran su familia.

—Este era el más fácil...aunque siendo tú imaginé que revelarías tu identidad—dijo su hermano.

—Ya veo...—se desprendió del abrazo y le entregó el orbe.

—Ahora quedan dos y ahí necesitarás la fuerza de tus amigos—Mavis les dio unas túnicas mágicas con las cuales podían viajar en el tiempo.

—¿Porqué no nos han dado esto para acompañarlo ahí?—Gray se extrañó de ello.

—Necesitaba que Natsu afrontase esa prueba él solo pues...ha conocido a nuestros padres y a mi yo y él del pasado—contestó tranquilo.

—Vamos a tomarnos un descanso antes de que viajéis en el tiempo—propuso Mavis.

Todos aceptaron, sobretodo Natsu quien deseaba llenarse de nuevo el estomago.

Mientras, lejos de allí, en una de las más oscuras y seguras celdas, donde la luz no llegaba a completar el interior, una figura estaba sentada en el banco, con la mirada en la puerta.

—No ha comido nada desde que ha llegado—dijo el guardia a su compañero.

—Es ''él'' al fin y al cabo...ahora salgamos de aquí...tengo escalofríos con su sola presencia aunque este bajo arresto.

—Sí, yo me siento igual.

Se marcharon casi corriendo mientras el preso esbozaba una sonrisa.


¿Quién será este misterioso personaje?, ¿y cuál es su papel en esta historia?.


Continuara...


Espero que les haya gustado y muchas gracias por seguir la historia.


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