7-Segundo orbe

La misión de infiltración fue sencilla debido al ataque y la guerra. Natsu y el grupo se escondieron tras unos puestos de comercio cercanos abandonados por los comerciantes que simplemente se llevaron su caja fuerte. Esperaron a que los guardias pasasen corriendo dejando vía libre.

—Ahora—indicó el mago saliendo de su sitio.

El resto acompañaron a este durante todo los tramos donde se iban escondiendo en un lateral o en pequeños barriles. Aunque la vista al correr no era bonita ya que muchos heridos eran atendidos, otros estaban muertos y las casas ardían con intensidad provocando su inevitable derrumbe convertiéndose en polvo y cenizas.

—Venga, tenemos que llegar cuanto antes—dijo este—sé que debe estar ahí dentro.

Encontraron un edificio similar al de Natsu durante su primer orbe. Sin lugar a dudas, debía estar allí dentro. El grupo corría con velocidad pasando por delante de todos los guardias que huían despavoridos. Escucharon los llantos de la gente pero tuvieron que hacer oídos sordos.

Lucy se tuvo que cubrir para no ver aquel espantoso panorama. Solamente quedaba llegar a la sala principal donde residía el orbe. Entonces escucharon un ruido cercano y se ocultaron ya que sonaba a grupo militar.

Una milicia pasó cerca de ellos y uno de ellos, el último se detuvo un segundo.

—¿Ocurre algo?—le preguntó el resto.

—No...me pareció oír algo...

Lucy miró desde su escondite y la cara le resultaba familiar. Natsu al oler a esa persona apretó los puños con rabia...algo que todos vieron.

—Venga vamos...no tenemos tiempo que perder—comentó otro soldado.

Pronto se marcharon del lugar y quedaron ellos solos.

—¿Qué ocurre Natsu?—Erza preocupada, miraba su puño.

—Ese hombre...era...era...

—¿Quién?—preguntaron todos.

—Acnologia...

Todos quedaron impactados con aquel nombre. Ahora que lo pensaban bien, Acnologia había vivido en la misma época que Irene y ambos terminaron transformados en dragones. Solamente que Irene no supo controlarse mientras que él sí.

—De todas maneras...vamos a por el orbe—dijo Natsu calmándose.

Entraron en la última sala y allí estaba, el orbe. Era similar al otro pero de color blanco. Natsu lo agarró sin más, deseaba irse ahora que podía y ante la sorpresa de todos, comenzaron a brillar y pronto se vieron ante Zeref y Mavis quienes sonreían.

—No ha sido tan difícil—dijo Natsu dándole el orbe.

—Conociendo tu espíritu de pelea, te hubieras enzarzado con Acnologia o Erza con Irene...las pruebas más sencillas...a veces resultan las más complicadas...has madurado Natsu...la ira y el poder corren por tus venas, esa sed de venganza te hará más fuerte.

—Antes de ir a por el último orbe...Zeref debe hablar con Natsu—indicó Mavis llevando a todos a descansar un poco ya que sus cuerpos al atravesar el portal puede tener efectos secundarios.

Acudieron a un lugar creado con magia, cálido, hogareño, cómodo...Natsu se sentó en el césped para hablar con su hermano.

—¿Sabes que estos orbes no otorgan poderes?

—¿Qué?

—Otorgan algo más poderoso, conocimiento—respondió—una vez unidos los tres orbes...sabremos derrotar a la criatura gracias a tu fortaleza.

—¿Me has hecho buscarlos para nada?—se levantó enfadado—¡necesito poder!.

Zeref le hizo sentarse.

—Te contaré una vieja...historia.

Cuando los primeros dragones vagaban por la tierra, comenzaron a compartir la bella y rica tierra con otras criaturas, incluso los humanos. No había guerra alguna pues solamente cazaban animales para sobrevivir y los humanos no podían plantar cara alguna a estas enormes bestias. Por ello y como tributo, les llevaban un rebaño y objetos valiosos una vez al año, como símbolo de paz y amistad.

Durante largos años fue todo igual hasta que...en un accidente, un humano que practicaba la magia realizó rituales que enfadaron mucho a los dragones ya que uno de ellos consistía en cazar un dragón recién nacido, matarlo y bañarse en su sangre para obtener sus poderes. Fue uno de ellos que bebió provocando cambios en su cuerpo y además, tenía una gran cantidad de magia en su interior. La sangre de dragón en las personas provoca una sed de matar y devorar pues no transmite su fuerza, pero si sus instintos asesinos.

Para desgracia de todos, la gente comenzó a seguir a dicha persona pues estaban hartos de tener que pagar tributos. Sobretodo los granjeros que tenían que alimentar a sus rebaños para luego no poder sacar tajada monetaria. Y crearon armas capaces de dañar a las bestias gracias a esta persona. Por suerte, los dragones lograron crear con su poder los tres orbes de poder a costo de la vida de muchos de ellos logrando encerrar a semejante enemigo.

La sangre unida a la magia y su conocimiento hizo que fuese inmune a los ataques de los dragones. Contuvieron el mal pero a un gran precio. Y aunque él fuese encerrado...la tregua nunca pudo recuperarse hasta muchos años después en la época de Irene y Acnologia.

—Pero son orbes de otras épocas...no funcionarán.

—No es así Natsu, esa criatura...solamente puede existir en una época pues sacrificó todos los suyos para obtener ese poder que tiene. Luego destruyó los orbes pero no contaba con que pudieras viajar en el tiempo—explicó.

Natsu se quedó pensativo, de brazos cruzados. Ese orbe le había costado la vida a muchos dragones pero era la clave para derrotar a ese ser.

—Una cosa más...hay alguien que quiere verte.

Una puerta similar a un portal se abrió y Natsu abrió los ojos.

—No...no puede ser...

Mientras, en el gremio de Fairy Tail, todo el grupo estaba agotado. Esa Erza no era más que un demonio con su cara. Pero eso les hizo enfadar mucho ya que usaron el rostro de alguien de la familia para hacer daño.

Pero no les dio tiempo ya que alguien dio el aviso de que estaban atacando la ciudad. Todos salieron a ver quienes podían ser. Horrendas criaturas salieron de la nada.

Continuara


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