Capítulo 6: ¿Qué pasa aquí? *[Editado]*

Capítulo 6: ¿Qué pasa aquí? *[Editado]*

La noche fue una de la más larga de mi vida. Mi corazón seguía a mil por hora y eso hacía que me pitaran los oídos. Mi mente trabajaba para intentar comprender cualquier cosa que había pasado esta noche, a pesar de que me obligaba a mi misma a dejar el tema, no podía controlar nada en mi cabeza. Así que no pude evitar alegrarme cuando por fin sonó el despertador y empecé a prepararme sin haber dormido ni una hora, al menos las clases y la rutina era algo nuevo en lo que ocupar mi mente.

Bajé a desayunar y ya estaban todos ahí. Estar toda la noche despierta, había hecho gruñir a mi estomago, por lo que cogí un cuenco lleno de cereales y una botella de leche individual. Me senté con un simple “buenos días” y me puse a devorar mi desayuno.

- Se te ve diferente – me dijo Ariana al cabo de unos minutos de que llegara.

Me atraganté con los cereales. Empecé a toser mientras que mi estomago daba un vuelco de preocupación. Se acabó el devorar.

- Debe de ser la falta de sueño, anoche no dormí nada. – dije intentando sonar despreocupada.

- No, es otra cosa… - dudo un momento. – Pareces algo más alegre de lo normal.

Eso me sorprendió tanto como me dolió. Pensaba que estaba haciendo un buen trabajo con eso de mi cara social y resulta que todos me seguían viendo triste. Pero dejando eso a un lado, ¿hoy me veía más feliz? ¿por qué precisamente hoy?

- ¿Eso es malo? – intenté seguir con mi indiferencia, pero ya no tenía mucha confianza en mis engaños, al parecer era peor de lo que pensaba.

- No es malo, solo es diferente. – juntó sus cejas en señal de incomprensión. - Me pregunto porqué.

- Me siento más feliz. – dude un momento. Hace unos días tomé una decisión y esta era mi oportunidad para contarles la verdad respecto a mi pasado. Pero sobre todo, hoy, a pesar de no haber dormido ni un minuto, me sentía con fuerzas para contárselo. – Tengo que contaros algo, - esperé unos segundos para captar la atención de todos - yo nunca he sido adoptada.

Hubo unos segundos de absoluto silencio donde mi mente pensaba en las mil y unas broncas que me podía llevar por mentirles. Pero tras esos agónicos segundos, al fin alguien habló.

- Pero dijiste que sí – dijo Carla.

- Lo sé – yo miraba a Ariana, no parecía enfadada, pero si algo decepcionada y eso me dolió. Tenía que continuar, ahora que tenía otra cosa que ocultar, como todo lo sucedido anoche, esto debía decírselo. – Nunca he sido adoptada porque mis padres biológicos eran los que se encargaban de mí. Murieron dos semanas antes de que entrara en este centro y eran la única familia que tenía.

El silencio volvió a reinar en la mesa. Sus caras reflejaban pena y compasión, ese era el motivo por el que no se lo conté el primer día, no necesitaba a gente que sintiera pena de mí, sino gente que me ayudase a no pensar tanto en mis penas. Eso lo habían conseguido sin proponérselo, solo esperaba que nada cambiara.

- Lo siento mucho. – dijo al fin Ariana. Se le había quitado su cara de decepción y la había sustituido por la de pena. – Aquí todos hemos sufrido mucho por nuestros padres biológicos, pero los nuestros fueron crueles por darnos en adopción, los tuyos en cambio, te debían de querer.

- Sí – solo podía decir eso, si decía algo más sobre ese punto, me pondría a llorar. – Siento no habéroslo contado antes, pero no estaba preparada.

- No te preocupes – dijeron Sebas, Carlos y Robert a la vez.

- Sí, lo entendemos perfectamente – dijo Ariana incluyendo al resto de las chicas en la frase.

- Gracias.

Ya no mencionaron más el tema en lo que quedaba de desayuno, yo lo agradecí de todo corazón, una cosa era confesarlo y otra muy distinta hablar sobre el tema.

Las dos primeras horas pasaron lentísimas, en parte era porque estaba deseando que llegara la tercera hora de literatura para ver a Jeremy. En segunda, Ariana estuvo algo más que atenta de todos mis movimientos y palabras. Parecía algo afectada por lo que les había contado en el desayuno, era como si esperara a que me derrumbara delante de todos, pero a pesar de eso, no mencionó el tema en ningún momento.

Por fin llegó la clase de literatura, salí huyendo de español para llegar de las primeras a esta aula, pero cuando llegué, Jeremy aun no había llegado, la que sí estaba en su sitio fue Gloria.

- Hola – la salude nada más llegar, como hacía todos los días desde el día que nos presentamos. Normalmente nunca recibía nada más que un gesto de cabeza, pero hoy parecía ser diferente.

- Hola Diana – dijo mirándome a los ojos.

Su tono musical volvió a dejarme muy sorprendida. Pero lo que más me sorprendió, fue la oleada de felicidad que me inundo cuando ella dirigió sus palabras hacía mí, fue extraño y mágico. Algo imposible.

- Me han dicho que ayer tuviste una buena noche – me dijo mientras esa sensación parecía salir de sus labios.

- No estuvo mal. – la conteste algo avergonzada.

Ella se rió, lo que hizo que la oleada de felicidad fuese mucho más intensa. No sabría explicar muy bien como me sentía, era como una invasión dentro de mí, una invasión agradable, eso sí.

- Bueno, no es eso lo que opinan otras personas. – eso me sorprendió. ¿A caso le había dicho algo? ¿hice algo mal? – Oh no, no pongas esa cara, no me refería a Jeremy, sino a Laurent.

Tras decir eso último, solté un suspiro incontrolado que hizo que ella se riera otra vez. Todo era muy extraño, cada vez que ella hacía o decía algo, mandaba oleadas de felicidad que se juntaban con las palabras que pronunciaba y hacía una sensación de pura paz.

Jeremy entró por la puerta, durante unos segundos todo mi cuerpo se puso en tensión, pero el pasó sin mirarme siquiera, como si la pasada noche nunca hubiese existido. En sus ojos solo había odio y tristeza, y en ningún momento fueron dirigidos a mí.

En cuanto Jeremy entró, Gloria se enderezo en su silla y yo dejé de sentir esa felicidad, cosa que agradecí, estaba empezando a agobiarme. Pero también me hacía pensar una cosa, ¿por qué Gloria me hacía sentirme así? Era otra de las millones de cosas sin sentido, algo más que añadir a la lista de rarezas.

Durante toda la hora de clase, mis ojos no pararon de mirar a Jeremy, él seguía haciendo como que no existía y eso me enfurecía cada vez más. Era capaz de hablar con Gloria sobre el tema, pero no era capaz de mirarme ni un segundo. Él solito estaba consiguiendo que la mejor sensación de mis últimas cuatro semanas, se empezara a convertir en algo tedioso.

La clase termino mucho más deprisa que las anteriores, supongo que era porque en el fondo no quería que terminara. En cuanto sonó el timbre, Jeremy salió disparado como una bala, apenas me dio tiempo a saber que estaba haciendo, cuando desapareció por la puerta.

Durante el resto del día, estuve pensando las mil maneras en las que podía acercarme a él, aunque lo mejor que se me ocurrió fue ir a su cuarto, ahora que sabía cuál era, e intentar hablar con él de forma pacífica.

Necesitaba que me dijera algo, aunque la respuesta no me gustara. ¿Qué pasaría si al final me dice que todo había sido un error, que me olvidara de él y que me olvidara de soñar con volver a repetir ese beso?  Y tras muchas dudas, decidí que siempre sería mejor que no saber, supongo…

Al fin terminaron las clases y la comida. Todo el mundo subió a sus respectivos cuartos para descansar y hacer las tareas, yo decidí que era el mejor momento para una charla. Llegué  a su puerta y llamé tres veces con los nudillos, solo que nadie contestó, no estaría. Pero no me importaba, estaba decidida, así que lo intentaría más tarde.

Entré en mi cuarto, pero tampoco quería estar en el. Vi una bolsa apoyada en la pared y recordé el bañador que me había comprado el fin de semana pasado. Lo cogí todo, junto con una toalla del baño y unas zapatillas de piscina, y me bajé a probarla.

No había nadie cuando llegué, entré en el vestuario y me cambie. Nadar sola sería un recuerdo más de mi situación actual. Siempre sola, sin derecho a estar con alguien que quiera estar conmigo y sin más compañía que mis sonoros pensamientos.

La piscina estaba bastante caliente, empecé a nadar suave para no cansarme muy pronto. Sentía como mi cuerpo empezaba a relajarse con los primeros largos, cada brazada, quitaba un poco de mis malos pensamientos. Cuando ya había hecho unos diez largos, empecé a subir el ritmo hasta que acabé haciendo una competición conmigo misma, largos contra mi mente, cuanto más corría, menos pensaba. Toda una motivación.

Terminé reventada, apenas tuve fuerzas para salir de la piscina, lo que dejaba claro que debía hacer más deporte. Los brazos y las piernas tenían sus propias pulsaciones, pero a pesar de todos mis dolores, me sentía en paz.

Acabé tumbada en el suelo de la piscina, justo al borde de esta ya que no era capaz de llegar más lejos. Tenía los ojos cerrados y sentía el frescor del suelo en todo mi cuerpo. Estuve así un buen rato hasta que oí un extraño ruido, abrí los ojos y ahí estaba, era el bicho más extraño que había visto en toda mi vida y también el más grande. Tenía forma de lagarto gigante, del tamaño de un perro de grande, solo que se arrastraba por el techo de la piscina.

Sin hacer movimientos bruscos e intentando que mi agitada respiración no llamara la atención de esa…cosa. Cogí la toalla, mi ropa y salí echando leches de ahí.

Una vez fuera mis movimientos no eran precisamente delicados, solo estaba tapada con la toalla y mi ropa estaba en mis brazos, así que el frío era mi nuevo enemigo, lo sentía como si me acuchillara por todo el cuerpo. Pero no me importaba, un bicho extraño estaba en la piscina y ese miedo bloqueaba cualquier pensamiento.

Subí corriendo a mi cuarto, notaba todas las miradas de la gente que se extrañaba al ver una chica en bañador, subiendo como loca las escaleras.

Cuando llegué a mi habitación, cerré la puerta con llave y me metí dentro de la cama, estaba tiritando de frio y de miedo, ni siquiera las sabanas podían relajarme. La imagen del lagarto gigante me seguía allí donde miraba, le veía en todas partes. Era como cuando miras un punto de luz, luego parece que te sigue allá donde mires. Pues esto era igual, si miraba al techo, mis ojos creían ver al bicho ahí pegado y aunque cerrara los ojos seguía viendo al bicho en un fondo oscuro.

Pasó bastante tiempo hasta que conseguí calmarme y me atreví a salir de la cama. Me dí una ducha caliente y me preparé para bajar a cenar, había decidido no contarles nada a mis nuevos amigos, sobretodo porque ni siquiera sabría como explicar lo que había visto.

Pero yo no parecía ser la única a la que le habían pasado cosas raras esta tarde. Cuando llegué a la mesa con mi cena, todos hablaban en voz baja sobre algo que había visto Carlos.

- Os estoy diciendo que fue súper raro. Gloria subía corriendo las escaleras mientras iba maldiciendo a diestro y siniestro. – Carlos hizo una pausa algo teatral. .- Al cabo de un minuto volvía a bajar con una mochila en la mano. Parecía tener miedo de algo.

- Bueno, no se les llama “los raros” por nada. – dijo Marina con ironía, a lo que todos respondieron con silenciosas risas.

- Eso no es todo. – siguió relatando Carlos, el cual ahora parecía algo ofendido por las palabras de Marina. - A los diez minutos volví a ver a Gloria, solo que esta vez iba con el jefe, Laurent. Los dos iban de una resina verde.

- ¿Una resina verde? – dijo Rosa con cara de asco.

- Se parecía a la gelatina o a algo un poco más pringoso. – dijo poniendo él también su cara de asco.

Estuvieron fantaseando sobre eso durante toda la cena. Robert decía que eran como los cazafantasmas y que el pringue verde era Moquete, el fantasma de todos los mocos. Sebas decía que se lo habían estado montando en la piscina y luego en algún punto del jardín, por eso iban tan manchados.

Hubo alguna estupidez más, pero por suerte la tontería pasó y ya era hora de irse a la cama. Todos se despidieron de mí en la primera planta, pero yo estaba lejos de irme a dormir, había decidido volver a intentar hablar con Jeremy y eso haría.

Llegué a su puerta con decisión, estaba dispuesta a tener respuestas, aunque para eso me tenga que quedar plantada en esta puerta. Pero justo cuando me disponía a tocar la puerta con los nudillos, escuche voces que procedían del interior de la habitación.

- Es imposible que ella haya visto nada – oí la voz de Jeremy.

- Yo solo te digo lo que hemos visto. Ella salía en bañador, a tres grados en la calle y empapada. Su cara reflejaba autentico miedo. – esa era la voz Laurent. ¿Qué hacia él ahí? ¿Y de qué hablaban?

- Pero no es posible – dijo Jeremy con voz de desesperación – ella es humana.

Eso último me desconcertó muchísimo. Algo me decía que hablaban de mí, yo había salido corriendo de la piscina aterrorizaba, cumplía todos los requisitos que Laurent había planteado. Pero… ¿qué otra cosa podía ser que no fuese humana?

- Es improbable, pero no imposible – dijo la voz inconfundible de Gloria. – Puede ser una observadora. – ahora mi desconcierto se había multiplicado por diez.  

Hubo un gran momento de silencio en la habitación, temí que me hubiesen oído de alguna forma. Pensé en volver mañana o nunca… pero la curiosidad me pudo e intente acercar más la oreja para oír mejor.

- Entonces ¿creéis que ha visto al lagarto? – dijo la voz de Jeremy con tono de profunda desesperación.

- Sí – dijeron los otros dos a la vez.

Esa afirmación puso los pelos de mi brazo de punta, significaba que el lagarto era de verdad, que no me lo había imaginado. ¿Cómo era ese bicho posible?

- Y si ha sido culpa mía. – dijo de repente Jeremy.

- ¿Por qué iba a ser culpa tuya? – Laurent estaba confuso y no era el único.

- Anoche la besé.

De repente mi corazón dio una pequeña sacudida en mi pecho. ¿Se lo estaba contando?

- ¿QUÉ? – gritaron Laurent y Gloria a la vez.

- No me mires así, ya te lo dije hace dos semanas.

- Pero me dijiste que lo tenías controlado.

¿Controlado? ¿El que tenía que controlar? ¿Y qué le dijo hace dos semanas? ¿Acaso ya había querido besarme hace dos semanas? Eso lo situaba el primer día que le vi, el día que me amenazó la puerta de la sala común de la segunda planta. No vi que ahí quisiera besarme mucho, la verdad…

- Pues ya ves que no – dijo ahora Gloria con tono de burla.

- Sabia que esta chica nos traería problemas, es que lo sabía. – Laurent parecía muy enfadado, pero ni siquiera me molestaban sus palabras, en mi cabeza no dejaban de resonar las de Jeremy.

- No te obceques en eso, Laurent – le dijo Gloria. – Creo que Jeremy puede tener razón, sí ella es su verdadera compañera, él le ha podido transmitir la visión con el beso.

Esa fue la gota que colmó el vaso, estaba harta de tener miles de preguntas y ninguna respuesta, de intentar comprender las palabras que aunque estaban en mi idioma, eran incomprensibles. Estaban consiguiendo que me volviese loca, aún más…

Llamé dos veces a la puerta y la abrí sin esperar a que me diesen paso, había vuelto mi coraje. Los tres se quedaron mirándome con caras sorprendidos, pero solo Gloria me sonreía, como siempre.

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¿Extraño? jajajaja!! en fin, espero que les haya gustado. Y ya saben, comenten y pulsen la estrellita. Gracias :D

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