Capítulo 22: Henry

Hoy me levanté más nerviosa que un flan. Se supone que Henry había llegado esta noche, así que hoy le conocería. Jeremy notó mi estado de ánimo.

Anoche, antes de dormir le conté todo lo sucedido con Laurent y como me sentí en su presencia, él se merecía sinceridad por mi parte y al final, acabo agradeciéndome que se lo contara. Así que él también sabía que Henry estaba aquí.

- Tranquilízate, te gustará Henry. – me dijo mientras me mecía entre sus brazos para intentar relajarme.

Eso ya me lo habían dicho antes, Lucia me lo dijo antes de irse. Y de repente, a los nervios se le unió el interés, interés de conocer a Henry y de saber porque todo el mundo decía que me gustará.

Y no tarde mucho en descubrirlo. Hoy desayune en el salón de arriba, ya se lo comunique en la cena de anoche a mis amigos normales y ellos lo entendieron. En cuanto entré, en lo primero que se posaron mis ojos fue en Laurent, tenía mucho mejor aspecto que ayer, estaba limpio y afeitado.

Hablaba con alguien, y una sonrisa se dibujo en mi cara en cuanto me fije en su acompañante. Parecía recién salido de una concentración de comic de star treck o algo de eso. Era delgaducho y algo desgarbado, todo un contraste entre tanto modelo. Parecía tener unos veinte y muchos, pero su vestimenta era de un chico de quince. Camiseta con un estampado de superhéroe y unos pantalones de pana de lo más horteras.

Cogí mi ya típico bol de cereales y me dirigí hacia la mesa en la que estaba Laurent con el que intuía que era Henry.

- Buenos días. – dije nada más llegar.

- Buenos días princesa. – me dijo Laurent demasiado feliz. – Te presento a Henry. Ella es la elegida.

- Diana. – dije yo ya que Laurent parecía querer omitir mi nombre.

- Vaya, no me habías dicho que era una princesa de verdad. – yo le tendí la mano para saludarle con un apretón pero él la cogió y me besó el dorso de la mano.

- Sí, pero está demasiado solicitada.

- Si, eso tengo entendido. Pues princesa, permitidme decirla que le ha salido un nuevo admirador. Estoy a sus servicios para lo que deseéis.

Justo en ese momento llegó Jeremy por detrás.

- Henry, ¿te digo lo que le paso al último que lo intento?

Me quedé atónita con el comentario, pero ellos sonrieron y se dio un abrazo con Henry y un gran apretón de manos con Laurent.

- No intentes entenderlos, son hombres. – me dijo Gloria que había llegado por detrás sin hacer ruido.

Casi se me cayó la bandeja al suelo del susto, ¿es qué todos iba a necesitar un cascabel? Henry con una gran destreza y rapidez lo cogió todo sin que se derramara ni una gota de leche.

- Vaya, ha sido impresionante. – le dije mientras me sentaba y dejaba la bandeja en la mesa, un lugar seguro.

- Donde quieras y cuando quieras, princesa.

Henry era simplemente genial, todo lo que decía y hacia, incluso las frases con doble sentido, te daban la sensación de estar hablando con un hermano.

- Bueno, ¿Y en que has estado metido este tiempo? – le preguntó Gloria a Henry.

- Ayude a convertir a un humano en el sur, y luego les ayude a exterminar una plaga de gusanos subterráneos. No hay nada más asqueroso que los gusanos… - dijo poniendo cara de asco.

Y gracias a dios que, de momento, todos los subterráneos que había visto eran gigantescos y de uno en uno, una plaga de algo repugnante me dejaría mal cuerpo durante meses.

- Dime si es verdad, ¿me han dicho que acabaste con un felino? – me preguntó muy entusiasmado.

- Pues no es verdad, siento decepcionarte, pero fueron ellos los que lo mataron. Yo solo corrí.

- Cuéntalo todo. – me riño Gloria. – Guio al felino hacia nuestra posición para que nosotros pudiésemos matarlo.

- Guauh… nunca he visto a un humano hacer eso. – les dijo al resto de la mesa.

- ¿Y qué otra cosa podía hacer? – pregunte curiosa por saber la respuesta.

- Los humanos que conozco, que han sido capaces de ver a un subterráneo, se han escondido en algún lado, con algún instrumento inservible y cosas así…pero tú has tenido el valor de combatirlo lo mejor que has sido capaz.

- Ya bueno… - no quería flores por haber salido corriendo.

- ¿Por qué decidiste convertirte en un protector? – le pregunte con una gran curiosidad.

Pero gusto cuando me iba a contestar, Gloria le interrumpió.

- Sé que tienes muchas preguntas, pero será después de la comida. Ahora tenemos clases, ¿recuerdas?

- Tu lo único que quieres es volver a ver a tus nuevos amigos. - la dije sacándola la lengua.

Me levanté a la vez que Gloria, pero ni Laurent ni Jeremy estaban dispuestos a levantarse.

- ¿No venís?

- Hoy es día de pellas. – me contestó Laurent.

Miré a Jeremy y me hizo un gesto afirmativo con la cabeza, él también faltaría a clase hoy.

- ¿Nos vemos luego? – les dije a los tres.

- Por supuesto princesa. – me dijo Henry, y se llevó una suave colleja por parte de Jeremy. – Protegeré y enseñaré a tus guerreros.

- No espero otra cosa de usted, Sir Henry – dije siguiéndole el juego. Él me lo agradeció con una gran sonrisa. Que fácil era hacerle feliz.

Hoy las clases se me complicaron un poco. Tuvimos un examen sorpresa en historia, para el cual no había estudiado, por supuesto. Tanto rollo sobrenatural estaba haciendo mella en mi nota media, a este paso, suspenderé todas las asignaturas.

Y ese pensamiento me llevó a otros, como por ejemplo, ¿necesitaré los estudios para cuando sea un protector? Aunque siempre podría asistir una y otra vez a clase, como hacían el resto de los protectores de por aquí. O, ¿podré llevar una vida normal? Algo como, por él día periodista (por ejemplo) y por la noche protectora. O ¿qué implica exactamente ser un protector? ¿y ser un protector que además es la elegida para algo que no entiendo? ¿cómo podía ser yo la elegida, si no se para que me eligen?

Todas estas preguntas lo único que hacían era producirme un gran dolor de cabeza, ya en tercera hora, mi dolor era tan fuerte que fui a la enfermería a por una pastilla contra el dolor. Y lo peor de tantas preguntas, era no conocer la respuesta de ninguna.

Pero por fin terminó la mañana y fuimos directamente al comedor, sin ni siquiera pasar por nuestras habitaciones. Me moría de hambre, cogí un gran plato de pasta y una botella de agua, y me fui a la mesa donde ya se habían sentado los primeros en llegar, en los que, casualmente, se encontraba Robert.

- ¿Qué tal os ha salido el examen? – preguntó Ariana, que se sentaba al lado de Robert.

Al parecer, aunque no estuviésemos todos juntos en las clases, todos habíamos tenido el examen sorpresa. Y la respuesta fue algo variada, algunos estaban como yo, como Carlos y Marina a los que les había salido fatal, pero a otros les había parecido un examen muy sencillo.

Termine de comer demasiado rápido, ahora tenía que esperar a que todo el mundo terminara.

- ¿Dónde está Jeremy hoy? No le he visto en todo el día. – me preguntó Robert con esa cara tan rara que ponía últimamente cuando me preguntaba algo.

Era muy extraño, daba la sensación de estar molesto por algo y solo le pasaba cuando se dirigía a mí.

- No se encontraba bien y se ha quedado en su cuarto. – mentí.

No volvió a preguntar sobre el tema y yo no deje de observar cada movimiento que hacía o cada palabra que le decía a alguien. Pero no noté esa mirada que solo iba dirigida a mí.

Y por fin, la hora de comer terminó, los alumnos se dirigieron a sus respectivos que aceres, y al mío, que era ver a Jeremy y por supuesto a Henry. Gloria me acompaño a la segunda planta a regañadientes, si por ella fuera, estaría con su nueva vida social constantemente.

- ¿Dónde estarán? – pregunté una vez llegamos a la segunda planta.

- Tú mira en las habitaciones y yo voy a mirar al salón.

Y así lo hicimos, miré primero en la habitación de Jeremy, rezando que estuviese ahí para no tener que encontrarme con Laurent en su habitación. Y mis plegarias fueron escuchadas, al menos, Jeremy estaba en su cuarto.

- Hola cariño. ¿Qué tal las clases? – me dijo nada más abrirme la puerta.

- Agg… un asco. ¿Y tú que has hecho?

- Planificar y decidir, todo un coñazo. – le miré extrañada y se explicó mejor – Esta noche, Henry y yo iniciaremos el proceso de tu conversión, mientras Gloria, Laurent y algunos más, atrapan a Robert.

Algo en mi estomago me dijo que eso no estaba bien, pero no sabía si era por los nervios o porque alguien pudiese salir herido.

- Todo saldrá bien. – me dijo mientras me abrazaba.

Estuvimos así un rato, pero al final no pude evitarlo por más tiempo.

- ¿Dónde está Henry?

- En el salón, creo. ¿quieres que vayamos?

- Claro.

Llegamos al salón y Gloria estaba sentada en la mesa en la que esta mañana habíamos desayunado. En cuanto llegué Henry se levantó de su asiento.

- Lady Diana. – me dijo Henry haciéndome una reverencia.

- Sir Henry. – y le devolví el gesto, con el apropiado para mi sexo, cogiendo una falda invisible y doblando las rodillas y el cuello.

Nos sentamos y empezaron a hablar de todo un poco, sobre todo de anécdotas del pasado entre Jeremy y Henry. Al parecer, habían coincidido en varias misiones de reconocimiento o algo así, pero no prestaba mucha atención, mi cabeza se volvía a llenar de preguntas sin resolver. Al final, Henry pareció notar mi estado de ánimo de alguna manera y dijo:

- Me han dicho que eres una chica curiosa, - dijo mirando a Jeremy. – Así que dime, ¿Cuántas preguntas tienes para mí?

- Mil.

- Bien, pues voy a empezar por contestar a la de esta mañana. – me acordaba, le había preguntado que porque quiso convertirse. – Mi caso fue diferente al tuyo, no había amor de por medio ni era el protagonista de una profecía. Pero por alguna razón, que aun desconocemos, yo siempre he sido capaz de intuir lo sobrenatural. Nunca había visto a un subterráneo hasta que me convertí en protector, pero siempre he sido capaz de intuir su presencia. Un día, un protector me encontró y se dio cuenta de lo que me pasaba y me propuso convertirme. Yo encantado, por supuesto.

- Vaya… - pensé mi siguiente pregunta. – No te ofendas, pero ¿por qué eres, físicamente, diferente al resto?

- Porque nací siendo humano. El proceso de conversión solo modifica las células de tu sangre, haciéndote en el proceso inmortal, pero no te crea músculos ni belleza de donde no lo hay. – me dijo con una sonrisa, señal de que no le había molestado mi pregunta.

- Entonces, yo me quedaré igual.

- No lo sabemos. Supongo que sí, pero tú eres la elegida, no sé que esperar de ti.

- ¿Por qué?

- Los convertidos no tenemos poderes extras, como Gloria y su felicidad, solo somos fuertes y rápidos, pero nada más. – hizo una pequeña pausa. – Pero se supone que tú tienes que ser algo más, más incluso que los protectores que nacen siéndolo.

Eso me dio algo de miedo, ¿y si esperaba demasiado de mí y acababa decepcionándoles a todos?

- ¿Qué es, exactamente, lo que tendría que hacer cuando me convierta? La profecía no lo deja muy claro: “Valiente y solitaria será la chica cuando llegué. Pero rápido amada será. Ella vencerá al igualarse y de lo malo librará.” No lo deja muy claro. – me la sabía de memoria, aunque suprimí, aposta, la segunda parte de la profecía, en este momento no venía al caso.

- Nadie lo sabe. Pero supongo que serás como ahora, solo que mejor.

- Explícate.

- Ahora eres valiente, pues lo serás más. Eres astuta, inteligente,…

- Vale, me ruborizas. – le dije de broma. Había captado lo que me quería decir, una versión actualizada de mi yo humano.

Estaba consiguiendo mucha información en un momento, pero todavía quedaba lo que más miedo me daba.

- ¿En qué consiste la transformación?

Me lo había explicado Gloria en una ocasión, pero solo me quedé en compartir sangre con un protector para que sus células entraran en mi cuerpo.

- Es un proceso muy simple, basta con introducir sangre de un protector en tu organismo.

- ¿Quién me proporcionara la sangre?

- Tenemos dos candidatos, - dijo haciendo un exagerado movimiento con los brazos, como si fuese un presentador de televisión. – En el puesto número uno, al rapidísimo Jeremy, es capaz de recorrer cien kilómetros en cinco minutos. Y en el puesto número dos, y no por ello menos importante, tenemos al fuerte de Laurent. – y señalo con sus brazos a la puerta del salón. Laurent acababa de entrar. – Que es capaz de destruir un muro con solo rozarlo ¿A quien prefieres, mi princesa?

Dios, ¿es qué nunca se iba a acabar esto? No podría seguir eligiendo entre uno de los dos eternamente…

- Hay otra opción. – dijo Jeremy con una tímida sonrisa en el rostro. – Podrías elegir la de ambas.

- Esa opción me gusta. – le dije a Henry.

- Sus deseos son órdenes para mí.

- ¿Podrías usar tres? – dijo Gloria con una gran sonrisa en su rostro

- Y diez si queréis.

- ¿Quieres usar mi sangre también? – me preguntó Gloria.

- Quiero que sepáis todos, que esta conversación es de lo más asquerosa. – hice una pausa y ellos se rieron de mi comentario. – Por supuesto que quiero usar tu sangre. Sí, asquerosa.

Henry se levantó de un salto.

- En la habitación de Jeremy en media hora.

- ¿Cómo, ya? – mis manos temblaban y sudaba.

- Para que esperar… - y se fue de la sala tan rápido que no me dio tiempo a contestarle.

- Pero todavía me quedan muchas preguntas…

Si lo hacíamos esta noche, significa que mañana cuando me levante ya no seré humana, ya no habrá vuelta atrás.

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