Capítulo 18: Sensaciones.

Todavía no me había recuperado del todo, pero era necesario que mantuviera la compostura en este lugar, sobretodo porque me habían vuelto a sentar en la mesa principal, al lado de Jeremy al que apenas me atrevía a mirar a la cara.

Todos discutían sobre los motivos que tendría el felino para atacarme, pero no dejaban de decir tonterías como que era por mi olor, que eran capaces de relacionarme con lo sobrenatural o que le resultaba interesante porque había demostrado que era capaz de verlo. En un momento de silencio dije:

- Pues yo creo que fue una trampa.

Si he pensado que lo de antes era silencio, en cuanto abrí la boca todo el mundo pareció dejar hasta de respirar.

- ¿A qué te refieres? – me dijo Laurent, que ahora su mirada hacia mí había cambiado de forma radical, ahora había amor y eso me ponía más nerviosa.

- Ustedes no hubieran salido de la sala si yo no hubiese visto al felino rondando por el jardín. – dije refiriéndome a Jeremy, Laurent y Gloria. – Creo que me permitieron verlo aposta, para que fuera a contároslo y así, mientras estabais dándole caza, yo estaba sola en una sala de baile donde solo yo podría ver al monstruo.

Jeremy me cogió de la mano por debajo de la mesa y mi corazón dio un vuelco. Le miré y el ya estaba mirándome, sus ojos mostraban curiosidad y cautela pero también había algo de dolor en ellos. ¿Y si es verdad que sabe algo como había dicho Laurent en su cuarto? ¿cómo iba a ser capaz de explicárselo sin hacerle daño? Eso iba a ser imposible, le haría daño sí o sí. Lo que me quedaba por saber era ¿qué hará él cuando se lo cuente?

- Creo que tiene razón – dijo Gloria interrumpiendo mis cavilaciones. – Entonces volvemos al mismo dilema que teníamos antes. ¿Quién es el asilado-espía?

La sensación que había tenido antes de entrar en la habitación de Laurent, la de que se me olvidaba preguntar algo crucial, volvía a mí. La notaba como una sensación de vacío en el estomago, pero no era capaz de recordarlo. ¿Qué sería?

- ¿Nadie os ha parecido especialmente sospechoso? – preguntó una chica que había sentada en primera fila.

La recordaba de mi clase de segunda hora, creo que se llamaba Estela. Era guapa, pero aquí todo el mundo lo era, castaña y con el pelo corto. Era alta y parecía poseer unas cualidades físicas extraordinarias, por sus piernas musculadas y por su postura, que parecía estar lista para pelear.

- No especialmente. Creo tener mis candidatos, pero son pura conjeturas, necesitamos pruebas. – dijo Gloria.

- Podemos hacerle la prueba de sangre. – dijo un chico moreno que había sentado al fondo. A este no le conocía.

Miré a Jeremy con incomprensión, ¿pruebas sanguíneas? ¿eso era posible? Él me sonrió y me contestó en susurros para  no interrumpir.

- Ya te lo conté, está en nuestra sangre…

- Y ¿cómo lo hacemos? ¿los llamamos a todos y les decimos que necesitamos saber si llevan sangre de protector? – dijo Laurent de forma sarcástica.

El chico moreno del fondo se encogió algo en su asiento y no volvió a abrir la boca.

- Cuando el felino entró en el salón, - me decía ahora Laurent con esa nueva mirada. - ¿notaste si alguien más podía verlo?

- Me preocupaban más sus dientes del tamaño de mi mano y de su metro y medio de altura – le dije ahora yo con sarcasmo. Mi venganza por haber sido borde con el chico moreno.

Él me lanzó una de esas sonrisas picaronas y volvió a mirar hacia delante. Todos parecían sorprendidos por la manera en que le había hablado, pero se lo merecía.

- Tampoco sabemos que han visto hoy. – dijo Gloria – Ella salió corriendo de la sala y acabó en el jardín, alguien podría haberla visto.

¿El glamour? – pensé.

Otra vez esa sensación, pero ahora parecía estar llegando a algo. Me levanté de la silla y me puse a andar de un lado a otro, necesitaba pensar. Notaba las miradas en mí y no se oía nada.

- ¿Cuándo matasteis al Lagarto de la piscina, usasteis glamour para entrar y salir del edificio? – les pregunté a Gloria y a Laurent, que fueron los que mataron al lagarto.

- Sí, recuerdo que fue algo asqueroso. Acabamos pringados de su líquido. – me dijo Gloria.

Eso es. Alguien los vio, recuerdo una conversación en la cafetería a la hora de la cena, también recuerdo que fue justo el día después de que Jeremy me besara y solo deseaba subir para hablar con él, por eso no le había prestado la atención necesaria.

- Carlos – dije de repente.

- ¿Carlos? – preguntaron los tres a la vez con una mirada extraña.

- Carlos os vio, dijo que ibais cubiertos de un pringue verde.

Carlos era uno de los chicos con el que menos relación había tenido, incluso hoy solo he bailado en una ocasión con él. Era el más distante del grupo. Le gustaba madrugar para bajar a jugar con los ordenadores de la biblioteca.

- Está bien – dijo Laurent. – Iremos a por ese tal Carlos.

- No. – dije casi en un grito

- Pero acabas de decir…

- ¿Y si no es él? ¿Y si me estoy equivocando? – hice una pausa para intentar buscar algún tipo de razonamiento a mi teoría, pero no encontré ninguna, así que busqué una posible solución. – Déjame hablar con él. Le cogeré a solas e intentaré sonsacarle algo.

Algo en todo esto no me olía bien. Era como la sensación de antes de que se me olvidaba algo, solo que esta vez era diferente, algo dentro de mí me decía que no era él. Tenía que descubrirlo y la única manera era hablando con Carlos.

- ¿Cómo vas a conseguir sacarle información? Si realmente es él el aislado, te estás olvidando de que su poder es controlar las mentes.

- Pero alguno estaréis cerca para vigilarme y estaré a solas con él, aunque dijera algo inapropiado, solo me escucharía él.

Eso pareció convencerle, pero no pareció convencer a Jeremy que tenía una mirada de las que querían decir “esto no me gusta”

Nadie tuvo nada que objetar y así se quedó la cosa. Era ya muy tarde y todos decidieron dejarlo para mañana. Yo ni siquiera estaba cansada, había tenido demasiadas emociones fuertes por un día y estaba algo eufórica.

Primero la fiesta, segundo mi baile con Laurent, tercero el felino, cuarto el haber estado apunto de morir por el punto tres, quinto acabar herida, sexto mi gran equivocación, el beso con Laurent y séptimo, descubrir un posible espía. Repito, demasiadas emociones por un día.

Una vez que todos salieron de la sala, Laurent me miró con una curiosa mirada en su cara.

- ¿Qué vas hacer? – me dijo con una ceja levantada.

¿Qué pretendía? ¿Qué confesara aquí, delante de ellos?

- Irme a la cama. – le contesté. Y para dejarle claro cuáles eran mis intenciones, miré a Jeremy y le dije - ¿Dormimos en tú cuarto, hoy?

Este me puso una mirada de lo más feliz y acepto con la cabeza. La mirada de Laurent fue otra cosa muy distinta, pero no me importó o no mucho al menos.

Había pasado por mi cuarto para ponerme un pijama y ducharme, aun estaba llena de purpurina, pero sobretodo necesitaba pensar y relajarme.

Jeremy me esperaría en su habitación para dormir, y mi sensación de culpabilidad iba subiendo y subiendo.

Llegué tímidamente a la puerta de Jeremy y toque dos veces con los nudillos, él me abrió y en cuanto pasé y cerré la puerta tras de mí, Jeremy me obligo a quedarme con la espalda apoyada en la puerta que acaba de cerrar.

Una vez en esa posición, sus labios se posaron en mi boca y empezó a darme un beso más que apasionado. Me tenía encajonada entre él y la puerta, sus manos subían de mi muslo a mi cabeza, para luego ahí, obligarme con sus manos a colocarme más cerca de él.

Mis manos recorrían toda su espalda, sus brazos, mis dedos se enredaban en su pelo. Me dejaba llevar igual que ya lo había hecho hoy en otra ocasión y con un personaje diferente.

Ahora los besos de Laurent quedaban en el olvido, Jeremy me estaba demostrando que él también podía ser pasional. La diferencia entre ambos, es que Laurent era posesivo, sus besos, sus labios…todo me daba a entender que yo era suya. En cambio Jeremy, a pesar de la pasión, siempre demostraba que me amaba. Y este era el razonamiento por el que debía escoger a Jeremy en lugar de a Laurent.

Intenté controlar los besos para hacerlos más tranquilos y dulces, no es que no me gustaran, que me gustaban, pero empezaba a acalorarme de tanta pasión, necesitaba un poco de respiro… Él pareció ceder aunque a regañadientes, eso me hizo sonreír y se apartó para mirarme.

- ¿Qué es tan gracioso? – me dijo en un momento que pasaba sus labios por mi oreja.

- Tú lo eres.

- Oh…así que mis besos te resultan graciosos, ¿te das cuenta de lo humillante que suena eso? – ahora se había detenido, y eso me molestó.

- ¿Qué te pasa Jeremy?

Esta pregunta tenía más significado de lo que parecía, necesitaba saber porque se comportaba así, toda esta pasión y lujuria, él no era así. Así era Laurent.

 Pareció entender el significado de mi pregunta sin más explicación.

- Quería demostrarte que yo también podía ser apasionado. – eso me dejo echa polvo.

Mi mirada cayó al suelo y una solitaria lágrima pasó descontrolada por mi mejilla, me la limpié rápidamente para que no se diese cuenta, pero ¿había algo que él no notase?

- No, no… no quiero que estés triste, mi amor. – me dijo mientras me ponía un dedo en su barbilla y la alzaba para que le mirase.

- Pero me lo merezco. Tú no sabes… Lucia vino y me dejo

- No sigas, - me interrumpió – ya sé lo que te dijo la adivina, sé como continua la profecía.

- Pero no sabes lo que he hecho hoy.

Su cara reflejo un profundo dolor, un dolor que estaba intentando no demostrar. Sí sabía lo que había hecho, de alguna manera lo sabía.

- Ya sé que ha pasado algo entre tú y Laurent cuando hemos ido a avisar para la reunión. – hizo una pausa en la que ni siquiera me atreví a respirar. – Pero, sinceramente, no quiero saber los detalles, solo necesito saber a quien elegirás, pero no necesito saberlo ahora. Esta noche me has elegido a mí y con eso me vale.

Mi boca no se cerró en ningún punto de su discurso, el cual, me hizo sentirme más culpable aun. ¿Cómo me he atrevido a engañar a un ser tan perfecto y maravilloso como Jeremy? Me merecía el peor de los infiernos, de eso estaba completamente segura.

- No necesito esperar más para decirte que te elijo a ti.

- Pero quiero que estés segura, no quiero estar con la duda de que hubiese pasado si yo no te hubiese dicho esto.

Pensé durante unos segundos, necesitaba encontrar el razonamiento perfecto, las palabras perfectas, para que él me creyera…

Él se merecía sinceridad.

- Cuando Laurent y yo nos besamos, - puso mala cara, pero continué rápidamente - la sensación de engaño ha estado en mi estomago todo el rato.

- Supe que había pasado algo porque tu cara reflejaba pura culpabilidad. – me interrumpió con una dulzura en su voz que no me merecía.

- ¿Sí? Pues entonces dime, ¿reflejo culpabilidad ahora? Porque yo no me siento culpable por estar aquí contigo, no me siento culpable por el maravilloso beso que me has ofrecido al entrar. Eso solo puede significar una cosa, sin ti sería capaz de morir, no concibo una vida si tú no estás en ella.

Eso le gustó, lo estaba haciendo bien. Me sonrió y un dulce beso fue subiendo de mi cuello hasta mis labios.

- Te amo Diana.

- Te amo Jeremy.

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