Capítulo 17: Equivocación

Fue raro sentir como se moría la bestia. Sentí como se apagaba poco a poco, era como una energía que dejaba de estar en el cuerpo

- ¿Qué parte de quédate dentro no has entendido? – me riñó Laurent desde donde estaba el felino.

- ¿Qué querías que hiciera? Venía a por mí.

Todo mi cuerpo temblaba, ni siquiera era capaz de levantarme del suelo. Jeremy se acerco a mí, una extraña mirada pasó por su cara, era una mezcla entre preocupación y enojo.

- Lo siento. – le dije solo a él.

- No tenías muchas más opciones. Creo que has hecho lo mejor. – pero seguía con la misma expresión que antes.

- ¿Estás enfadado conmigo? – si lo de antes era miedo, esto era aun peor.

Pero su mirada se relajó en cuanto comprendió mis palabras. Se agachó y apoyó su frente en la mía.

- Sería imposible que me enfadara contigo. – dijo en susurros.

Le abracé muy fuerte y sentí un dolor agudo en mi brazo derecho, por encima del codo.

- Ay… - me miré el brazo y estaba sangrando.

Tenía cuatro arañazos paralelos entre si, no tenía pinta de que fuese a necesitar puntos pero sí iba a tener que llevar un vendaje durante unos días. Menos mal que hacía frío y  siempre iba en manga larga…

- LAURENT – grito Jeremy al ver mi brazo. Este se materializó a nuestro lado en un microsegundo. – Está herida.

- ¿Cómo ha sido?

- Me arañó. – Laurent me miraba con extremada preocupación y eso hizo que no fuese capaz de decir nada más.

- Uff…esto te va a doler. – me dijo Gloria cuando llegó a nuestro lado.

- ¿Qué?

- Hay que curarte. – dijo Jeremy que volvió a poner su mirada de enojo. – Habrá que usar el tónico para que no se infecte.

¿Infectarme? ¿Acaso el monstruo era contagioso? Les mire atentamente a todos para que me explicaran eso de la infección, pero ellos pasaron olímpicamente de mí.

- Deberíamos salir de aquí. – dijo Gloria. – Ella no tiene Glamour.

- Laurent ocúpate de la bestia, yo la subiré a tu cuarto. – ordeno Jeremy.

Laurent le miró con mala cara por haberle ordenado hacer algo, pero accedió sin decir una sola palabra.

Jeremy me cogió en brazos y se dirigió hacia la puerta. Pensé en rechistar, pero no sabía hasta que punto iba a ser capaz de andar sola.

Antes de entrar por la puerta que había destrozado el monstruo, Jeremy se quedó parado, con los ojos cerrados y con cara de concentración. Miré a Gloria para ver si me podía ayudar a descubrir que hacía, pero ella estaba exactamente en la misma posición. Al cabo de unos segundos abrieron los ojos y siguieron adelante.

- ¿Pero qué…? – esta vez no iba a esperar a que me lo explicaran por su cuenta.

- Nos quitábamos el Glamour – dijo Jeremy en un susurro. – Iba a ser raro que tú entraras volando por la puerta, ya que ellos no pueden vernos.

Sonreí a mi imagen mental, la postura que tenía sin que Jeremy me llevara en brazos…iba a ser mucho más que raro. Pero subimos a la segunda planta sin ser vistos por nadie, al parecer todos debían de estar en el baile.

Tenía esa típica sensación de que se me olvidaba algo importante respecto a lo que Jeremy acababa de decir, pero no conseguía sacar el qué. Era como si tuviese que preguntar algo…

La habitación de Laurent estaba dos habitaciones hacia la izquierda de la mía y más que una habitación parecía una de esas salas donde se planifican los ataques de guerra. En todas las paredes había mapas de toda clase, algunos señalaban los ríos, otro las ciudades, otro las carreteras,…no había nada que me dijera algo de él.

- Se lo toma todo muy a pecho… - me dijo Gloria cuando vio mi cara de asombro.

- Ya lo veo, ya.

Jeremy me soltó delicadamente en la cama, era dura y no muy grande. Él se puso a rebuscar en un arcón que tenía a los pies de la cama hasta que sacó una botellita trasparente con un liquido de color verde. Se sentó a mi lado y abrió la botellita.

El simple olor hizo que me alejara de él pero este volvió acercarse a mí y con un algodón empezó a curarme la herida, solo que yo sentía que me estaba abrasando con algo. Gloria se colocó a mi otro lado y me sujeto firmemente para que no me moviera. Era sorpréndete que tan poca cosa tuviera tanta fuerza.

Sentía que mi brazo ardía, en el fondo esperaba acabar viendo humo, pero tras varios minutos de sufrimiento, Jeremy paró y yo suspiré de alegría y alivio.

- Lo siento, pero una herida producida por un subterráneo suele ser mortal para los humanos si no se cura bien. - ¿y me lo decía ahora, cuando ya me había curado? – Esto lo que hace es quema la infección para que no se extienda por tu organismo.

- Lo de que quema no hace falta que lo jures… - le dije con un tono algo molesto.

No me contestó y Gloria me soltó en cuanto vio que se me había pasado el dolor.

- ¿Qué iba a hacer Laurent con el felino? – pregunté para intentar romper el silencio.

- Iba a hacerlo desaparecer. – contestó Gloria. – Lo enterrará o lo quemará…

Pero no dijo nada más, Laurent estaba de vuelta y había abierto la puesta con tanta fuerza que había dejado una marca en la pared con el pomo de la puerta. Se quedó mirando la marca durante unos segundos.

- Da igual, siempre puedes poner otro mapa. – le dije irónicamente para que viera que no me gustaba su decoración.

Me miró con cara de enfado y yo le hice una mueca en señal de que no me importaba. Acabó ofreciéndome una fugaz sonrisa.

¿Qué les pasaba? Los tres tenían la mirada perdida y estaban muy pensativos, ninguno hablaba y ni siquiera parecía que respiraran. ¿No debería ser yo la que se comporte de forma rara? Al fin y al cabo, era a mí a quien había atacado aquella cosa.

- Gloria, Jeremy, ir avisando que en media hora nos reunimos. – dijo secamente y dejando claro quién era el jefe.

Laurent entró a su baño y salió con unas vendas en la mano. Jeremy le miro con ojos desafiantes pero acabó cediendo a su orden.

- Te veo en unos minutos. – y me dio tal beso en los labios que hizo que me pusiera colorada de vergüenza.

- Ya te echo de menos. – le dije jadeando cuando dejó de besarme.

Los dos se fueron por la puerta y Laurent, que estaba plantado en mitad de la habitación con las vendas en la mano, me miraba con una oscura mirada de celos.

- Él sabe algo. – me dijo a los pocos segundos.

- No hay nada que saber.

Se sentó a mi lado y empezó a acariciarme suavemente el brazo para luego empezar a ponerme la venda. Mi piel se puso de gallina y mi corazón estaba a punto de salirse del pecho.

Notaba como él vendaje se pegaba en mi herida aun ardiendo, me escoció más de lo que quise demostrar. No me quejaría delante suya…

Terminó de vendarme y se quedó observando su trabajo durante un rato. No me atrevía a girar la cara para mirarle a los ojos, el ambiente estaba ya demasiado tenso, pero mi paciencia llegó a su fin. Gire la cara y le miré.

Él me devolvía la mirada con sus ojos oscuros y esa mirada que cada vez comprendía mejor, era una mezcla entre pasión y algo que solo podía interpretar como posesión, me estaba volviendo loca…

- Tendría que cambiarme. – dije entre susurros, ya que mi garganta no era capaz de pronunciar tonos más altos.

Eso era más que necesario, no me iba a presentar en una reunión con esta pinta entre haber salido de un cuento de hadas y haberme revolcado en el barro. Aunque también lo hacía para salir de este complejo debate de miradas y chispas que estaba habiendo entre nosotros.

Se levantó y me tendió la mano para ayudarme a levantarme pero no se la cogí, ya era todo demasiado malo sin contacto. Llegamos a la puerta de mi cuarto y dijo:

- No tardes. – y entre cerrando rápidamente para poder soltar un suspiro que seguro que oyó.

Di vueltas por mi cuarto nerviosa y sin saber qué hacer, tenía el pulso acelerado y en mi cabeza no paraba de salirme la imagen de los ojos de Laurent, fue como la primera noche que pasé en este sitio, solo podía pensar en los ojos de Jeremy.

Al final, me puse unos vaqueros, una camiseta y una sudadera. Pero no estaba lista para salir y verle otra vez, tenía que superar esto, no era justo para Jeremy.

Cogí la nota de la profecía esperando encontrar algo que solucionara todo este triangulo amoroso que había montado, pero no encontré más de lo que ya había encontrado.

Alguien llamo a la puerta con los nudillos y me dio tal susto que la nota cayó encima de la mesa.

- ¿Estás visible? – me dijo sin asomarse para mirar, todo un detalle…

- Sí.

Entró y cerró la puerta con cerrojo, eso me sorprendió.

- ¿Ha pasado algo? – pregunté nerviosa tras su actitud.

- Yo… lo siento - dijo con tremendo dolor.

- ¿Qué ha pasado? – algo muy grave debía de haber pasado para que él, precisamente él, entrara en mi cuarto, cerrara la puerta con cerrojo y se disculpara de esa manera.

Pero le malinterpreté, se acercó a mí muy decidido, yo apenas me dí cuenta de lo que hacía hasta que su cara estaba a solo dos centímetros de la mía.

- Yo… - intenté decir algo pero no me salían las palabras.

- Lo siento. – repitió él.

Y me besó. Fue tan diferente a los besos de Jeremy que en cuanto sus labios se posaron en los míos sabía exactamente como era capaz de amar a ambos.

Cuando Jeremy me besaba era todo ternura y dulzura, respiraba amor en cada aliento suyo. Pero con Laurent, era todo lo contrario, era pasión salvaje. Eran dos polos opuestos y los amaba a los dos.

Mis manos se movían por todo su cuerpo y lo mismo hacían las suyas. En nuestros labios había necesidad de más pasión. Sus labios bajaban por mi cuello y mi respiración estaba desenfrenada. Volvió a mis labios y yo me encontraba incapaz de pensar en nada más que no fuera él. Sabía que había algo, algo que tenía que recordar.

Pero lo único que me importaba era que una de sus manos la tenía en mi espalda obligándome a estar más y más cerca de él, y mí mano hacía exactamente lo mismo en su espalda. Con la otra mano le acariciaba su suave pelo negro y así le obligaba a seguir besándome.

Los besos se fueron relajando, haciéndose más dulces. Me gustaban tanto como los otros, pero no pegaba con él, pegaba con…

- NO… - dije de repente mientras me separaba de él todo lo posible.

Acaba de recordar lo que tenía que recordar, Jeremy. ¿Qué había hecho? Lo había estropeado todo. ¿Cómo podía ser tan mala persona?

Miré a Laurent con los ojos inundados de lágrimas de culpabilidad pero él parecía más que feliz.

- Ya te he dicho que lo sentía. – me dijo con esa sonrisa picarona que empezaba a convertirse en una de mis favoritas.

- No, no, no…¿qué he hecho? – me senté en la cama con las manos en la cara y llorando de forma descontrolada.

No me dijo nada, pero se sentó a mi lado y me abrazó hasta que me calmé del todo. Me sorprendió tanto como me gusto, pero esto no cambiaba el hecho de que todo había sido un error, de que nada de lo nuestro debería haber pasado nunca, ¿o sí…?

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Este capítulo se merece un pequeño debate: ¿Quién creéis que es mejor para Diana? ¿La dulzura de Jeremy? ó ¿La pasión de Laurent?

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