Capítulo 15: ¿Puede haber algo más raro?

Si en algún momento he pensado que ya no podía vivir más cosas raras en este orfanato, me equivocaba. No sé si alguna vez volveré a vivir un momento tan raro como este. Jeremy, Gloria y yo entrando en la cafetería de los alumnos normales. No sabía si echarme a reír por el comportamiento de todo el centro o empezar a rezar a todos los dioses para que abrieran la tierra y me tragaran.

Jeremy y Gloria se habían empeñado en no dejarme sola ni un segundo, me habían propuesto que desayunara, comiera y cenara con ellos y en las horas comunes me seguirían, a distancias razonables, por todos los lugares a los que quisiera ir. Menos mal que me negué y Laurent me apoyo, aunque no sin antes proponerles que empezaran a actuar como personas normales. Por supuesto, Laurent se negó también, pero Gloria lo vio divertido y Jeremy, simplemente no me iba a dejar sola.

- Gracias por aparecer en mi vida – me dijo Gloria cuando entramos en la cafetería.

La miré extrañada por la frase que me acaba de decir, pero no parecía tener intención de explicarme más, así que la pregunte.

- ¿A qué te refieres? – ella me miró sorprendida, como si la respuesta a mi pregunta fuese tan obvia que no entendía como no lo veía.

- ¿Sabes cuánto tiempo he deseado bajar a este comedor y comportarme como una alumna normal? – entonces me reí de ella.

Fue un error, si ya se habían callado casi todos los alumnos, en cuanto me oyeron reír todas las miradas se centraron en nosotros tres. Notaba como mi cara se encendía más y más por segundos.

Llegamos a la mesa donde nos esperaban todos mis amigos. Yo tenía un discurso preparado para este momento y lo único que esperaba es que no volvieran a usar ese truco de la verdad otra vez.

- Hola chicos. – dije tímidamente.

- ¿Qué tal estas? – preguntó Rosa con una sincera preocupación, aunque con una cara muy extraña entre miedo y respeto. – Anoche nos diste un buen susto, pensamos en subir a verte pero creímos que necesitabas descansar. – dijo toda la frase en dos segundos, apenas la entendí.

- Bueno, la verdad es que me puse muy mala, me desmayé en las escaleras de la segunda planta. – me giré para mirar a mis invitados y empecé con mi guión. – Ellos me encontraron en las escaleras y me llevaron a su salón, ahí me dieron un poco de té y se me pasó. Les he invitado a desayunar con nosotros, ¿no os importa, verdad?

Hubo un momento de silencio, por un momento pensé que no había interpretado bien el papel. Pero siempre podía contar con la gentileza de Ariana.

- Claro que no – dijo está forzando una sonrisa. – Será un placer. Total deberíamos haber sido nosotros los que cuidásemos de ti. Lo sentimos mucho, Diana.

- No importa, solo fue un mareo.

- Es que debería comer más. – empezó a decir Robert mientras se levantaba a por una silla para Gloria.

Esta le sonrió y le dio las gracias con esa vocecita musical que la caracterizaba, lo que provocó que la cara de Robert pasara de un rosado a un rojo tomate. Jeremy cogió una silla y se sentó a mi lado.

Hoy el desayuno se lo tomaron con más moderación que el día anterior, aun así a mi me parecía demasiada comida para comerla de una vez.

- A las doce me moriré de hambre – me susurro Jeremy para que nadie lo oyera.

Tuve que disimular una risa con tos, pero no engañe a nadie. Ariana me observaba, como siempre. Durante un segundo pensé que estaba molesta conmigo por haberme acercado a Jeremy, pero me sonrió desde el otro lado de la mesa y me hizo un gesto afirmativo con la cabeza, como si me diera su bendición. Si ella supiera…

Las clases fueron un sinfín de interrogatorios sobre mis supuestos nuevos amigos. Venían a preguntarme incluso personas que ni siquiera conocía. El resto de “los raros” nos observan a nosotros tres con miradas desafiantes, pero en seguida Laurent las cortó, porque a pesar que no quería participar en esto, estaba haciendo todo lo posible para que saliera bien.

Entre Jeremy y Gloria, la que mejor se estaba integrando era Gloria, por supuesto. En seguida se había hecho súper amiga de Marina, Rosa y Clara, hasta tal punto, que a la hora de comer, ya estaban haciendo planes para maquillarse antes del baile las cuatro juntas, aunque después se lo habían preguntado a Ariana y esta había aceptado siempre y cuando fuera yo también.

- Pues perfecto entonces. – dijo Gloria mucho más que animada – Podemos quedar en mi cuarto, será más grande y ahí tengo un montón de cosméticos.

Eso las hizo retroceder en un primer momento, pero supongo que la curiosidad pudo con ellas y aceptaron.

- ¿Cuándo es Halloween? – pregunté, sin quererlo, en voz alta.

Todos me miraron extrañados y no les culpo, últimamente el sentido de las fechas y los días se contaban desde el día de la muerte de mis padres, era como antes de Cristo y después de Cristo.  Hoy era el día treinta y cuatro de mi nueva vida.

- Es este sábado. – me dijo Gloria con voz atónita. - ¿Ya tienes vestido?

- ¿Vestido? – debía de ser la peor adolescente del mundo.

- No te preocupes, tengo uno que te quedará perfecto. – me dijo mientras me miraba de arriba abajo.

- Gracias.

- ¿Ya tienes pareja? – me preguntó Rosa echando un rápida mirada a Jeremy que estaba a mi lado.

- Sí – contestó este.

Dado que era la primera vez en todo el día que abría la boca para dirigirse a cualquier otra persona que no fuera yo, todo el mundo se quedó cayado para escuchar su rápida respuesta. Y yo me puse colorada.

- No recuerdo que nadie me lo haya pedido – le dije intentando sacarle alguna palabra más.

- De acuerdo, ¿quieres ir al baile conmigo, Diana? – me dijo Jeremy mirándome a los ojos con una mirada entre eres lo mejor de mi vida y como me puedes estar haciendo algo así.

Yo me reí de él.

- Será un placer.

Gloria aplaudió en señal de emoción y todo el mundo pareció feliz de repente, supongo que Gloria tenía algo que ver en eso, pero en este momento se lo agradecía.

La tarde y la cena pasaron igual de deprisa que el resto del día. Y por la noche, Jeremy se vino a dormir a mi cuarto. Se empezaba a convertir en una rutina más que placentera, desde que dormíamos juntos mis noches eran tranquilas y sin pesadillas.

El viernes pasó  igual de raro que el jueves. Gloria estaba más que feliz por ser una chica normal y yo, en el fondo, me sentía muy feliz por ella. No había querido enseñarme mi vestido hasta mañana y a mí en el fondo no me importaba, aunque me quejaba delante suya para que viera que mostraba interés y no se sintiera mal.

Ayer por la tarde hable con Ariana en un momento que nos quedamos a solas.

- Ari, espero que no te importe que vaya a la fiesta con Jeremy. – la dije con una disculpa en mis ojos. – Si te molesta puede decirle…

- Está bien – me interrumpió. – Es obvio que le gustas, no hubiese bajado a nuestro comedor si no fuera así.

A veces, era bueno que Ariana fuese tan observadora, cualquier otra le hubiese sentado mal lo que yo había hecho. A mí misma me hubiese sentado mal en mi anterior vida. Pero ahora era diferente, y por alguna razón, también era diferente para Ariana.

Y con todo esto, llegó el sábado. Nos habíamos tirado toda la mañana, junto con el resto de los alumnos normales, vaciando la cafetería de mesas y sillas y decorando toda la sala con adornos de Halloween. Y habíamos hecho un gran trabajo, cualquiera diría que eso es la cafetería del orfanato.

Gloria iba a ir al baile con Laurent, cosa que me provocó una sensación rara en el estomago, pero en seguida me olvide de ella porque, por fin, pude ver mi vestido.

Si en algún momento he dicho que esto no me importaba, me rectifico, este precioso vestido le importaría a todo el mundo. Era largo hasta los pies, con tirantes finos y con algo de escote. El color era azul celeste y quedaba a la perfección con el tono claro de mi piel y mi pelo oscuro. Y dado que era halloween y teníamos que ir disfrazados, Gloria me había puesto unas alas en la espalda para que pareciera un hada o algo así.

Todas las chicas entraron con miedo a la habitación de Gloria, como si esperasen que tuviera ataúdes o crucifijos o algún tipo de altar de brujería. Pero cuando vieron lo bien decorado que estaba su cuarto y la de cosas bonitas y caras que tenía, todas sus dudas desaparecieron.

Empezaron a vestirse y maquillarse entre ellas. Dejé que me maquillaran y me peinaran, ya que era obvio que yo no haría un buen trabajo y cuando terminaron conmigo no me dejaron hacer nada así que me senté en la cama a esperar que terminaran.

- ¿En serio vas a ir con Laurent? – le preguntó Marina  a Gloria muy sorprendida con la noticia.

- Sí.

- ¿Crees que me concederá un baile?

Yo me reí y Gloria conmigo.

- Lo dudo – contestamos las dos a la vez.

Se me quedaron mirando con mucho asombro y me costó entender el motivo. Había cometido un error, no les había contado que también conocía a Laurent como conocía a Jeremy y a Gloria, pero debían saber que le conocía, el miércoles les conté que habíamos estado juntos en el mirador…

- Supongo que tenéis razón. – dijo al final Marina con algo de desanimo.

- Se lo preguntaré de todas formas. Pero no te hagas ilusiones. – le advirtió Gloria. Me miró con una sonrisa picarona y siguió diciendo. – Con quien creo que sí quiere bailar es con nuestra reina del baile.

- Ella ya tiene al chico más guapo del centro. – dijo Rosa mientras me guiñaba un ojo.

- No creo que quiera bailar conmigo y aunque quisiera, primero tendría que decirle que sí. – las dije a todas con cara sería.

- Sí, fue divertido cuando hiciste de rogar al pobre Jeremy – dijo Gloria riéndose al recordarlo.

Y eso provocó que todas se rieran con ella.

Y por fin, todas terminaron de arreglarse. Se suponía que los chicos nos esperarían en la cafetería, ahora salón de baile. Pero Jeremy y Laurent nos esperaban en la puerta en el pasillo del segundo piso.

Fui la última en salir, pero en cuanto lo hice, dos pares de ojos me miraron con una intensidad en la mirada que no supe interpretar, sobre todo la de Laurent que me miraba con esa mirada, que ya había dejado de parecerme rara y con algo de necesidad.

Ambos habían accedido a venir al baile, pero a ninguno de los dos le entusiasmaba la idea, así que no conseguimos que se disfrazaran, aunque iban muy guapos. Ambos llevaban vaqueros y camisa. La de Laurent era granate y la de Jeremy era negra. También llevaban unas chaquetas estilo americanas.

Jeremy se acercó a mí y me cogió de la mano para luego besarla, como haría un de esos caballeros que salen en las películas y en los libros.

- No podrías estar más guapa, mi princesa.

- Creo que soy un hada más que una princesa. – me sonrió - Ha sido todo trabajo de Gloria.

- Pues recuérdame que le dé las gracias.

Todas las chicas nos miraban y yo lo único que deseaba es que se fueran todas para poder besarle a gusto. Al final parecieron oír mis plegarias.

- Te vemos abajo. – me dijo alguien a quien no me molesté en contestar.

Cuando me cercioré de que nadie nos miraba le dí tal beso que creí que no podría despegarme nunca.

Pero al final él se despegó de mí.

- Tenemos que bajar o acabará subiendo alguien.

- Agg…está bien.

Me cogió la mano y bajamos juntos al baile.

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