Capítulo 12: Pesadilla
Cuando defendí a Laurent tanto Jeremy como Gloria se quedaron con la boca abierta, y supongo que Laurent también pero ahora mismo le tenía a mi espada.
- No sabes lo que estás diciendo, no sabes las consecuencias. – me dijo Jeremy cuando se hubo serenado.
- Pues dímelas.
- Lo perderás todo, solo existirá esto en tu vida – dijo mientras hacia un gesto con las manos indicando la sala. Puso una risa malévola y dijo – Te convertirás en una de “los raros”
- ¿Y ya está?
- Será una vida de completa lucha, siempre estarás peleando. Habrá más subterráneos.
- ¿Ya está? – volví a preguntar.
- ¿Pero qué te pasa? ¿No te importa dejar nada atrás?
- ¿Dime que es lo que dejo atrás, Jeremy? – era una conversación que me hubiese gustado tenerla en privado, sobretodo por lo que iba a decir ahora. – No tengo nada, no puedo perder lo que no tengo.
- ¿Y tus amigos? – me dijo algo dolido, algo que le había dicho le dolió.
- ¿Qué te crees que pasara dentro de dos años cuando todos mis “amigos” se vayan del Sant. James? No tengo nada, - volvió a poner su cara de dolor y ahora lo entendí – no tengo nada excepto a ti. ¿Crees que puedo abandonar lo único que tengo?
Toda su cara se relajo y una pequeña felicidad cruzo su cara. Me abrazo tan fuerte que empezaba hacerme daño en las costillas.
- No debería ser así. – me susurro al oído.
- Lo sé, pero hay que aceptarlo. – esto olía a victoria.
Durante un buen rato estuvimos así. No me importaba nadie que estuviese en la sala, solo quería estar así toda mi vida. Pero ahora que había recordado a mis compañeros, me dí cuenta que no estaban.
Me separé un poco, solo un poco, para buscarlos con la mirada. Ni Laurent, ni Gloria, ni Lucia ni sus guardaespaldas estaban en la sala.
- Nos han dejado intimidad – dijo Jeremy obligándome a ponerme en la misma posición.
- ¿Cuándo? – era extraño que ni siquiera hubiese oído la puerta.
- Cuando has empezado con lo de que no tenías nada. – hizo una pausa en la que noté como sonreía. - ¿Te das cuenta que ha sido nuestra primera pelea?
Claro que me había dado cuenta, la había ganado yo, pero no iba a tentar a la suerte diciéndoselo.
- Mmm… Y solo llevamos un día.
- Un día para ti, yo llevo siguiéndote dos semanas.
Me volví a separar para mirarle bien.
- ¿Siguiéndome?
- Pues claro, tenía que asegurarme que estuvieras bien. – se quedó pensando un rato – Me quedaba alguna noche apoyado en la puerta de tu cuarto, te oía dormir. Cada vez que respirabas era como una energía extra.
Recordé la cantidad de noches que me dormía de puro agotamiento de tanto llorar y ahora me avergonzaba de que él lo pudiese haber oído. Pero si lo hizo, no lo menciono. Tampoco le dí tiempo ya que me abalance a sus labios con una extremada necesidad de él y no pareció importarle.
Tras un largo rato de besos y caricias decidimos salir fuera. Ahí nos esperaban los cinco apoyados en las paredes del pasillo.
En cuanto salí de la sala me acordé del resto del mundo, ¿se habrán dado cuenta los alumnos normales del trajín de personas entrando y saliendo del orfanato? Y cuando lo pregunté la respuesta me la dio Laurent que ahora me miraba de forma diferente a como lo había hecho en el resto de las ocasiones, no era capaz de identificar que decían sus ojos ahora.
- Han usado un Glamour para salir, ¿sabes lo que es?
- Se lo que hace, pero no sabía que ustedes también tenían.
- Somos parte de lo sobrenatural, solo que también somos medio humanos. Por eso podemos ponérnoslo y quitárnoslo.
Era extraño que Laurent me hablara con un tono de voz sosegado y tranquilo. Volvía a ver como su atractivo iba disminuyendo en cuanto se relajaba, pero un nuevo atractivo brotó ante mis ojos, Laurent solo era grosero y borde por el puesto que ocupaba, siempre tenso y la gente dependiendo de él, eso tenía que marcar a cualquiera.
Y así, empecé a sentir un gran respeto por Laurent.
En el pasillo habíamos decidido dejarlo para mañana, ya era muy tarde y estábamos todos cansados. Y por alguna extraña explicación, que ahora mismo desconozco, Lucia se había quedado con mi cuarto y yo me quedaba a dormir en el de Gloria.
No me parecía mal que Lucia durmiera en mi habitación, al parecer ella no había terminado conmigo, había cosas que necesitaba saber de mí o algo así me había dicho. Pero ¿por qué yo tenía que dormir con Gloria? ¿por qué no podía quedarme con Jeremy como anoche? Se lo pregunté a Gloria.
- Hay que respetar a la adivina, no estaría bien visto que una humana durmiera con un protector.
- No creo que la importe mucho con quien duerma. – dije frustrada.
- En nuestro mundo también existen unas normas.
- Y esas normas, ¿no se aplican a ti? ¿por qué tú también eres una protectora?
- Pero soy mujer, igual que tú.
- Pues si que sois retrógrados los protectores.
- Los protectores no, solo sus normas. Y además, ¿no quieres dormir conmigo? – dijo haciéndome pucheros con los labios.
- No es eso, es solo que tú no me das el calor que me da él. – la dije mientras la sacaba la lengua.
- Eso puede tener fácil arreglo. – me miro con ojos traviesos – Ven aquí amor mío, dame un besito. – y empezó a perseguirme por toda la habitación mientras me tiraba besos en el aire.
Su habitación era incluso más grande que la mía. Parecía la típica habitación de revistas de decoración, una cama enorme en el centro, un tocador en la esquina más cercana a la ventana lleno de perfumes y maquillajes que no parecían nada baratos, una mesa justo en la esquina opuesta del tocador con un portátil de última generación. Por no mencionar el baño, con bañera hidromasaje y lavabo y azulejos de colores pasteles.
Estuvimos jugando y diciendo tonterías un buen rato más. Era más que divertido estar con Gloria, nos llevábamos bien, pero lo mejor era que no parecía estar observándome a cada minuto, como hacia Ariana. Gloria me dejaba a mi aire, me daba espacio. Si algún tema que sacábamos me ponía algo triste, ella no me interrogaba, me dejaba que se me pasara y cambiaba de tema.
Pero al final nos fuimos a la cama. Dormimos las dos en la misma cama, ya que era tan grande que aunque nos estiráramos no nos tocaríamos.
Pensé en todo el día de hoy, mi mañana desesperante por intentar fingir estar mal y luego estar mal sin fingir por no ver a Jeremy. O mi sesión con la psicóloga, en eso mejor no pensar que me volvía ha enfadar. O luego en la tarde con las chicas en la habitación de Ariana, cuando dijo que le gustaba Jeremy y su extraña mirada hacia mí cuando lo dijo. Pero al final me dormí.
“Aparecí en el arcén de una carretera comarcal, con un solo carril para cada sentido. El paisaje era muy verdoso y con grandes árboles, no de la clase de vegetación que había en el orfanato, una algo más seca pero verde.
Estaba sola, mirando para todos los lados. Mi corazón iba tan acelerado que estaba hiper-ventilando del esfuerzo.
No había coches, ni pájaros, ni insectos, nada…solo yo. Y de repente, a mi lado apareció Laurent.
- ¿Qué es esto Laurent? – le pregunté confusa.
Él me miraba de esa misma manera que me había mirado en el pasillo, la misma mirada que no era capaz de interpretar. Me cogió de la mano y dijo
- No te separes de mí.
Solo que la frase parecía tener más sentido del que parecía. Pero le obedecí, me pegué más a él, por si acaso y él me apretó más fuerte la mano.
Estuvimos así un buen rato, mirando la carretera sin que pasara nada, hasta que empezaron a moverse los setos que había al otro lado del arcén.
Laurent se tensó a mi lado, y yo me coloqué detrás de su hombro para que me protegiera. Un lagarto gigante, el mismo que había visto en la piscina, salía de entre los setos y se quedaba plantado a mitad de la carretera observándonos.
- Quítalo de ahí – le dije a Laurent – Puede venir alguien.
Pero Laurent no se movió y el sonido de un coche acercándose pareció llenar mis oídos.
- Laurent hazlo. – le ordene.
Y en vez de hacerme caso, me apretó más fuerte las muñecas. Intenté que me soltara, pero él era extremadamente fuerte. Me revolví y le grite para que me dejara ir, yo misma sacaría al lagarto de la carretera.
Pero no me soltó, y un volvo plateado apareció a unos seiscientos metros. Era el mismo coche que tenían mis padres.
- NO, NO, NO,…-empecé a gritar mientras pegaba a Laurent con todas mis fuerzas, pero no sirvió de nada.
- Es necesario. – dijo al fin Laurent, solo que ya me había dicho esa frase antes y le pegué por ello.
Ya conseguía ver a las personas del coche, mis padres iban cantando a voz en grito, como les gustaba hacer cuando conducían. Recuerdo la vergüenza que pasaba yo cuando todo el mundo nos miraba. Mi padre miró por un segundo a mi madre, con esa dulce mirada que te daban ganas de abrazarle, y cuando volvió a poner la vista en la carretera ya era demasiado tarde. Clavó los frenos y dio un volantazo, ¿por qué haría eso, si le hubiese atropellado…? Pero mi padre no lo haría, aunque fuese un monstruo mi padre intentaría salvarlo.
El coche empezó a dar vueltas de campana hasta que acabó estrellándose contra un árbol. Laurent me soltó, al fin, y corrí hacia el coche. Y fue una mala idea.
Los cuerpos de mis padres se encontraban exactamente igual que como la última vez que los vi. Los mismos arañazos y contusiones.
- HA SIDO CULPA TUYA – le grité a Laurent con tantas lágrimas en los ojos que no le podía ver.”
- Diana, Diana despierta – empezó a decir la dulce y musical voz de Gloria. - Lleva así desde que se durmió – le decía ahora a alguien. – No sabía qué hacer, he intentado darle felicidad pero es como un muro, me la devuelve. Nunca me había pasado eso.
Ya estaba despierta, pero solo al cincuenta por ciento. Era capaz de oír y entender lo que decían, pero por algún motivo no conseguía abrir los ojos ni moverme.
Una sensación cálida y placentera me toco la mano, no necesitaba abrir los ojos para saber que era Jeremy. Mi corazón se relajó al instante.
- Diana despierta por favor. – me susurro al oído.
Y su aliento en mi oreja fue suficiente para despertarme del todo. Me lancé a abrazarle y oí dos suspiros en la habitación y ninguno era de Jeremy.
Miré para ver quien estaba en el cuarto y ahí estaba él. Todo mi sueño volvió como si todavía estuviese en él y de un salto me abalancé sobre él dejado impresionados a Gloria y a Jeremy.
Empecé a pegarle y a decirle cosas sin sentido pero él no reacciono como yo esperaba. Me sujeto los brazos y me acerco a él para que no pudiese pegarle más al estar tan cerca. Era como un abrazo pero sin sentir la calidad del mismo. Al final, apoye mi cabeza en su hombro y me derrumbé.
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