Capítulo XI
Me despierto justo antes de que suene la alarma. Me siento renovada. Descansé como no lo había hecho en días.
Empiezo mi rutina matutina. Me lavo los dientes, me ducho, seco mi cabello, lo peino y demás-lo de siempre-. Salgo lista para ir a trabajar, tomo las llaves de mi auto y camino hacia la salida, pero me freno en seco justo en la cocina.
Matthew está con el uniforme del hospital frente a la isla de la cocina con dos platos sirviendo el desayuno.
-Sabía que comías como oso saliendo de hibernar, pero no para tanto -bromeo.
-Pues quizás coma como oso, pero tú cómo hormiga, así que éste de aquí -Señala uno de los platos-, es para ti, no para mí -indica.
-Gracias, pero no debiste haberte molestado -Me pone algo incómoda su atención hacia mí.
-No es molestia -dice serio.
-Gracias de igual manera -Sonrío con cortesía y aprecio su gesto.
-Ven, siéntate -Ordena y obedezco-. Espero que te guste -Hace una reverencia al estilo de un camarero y sonrío de nuevo, me parece muy lindo este aspecto suyo.
Nos sentamos y comemos nuestro omelet en silencio. Está magníficamente delicioso, creo que ni yo podría prepararlo de mejor forma. Me dice que me tome el jugo para evitar otro incidente como el de ayer y yo, como niña buena, obedezco de nuevo.
Al terminar nos despedimos, y cada quien toma su rumbo.
***
Paso todo el día trabajando, pero esta vez decido comer algo saludable, el día transcurre rápido y me alegra que así sea.
- ¡Doctora Smith! -gritan a mi espalda.
Volteo y veo a un ansioso Liam que viene corriendo en mi dirección.
Liam es uno de los médicos especialistas, y sorprendentemente la persona con la que mejor me llevo. Todos piensan que es muy arrogante y estricto, cosa que es cierta, pero conmigo siempre se ha portado de una manera muy dulce y amable sin dejar de comportarse como mi superior. A pesar de solo llevar casi un par de semanas trabajando con él, me atrevo a decir que iniciamos una bonita amistad.
-Doctor Black -respondo con un asentimiento de cabeza y una sonrisa a modo de saludo en cuanto lo tengo frente a mí.
Es un hombre bien parecido, un poco más alto que yo, ojos castaños, cuerpo trabajado, cabello claro, y una sonrisa perfecta.
-Te he dicho que no me llames así, llámame por mi nombre -Pone los ojos en blanco.
-Y yo te he dicho que me llames Mia, no doctora Smith si quieres que yo te trate de la misma forma -Hago una torpe imitación de su voz, lo que le saca una sonrisa-. Pero dime, ¿que ocurre? -Meto las manos en los bolsillos de mí uniforme.
Se mueve nervioso y pasa una de sus manos por su cabello, lo miro extrañada.
- ¿Sucedió algo? -pregunto preocupada.
-No, no es nada malo -Se apresura a decir-. Nada por lo que te debas preocupar -Me tranquiliza.
-Bueno, entonces dime, parece que te va a dar un ataque en este mismo instante, y estoy muy cansada para practicarte RCP -intento bromear y se ríe de mí mal chiste-. Dime -insisto.
Toma un gran trago de aire.
-Quería pedirte que me acompañaras a la fiesta de aniversario de mis tíos -dice con cautela y suelta todo el aire-. Por favor -Su última palabra tiene un tono suplicante y admito que estoy sorprendida-. No vayas a malinterpretar mi invitación, es que... Me gusta esa fiesta, me preguntaron si llevaría a alguien este año y pues, pensé en ti. ¿Qué dices? ¿Me acompañas? -Se muerde el labio inferior a la espectativa.
Me quedo asombrada por unos segundos más. ¿Tanto drama para eso? Aunque me sorprende su invitación, supongo que no es nada malo, así también puedo despejarme un rato y disfrutar de su compañía.
-Claro -Sonrío-. ¿Cuando es? -Solo falta que me toque guardia ese día.
-Dentro de tres semanas -Hace una pausa-. Me tomé el atrevimiento de revisar tu horario y estas libre esa noche -dice un poco apenado mientras baja la mirada a sus pies y por su piel tan clara veo cómo se enrojece, y no de forma sutil.
- ¿Eso no es un poco acosador? -pregunto elevando una ceja, divertida con la situación y él se tensa-. Solo dime la hora y la fecha exacta, ahí estaré -Vuelvo a sonreír y noto como su cuerpo se relaja.
-Perfecto, gracias -Va a dar media vuelta pero se detiene-. ¿Quieres que te lleve a casa? Mi turno está por terminar -Sigue un poco nervioso.
-Tranquilo, tengo auto. Además no resido muy lejos de aquí, gracias de todas formas -Me encojo de hombros.
-Hasta mañana entonces -Se despide y se regresa por donde vino.
-Hasta mañana -contesto y suspiro.
***
Éstas últimas semanas ha bajado la presión que sentía en mi vida. Los problemas de la nueva franquicia se solucionaron, las cosas con Matthew van mejor, se ha convertido en un muy buen amigo; cuidando de que como bien, que descanse lo necesario, etc. Se ha vuelto muy maniático con respecto a mi salud. Y Miriam me ha marcado un par de veces para preguntarme como va todo con mi compañero de piso.
Entro al departamento y esta sentado en el sofá leyendo unos informes, se ve demasiado concentrado.
Me acerco y veo unas radiografías sobre la mesa de centro. Las tomo sin siquiera preguntarle y las reviso.
Por lo que veo son de un niño de diez años con múltiples fracturas por todo el cuerpo, unas ya sanaron y otras más recientes. Estoy concentrada observándolas cuando siento una mirada sobre mí.
Levanto la vista y Matthew me mira con el ceño fruncido.
«Si sigue haciendo eso le va a quedar una arruga permanente»
- ¿Qué es esto? -Rompo el silencio mientras señalo las radiografías que tengo en mis manos.
-Radiografías -Intenta bromear pero su rostro sigue preocupado-. Es un paciente.
- ¿Eres traumatólogo? -Me da curiosidad.
-No, soy cardiólogo -Ladeo la cabeza-. Lo estoy atendiendo por un leve problema cardíaco... -
-Hace una pausa-. Le encontré unas marcas por todo el cuerpo y ordené las radiografías y encontré que no solo eran simples golpes, tiene múltiples fracturas por todo su cuerpo. Conozco a sus padres desde hace un tiempo y casi podría asegurar que son incapaces de hacerle daño, pero nunca se sabe, el niño niega que lo maltraten, pero sus frecuentes visitas por lesiones, más las que ellos aseguran desconocer indican los contrario. Como médico estoy obligado a reportar el caso, pero mi instinto me dice que hay algo más, otra explicación... -Entierra las manos en su cabello y luego las pasa por su rostro con frustración-, ...no quiero equivocarme -confiesa claramente frustrado y preocupado.
Analizo la situación. Tomo los informes que él estaba leyendo hace un momento.
El problema del corazón no parece ser tan grave. Tiene además de las fracturas, pequeñas contusiones en la cabeza. Lo han llevado en dos ocasiones con fracturas en el brazo, deformaciones por lesiones no atendidas, fracturas sobre otras fracturas que provocan protuberancias... el caso se me hace familiar, hasta que caigo en cuenta.
-Osteogénesis imperfecta -digo y él levanta la mirada que hasta el momento tenía clavada en el suelo.
- ¿Qué? -pregunta confundido.
-Osteogénesis imperfecta -repito-. También conocida como huesos de cristal, los huesos se rompen con extrema facilidad, eso podría explicar las múltiples fracturas... solo que es el grado más leve, y al ser una patología tan extraña, no había sido detectada y pasó como si fuesen pequeños accidentes -explico.
-Si, sé lo que es, es solo que... -Parece estar atando algo en su cabeza-. ¿Eres médico? -dice, pero suena más a una afirmación que una pregunta.
-Casi se te funde el cerebro. No, no soy médico, en la escuela de bailarinas exóticas y nudistas te enseñan fisiopatología -murmuro con la vista de nuevo el los informes.
- ¿Por qué no me lo dijiste? -Escucho que pregunta.
-Me gusta verte intrigado. Además apenas te conocía y no me caías del todo bien -Me encojo de hombros.
-Nunca te he visto con el uniforme -analiza.
-No suelo usarlo fuera del hospital. Aún estoy haciendo la residencia del posgrado debido a que me recibí como médico en mi país natal y no aquí -explico y sin levantar la vista.
Se queda un momento en silencio, pensando, supongo.
-Casi no se nada sobre ti... ¿De dónde eres? Nunca he descifrado tu muy ligero acento -indaga con voz suave.
-Venezuela -contesto en automático.
-Dicen que es un país hermoso -dice y me causa algo de gracia, no porque no lo sea, sino porque me lo imagino leyendo cierta imagen viral en internet.
-Lo es, Salto Ángel, Roraima, y todo eso que probablemente has leído -afirmo todavía leyendo y escucho una risa que me hace saber que estaba en lo cierto.
Luego de eso nos quedamos en un cómodo silencio por un par de minutos hasta que suspiro y coloco en orden los papeles.
-Me voy a mi habitación, estoy agotada -En realidad lo estoy.
-No, señorita -Se pone de pie-. Tienes que cenar -Recoge todos de la mesa de centro-. Yo cocino. Te lo ganaste -Se acerca a mí y me sorprende con un beso en la mejilla-. Eres un genio -Me besa de nuevo pero ahora en la frente.
Se va hacia la cocina dejándome completamente aturdida e inconscientemente tocando el lugar donde antes estuvieron sus labios.
Cenamos con una amena charla, luego salimos al balcón y nos sentamos en unos muebles. Me cuenta que además de hablar español habla francés, un poco me alemán, e inglés, claro está. A lo cuál le respondo que tenemos en común el coleccionar idiomas como hobby, que hablo los mismos que él excepto alemán, que en su lugar hablo italiano. Nos sorprende lo mucho que tenemos en común.
-Ya hablamos mucho de mí, cuéntame de ti -Me observa con atención mientras come unos frutos secos.
-En realidad no hay mucho que contar, mi vida se resume en: trabajo, estudio, y algunos pasatiempos -Sí, puedo resumirla en cuatro palabras.
-Cuéntame de ellos -me del ce y doy un largo suspiro levantando la vista al cielo.
-Hablo cuatro idiomas y me, me defiendo con el portugués, debido a que tiene similitud con el español, lo cual me es fácil -Tomo aire-. Me especialicé en neurocirugía y tiempo después en pediatría que fue lo que siempre quise -Omito la parte de la empresa-. He hecho varios posgrados alrededor del mundo. Actualmente estoy haciendo uno para poder ejercer aquí. Estudié un año de farmacología. Al igual que tú, toco un par de instrumentos. Me encanta leer, me apasiona mi trabajo. Y para mantenerme en forma practico varios tipos de artes marciales -Bajo la vista para mirarlo a los ojos, y descubro que me observa con atención.
- ¿Algo más? -pregunta entre curioso y sorprendido-. Y eso que no había mucho que contar -bufa divertido.
-Es un resumen -Me encojo de hombros.
-Vaya resumen -Ríe-, eres una mujer excepcional -Me sonrojo-, debes tener un alto coeficiente intelectual. No habría podido imaginar a alguien con tanta capacidad y además tan joven -Hace una pausa con la mirada perdida en algún lugar para luego volver a mirarme a los ojos con una expresión divertida-, pero como tu experiencia no coincide con tu edad, es decir, debiste ser la nerd -Se burla.
-Bueno, supongo que graduarme de preparatoria a los dieciséis influyó en algo, pero sin el apoyo de mi familia no lo hubiese logrado, en realidad les debo mucho -digo con melancolía.
-Háblame de ellos -pide y tomo una bocanada de aire.
-Bueno, ¿por donde empezar? -Acomodo mis manos entre mis muslos porque empieza a darme frío.
-Te sugiero que por el principio-Me interrumpe con una sonrisa-. Con tus padres -Deja de lado la pequeña bandeja de frutos secos que se acabó.
-Uhm... Empecemos por mi madre, es alguien con un carácter bastante difícil. Físicamente no nos parecemos mucho, sobre todo por sus ojos, que son bastante similares a los tuyos, por cierto -Suspiro al recordar-. Mi padre es todo lo contrario a ella, él es dulce, de carácter dócil, humilde, encantador, es capaz de dar cualquier cosa por nosotros. Y es divertido, siempre le busca el mejor lado a todo, y cuando lo encuentra ríe de ello -Sonrío-, es muy ocurrente.
-Me parece que te estás describiendo a ti misma en lugar de tu padre -Sonrío nuevamente.
-Siempre me han dicho que soy idéntica a él, pero solo emocionalmente, pues físicamente no mucho. Él es de tez morena y yo no, digamos que de el solo heredé las ondas de mi cabello y la mirada según algunas personas, aunque sus ojos son mucho más oscuros que los míos -medito.
-Entonces debo agradecerle mucho a tu padre por esa mirada -Mis mejillas se tiñen de color, agradezco que sea de noche y haya poca iluminación-, tiene algo extraño, ¿te lo han dicho? Son cafés, pero el brillo que tienen le dan un toque grisáceo, son maravillosos -dice algo tímido y luego nos quedamos en un incómodo silencio que él tarda un par de minutos en romper.
- ¿Hermanos? -Ladea la cabeza.
-Soy la número cinco de seis hermanos -Su boca forma una especie de "o"-. Henry, mi hermano mayor, es hijo del primer matrimonio de mi madre, es ingeniero mecánico, tiene dos hijos, Ana y Jesús, y una esposa con la que solo yo me la llevo bien.
Pienso en si le estoy dando demasiados detalles, pero suspiro, igual sé que difícilmente recordará los nombres de mi extensa familia, porque de igual forma es irrelevante que lo haga.
-Sigue Elizabeth, también es hija del primer matrimonio de mi madre, ella es profesora de biología, aunque no ejerce, pues trabaja es supervisora de una red de farmacias. Tiene dos hijos que son mi adoración Isabel y Roger. Los amo a ambos pero soy más apegada con Roger porque básicamente se crió con nosotros por las jornadas laborales de mi hermana.
- ¿Al que llamas tu hijo? -interrumpe.
-Sí, es un gran niño, ¿sabes? Quiere seguir mis pasos y ser médico -menciono con orgullo notable.
-Qué inteligente, los médicos somos geniales... -dice con suficiencia, pero lo interrumpo golpeándolo con un cojín.
-Engreído -critico.
-Está bien, esta bien, continúa -Se cubre el rostro para evitar que lo vuelva a golpear.
-Bueno, ¿dónde estaba? ¡ah, si! Ella esta casada con Richard y el sí me cae bien... luego le sigue Alejandra, es hija única del segundo matrimonio de mi madre, ella en maestra de pre-escolar, no tiene hijos propios, solo un hijastro que es un año mayor que yo, y su esposo es neutro...
- ¿Neutro? -Vuelve a interrumpir.
-Sí, neutro, quiere decir que no me la llevo excelente, pero tampoco pésimo -explico.
-Entiendo, continúa -Me da de nuevo la palabra.
-Sigue Brenda, ella tiene tu edad, es ingeniera química, tiene un hijo llamado Raymond, y esta casada con un alguien que me cae bien... y luego sigo yo, y por ultimo mi hermano menor, Marco, el tiene sólo dieciocho años, estudia baile y tiene condiciones especiales -finalizo.
- ¿Especiales? -pregunta.
-Tiene síndrome de Down -Hago una pausa-. Él es mi gran bendición -Suspiro con cierta mezcla entre tristeza y nostalgia-, fue el único que no me juzgó en tiempos difíciles -Susurro e intento apartar el amargo recuerdo de esa época.
- ¿Ellos dónde están? ¿En Venezuela? -Cambia de posición.
-Sí, todos excepto Brenda, ella vive en Seattle -Reprimo un bostezo, me está dando sueño.
- ¿Y por qué decidiste venirte para acá? -Hace la pregunta del millón y decido responderla omitiendo detalles.
-Como te dije, amo a mi familia y ellos a mí, pero también amo mi carrera, y venir acá me haría crecer aún más como profesional. Quise que ellos viniesen conmigo pero sería egoísta de mi parte pedirles que abandonen su vida para que yo no me sienta... -Suspiro-, sola -susurro.
-Ahora mismo no estas sola -susurra también y me mira con dulzura.
-Eso creo -murmuro distraída y una corriente de aire me hace estremecer.
Traigo puesto un conjunto de pijama de satén que consta sólo de un short y una blusa de tirantes, tengo una manta encima, pero aún así, me empieza a dar frío.
- ¿Tienes frío? -Lo nota y yo asiento.
Matthew se pone de pie, se acerca a mí, me quita la manta y lo miro extrañada. Se sienta a mi lado nos cubre a ambos con la manta y luego me abraza. No logro reaccionar. Su cuerpo me calienta de inmediato.
- ¿Mejor? -pregunta luego de un momento.
Me limito a asentir de nuevo.
Apoyo mi mejilla en su hombro y siento el calor que desprende debajo de su camiseta, disfruto sentir ese embriagador aroma suyo.
Nos quedamos unos minutos en la misma posición, cada uno sumido es sus pensamientos. Disfrutando del calor del otro.
-Háblame de tu familia -Rompo el cómodo silencio que hasta ahora nos envolvía.
-No hay mucho que contar -dice y casi puedo sentir como sonríe aunque no levante el rostro para verlo-. Soy hijo único, mi única familia son mis padres y ellos viven en Seattle al igual que tu hermana -Hace una pausa y suspira-, ¿te puedo hacer una pregunta?
-La que quieras, te escucho -Se me empiezan a cerrar los ojos y me resisto.
- ¿Qué se siente tener una familia tan grande? -cuestiona.
Lo pienso y no puedo contener una suave risa al recordar a mi familia. Él me mira como si estuviese loca.
«Y lo estás», afirma una vocecita dentro de mi cabeza
- ¿Qué es tan gracioso? -Suena ofendido, quizá piense que me burlo de él.
Logro calmarme y mantener la compostura, pero ahora sí que me dio frío. Así que me envuelvo nuevamente en la manta y ahora soy yo quien lo abrazo. Él en seguida vuelve a pasar uno de sus brazos por mis hombros y me acerca más a él y yo poso mi mejilla sobre su hombro.
-No te sabría decir con exactitud, pues mi familia no es muy convencional que digamos. Todos decían que parecía una casa de locos. Nunca faltaban las risas, y las peleas que en menos de cinco minutos olvidábamos y nos reconciliábamos. Demostrábamos amor con bromas, ayudando a otro con sus labores, o simplemente hacernos cómplices para compartir el castigo. En ocasiones tomabas la responsabilidad para que no regañaran a tu hermano. Como en otras lo culpabas porque no querías recibir el castigo. Mi papá era nuestro cómplice. Y nuestro mejor amigo. Pero al momento de tener que corregirnos nos corregía a su manera; con amor y paciencia -Suspiro-. No te puedo decir que es tener una gran familia, pero sí como es tener a mi gran familia -Sonrío.
Al notar que no responde giro mi cabeza y él está mirándome fijamente. Estamos a sólo centímetros y nuestras respiraciones se mezclan. Me tenso de inmediato. Me mira los labios y yo no puedo evitar mirar los suyos. Luego de unos segundos, miro sus ojos que parecen tener un debate interno. Me mira fijamente y me da un beso en la frente.
-Debes tener sueño -murmura con sus labios sobre mi frente-. ¿No tienes que trabajar mañana? -pregunta alejándose un poco, pero sin hacer contacto visual.
-No, tengo el día libre y pasado mañana tengo guardia en el hospital después de la tarde.
Se queda pensando por un momento.
- ¿Tienes algo que hacer mañana por la noche? -me pregunta con una sonrisa.
Recuerdo que mañana es la fiesta de aniversario de los tíos de Liam, hago una nota mental: tengo que comprar lo que usaré.
-Tengo un compromiso -me excuso.
Él asiente con algo de decepción. Nos quedamos un rato más así. Empieza a acariciar mi cabello y me relaja de tal forma que no sé en qué momento me quedo profundamente dormida entre sus brazos.
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