Capítulo VII

Matthew

Me quedo embobado viendo como sale a toda prisa y dejándome con la palabra en la boca; aún no puedo sacar de mi mente cuando salió de la habitación con esa pijama, se veía demasiado sexy, y ese rubor no ayudaba con mi autocontrol, tuve que sentarme para ayudar a mi amigo a calmarse sin que ella lo notase, en definitiva esta idea no es tan descabellada como pensé, es aún más, quizá hubiese funcionado si no fuese una mujer soltera y con indudable belleza, porque la verdad es que me siento atraído físicamente por ella.

Después de pensarlo un largo rato mientras desayuno, salgo a correr un rato.

***

He roto mi record personal sin darme cuenta, no puedo sacarme a esa mujer de la cabeza: sus ojos, sus labios, su piel... ¿Soy caprichoso? Sí, supongo, pero creo que es mejor mantenerme mi distancia con la chica.

Regreso a casa, me meto a la ducha, y decido salir a tomar algo para distraerme.

Está anocheciendo cuando vuelvo, voy rumbo a mi estudio cuando noto a alguien en la cocina, recargo mi peso en el umbral y la observo con detenimiento, se ve cansada y por como mira el ordenador que tiene en frente, también está algo preocupada, ella se percata de mi presencia, cierra la portátil y me regala una tierna sonrisa a modo de saludo, yo se la devuelvo y me siento a su lado, ninguno de los dos dice nada, justo cuando voy a decir algo para romper el hielo su teléfono suena, al mirar la pantalla de su móvil el rostro se le ilumina, y un extraño sentimiento se aloja en mi pecho.

— ¡Hola, mi amor! —dice emocionada en un perfecto español, y yo siento una incomodidad por alguna extraña razón.

«Debe ser su novio», pienso.

No sé porqué no lo pensé antes, pero siendo tan bonita no creo que esté soltera, pero eso hace que dude en cómo su pareja la dejaría vivir con otro hombre. ¿O será lesbiana?

Detengo el rumbo de mis pensamientos al notar por dónde van.

Presto atención, alguien habla un momento a otro lado de la línea.

—Yo también te extraño —Suspira mientras sale a la otra habitación y mis manos se vuelven puños.

Minutos después regresa con una gran sonrisa, pero luego cambia a una de enojo, lo cuál es difícil de describir, se ve tierna.

— ¿Tu novio? —No puedo evitar preguntar y al decirlo suena como una blasfemia.

Su rostro se suaviza.

— ¿Importa? —interroga y me hace sentir como un completo estúpido porque ese no es mi problema.

Pero antes de que pueda responder algo ella continúa.

—No, no era mi novio —Hace una pausa— . Era mi hijo —No puedo evitar mi sorpresa, nunca imaginé que tendría un hijo, ¿estará casada? ¿divorciada, tal vez? No tendría mucho sentido entonces que viva aquí conmigo.

Ella ríe de mi rostro de horror, supongo.

—Bueno, no es mi hijo en realidad pero lo quiero como tal —agrega—. Es mi sobrino —aclara y siento como una tenue sensación de alivio recorre mi cuerpo.

—Ah. —Es todo lo que logro articular.

Ella ríe de nuevo.

—Tenías que ver tu cara de espanto —comenta entre risas.

Me enojo un poco conmigo mismo por ser tan idiota y salgo de ahí, directo a mi habitación, dejando a una Mia muy confundida.

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