Capítulo XXXIII
La cabeza me duele a horrores y si mis músculos hablaran seguro gritarían. Pero claro, supongo que no me puedo quejar después de todo lo que hice con Matt anoche.
Solo a nosotros se nos ocurre comernos un montón de donas glaseadas, luego entre juegos seguir una de las rutinas de ejercicios más pesadas que he hecho en mi existencia —por supuesto que solo a mí me dejó como sobreviviente recién arrollado por un camión de cemento, porque Matt ya está más acostumbrado— y luego hablar de tonterías hasta las cuatro de la mañana.
No me quejo, lo disfruté, ¡pero es que solo he dormido hora y media y tengo que ir a trabajar!
Observo los brazos que me rodean la cintura, con la cabeza reposada a la altura de mi abdomen. Se ve algo cómico con los pies fuera de la cama pero él quiso acostarse así.
Duerme como un bebé, realmente se ve hermoso, es tan tierno... En definitiva voy a despertarlo. El ejercicio fue idea de suya. Y si yo sufro, él sufre, no estoy con ánimos de ser abnegada.
Le paso las manos por el cuello intentando darle cosquillas pero solo consigo que se mueva un poco y balbucee.
Ahora que puedo ver su rostro noto que sus ojeras siguen marcadísimas.
«Vale, punto para él. Lo dejaré dormir».
Con extremo cuidado empiezo a salir de la cama. Primero las piernas las cuales me hacen ahogar un largo gemido de dolor. Tras tomar aire me levanto poco a poco, siendo lo más silenciosa posible.
Suele ser de sueño ligero por lo que debe en serio estar agotado para no despertarse con el movimiento.
Voy al baño y me alisto para irme. Le dejo el desayuno listo y una nota pegada al refrigerador.
Busco mi teléfono en mesita de noche de mi habitación y me planteo en darle un beso de despedida. Dudo un poco pero como sé que está profundamente dormido me acerco a su rostro y me embriaga su aroma.
Toco sus labios en un fugaz beso antes de ser sorprendida por un abrazo que me deja tumbada sobre él. No tengo tiempo de hablar pues su boca devora la mía con tantas ansias que me hace acalorar. Su lengua me invade y gimo ante esa acción aferrándome a su cuerpo con el pulso acelerado.
Sus labios bajan por mi mentón hacia mi cuello y un jadeo se me escapa.
—M-matt... —susurro con dificultad sin salir del asombro por su sorpresiva actitud.
— ¿Mm? —Hace un ruido con la boca a modo de pregunta.
—Debo ir al hospital —murmuro sin mucha convicción.
Él gruñe contra mi oído y me causa una inesperada excitación ese gesto.
Tengo ganas de...
—No quiero —interrumpe mis pensamientos y me mira somnoliento.
Por un momento dudo en si de verdad está despierto, pero recuerdo que para lo de hace segundos atrás seguro lo estaba, sobre todo porque puedo sentir su erección presionando mi muslo, lo cual no me ayuda a concentrarme.
—T-te... Ehm —balbuceo buscando palabras.
— ¿Qué? —Sus ojos claros me observan juguetones.
—Y-yo te... —Intento pensar pero me siento hipnotizada, tanto que olvidé lo que quería decir—. ¿Te hice el desayuno? —Es lo que se me ocurre y ni siquiera entiendo porqué lo dije como pregunta.
—Yo solo quiero desayunarme tus labios —Tira con suavidad de mi labio inferior.
—A-ah, ya... —Mi tono se escucha algo decepcionado y él lo nota.
«¿Qué me pasa?».
Matt levanta una ceja con picardía.
— ¿Esperabas otra cosa? Porque puedo bajar a tus otros... —dice mientras baja por mi abdomen hasta posicionarse entre mis piernas y lejos de molestarme, enrojezco.
— ¡M-matt! —Me cubro el rostro, avergonzada.
Escucho su risa y sube de nuevo a mi boca, acariciando mis mejillas.
—Mi mañana está siendo muy feliz —Me besa la nariz.
—La de nuestro jefe no si vuelvo a llegar tarde —comento acariciando sus hombros.
Él hace un puchero enternecedor.
—Te dejé el desayuno listo y una nota ya que habías caído en un coma profundo, bello durmiente —Vuelvo a besar
Este es más calmado, más tierno, sus labios solo se deslizan con suavidad sobre los míos.
—Solo necesitaba mi beso de amor verdadero —murmura con voz ronca.
Suspiro con repentina nostalgia.
—Ni de chiste nuestra historia ha sido un cuento de hadas —Juego con el vello de su rostro—. En todo caso sería una versión bastante rara, a mí me parece más una novela con mucho drama, sobre todo por la cantidad de veces que he llorado por tanta mierda que hay en el mundo y que nos ha salpicado —Mi mente ya vaga en el mar de los recuerdos y trago grueso.
—No sabía que pensaras que lo nuestro han sido problemas, porque créeme, si así fuese no estaríamos aquí, soy alguien que prefiere estar solo porque es lo más cómodo que existe —Levanta mi mentón al notar que bajo la mirada—. Pero desde que te conocí me he enamorado del hermoso caos que eres, de conversaciones a media noche, tu pésimo sentido del humor y de lo presumida que eres cuando una receta te sale bien aunque no se trate de algo extraordinario. Brillas y me iluminas, y no te imagino siendo la luz de alguien más en la intimidad. Así, a solas, te quiero conmigo, y te quiero para siempre, pase lo que pase, en las buenas y en las malas, ¿sabes por qué? —Me pregunta y no respondo al tener mis ojos cristalizados ante sus palabras—. Porque te amo, te adoro, me encantas, y le agradezco cada día al cabeza dura de mi mejor amigo de presentarme a una alocada rubia a la que le urgía que su amiga no estuviese tan sola —Lo miro con curiosidad al haber desconocido parte de esa historia—. Ninguno esperaba que la soledad compartida fuese mucho mejor que la individual —Apenas logro vislumbrar como alcanza algo en la mesita de noche y se acomoda para luego ayudarme a reincorporarme—. Y no veo la hora en que pueda llamarte mi esposa —Abre una cajita de terciopelo azul y un hermoso anillo con pequeños cristales incrustados queda a la vista—. Mía Valentina Smith, ¿acepta a este humilde servidor solitario como su futuro esposo? —Sus ojos brillan y no sé si por sus lágrimas o por efecto de las mías.
Mi corazón late deprisa, y asiento efusivamente antes de que él deslice el anillo en mi mano izquierda.
Apenas lo dejo colocarlo porque me abalanzo sobre él para besarlo con ganas, con una emoción que sobrepasa a cualquier otra.
No me importa los reclamos por impuntual, o los dolores de los que me quejaba más temprano la sonrisa de mi rostro no va a desaparecer y la euforia que siento tampoco.
Es oficial, voy a casarme con el hombre que amo.
~
N/A: lo prometido es deuda;)
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